BY: Liz19forever
Jealousy: A bad adviser
Se metió a bañar y me quede contemplando la puerta por unos minutos, luego tomé a Pat y me fui a terminar el desayuno. Ya habían pasado al menos unos quince minutos así que decidí luego de poner todo en la mesa ir a buscarla. Entre a mi dormitorio con una sonrisa en los labios, la misma sonrisa que había tenido desde que la conocí.
— Esta listo el desayuno
Le dije y ella estaba parada, completamente vestida, cerca de la mesa de noche. Me miró sorprendida. Nos sentamos a tomar desayuno y no puede evitar hacer las preguntas de rigor y que deberían hacerse al menos en la primera cita. Hasta que llegamos a un tema sensible.
— ¿Casado o soltero? —preguntó y no pude evitar dudar en la respuesta, principalmente porque no sabía bien que iba a pensar; siempre había visto a mis padres felices y contentos de estar casados, no era algo que yo quisiera hacer a mis cortos veintitrés años pero sin duda era algo que esperaba hacer algún día y la miré.
— Casado —confesé y ella abrió sus ojos sorprendida, no se esperaba mi reacción. Así que volteé la pregunta.
— ¿Cuál preferirías tú? —cuestioné y me miró complicada, bajó la vista sin darse cuenta.
Se puso nerviosa pero no sabía si debía alegrarme porque pensará igual o porque el tema del matrimonio simplemente escapaba a su vasta imaginación.
— Mala experiencia parental ¿Tal vez? —cuestioné y en estos tiempos nadie creía en casarse, bueno tal vez yo sí, pero porque mis padres demostraban que casi era estar en el paraíso y contrario a todo lo moderno ellos seguían haciendo parecer que el amor siempre vence a todos los obstáculos, al menos hasta ahora.
— No creo en el matrimonio —terminó por confesar, me lo suponía.
¿Quién creía en el matrimonio en el siglo veintiuno?
— Es decir ¿Por qué tienes que firmar un contrato para ser fiel a alguien? —preguntó retóricamente tratando de no causar mala impresión, francamente nadie podría cuestionar un pensamiento así, si el loquito era yo al pensar tradicionalmente.
— ¿No te gustaría casarte con quién amas? —le pregunté al cabo de unos minutos de reflexión.
— ¿Por qué te gustaría a ti? —respondió evadiendo responder.
— Parece que hemos sufrido por amor ¿o me equivoco? —cuestioné sin quitarle la mirada de encima, se veía preciosa acorralada por su propia curiosidad
— ¿Tendrías hijos? —Preguntó — Contigo, claro —respondí mentalmente cambiando mi expresión — Hijos —pensé y jamás me había cuestionado tener un mini mí y la idea de pañales, biberones, llanto no era mi manera de pasar mi etapa de adulto joven pero eventualmente algún día tal vez quisiera dejar huella de mi paso por este mundo
— No —respondí sonriéndome
— Un minuto de silencio por la humanidad —exclamó con la risa pintada en el rostro
— ¿De qué hablas? —le pregunté confundido y tenía una vaga idea para donde iba, me serví más café.
— Acabas de privar a las futuras generaciones de mujeres de muchos orgasmos mentales e histerias colectivas —contestó.
Y esa expresión me causo risa contenida. La miré suspicaz y si ella quería jugar yo era mejor que ella jugando. Me acerque le quité la taza de sus manos y la separé de la mesa, me miró asustada y confusa.
— ¿Qué haces?
— Contribuyendo con la humanidad —le contesté seductoramente y ella contuvo el gritito desesperado. Miró a todos lados y sus cejas estaban enarcadas incrédulamente. Hasta que solté la risotada y era increíble, con cada gesto, con cada palabra seguía enamorándome sin control.
— Muy gracioso —se defendió molesta
— Ves que soy buen actor —le comenté tomando mi taza para sentarme nuevamente.
Terminó de tomar desayuno y luego se puso a jugar con sus manos con la servilleta yo por mi parte podría haber pasado todo el día solo contemplando su cuerpo, sus facciones, su rostro, sus gestos, en fin contemplándola. Se quedo retraída hasta que el minuto curioso le llego otra vez.
— ¿Cómo le entregaste las entradas a Alice? —me cuestionó
— No fui yo —le contesté y ella puso sus ojos en blanco, sonreí culpable — Sabes este mundo es realmente pequeño —le aclaré con la risa en el rostro lo que me llevo a darme cuenta que con aquella respuesta ella estaba incluso más confundida que yo, cuando fui testigo de cómo Jasper la llamaba tan familiar.
— No te entiendo —confesó finalmente.
— Digamos que tu amiga y yo tenemos un amigo en común —exclamé.
Y ella se sorprendió. Hubo como un minuto donde me imagino Bella estaba uniendo todo en su mente hasta que sus labios se separaron para hablarlo, entonces de pronto su intento de hablar fue acallado por el teléfono.
Deje que sonará pero al tercer repique y por la insistencia contesté.
— Alice ¿Tal vez?
Le anuncié con picardía y después que contestará sabía que tendría que explicar algo que ni yo mismo sabía, con suerte lo olvidaría.
— ¿Bueno?
— Ella sabe quién soy, vio una fotografía tuya —confesó Jasper para nada preocupado, francamente a mi tampoco me preocupaba, después de todo, yo quería que ella se hiciera real.
Qué más real que tu amiga del alma comprobará quién era su amigo de media noche. Caminé saliendo de la sala y no estaba muy seguro de hablar aún delante de ella.
— ¿Algún problema con eso? —pregunté
— No, solo te avisaba — me contestó entusiasmado, bastante pero allí recordé que de ciega no había tenido nada, absolutamente nada. El mundo es un pañuelo pensé.
— Aún así, te oyes bastante contento ¿No estaremos entrando en terreno…. —le comenté sonriéndome pero me interrumpió
— ¿Cómo tú? No, pero debo reconocer que ella es especial —se defendió aún escéptico de lo que a todas luces demostraba la emoción de su voz. — ¿Y qué tan real estás haciendo a tu novia virtual? —cuestionó mi amigo
— Bastante —contesté tomando aire — te tengo que colgar nos vemos luego y gracias —finalicé rápidamente y de verdad quería volver con ella.
— De nada esta vez, para tu fortuna, estamos a mano —finalizó cortándome.
Me sonreí entre dientes, volví con Bella a la sala de estar con la intensión de finalizar la charla que habíamos dejado a medias pero cuando lo hice ella estaba arreglando para irse ¿Por qué? Me pregunté desilusionado porque mí media noche se terminará.
— ¿Te vas? —le pregunté tratando de que mi voz no sonará desesperada pero francamente estaba desesperado pensando en cómo evitar que ella se marchará pero no tenía como retenerla.
— Si —respondió seca — tengo un evento familiar —explicó pero noté la mentira en sus ojos.
El brillo de estos había cambiado, no estaban emocionados o avergonzados por mí sino que ahora estaba conteniendo el llanto ¿Qué paso? me pregunté y quise que esa pregunta se hubiera exteriorizado pero otra vez, el miedo a equivocarme al cuestionar me invadió. Ahogue mi intento desesperado de evitar lo inevitable poniendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, quería ir besarla pero algo me dijo que era mejor no presionar.
— ¿Te llevo? —le pregunté al fin y era mi única idea para estar al menos un rato más y lograr tal vez que me dijera que sucedía, porque definitivamente algo estaba mal, me lo decía la manera en que evitaba mirarme a los ojos.
— Es cerca tomaré el metro no te preocupes —me respondió rehusando mi compañía
¿Qué sucede? ¿De que me perdí? ¿Qué vio? ¿Se habrá arrepentido? Era las preguntas frenéticas en mi mente mientras la contemplaba caminar hasta la puerta.
Nos quedamos como dos estatuas yo en el umbral de la puerta y ella fuera de está. En ese minuto unas ganas enormes de decirle — Quédate por favor… —me embargaron justo cuando estaban por salir de mis labios, me contuve, tal vez, debía darle espacio, tal vez era mejor que se fuera, tal vez no debía presionarla. Hubo tenso momento en que no dijimos nada sino que nos contemplamos, hasta que ella se acercó y me beso, la esencia de aquel beso me pillo desprevenido.
Esa actitud arrebatada tenía un matiz agrio, por un lado podía percibir que estaba molesta pero por otro estaba besándome con tantas ansias, con tanto corazón, con tanto amor que me perdí en descifrar aquel lengua corporal… literalmente me perdí en aquel beso a tal punto que tontamente subí mis manos para aferrar su rostro al mío pero en ese minuto la realidad nos golpeo, Bella se separó.
— Adiós Edward —murmuró.
Me apoye contra el marco y la contemplé subirse el ascensor, no volteó, las puertas se cerraron y un peso demasiado grande por no aclarar lo que no sabía aumento. Dude al menos unos cinco minutos hasta que esa aprehensión poco familiar me embargó, tenía la sensación que ese beso era una despedida y me afligí; cerré la puerta y en un acto desesperado corrí escaleras abajo para tratar de detenerla. Al menos hasta que me dijera que era lo que andaba mal. Pero cuando llegue a la planta del primer piso miré a todos lados infructuosamente, Bella ya no estaba, angustiado salí a la callé y solo había gente desconocida a mí alrededor: Se fue pensé. — Para siempre —me gritó mi vocecilla interior y algo en mi corazón se clavo. Fue como un dolor desconocido.
¿Qué demonios había pasado? Fue la desesperada interrogante que no me dejo en paz gran parte del día… claro hasta que hablé con mi hermana Rosalie. Entonces lo que antes me desagradaba hoy casi amaba: Su recriminación me dio las pistas necesarias para entender el comportamiento de mi conquista de media noche — Celos —esa era la única explicación y me reí entre dientes de mi mismo y mis agónicos pensamientos. Miré el mensaje y debía reconocer que podía interpretarse de cualquier manera — ¡Tonta, mi Bella!... Mi amor cómo pudiste crees eso de mí — le exclamé a la foto que le había tomado mientras dormía, y había sido la más brillante de mis ideas tomársela.
Me acosté temprano para ser día de semana pero el insomnio me consumió por completo. Era una mescla de ansiedad por aclarar el mal entendido y por dejarla aún más en aquel error. Debía reconocer que sus celos me habían fascinado… pero tampoco quería abusar, los celos podían interpretarse de muchas manera, entre ellas que ¡Ella me amaba! Pero también podrían ser mi perdición.
A pesar que había buscado la manera de disculparme durante gran parte del día, no había dado con ninguna manera que me satisfaciera por completo. Un ramo de flores, chocolates o cualquier otra cursilería era demasiado corriente para hacerla. El ingenio estaba abandonándome cuando cercano a las tres de la madrugada y luego de buscar por internet de manera incesante algo original para pedir disculpas sin darme cuenta llegue hasta el foro en donde todo había comenzado.
Tal vez de manera inconsciente había pensando en que podría ella estar conectada. Navegue tratando de controlar mi ansiedad, para cuando apagaba el séptimo cigarrillo la decepción me invadió. Bella no se había conectado en todo el día, es más, no se había conectado hacía muchos días. De todas manera, con terquedad busque en la sección de creaciones literaria por si acaso… pero no estaba, en realidad no había nadie más que yo en aquel momento. Un tópico — noticias recientes —llamó mi atención… tenía bastantes páginas de comentarios y recién se había abierto hacía cuestión de minutos.
Edward Cullen ¿Nueva novia?
Me metí, las fotografías de nosotros dos estaban en todo su esplendor se me encogió el estomago al ver como en su rostro habían marcado la pregunta — ¿Quién es ella? — comencé a leer los comentarios y algunos eran bastante crueles, demasiados para mi gusto. De piqué de inmediato y no pude evitar contestar al tópico. Tal vez fue una niñería, falta de madurez pero la respuesta de contraataque no se dejo esperar. Estaba tan ensimismado defendiéndola que me pareció curioso bizarro estar haciéndolo como alguien más, eso hasta que la vi.
¿También con insomnio? Podríamos hacernos compañía ¿Qué dices?
Le escribí en MP y esperé a que me contestará como no lo hizo volví a escribirle — Vamos mi amor no seas tan rencorosa —le dije a la pantalla y parecía verdadero maniático hablándole a la nada — Hay Rose supieras lo has causado —dije al aire tratando de convencerla para que me volviera a hablar.
Conéctate al Messenger
Le pedí pero tampoco sucedió — rencorosa —anoté en la lista de sus defectos y virtudes que había comenzado en un intento de hacerla real pero claro un defecto mío muy arraigado en lo más oculto de mi personalidad afloró: poco tolerable a la espera, las odiaba así que entonces tomé el toro por las astas, en este caso el celular y marque su número ya estaba bueno de la paciencia — Nuestro cliente tiene su teléfono celular apagado o fuera del área de servicio — escuche y grité frustrado ¡Maldición! ¿Por qué tienen que ser tan complicadas? Pensé y tener dos hermanas mayores y mujeres me daba un poco de idea al respecto.
Tu celular está apagado Enciéndelo por favor…
Le pedí y traté que no sonará a suplica pero claramente lo era, estaba suplicando con el corazón en la mano y era primera vez que sentía que alguien estaba enojado conmigo sin yo tener ni arte ni parte. Entonces ella desapareció del foro, la busque pero estaba desconectada, iba a partir a su departamento tenía casi las llaves de mi auto entre los dedos, esto no podía quedar sin hablarse de una vez cuando la típica ventanita del Messenger me anunció que se había conectado.
¿Por qué te fuiste hoy realmente?
Pregunté guardando la calma — Paciencia —me repetí esperando su respuesta. Tampoco se vería bien que apareciera a esa altura de la noche en su departamento reflexioné y su respuesta apareció.
¿No soy la de turno?
Contestó — Así que eso es — y le contesté con un monito de risa — Vele el lado positivo será el turno definitivo —le dije a la pantalla escribiendo mi respuesta más madura obviamente.
No crees que deberíamos conversarlo en persona
Fue lo que contesté. Me acomode mejor en el asiento, apoye mi espalda contra el respaldo de la silla.
¿Ahora?—pregunto de vuelta
No soy yo quién pregunta –noté
No soy yo quién evita responder –contestó me reí inevitable fue sacudir mi cabeza — Definitivamente rencorosa y miedosa ¡cuando vas a darte cuenta que me traes loco! Le grité y era literalmente hablando eso último.
¿Qué es lo que quieres saber realmente? –le pregunté y era hora de actuar como dos adultos no como dos adolescentes de once años.
La verdad –confesó — ¿Qué no es evidente?, le contesté mentalmente mientras digitaba mi "verdad".
No soy perfecto –fue mi respuesta
¿Quién dijo que quiero que seas perfecto? –preguntó
Y me quede pensando, ella tenía razón la mayoría de las cosas las había hecho siempre pensando en que me diría ella, que pensaría ella de mí, por una parte quería derribar el mito pero por otra me asustaba la idea de "dejar de gustarle" por mostrarme tal cual era. Alguien lleno de defectos e inseguridades pero también alguien que la amaba con locura, que la necesitaba desesperadamente y que al menos quería intentar algo a pesar que tal vez no resultará al fin.
Nadie… -contesté al cabo de unos minutos
Y nos quedamos sin escribir nada, en el fondo esperaba que ella escribiera algo pero luego me pregunté ¿por qué tiene que ser ella? y comencé yo esta vez.
¿Por qué te subiste a mi auto aquella noche?- pregunte
¿Por qué me llamaste tú? –inquirió en respuesta
Me gustaste –aseguré y era hora que lo entendiera
Lo mismo –agregó ella en respuesta
¿Quién te gusta realmente el actor o el hombre? –pregunte de nuevo y algo en mi interior temió ¿qué haría? si le gustaba el actor y no yo, o peor el personaje.
Antes… -escribió y mi estomago se contrajo.
El actor –confesó
¿Y ahora? –cuestioné eso de que separa el antes y el después era buen indicador, al menos eso quería creer yo.
La espera parecía eterna y mi corazón latía desbocado — Cálmate —pensé esperando su veredicto y esta vez saldría lastimado de eso estaba completamente seguro.
¿Quién te gusta a ti?-me preguntó en respuesta, era evidente que tenía miedo a confesarme algo — esta bien lo haré yo —dije entre dientes.
La mujer… -contesté pero luego agregue
Aunque debo reconocer que es entretenida la fan –y le puse un monito de vergüenza al final y era completamente honesto… esa capacidad de idolatrarme me traía un tanto capturado, mal que mal eso había sido el detonante de toda esta locura.
No contestó nada — silencio —era lo que estaba e insistí: no me voy a dar por vencido pensé, ya había hecho cosas peores, insistir no iba a hacerme daño ¿o tal vez sí? Pero la verdad no lo reflexioné, si ella quería que le rogará lo haría.
¿Estas ahí?-pregunté con un zumbido
Si –contestó, tomé aire y esto se venía largo — Aquí esta mi mejor declaración y ojo que si después de esto no quieres, me doy por vencido contigo —le dije entre dientes mientras tecleaba.
— No soy el hombre que describen esas historias y que han idealizado como un ser perfecto que ni siquiera va al baño. Para ser completamente honesto contigo estoy lleno de defectos, soy poco tolerante, a veces caprichoso, me aburro con facilidad, un poco vanidoso, para nada tierno más bien serio y de pocos amigos, no soy un adicto pero te mentiría si no te dijera que las he probado todas. Me gusta fumar, tomar y sí a veces se me ha pasado la mano pero no creo que sea nada distinto a lo que has hecho tú en tu vida. Se me olvidaba también me gusta tener orgasmos de preferencias reales aunque si he tenido varios mentales contigo – exclamé y agregue el monito que levanta las cejas. Me dio vergüenza ajena pero que más daba, ella lo valía pensé
— También tengo varias virtudes entre ellas es que soy honesto y cuando me involucro con alguien, en la manera en que lo he hecho contigo, créeme que no es para pasar el rato como estas pensando. Fuera de eso lo único extraordinario es que me gano la vida fingiendo y me pagan bastante bien. ¿Interesa aún? –pregunté y esperaba con toda al alma que me hablará, quería escuchar su voz, o al menos leerla con eso me conformaba, estaba expectante tan ensimismado en lo que escribiría que el sonido del teléfono celular me asustó, dí un brinco y casi se me calló de las manos pero contesté.
— ¿Bella? —pregunté dudoso y escuche su angelical voz.
— Absolutamente —contestó a mi pregunta virtual y sonreí.
La conversación que habíamos tenido casi se hacía interminable pero por primera vez en mucho tiempo no quería terminarla. Por mí estaría todo el día hablando con ella solo para escuchar su voz angelical pero los tenues rayos que iluminaban el cielo me decían que debía dormir al menos un par de horas. Además el sueño estaba venciéndola.
— Creo que será mejor colguemos —le dije.
— Una última pregunta —murmuró adormilada — ¿Cómo puedo estar segura que te intereso de verdad y no solo es un juego? —preguntó entre dientes y me reí.
— Lo verás por la mañana, que duermas bien —le contesté y colgué.
Dormí un par de horas y me desperté como si hubiera dormido veinte, extrañamente no tenía ni una pizca de sueño, me levanté y partí a demostrarle que no era un juego para mí sino alguien especial de verdad. Compré un ramo de flores y le escribí su nombre en la tarjeta — maldita letra —protesté y quería hacerla sentir especial.
— ¿Perdonado? —le pregunté con los ojos fijos en ella apenas abrió la puerta de su departamento.
— Yo lo perdono sin necesidad de flores –confesó una voz desde más atrás alce mi mirada y allí estaba su inseparable amiga.
— ¿Tú debes ser la famosa Alice? –pregunté.
— Por ti puedo ser Tanya, Mariela, María, Verónica… tú dime cual y yo seré ella.
— ¡Alice! –le reprocho en un gritito Bella y su amiga se rió.
— Lo siento –se disculpó sin quitarme la vista de encima de pronto se acercó a mí.
— No importa –exclamé guiñándole el ojo luego miré a su amiga — ¿Y cómo amaneció mi querido amigo Jasper? –pregunté serio y Bella rió cuando notó la cara que dio Alice.
Su expresión cambio y se puso seria la sonrisa se apago en su rostro y se puso incomoda.
— Bien supongo ¿dime tú? –contestó tratando de hacerse la lista pero yo era más listo que ella.
— No he hablado con él ¿Lo pasaste bien? –le pregunté, Bella observaba mi intercambio de palabras con su amiga con la boca abierta producto de la impresión —en la fiesta claro está –agregué y Alice se puso roja como pensé lo haría.
— Bells amiga creo que es hora que yo vaya a ver llover a la esquina – exclamó tomando sus cosas al tiempo que caminaba fuera del departamento. Entré y ella salió.
— ¿Por qué habría de perdonarte? –me preguntó inocentemente tomando la flores de mi mano fingió estar distraída pero los movimientos de sus ojos la delataron no perdía detalle de mi rostro.
— Para ser honesto no tengo la menor idea pero cuando te fuiste ayer estabas molesta o ¿Me equivoco? –le pregunté acercándome a ella, su perfume me embargó por completo, puse detrás de sus orejas unos mechones de su pelo suelto.
— ¿Quién es V? –pregunto finalmente y lo hizo tan bajo que apenas le pude oír.
Camino a la cocina evitando que le contestará algo que estaba pidiendo a gritos con sus gestos y con su actuar. La seguí, dejó el ramo sobre la mesalina y buscó en todos los cajones un florero para ponerlas.
Me miró y se dio cuenta que buscaba algo en mi celular, al cabo de unos segundos me acerque y le mostré la pantalla.
— ¿Qué estoy viendo? –preguntó confundida
— a "V" —contesté y lo miró sin entender —Rosalie, mi hermana mayor – agregué y el silencio lo comprobó todo estaba avergonzada de su mini escena de celos. Que por cierto me fascino porque muy en el trasfondo estaba gritándome una verdad que mi razón estaba reacio a aceptar.
— Fuimos a ver mi última película eso es lo que le gusto –le expliqué bastante divertido por la expresión que estaba dándome.
— No quise leer lo que no me correspondía –se excusó.
— ¿Yo lo hubiera hecho? – rebatí sinceramente y se rió
— ¿Qué más harías? –me preguntó intrigada.
— Creo que es tiempo de las confesiones –exclamé recargándome contra el refrigerador.
Tomé entre mis manos una de las rosas y jugué con ella.
— Te escucho –dijo cruzando sus manos a la altura de su pecho y se recargó contra la pared contraria de la cocina.
— Yo también urge entre tus cosas –confesé sin mirarla directamente
— ¿Cuándo? –pregunto curiosa.
— La primera –comencé a decir y pero me interrumpió
— ¡Hubo más de una vez! –exclamó sorprendida y asentí con mi cabeza.
— Tu cartera fue la primera vez y la segunda cuando volvimos de la iglesia, te quedaste profundamente dormida y revise tu notebook y un par de cajones de tu ropero —casi no recordaba aquello pero en ese minuto lo recordé.
— ¿Mientras dormía? –chilló un poco molesta pensó algo y se sonrojó de inmediato.
— Tienes el sueño bastante pesado –le informé deslizando la rosa por su mejilla, se le erizo la piel ante el contacto suave de los pétalos – Y déjame de decirte que sí hablas en sueños y mucho –confirmé besándola en los labios.
— ¿Qué cosas he dicho? –preguntó entrecortado mientras correspondía el beso
— Digamos que saque mucha más información en esas "platicas noctámbulas" que de tu computador o cartera –agregue con picardía hundiendo mí lengua en su boca, acariciando la suya con la mía. Besé sus labios con desesperación de transmitirle a ella mis ganas por hacerla mía.
Haz el amor conmigo
No es nada malo
Ni tu saldrás herida Ni yo dañado
Me acomodé en la cama de lado para contemplarla, se veía realmente hermosa, extrañamente su piel brillaba y se veía sensual cubierta sólo con la sabana. Contesté un par de dudas que tenia sobre mí hasta que me acordé de las fotografías y el mail que me había hecho llegar mi representante — Apareces en una revista…¿Quién es ella? —había sido su pregunta. Mi novia.
— A todo esto debo advertirte algo más –le dije tocando sus labios con mis dedos– las fotografías salieron en una revista sensacionalista de distribución nacional –confesé con una mirada sombría, temiendo su reacción.
— ¿Eso te molesta? –preguntó temerosa.
— ¿Qué aparezcamos juntos? – pregunté y asintió —ese no es problema créeme si terminará allí me daría lo mismo, el problema es que tus cinco minutos de fama tal vez sean más permanentes —le hice ver me miró sin entender —vendrán a buscarte para preguntarte cosas —explique mejor después de todo tenía que saberlo, su vida ya no sería privada no si quería estar conmigo. Se quedo pensativa.
— Ya veo – exclamó y miró a la ventana — ¿Qué quieres que diga? – preguntó y no pude evitar mirarla extrañado: se habría arrepentido.
— Es de tu vida de la que estamos hablando, de mí tienen hasta unas fotos vergonzosas de cuando tenía como tres años, la pregunta aquí es ¿Qué quieres que ellos sepan de ti? –pregunte de vuelta. Dio un suspiro que no supe como interpretar pero se acercó a mi, acunando su rostro por unos minutos contra mi pecho.
— ¿Qué soy yo para ti? —preguntó.
— Alguien muy especial —le confesé suavemente.
— ¿Así que has probado todas las drogas? —preguntó curiosa, deslizo sus manos por mi rostro. Cambiando el tema lo que agradecí, nunca me había gustado esa parte de mi "trabajo".
— ¿Tú no has probado ninguna? —pregunté evadiendo una respuesta directa — tal vez se me paso la mano con la confesión —pensé tomé su mano y bese la palma de esta entrelazando mis dedos con los suyos.
— Varias –confesó y me sorprendió —quisiera poder decir que fue voluntario pero lamentablemente escapo a mi control –agrego separándose de mí.
— ¿Fuiste adicta? —pregunté interesado y clavo su vista en mi rostro.
— ¿Importaría eso? —preguntó de vuelta y le sonreí sincero.
— No realmente, claro que cuando quieras contribuir a la humanidad habrá que considerarlo —agregue divertido ante el hecho que no serian los mejores genes después de todo. Se rió entusiasmada por mi comentario.
Sentí como se levantó de la cama.
— ¿Dónde vas? –pregunté un poco aprehensivo.
Bella se giró sobre si misma volviendo a poner su vista fija en mí. Sin decir nada camino de espaldas y trataba de hacerlo parecer sensual, no necesitaba hacer eso, ya era sensual y excitante verla así desnuda, pero le concedí lo que quería, mis ojos se abrieron y puse mi mejor cara de entusiasmado… Bella me miró sin perder detalle de mi expresión. Entonces sus ojos se hicieron brillantes y su rostro hizo una mueca de dolor, casi imperceptible pero esa era la ventaja de ser actor y trabajar con la expresión corporal, no podía ocultarlo. Lo siguiente que presencie hubiera no querido hacerlo. Su cuerpo tambaleo, sus ojos se pusieron blancos y su frágil cuerpo cayo de costado al suelo, su pelo se batió contra el aire de la caída. Me aterré.
Sin pensarlo me levanté y corrí a su encuentro. Su cuerpo estaba completamente inerte, sin vida tirado en el suelo de su habitación. ¿Muerto? ¿Bella había muerto?
BY: Liz19forever
Hear the silence of my agony
Despierto solo, hay un aire de silencio en toda la habitación,
Tócame ahora, cerraré mis ojos y me dejaré soñar
Mi corazón se detuvo cuando la vi caer contra el suelo — No — pensé en mi interior mientras me abalanzaba hacía su posición. Pero la sangre que escurría sin control era el signo de que algo malo estaba sucediendo.
— Mi amor —le llame tratando de lograr que recobrará la conciencia y aunque sus ojos estaba entre abiertos, la sangre me asustó.
De pronto miré el teléfono encima de su escritorio me abalance sobre él sin entender muy bien como, los números parecieron recobrar sentido.
— Emergencias ¿En que puedo ayudarlo?
— Necesito una ambulancia
Debe ser amor pero ahora término,
Debió haber sido bueno porque lo perdí de algún modo.
Debió ser amor pero ahora todo terminó.
Desde el momento en que nos tocamos nuestro tiempo comenzó a agotarse.
— ¿Qué sucedió? —me preguntó uno de los paramédicos que llegó al cabo de unos minutos.
— Camino y luego se desplomó —contesté aturdido
— ¿Tomó algo? —inquirió otra vez y esto era una pesadilla, un mal sueño pensé
— No —contesté
— ¿Es alérgica? —cuestionó y se me apretó el corazón, amaba a alguien a quién no conocía en lo absoluto. Sus preguntas me lo comprobaban.
— No lo sé —confesé desesperado.
— ¿Tiene alguna enfermedad?
— No lo sé
— ¿Drogas? —agregó tomando el pulso, pasé saliva y recordé sus palabras
Quisiera decir que fue voluntario pero escapo a mi control
¿Acaso ella era drogadicta? ¿Acaso se había drogado antes que llegará? Me pregunté contemplando su cuerpo sobre la alfombra rodeada por los paramédicos y su piel estaba totalmente blanca, hubiera jurado que estaba muerta pero el latido de su corazón en la maquina comprobaba lo contrario
— No — pero no salió con convencimiento, el paramédico me miró, en realidad no sabía si ella consumía o no, ni siquiera sabía si lo había hecho ahora y si esto era producto de alguna especie de crisis, una sobredosis, miré al vacío tratando de recordar pero de pronto todo se volvió confuso
— ¿No o no lo sabes? —cuestionó suspicaz y alce mi mirada
— No lo creo —concluí
— Bien ¿Usted es algún familiar de ella? —me preguntó otra vez y lo miré en pánico.
¿Familiar? ¿Qué le dirás? ¿Eres un familiar?
— Soy — exclamé tomando aire — Soy… — agregué tratando de hilar las ideas — el novio — terminé diciendo ante la mirada inquisidora de ambos.
El cuerpo de Bella estaba sobre una camilla y estaba cubierto por frazadas, su rostro aún tenía señales de la sangre a pesar que ellos habían controlado en parte la hemorragia y limpiado su cara.
— La trasladaremos al hospital más cercano puede venir con nosotros si usted quiere —me informó uno de los enfermeros, salí detrás de ellos y cerré la puerta de su departamento detrás de mí.
Hagamos creer que estamos juntos
Estoy embriagado por tu corazón
Pero dentro y afuera me he convertido en agua
Como dos gotas en tu palma
Es un frío día de invierno
Cuando me pongo a soñar
Entramos al hospital y las preguntas no se dejaron esperar de los médicos que le recibieron, seguimos caminando por un largo pasillo hasta una puerta donde una de las enfermeras me detuvo.
— ¿Usted es un familiar? —preguntó poniendo una mano en mi pecho impidiéndome seguir avanzando.
— Sí — contesté distraído tratando de mirar a donde se la llevaban
— Venga conmigo hay que llenar un par de papeles — anunció.
Frente a mi había un manojo de formularios de diferentes colores con preguntas que no podía responder.
Nombre completo
Fecha de Nacimiento
Previsión Social
Teléfono familiar Directo
Enfermedad Preexistente
¿Alergias?
Operaciones ¿Fecha de la última?
¿Tatuajes o piercing?
Enfermedad de Transmisión sexual
Medicamentos controlados o sustancias psicotrópicas
Orden de no resucitación
Seguir leyendo era una locura — a quién trato de engañar —pensé era increíble que no pudiera contestar ni siquiera una, entonces las palabras de mi amigo Jasper hicieron eco en mí.
¿Cuánto la conoces? ¿Sabes algo más acerca de ella aparte de que es fanática de Crepúsculo? ¿Quiénes son sus padres? ¿Estudia o trabaja?
Era un hecho no tenía idea de quién era la mujer con la cual me estaba relacionando, decía amarla pero no tenía idea de nada, ni siquiera sabía lo más básico como cual era su previsión o su segundo nombre. Miré hacía el frente y la mirada de la enfermera me disparó la desesperación, mucho más porque no podía dar ni una pista, ni un teléfono, no podía decir nada excepto su nombre.
Suspiré, tomé entre mis manos su teléfono celular y busque entre los contactos algunos de su familia. Se me contrajo el estomago al leer: Mamá. ¿Qué le diría a su madre?
Hola… este… soy un amigo de su hija y tengo una mala noticia… en realidad su hija esta internada en un hospital podría venir
Pensé sin esperanza y sentía una presión tremenda sobre mis hombros. Miré el teléfono incapaz de marcar ese número ¿Cómo se supone debía presentarme? ¿Novio, amigo, vecino? Me cuestioné. Estaba en ello cuando al mirar nuevamente hacía el mesón de la recepción, un señor de edad madura se acercó hasta la enfermera que me miraba suspicaz. Hablaron por un par de minutos hasta que ella misma me apunto y me sorprendí. Los ojos oscuros del hombre vestido con bata blanca se quedaron fijos en mí. Caminó lento pero seguro hasta mi posición, mi corazón comenzó a latir desbocado ante lo que él diría. De pronto empecé a escuchar las preguntas de los paramédicos.
¿Tiene alguna enfermedad?
¿Utiliza algún medicamento?
¿Consume drogas?
¡Drogas!
Quisiera que hubiera sido voluntario pero se escapo a mi control
¿Fuiste adicta?
¡Drogas!
Su voz ronca me sacó de mis pensamientos, sentí como una lágrima traicionera rodó por la comisura de mis ojos pero me la seque antes que él hablará. Oficialmente estaba aterrado porque el hombre frente a mí finalmente me dijera que ella había — muerto —. Sabía que estaba hablándome pero era como si su voz no se pudiera escuchar, no podía escuchar su voz y sus ojos estaban clavados en los míos. De pronto tosí y un suspiró ahogado broto de mi pecho, sin poder controlarlo caí sentado en el sillón detrás de mí.
Muerte
— ¿Esta usted bien? —me preguntó inclinándose hacía mí. Su mirada se clavo en la mía, en cambio la mía al nombre bordado en su bata — Oncólogo —se leía y todo parecía de pronto demasiada información ¿Por qué un oncólogo? Me pregunté y me perdí en esa mirada exhaustiva
— Sí —contesté
— ¿es amigo de Bella? —preguntó y por su expresión supe que esa pregunta me la había hecho con anterioridad y estaba repitiéndola. Me costó reaccionar pero antes de preguntar me dí cuenta que él la conocía sino como sabía su nombre o tal vez yo lo dije, si eso debió ser eso, me convencí.
— Sí —confirmé bajito mientras quitaba la vista de su penetrante mirada. El hombre se sentó frente a mí y tomó aire en un respiro pesado.
— Soy el Dr. Aro Volturis — se presentó seguí sin mirarlo directamente — Soy el médico de Bella — agregó y entonces mi vista se quedo fija en él nuevamente. Él la conocía ¿De dónde? ¿Por qué? — Espera ¿Ella estaba enferma? —gritó mi conciencia y fue entonces cuando hablé
— ¿Está bien? —le pregunté y el suspiró hondo que propino fue otra mala señal — ¿es grave? —agregué
— ¿Hace cuanto conoces a Isabella? —preguntó evadiendo una respuesta directa.
— Un par de meses — contesté.
¿Realmente la conocía? Me preguntó la vocecilla interna y la respuesta no era nada alentadora.
— Tengo que avisarle a su fami…mamá —comenté volviendo mi atención al celular entre mis manos.
— Ya le avisé a Renée — rebatió él.
Entonces era cierto, él no solo conocía a Bella, sino también a la familia de ella. Un suspiro de alivio escapó de mis labios y el peso se disipó de mis hombros, aún no sabía como hacerlo, como llamar a su madre y contarle de algo que ni siquiera yo estaba entendiendo. Era un alivio que él diera la noticia respectiva después de todo cómo se vería que un completo desconocido lo hiciera. Iba a preguntar cuando la misma enfermera que me miraba exhaustivamente hasta hacía unos minutos se acercó.
— Dr. Volturis ya pasaron a su paciente a la habitación —informó. Y respiré aliviado, entonces ella estaba bien después de todo.
— ¿Quieres verla? —me preguntó
Era todo lo que quería
Debió ser amor pero ahora terminó
Donde cae el agua, donde las alas dejan de batir
Ahora viviré sin ti
Entré a la habitación detrás de él y un frió intenso me invadió. La habitación estaba iluminada, su cuerpo estaba en la mita de la cama conectada a una serie de maquinas. Dude en acercarme y luego de la batalla interna resolví y me quede retraído cerca de la ventana unos cuantos pasos tras él.
Miré como se acercó a examinarla. Ella parecía estar despierta pero aún no estaba tan conciente del todo.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó el médico y entonces la miré. Se veía preciosa a pesar que estaba totalmente pálida, sus ojos estaban tratando de adecuarse a la luz de la linterna frente a ella, sus movimientos eran lentos y desorganizados. Aún así concentro su vista en mí.
— Como si me hubiera arrollado un tren ¿Hace cuanto estoy aquí? —preguntó, su voz sonó firme pero aún así había temor en el fondo.
— Ves lo necesario de asistir a los controles médicos —exclamó en un regaño el facultativo y ella lo miró molesta. ¿Controles? ¿Debía controlarse? ¿Qué era lo que ella tenía?, me pregunté y eran tantas las preguntas sin respuestas que la verdad me estaba consumiendo por dentro.
— La verdad no —contestó desafiante sin quitar la vista de mí.
— Esto podría haberse evitado si me hicieras caso y siguieras mis indicaciones —agregó con tono severo separándose de su paciente.
¿Cómo no me di cuenta de que estaba enferma? ¿Cómo?
Me reclamé internamente y Jasper tenía razón estaba concentrado en utilizarla para saciar mi lado carnal que jamás reparé en preguntar nada, una persona normal lo hubiera sabido, bastaba solo una pregunta para marcar la diferencia, una estúpida y trivial conversación y todo habría sido diferente. Toda la semana me pase pensando en mi necesidad de tenerla, de que fuera real y lo único que había logrado era hacerla irreal, un sueño, un espejismo magnifico, una marioneta puesta a mi antojo sin importarme justamente eso: ella, la persona, Bella.
— Los dejaré solos unos momentos mientras busco una enfermera
— ¿Otra vez? —preguntó en pánico y se me contrajo el alma. Su mirada aterrada pero resignada me despedazó por completo.
El médico se fue dejándonos solos y entonces me acerque a ella por primera vez, mientras lo hacía, su vista estaba cabizbaja arreglando nerviosa su ropa de cama. Las imágenes de la hemorragia que había sufrido se me vinieron a la mente y no pude evitar sentir que me faltaba el aire para respirar, para hablarle.
— ¿Queda algún secreto oculto más que quieras contarme? —le pregunté y no sabía bien que estaba haciendo. Ni siquiera sabía si debía quedarme ¿Quería quedarme?, mi corazón estaba confuso, desarmado, irracional, estaba sangrando como si yo estuviera en aquella cama y no ella.
— No —contestó pero luego me miró — sin embargo sólo para el registro —agregó serena pero nerviosa — tú nunca preguntaste al respecto así que no oculte información —terminó por decir y no puede evitar mi reacción.
— Déjame decir que "enfermedad" no es uno de los tópicos dentro de mi repertorio de preguntas para una segunda cita —exclamé y el tono fue sarcástico me arrepentí de inmediato pero por otro lado, algo así no podía haberlo "olvidado" mencionar.
— Supongo que deberás incluirlo ya ves uno nunca sabe –exclamo divertida mi mirada se endureció incluso más que antes.
— Lo único bueno de esto es que fue ahora y no cuando fuera demasiado tarde –reflexioné cabizbajo interrumpiendo el silencio y fue porque no sabía que decir, al menos no era nada grave, sino me lo hubiera dicho el médico.
Me quede contemplándola y ella pensando — ¿En que piensas? —le pregunté mentalmente y tenía unas ganas locas de abrazarla extrañamente quería tenerla más cerca que antes, sentía que iba a perderla en cualquier momento, me sentía indefenso frente a ella.
— Estoy a tiempo prestado —confesó al cabo de unos minutos y abrí mis ojos desmesuradamente por la sorpresa. ¿Tiempo prestado? Me pregunté confundido. ¿Prestado? ¿De que demonios estas hablando? Y quise preguntarle eso pero mi tono mental alterado y mi asertividad me indicó que era mejor guardar silencio. Nos interrumpió el sonido de la puerta.
¿Tiempo prestado? ¿Prestado? ¿Tiempo? ¿Tiempo prestado?
Comencé a pensar mientras veía como la enfermera acomodaba agujas y jeringas y ella dialogaba sarcástica con su médico.
¿Qué significaba tiempo prestado? ¿Morir?
Pensé viendo como ella profería esa expresión de angustia cuando se percató que tan grande era la aguja que dejo la enfermera en la mesa.
— ¿Morirá? —pregunté interrumpiendo la discusión y tal vez no tenía derecho a preguntar o siquiera a hablar pero necesitaba saberlo. ¡Con un demonio esto no puede estar pasando! Exclamé internamente tratando de guardar la calma, su médico me miró.
— Veo que no le has contado a tu novio sobre tu enfermedad —la regaño y suspiré.
Te has enamorado de un imposible.
— Eventualmente si sigue sin obedecer sí –me contestó mirándome. — morirá ella morirá ¿Cuándo? ¿Por qué? —grité en mi fuero interno — No, esto no puede pasarme a mí no a ella —agregue — Espera tonto Hay un tratamiento —me gritó mi voz interior al pensar mejor la respuesta del médico.
— Es fácil decirlo cuando no se esta detrás de la cama —protesto Bella de atrás.
— ¿Quiere decir que es curable? –pregunte con un dejo de esperanza.
— Tratable que no es lo mismo –corrigió el profesional un suspiró se escapó de mis labios — Bien hecho doctor acaba de sepultar mi esperanza —me dije.
— Lo que trata de decir es que puedo vivir años enferma –explicó Bella con sarcasmo, la mire: No soy estúpido lo sabías le dije — ¿Cómo ves me sería muy útil que fueras el personaje en estos momentos? –ironizó.
¡¿Cómo puede pensar en un maldito personaje? Reclamé molesto. La ignoré.
— ¿No podrían operarla? –pregunté saliendo del transe inicial que había causado su comentario.
— Su tipo de anemia es una especie de cáncer y lamentablemente –explicó el médico y Bella me concedió la verdad por primera vez de sus labios escuche lo que no quería escuchar, lo que no estaba preparado para enfrentar.
— No soy candidata para un trasplante de médula, solo estoy esperando a que me lleve la pela —concluyó y la miré impactado.
¿¡Qué? Fue lo único que se me vino a la mente ¿Cómo demonios habla así? ¿Le parece un chiste? ¿Hay algo chistoso en morir y dejar de existir?
— ¿Qué? –protesto poniendo sus ojos en blanco seguro ante mi semblante. Y quise gritarle tantas cosas.
Esto es un mal sueño
¡Vamos Edward despierta!
¡Despierta!
¡Despierta! — grité pero no sucedió.
El gritó de una voz femenina que entró a la habitación me distrajo. Era su familia, su madre y tal vez su hermana o tal vez sería otra amiga, me pregunté.
Me quede atrás, retraído, observando su interacción con su familia, la cara de preocupación de las dos personas que habían entrado me lo decía todo — Esto es una pesadilla —pensé y en eso la sentí ironizar con su madre.
— ¿Cómo te sientes? —le preguntó dulcemente su progenitora
— Viva —contestó y tosí
¡Maldición Bella cómo eres tan cruel!
Se corrigió cuando me miró y seguro no le di la mejor cara. Como una ceremonia y de las peores fue ver como colgaban la bolsa de una sustancia translucida en la cabecera de su cama.
— Debes estar cansada ¿Por qué no duermes un rato? —le propuso su madre — Esperaremos afuera —agregó y supe que era tiempo de partir.
Eres un intruso
Caminé en dirección a la puerta pero Bella se alteró y dio un gritito que me desconcertó.
— ¡No espera! —gritó y estaba claro que me lo estaba diciendo a mí pero aún así dude, sentí la mirada penetrante de su hermana directo en mi nuca — Créeme no eres la única sorprendida —le dije para mis adentros encarándola — se que tienes cosas que hacer pero podrías quedarte un momento más —me pidió.
— Cariño tal vez él tiene cosas importantes que hacer, debes dejarlo ir –intervino su madre pero me acerque y no pude evitar sonreírle.
— Adicta involuntaria –murmuró y la sonrisa se hizo aún más cómplice ante aquel comentario, me senté al borde de su cama extrañamente no me importó lo que su familia pensará.
Me quedaré mientras tú quieras que me quede
Resolví mirándola a los ojos — No te dejaré sola —agregué mirando esos hermosos ojos chocolates, tan intensos como un abismo. Un abismo del cual no quería escaparme ni intentarlo siquiera. Tomé entre mis manos las suyas — Estaré contigo para siempre —agregué como nota mental.
Pasaron un par de horas, tenía su rostro apoyado contra mi pecho y yo jugaba con los dedos de su mano, pasaba lentamente mis yemas por las agujas que estaban puestas en ella. Estaba concentrado sintiendo la tibieza de su piel contra la mía que perdí por un minuto la noción de donde estábamos. De pronto se alzó separando su cuerpo del mío.
— No podremos hacerlo en varios días —comentó temerosa y eso ahondo la teoría de Jasper
¿Crees que solo quiero estar entre tus piernas?, le pregunté mentalmente.
— Eres la persona más extraña que he conocido, no puedo creer que te preocupe la falta de sexo pero que no te preocupe morir –le contesté de vuelta no pude ocultar el dejo de incomprensión y reproche.
— No solo de pan vive el hombre –exclamó riéndose pero su risa se vio disminuida por una expresión de vacío que sintió a penas se enderezó en la cama.
La contemplé respirar lento y profundo, me preocupé.
— ¿Llamo a la enfermera? –pregunté finalmente al verla cerrar sus ojos.
— No estoy bien –contestó fingiendo una expresión de alivio — ¿Podrías alcanzarme el vaso de agua? —me pidió, lo tomé y le ayude para que tomará agua lo hizo lentamente.
— Lo que estás haciendo podrías considerarlo como una obra benéfica, algo así como "Make a wish" —susurró divertida y la miré furioso.
— No le veo la gracia —espeté molesto —no hay segundas oportunidades para vivir —agregué melancólico.
— Esa frase es una de mis favoritas —interrumpió sonriendo mientras se recostaba otra vez en la cama
— La muerte es una condición permanente ¿Realmente quiere morir a los veintidós años de edad? —le pregunté desconcertado por su actitud. Generalmente la gente quiere vivir, se aferra con uñas y dientes, de hecho yo mismo lo haría me confundía esa actitud tan pesimista, tan egoísta, tan inhumana.
— Sabes por qué me enamoré del personaje —preguntó en respuesta. Sacudí mi cabeza y puse mis ojos en blanco levantándome de la cama
— Él es un personaje de ficción, no tengo que aclararte que los vampiros no existen —repuse serio y luego agregue —Aunque puede parecerte una solución muy romántica, no lo es, por el contrario creo que deberías seguir los consejos de tu médico —recalque mirando por el ventanal de la habitación.
Tienes que luchar
Tienes que querer vivir
Tienes que vivir —pensé mirando al vacío.
— Y estar permanentemente conectada a esto —rebatió tomando la sonda entre sus manos —No tienes ideas de lo que estas aconsejando —concluyó molesta.
¡Cómo no puedes verlo! Si esta claro como el agua —refuté para mis adentros.
— Por el contrario tu eres la única que no parece dimensionar la consecuencia de tu actuar irresponsable —rebatí finalmente.
— Moriré de todas formas no veo el objeto de dilatarlo —exclamó cerrando sus ojos
— ¿No tienes miedo a que sea una muerte lenta y dolorosa? —le pregunté acercándome a ella nuevamente.
— ¿Acaso no estoy drogándome nuevamente? —contestó de vuelta abriendo sus ojos. Como si con su gesto estuviera haciéndonos un favor.
¡El favor te lo haces a ti que no lo ves! —grité en mi mente perdiendo el control.
— Me tengo que ir —le dije de repente y su rostro se desfiguró pero en realidad necesita salir de allí, necesitaba pensar, las cosas habían cambiado —volveré en la mañana, creo que es tiempo que hables con tu familia —le dije y ella tenía que aclarar ciertas cosas.
Le besé la frente, nuestras manos estaban entrelazadas pero se separaron a medida que caminaba para irme. Me dolió el pecho dejarla allí pero necesitaba estar solo, necesitaba pensar.
— Te amo —le susurré con la mirada aún parado en el umbral de su habitación, sostenía la puerta entre mis dedos y en ese minuto estaba siendo completamente honesto, la amaba y eso me aterraba.
Baje al primer piso y salí casi corriendo por la puerta principal. Miré a todos lados y de pronto la realidad me golpeo. Las personas caminaban distraídas, los vehículos seguían su trayecto ajenos a mi dolor. Caminé calle abajo sin detenerme. No tenía idea a donde ir, o que hacer. De pronto la visión se nubló y quise contener las lágrimas, la pena inundó mi pecho por completo y un dolor punzante embargó a mi corazón. Sentí mi celular vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Era tarde, tal vez cercano a las diez de la noche. Dejé que sonará mientras seguía caminando, las lágrimas rodaron por las mejillas, hasta que la desesperación me gano, la angustia se apodero de mí al sentir el vibrar frenético del aparato contra mi pierna.
— ¿Qué? —contesté sin fijarme quién era con la voz distorsionada por el llanto
— ¿Edward qué sucede? —la voz de mi hermana Rosalie me desconcertó — ¿Estas bien?—preguntó preocupada.
— No —contesté ahogado
— ¿Quieres hablarlo? —cuestionó sutil pero guarde silencio no estaba seguro de hablarle. Después de todo que le diría.
— ¿Edward? —agrego expectante
— ¿Puedes venir por mí? —pregunté finalmente
— Dime donde estas
BY: Liz19forever
Fragility
— ¿Ella es la muchacha con la que apareces en la revista verdad? —me preguntó mi hermana y asentí tímidamente mirando al vacío.
— Sí —confirmé procurando que mi voz sonará fuerte, como la de un hombre y no como la de una niña asustada por lo que estaba sucediendo.
— ¿Te interesa de verdad? —preguntó y la miré.
— Ese es el problema, me interesa demasiado, tanto que siendo como si alguien me hubiera arrancado el corazón y aunque quiero detener este sentimiento de angustia no puedo —le confesé y mis ojos se hicieron otra vez cristalinos, estaban llenos de lágrimas listas para derramarse por mis mejillas.
— ¿Morirá? —me preguntó al cabo de unos minutos y se me contrajo el corazón.
Fui incapaz de siquiera contestar ¿Moriría? ¿Podría salvarse? ¿Podría olvidarme de ella? ¿Sería cobarde y me iría? ¿Volvería mañana? Rosalie se acercó y puso su cabeza en mi hombro, estábamos sentados en la plaza donde solíamos jugar a unas cuantas cuadras de la casa de mis padres. Sentí que mi hermana exhalo aire pesadamente, tal como cuando le piden un consejo y no sabes que decirle; contrario a lo que ella pensaba yo no esperaba que ella me diera la solución pero si me ayudaba que alguien al menos me escuchará, permanecimos en silencio fumando.
— ¿Te alejarás? — preguntó apagando su cigarro
— No quiero —contesté — pero es demasiado para alguien que tiene veintitrés años — agregué y no pretendía demostrar honorabilidad cuando estaba verdaderamente asustado.
— Escucha —agregó encarando su mirada con la mía — es preferible salir lastimado pero al menos saber que es amar de verdad, como creó tú lo estas — explicó sin quitarme la vista de encima — la vida es una sola, el amor pero el verdadero se da una vez y con suerte; hay gente que vive una vida completa sin sentirlo — y su voz sonaba como la de una anciana — no soy buena dando consejos, quisiera poder dármelos a mí misma de vez en cuando, pero te diré algo: disfrútalo mientras dure sobre todo si eres correspondido —concluyó y se levantó de mi lado, me dio una tierna sonrisa y me estiró su mano en el aire — Ven te calentaré algo para que comas — exclamó cuando tomé su mano.
Mañana ya la sangre no estará
Al caer la lluvia se la llevara
Acero y piel combinación tan cruel
Pero algo en nuestras mentes quedara
Dormir en mi vieja habitación me hacía volver a sentirme protegido, era una extraña sensación pero por un par de horas huir a la responsabilidad de ser un "adulto" y sentirme niño nuevamente me ayudó a esclarecer mis perspectivas en la vida. Me levanté temprano procurando no hacer ruido y no quería que la suspicacia de mi madre interviniera aún.
Fui a recoger mi auto al departamento de Bella y luego me fui al mío para cambiarme de ropa. Todo el rato que estuve manejando para llegar al hospital me pregunté si estaba haciendo lo correcto al permanecer en su vida pero la idea de desaparecer de la suya aprisionaba mi corazón de una manera desgarradora, la sensación era la misma cuando alguien desgarra algo arraigado profundamente en tu alma, que me desconcertó. Técnicamente la conocía de hacía un par de meses y la sentía tan mía como si la conociera de toda la vida.
Estacioné el auto y al llegar a la entrada principal del recinto hospitalario me congelé justo en el umbral, un dejo de duda embargó mi decisión — La medicina avanza, ayer la gente moría de neumonía hoy hay niños que nacen por inseminación artificial, cualquier cosa podría pasar — habían sido las últimas palabras de mi filosófica hermana mayor. Apreté el botón para llamar al ascensor en el primer piso y esperé.
Camine por el pasillo del quinto piso sereno pero con muchas preguntas rondando mi cabeza; la realidad pesaba demasiado y de pronto sentí como si hubiera envejecido en cuestión de segundos. Era como si de golpe hubiera madurado teniendo que tomar una decisión que afectaría todo el resto de mi vida. Sabía perfectamente que si volvía a entrar por esa puerta no habría vuelta atrás. Era un hecho irrefutable del cual no necesitaba pruebas para comprobar su veracidad, sin importar como terminará esta historia sabía que saldría lastimado tal vez el consuelo que tenía era que viviría la experiencia más hermosa que un ser humano puede experimentar: sería amado y podría amar a alguien. Cuando llegue a su habitación di un suspiro profundo al tiempo que ponía mis manos en la manilla de la puerta. Seguro de la decisión que descansaba en el fondo de mi alma abrí para entrar.
— Buenos días –saludé torciendo mis labios en una sonrisa y sus ojos se iluminaron de alegría al verme. Bella estaba acompañada por su amiga Alice, quién hizo un gesto al notar la expresión que mi amada había conferido al verme llegar.
— Buenos días –terminó por exclamar Bella dejando la taza de té en la bandeja cuando ya estuve al frente de ella.
— Llego mi relevo –anunció divertida Alice tomando sus cosas del sillón, se giró dándome la espalda, de seguro le hacía algún gesto a Bella puesto que los ojos marrones de está se abrieron ocultado la sonrisa que seguro quería dar —vendré más tarde —aseguró con una solidaridad incondicional al cabo de unos escasos segundos de complicidad entre ambas, claro que a penas ella anunció aquello, la voz de Bella acabo con su intensión.
— No será necesario me darán de alta al medio día –manifestó y ambos, tanto su amiga como yo, la miramos sorprendidos.
— ¿Tan rápido? –alegamos al unísono otra vez y fue tal la sincronía que si lo hubiéramos planeado jamás hubiera resultado.
Alice se encogió de hombros mirándome de forma consciente y en un afán de que yo no pudiera escuchar lo que le diría se acercó sutilmente hasta ella.
— ¿Por qué tan temprano? –murmuró en un hilo de voz pero aún así pude escucharla hablar. Los ojos de Bella se desviaron de los míos para mirar fijamente a su amiga.
— Porque prometí hacer reposo absoluto en la comodidad de mi cama –le explicó con la malicia brillando en esas dos orbes castañas exquisitas. Sus ojos se desviaron hasta mí y sosteniendo su mirada penetrante me enarcó una ceja sugerente que logró hacerme sonrojar.
Por tercera vez, Alice giró levemente su rostro mirando sobre su hombro, en un intento desesperado de espiar mi reacción, el bochorno aumento y sentí mis mejillas arder con furia. La seguí con la vista todo el camino hasta la puerta de la habitación, cuando llego a ella, Alice me miró.
— Dale saludos a Jasper cuando lo veas –me pidió abriendo la pesada puerta y quise contestarle algo pero la verdad no estaba coordinando muy bien las ideas así que nada audaz podría haber salido de mis labios en aquel minuto por lo que preferí callar.
Cuando estuvimos solos me acerqué rodeando la cama donde permanecía quieta observándome, tomé entre mis manos la bandeja que estaba puesta sobre sus piernas, la deje a un lado y me senté al borde de la cama.
— No pensé que vendrías tan temprano –comentó gratamente sorprendida.
— Algunos trabajamos ¿lo sabías? –mentí y no necesitaba confesar mi pequeño debate interno, no valía la pena confesar mi momento de egoísmo.
Sin poder evitarlo y en respuesta automática a esa necesidad creciente que estaba embargando mi corazón por sentirla, por saborearla me aproxime a sus labios a cambio ella se quedo estática sin saber que hacer.
La besé lentamente en los labios, sentí la tibieza de su cuerpo acrecentarse con cada beso que le daba; su halito tibio contra mi lengua era la sensación más placentera que jamás había sentido, se percibía tan correcta, tan natural. La humedad de sus caricias estaba haciendo que mi propio calor corporal aumentará de manera descontrolada.
Entonces mientras la besaba me dí cuenta que mi hermana tenía razón en aquel improvisado consejo que me había dado anoche. Yo debía seguir el camino que mi corazón estaba trazando con tanta claridad y no analizar tanto mis decisiones, simplemente sentir.
No pasaron muchos minutos hasta que sentí como su cuerpo frágil y diminuto se incorporó sobre la cama intrépidamente, sus dedos se deslizaron entre mis cabellos mientras me acariciaba sin romper el beso. Nuestros labios parecían tener vida propia y danzaban sin tener yo control en ellos.
Unidas nuestras bocas sentían hambre la una de la otra y se fundían con tanta naturalidad que hasta parecían haber nacido para hacer aquello. Profundice el beso con la intensión de traspasar, en aquel gesto, una verdad que se hacía a cada segundo más claro, más patente: yo la amaba con una locura de quinceañero y quería que ella lo sintiera a través de este beso. Era justamente este amor descabellado que me hacía necesitarla con desesperación y no renunciaría a esta sensación tan exquisita.
De un movimiento certero acercó su cuerpo contra el mío guiada principalmente por el deseo, mismo deseo que yo estaba sintiendo. Se alzó de rodillas sobre su posición separándose unos centímetros de mi boca, solo fue un segundo lo que demoró en acomodarse nuevamente y en esa misma cantidad de tiempo volví a sentir sus labios capturar los míos en un beso mucho más apasionado que el anterior. Levanté una de mis manos y acaricie su cuello con el hambre de fundir su piel contra la mía. Con la intención de tenerla contra mí, deslice mi mano libre por su espalda, atrayendo su cuerpo hasta el mío. Su respiración se había vuelto errática y estaba completamente seguro que había perdido la noción del tiempo, al igual que yo, estábamos tan absortos degustando el mangar de nuestros labios que sólo el carraspeo seco e insistente de alguien nos hizo reaccionar.
Al mismo tiempo nuestras cabezas rompieron el beso y se giraron para encarar con la mirada de reproche al dueño de ese peculiar sonido que permanecía parado sin entrar a la habitación. En ese minuto en que mi vista se posó en el umbral de la puerta fue que sentí el persistente y estruendoso ruido que inundaba el ambiente y el cual sin duda era el motivo de la interrupción. Era tan profundo y fuerte que prácticamente era increíble que no lo hubiéramos sentido; seguí con la mirada a la enfermera que se aproximaba hasta nosotros.
— Lo siento
Se disculpó mi bella novia roja de vergüenza al tiempo que volvía a sentarse en la cama, logrando crear la distancia necesaria para que su corazón desbocado por la lujuria se calmara. La enfermera paciente y sigilosa se acerco hasta la cama luego de apagar la alarma del monitor, nos dio una mirada cómplice a ambos.
— Creo que apagaremos esto un rato
Exclamó mientras le quitaba el sensor del dedo índice a Bella para luego irse dejándonos solos otra vez.
— ¡Ves que es cierto! cuando todas dicen que causas infartos y combustiones espontáneas, acabas de comprobarlo y con instrumento médico y todo.
Exclamó ella un tanto avergonzada provocando que una risa nerviosa y estúpida se dibujara en mi rostro.
— ¿Te darán de alta por qué el médico así lo índico o por qué tú lo pediste?
Cuestioné alejando la atención de mí, roce con mis dedos su rostro perfecto. Desde que había entrado a la habitación que quería sentir la suavidad de su piel contra la mía.
— Las quimioterapias son hospitalizaciones cortas además tengo que volver la próxima semana
Contestó contemplándome mientras se dejaba acariciar, mi corazón se disparó otra vez y sentí como latía furioso contra mi pecho.
— ¿Volverás a tu departamento o a otro lugar? –pregunté temeroso que su familia la quisiera de vuelta con ellos y no pudiéramos estar tanto tiempo juntos y solos.
— ¿Por qué? –contestó de vuelta jugando con mi mano que estaba apoyada en la cama
— ¿No quedas débil después del tratamiento? –inquirí en un susurró preguntándome si no era demasiada responsabilidad cuidarla yo mismo.
— Sí pero eso es al principio como ves ya me siento mucho mejor –afirmó con una sonrisa serena y llena de amor, con un leve toque de picardía.
— Entonces volverás a tu departamento –insistí encarando su mirada con la mía. Sus ojos marrones se hicieron más profundos.
— Sí –ratificó y no pude ocultar mi alegría por aquella noticia.
Todo el rato que la acompañe no deje de acariciarla y contemplarla, quería memorizar cada gesto, cada expresión, cada palabra. En eso llegó su medico quien le dio las instrucciones finales para firmar el alta médica. Estaba realmente ansiosa de irse de allí que incluso olvido a su familia por completo, cuando advertí que realmente se iría sin esperarlas hablé.
— ¿No esperarás a tu familia? –pregunté vacilante —¿O no vendrán? –agregue mirándola de soslayo.
— Sí vendrán –exclamó segura pero al mismo tiempo temerosa — eso creo –agregó dudativa —pero podemos esperarlas abajo, realmente necesito tomar aire –me pidió y suspiré.
No podía negarme a aquella petición, no cuando me daba esa mirada tan tierna que derretía mi corazón por completo.
— No deberías ser tan cruel con tu hermana tanto ella como tu madre están preocupadas y su reacción es lógica, yo la tendría si fueras mi hermana –le hice ver y se sorprendió que la defendiera. No era que me agradará pero podía entender la preocupación y aprehensión que estás tenían.
— Pues es una suerte que no lo seas –comentó besando sutilmente mis labios —pero ya cambiemos de tema que de verdad me agota el tema de mi hermana, oye ¿No tienes que trabajar? – preguntó evadiendo mi discurso moral, negué con mi cabeza.
— Tengo hasta Agosto cuando empiezan a rodar la otra película ¿Recuerdas? –acoté, ella movió su cabeza un tanto confundida pero finalmente recordó.
Justo cuando íbamos a salir de la habitación entro su hermana.
— Buenos días veo que ya esta lista –exclamó seria mirándonos de pies a cabezas. Al parecer yo no le agradaba pero no la culpaba, no me había conocido en las mejores circunstancias.
— Así es – confirmó dulcemente Bella. No podía negar que estaba haciendo un esfuerzo, la conversación se estaba desarrollando mucho más serena que la de ayer.
— Tienes el alta médica tengo que pasar a pagar la cuenta – pidió su hermana, me quede a un lado observando la escena entre ambas, Bella le entregó un papel blanco doblado.
— Mamá nos alcanzará en tu departamento –informó sucintamente otra vez su hermana mayor – Nos encontramos en el estacionamiento no tardo –agregó y salió de la habitación sin más.
Justo cuando estábamos listos para irnos otra vez entró alguien a la habitación que impidió lo que tanto deseaba Bella que era irse libremente de aquel lugar sin más preámbulo, su mirada impaciente no se dejo esperar. Claro que esta mirada cambio a una de espanto cuando advirtió que debía sentarse en la silla de ruedas que traía justamente la enfermera y que de seguro sería obligatoria como política del hospital.
— ¡No saldré en una silla de ruedas! –advirtió decidida mi dulcinea moderna.
— Es política del hospital –confirmó la enfermera entonces intervine la tomé de la espalda y la acerque a la silla.
— Basta de protestas te sentarás en ella y punto además yo la llevaré –le dije guiñándole un ojo para convencerla, rió.
Se sentó a regañadientes en la silla y tomé su bolso para colgarlo en mi hombro mientras la enfermera sostenía la puerta de la habitación para que saliéramos. Esperamos pacientemente por el ascensor.
— ¿Seguro que no traerá consecuencias que estés aquí? –me preguntó nerviosa observando como una muchacha cuchicheaba con la otra advirtiendo mi presencia allí.
— Olvídate del resto de la gente por un minuto –le pedí mientras hacía entrar al ascensor la silla de rueda, se cerraron las puertas y digité el botón del primer piso.
— ¿Crees que lo de mi enfermedad salga en los periódicos? –preguntó nuevamente al cabo de unos minutos de silencio.
— Supongo, en la era de la tecnología no puedes hacer mucho sin que se enteré a escasos segundos todo el mundo –comente señalando con un dedo una revista que sostenían dos niñas de aproximadamente quince años donde aparecía nuestra fotografía de la otra noche. Ambas la fulminaron con la mirada entonces decidí demostrarle que no me importaba que dijera la gente o que pensara el resto de la humanidad, yo la quería a ella y punto.
Una idea cruzo mi mente traviesa, con una sonrisa en el rostro caminé para ponerme frente a ella, me incliné lo suficiente para quedar a su altura.
— La otra noche dijiste que no te importaba aparecer en revistas ¿Has cambiado de opinión? –pregunté temeroso.
— No –respondió segura - ¿Has cambiado tú? –me cuestionó de vuelta.
Me acerque a sus labios y la bese con tal efusividad que creo haber respondido su pregunta con aquel gesto, sentí como su piel se tensaba cerca de sus labios, estaba sonriendo cómplicemente mientras me correspondía el beso. Sabía que cuando se enterarán de la existencia de Bella más de alguien querría que ocultara mi relación pero no me importaba. Esta vez no sería la marioneta de nadie, después de todo si no les gustaban mis elecciones allá ellos. El problema no sería mío, después de todo tenía dos alternativas una aceptarme u otra cambiarme y no creo que quisieran cambiar al personaje con tantas películas por rodar.
Rompí el beso queriendo no hacerlo pero era necesario llevarla para que hiciera los últimos tramites para poder irnos puse en movimiento la silla de ruedas.
— Muy bien está todo listo ¿Te irás en su auto o en el mío? –preguntó su hermana mientras caminábamos hacía el estacionamiento
— Con él –contestó Bella.
— Bien nos vemos allá –replicó sin objetar está caminando hasta su camioneta
— ¿En qué quedamos? –reproché mientras la ayudaba a subir a mi automóvil. Me sentí responsable por lograr que ellas al menos pudieran hablar sin herirse, después de todo eran hermanas.
— No puedes pedirme tanta nobleza en menos de una hora –me contestó, cerré la puerta moviendo mi cabeza en descontento por su actitud.
El trayecto de regreso fue tranquilo su hermana nos seguía de atrás. Para subir a su departamento la sostuvimos ambos, a regañadientes otra vez acepto la ayuda.
— Deberías recostarte —sugirió su hermana abriendo las cortinas y las ventanas.
Estuvimos un rato mirando como su hermana mayor ordenaba hasta que Bella perfiló sus pasos para dirigirse a su habitación, la seguí e instintivamente levanté las manos a su alrededor como si se tratara de un niño pequeño que recién camina, listo para sujetar su cuerpo si caía. Ella volteó para encararme.
— Estas en modo "vampírico" —preguntó divertida y me relaje un tanto avergonzado.
— Podrías dejar de compararme con el personaje –le pedí mientras entrábamos a su dormitorio.
Al entrar la cama deshecha y la gran mancha de sangre fueron lo que llamaron su atención. Se quedo mirando estática el piso, me adelante y tomé entre mis manos su rostro para abrazarla haciendo que dejara de mirar.
— ¿Cómo supiste donde llevarme? –preguntó contra mi cuello.
— No lo sabía, simplemente llamé a la ambulancia y ese era el hospital más cercano
Le expliqué abrazándola y recordé lo que había sucedido en aquella habitación, las preguntas y como había pensado que se había drogado — Hubiera preferido que fuera una adicta, al menos podría luchar contra aquello pero como lucharía contra la muerte —pensé apretando aún más su cuerpo contra el mío. En eso entró su hermana y se apresuró a tender la cama y abrir las cortinas dejando entrar luz al cuarto.
— No te preocupes pediré que la laven y quedará como nueva
Exclamó al ver que la mancha de sangre. Su cuerpo se tendió a separar del mío y seguro caminaría, así que de improviso alce su cuerpo en el aire entre mis brazos para cargarla, me miró extrañada, me sonreí.
— El personaje tiene algunas cualidades que se podrían imitar —confesé depositando su cuerpo en la cama.
Estaba por separarme de ella cuando me jaló por el cuello de la camisa besándome. Deje que lo hiciera aún cuando sabía que su hermana estaba presenciando la escena para nuestra suerte, salió de la habitación al cabo de unos cortos minutos dejándonos solos.
Bella se sentó en la cama luchando por dejarme tendido a mi contra ella, al principio luche por que no lo logrará pero luego cedí.
— No creo que sea conveniente –protesté al darme cuenta de sus intensiones, obviamente sus hormonas se habían apoderado de ella y me ignoró por completo, besó mi cuello tentando al hombre —tu hermana está afuera – agregué sintiendo la humedad de sus labios en mi oreja, sentí como se rió.
— Pues con mayor razón así toma nota y de una vez se le pasa lo amargada –contestó bajando su mano hasta mi pantalón pero la detuve.
— No me gusta tener audiciencia –exclamé riéndome — Hay mi amor si tu supieras que no me importaría pero tengo que ser el cuerdo de los dos —pensé y me levanté de la cama.
Me dio una extraña mirada de niña traviesa mientras se hincaba en está. Comenzó a quitarse el suéter que traía puesto y no pude evitar que mis ojos se abrieran desmesuradamente al ver su silueta cubierta con esa polera tan ceñida a su cuerpo — Vamos mi amor un poquito de ayuda —pensé otra vez y si seguía quitándose la ropa terminaría por sucumbir y caería en su trampa.
— ¿Qué haces? –exclame pasando saliva y se rió sin contestarme
Mala —pensé.
Noté como deslizó su mano por encima de la polera hasta el borde de su pantalón y lo abrió lentamente bajándolo, su piel tersa quedo expuesta.
— No soy de fierro —proteste indeciso luchando por controlar mi cuerpo.
— Cuento con ello —contestó levantando ahora su camiseta con toda la intención de quitársela. Pero casi cuando iba a lograr mostrar su cuerpo glorioso tomé su mano y la detuve.
— Es en serio –advertí mirándola con deseo y enojo por la poca capacidad de autocontrol - tu hermana está afuera y yo no soy tan noble como el vampiro –expliqué con la voz estrangulada, me observo suspicaz y luego me beso sin más.
Correspondí el beso sabiendo que no me detendría, había quebrado mi voluntad, la deseaba y ella estaba deseosa de algo con lo que había fantaseado desde el minuto que la vi en la cama arrodillada. Iba a quitarle yo mismo la polera pero no alcance a poner un dedo en la tela cuando me susurró algo que me hizo hervir la sangre pero de rabia, una que no pude controlar.
— ¿No quieres cumplirme mi último deseo? –susurró y como en piloto automático quito todo rasgo de lujuria. La sujete por las muñecas sacudiéndola un poco con fiereza y la miré molesto. ¿Cómo era capaz de preguntarme semejante estupidez? pensé furioso.
— Puedo pedirte un favor –Magulle entre dientes sin quitarle la vista de encima
— ¿Cuál? –preguntó visiblemente asustada por mi expresión
— Cuando estés conmigo dejarás de ironizar acerca de tu muerte porque no le veo nada pero absolutamente nada de divertido a aquello –siseé aún sosteniéndola contra mi cuerpo.
Sentimos un golpe en la puerta y luego la voz de su hermana mayor.
— Me tengo que ir, debo volver al trabajo. Volveré por la noche –explicó.
— ¿Y mamá? –le preguntó sin quitarme la vista de encima yo aún la contemplaba molesto por su comentario desubicado — ¿Por qué te quieres tan poco? —reproché mientras ella sostenida la conversación con su hermana.
No fue una conversación larga finalmente Jessica se fue dejándonos solos y ella se concentró en mí.
— ¿Puedo pedirte yo ahora un favor? –me preguntó soltando lentamente sus muñecas de mi prisión, asentí.
— No quiero tener sexo contigo –exclamó seria alcanzo una ceja. Me miró detenidamente cautelosa antes de seguir hablando.
¿A qué se debe esa pequeña sutileza mi amor? Pensé al escuchar como marcaba la diferencia entre tener sexo o hacer el amor.
— Quiero que me hagas el amor —me pidió — ya he hecho contigo el amor ¿Cómo no lo has notado? —le pregunté besándola con desesperación.
Volví a amarla con locura tratando de hacerla sentir amada, esta vez no quería que le quedaran dudas al respecto. Me fascinaba mirar sus expresiones, sus labios apretados conteniendo avergonzada los jadeos que sentía. Su piel se volvió sudorosa y calida en cuestión de segundos. Cuando llegamos al orgasmo me recosté a un costado de su cuerpo que temblaba sutilmente, besé su hombro mientras la apretaba contra mi cuerpo, su respiración comenzó a volver a su ritmo normal lentamente hasta que producto del cansancio yo también caí dormido entre sus brazos.
No sabía que hora era pero por la oscuridad reinante de seguro eran más de la ocho de la noche, esta abrazado a su espalda, sujetándola por la cintura. Las sabanas estaban a la altura de su cintura dejando todo su dorso desnudo al descubierto, deslice mis dedos por sus brazos aún medio adormilado cuando sentí un sonido bajo pero persistente. Alce mi rostro hacía la puerta y me quede esperando para captar bien de donde provenía el sonido no pasaron muchos segundos hasta que lo noté. Era el timbre de la puerta.
Me levanté y recogí mi ropa del suelo para vestirme, iba a salir de la habitación cuando me percaté que tal vez era su madre quién golpeaba, aunque dude, no creía que su familia no tuviera llave de su departamento, preferí no correr el riesgo y me acerque para tapar su cuerpo completamente con la colcha. Le di una última mirada para cerrar la puerta y dirigirme a abrir.
Antes de hacerlo me miré en el espejo colgado a un costado de la puerta y me ordene el cabello. Abrí y la sonrisa nerviosa de su madre más la mirada fulminante de su hermana no se dejó esperar. No sabía que decir o que hacer, me sentí un verdadero estúpido parado en el umbral sin articular palabra alguna hasta que finalmente y aunque sonó horrible las salude.
— Hola —exclamé nervioso y su madre se acerco
— Lamento no haber llegado antes — se excusó de inmediato al tiempo que entraba al departamento
— Esta bien no se preocupe —contesté nervioso.
Ambas entraron deteniéndose en la entrada, yo cerré la puerta detrás de ellas.
— ¿Supongo que no interrumpimos nada, después de todo tuvieron toda la tarde para ponerse al día no? —preguntó su hermana y su madre le propinó un pequeño golpe en el brazo incomoda por el comentario de su hija.
Sentí como un calor inundó mi rostro seguro estaba ruborizado producto de la vergüenza a la imagen mental que seguro estaban teniendo ambas.
— ¡Jessica! —regañó — Por favor discúlpala —me pidió dulcemente.
— En realidad estábamos durmiendo —aclaré mirando al piso.
Esta era, sin duda, la situación más extraña en la que había estado involucrado pero nuestra relación era extraña, me quede en silencio hasta que encontré la manera de salir de aquella incomoda situación
— Iré a despertarla —propuse caminando hacía el dormitorio.
— Eres muy desubicada —sentí exclamar a su madre mientras caminaba por el pasillo.
— Por favor madre, Bella dejo de ser una niña hace mucho rato —se defendió la hermana.
Entre a la habitación y traté de despertarla pero parecía tan relajada durmiendo que cuando abrió sus ojos adormilada para luego volver a cerrarlos y balbucear algo incoherente desistí del intento. Sin embargo aproveche que estaba semidespierta para lograr vestirla al menos con el pijama y no era muy conveniente que su madre la viera desnuda en la cama sino comprobaría la teoría de su otra hija y eso sería demasiada información.
Finalmente salí de la habitación para hablar con la madre de Bella de la cual ni siquiera recordaba el nombre. Apenas llegue a la sala de estar me encontré con Jessica que hablaba por teléfono y el olor sutil de comida me demostró donde encontrar a la madre.
Caminé dudoso y en mi mente iba planeando que decirle, casi como si se tratará de una autoridad me sentí intimidado cuando finalmente encaré su rostro. Estaba preparando comida, se giró cuando advirtió mi presencia en la entrada de la cocina.
— Déjame adivinar no lograste despertarla —aventuró tomando entre sus dedos un tenedor.
— No —confirmé un tanto abochornado otra vez y la mirada dulce pero curiosa de ella lograba avergonzarme.
— No te preocupes —consoló.
Se inclinó para apagar el fuego de la cocina, luego de darle un ultimo vistazo a lo que sea estuviera cocinando se concentro en mí secando sus manos húmedas con un paño.
— ¿Tienes hambres? —Me preguntó y vaya que tenía pero no era mi intensión quedarme allí junto a ellas ¿Qué les diría?, resultaba muy patudo que su madre me diera de cenar como si esa fuera su responsabilidad — ¡Preséntate tonto! —me dijo mi voz interior pero era realmente incomodo.
— Señora… —comencé a decir pero me interrumpió
— Mi nombre es Renee y Bella ya me habló de ti —exclamó y respiré aliviado — yo la acompañe a ver la película —agregó y quise enterrarme en lo más profundo de la tierra.
No sé qué expresión le dí pero ella se rió con sutileza. Me tomé un par de minutos antes de decirle lo que en verdad quería decirle y debía aprovechar que no estaría sola para poder ir a dejar a Pat con mis padres, además necesitaba cambiarme de ropa urgente.
— Aprovechando que ustedes están aquí iré a mi departamento, tengo algunas cosas que hacer —le dije tratando de salir del impass vampirico y de su mirada penetrante.
— Claro adelante creo que cancelaré mis reuniones —comenzó a decir pensando en lo que tendría que hacer para acompañar a su hija pero se me disparó la ansiedad por no poder estar junto a ella si se quedaban, sin pensarlo hablé.
— ¡No! —exclamé y ella me miró sorprendida
¡Traicionado por la ansiedad! Me dije arrepentido por mi arrebató
— me refería a que… —guardé silencio, no sabía como decirle que tan solo iría a buscar una muda de ropa para quedarme con ella
¡Estúpido! pensé apretando mis ojos pero si ella o su hermana se quedaban eventualmente tendría que irme todas las noches.
— Me quedaré hasta que vuelvas —anunció finalmente y le sonreí.
Traté de demorarme lo menos posible y cuando volví ellas parecían lista para irse. Apenas entré su madre tomó su chaqueta y me informó que Bella aún no despertaba. Jessica me miraba un poco inquisidora y contrario a lo que estaba haciendo su madre no se había movido ni un centímetro del lugar donde estaba sentada — Tal vez se quedaría —pensé tratando de ocultar la desilusión.
— ¿Así que eres actor? —me preguntó su hermana quebrando el silencio reinante.
— Sí —contesté.
— Jessica, cariño es hora de irnos —exclamó interrumpiéndola, le entregó su chaqueta pero esta me miró a mí y luego a su madre — Él se quedará con ella, nosotras vendremos mañana —exclamó decidida la señora a regañadientes, la hermana se levantó de la silla y se coloco la chaqueta en silencio.
Sentí un alivió cuando finalmente se fueron, me fui a la habitación y me recosté a su lado. Aún dormía y se veía exquisita con ese pijama infantil de un rosa chillón. Le acaricié el rostro, se acercó hasta mí y me abrazó cruzando su brazo por mi torso apegando su cuerpo tibio contra él mío. Su rostro descansaba en mi pecho, estuvo así al menos un par de horas hasta que me venció el sueño y en un movimiento involuntario me giré, nuestros cuerpos se separaron y ella se levantó abruptamente sentándose en la cama un tanto alterada. Miró a todos lados asustada, me acerque para hablarle, erguí mi cuerpo conjuntamente cuando puse la palma de mi mano contra su cuello, roce con mis labios su oreja para que se diera cuenta que estaba a su lado.
— ¿Qué hora es? –me preguntó girando su rostro para encarar el mío.
— Pasado media noche –le respondí
— Te quedaste conmigo –exclamó complacida en un susurró, no me aguante y deslicé entre sus cabellos mis dedos, acomodando unos cuantos mechones detrás de su oreja. Mantuve mi vista fija en ella.
— ¿Querías que me fuera? –le pregunté y me estremecí ante esa posibilidad.
Contemplé como negó con la cabeza, sus mejillas estaban teñidas de un sutil escarlata que evidenciaba una vergüenza, no pasó ni media fracción de segundos cuando me cuestionó por la presencia de su familia, le expliqué que se habían ido pero sabía por donde iba su temor, tenía miedo a que su hermana me hubiera sometido a una especie de "entrevista" poco amigable, despeje sus temores cuando le dije que había aprovechado para hacer mis propios pendientes. Me quede sintiendo como sus dedos se deslizaban por encima de mi camisa sobre mi pecho, estábamos en silencio. Quería decirle tantas cosas que todas se agolpaban en mi mente y no era capaz de decidir por donde comenzar, quería presionarla para que buscará una manera de sanarse pero a la vez sentía miedo a lo que ella me dijera. También quería hacer oficial mi relación con ella, al menos con su familia y con la mía.
Tienes que aprovechar el tiempo
Me dije de repente cuando una idea loca, de las más locas que yo recordará se me ocurrió. Me separé abruptamente de ella y la miré.
— Vístete —le pedí pasándole su ropa — Quiero enseñarte algo —agregué. Ella me miró y luego a la ropa entre sus manos, finalmente se comenzó a vestir.
— La última vez que me pediste esto terminamos en una iglesia y yo con ataque de asma —advirtió escéptica mientras terminaba de ponerse la ropa.
— Confía en mí —le pedí mientras le ayudaba a ponerse el abrigo. Tomé una bufanda que estaba en su closet y se la pase junto con un gorro.
— No crees que estoy demasiado abrigada —reclamó rehusando el gorro.
— Afuera hace frío —exclamé protectoramente y ella sonrió.
— Dejemos al personaje guardado en el cajón ¿Te parece? —me pedió saliendo de la habitación. Caminamos hasta el ascensor para bajar al estacionamiento.
— ¿Dónde vamos? —pregunto mirando sorprendida el letrero de la carretera que anunciaba la salida de la cuidad.
— Ya verás —respondí risueño mientras volvía la vista hacía el frente.
— ¿Por qué estamos saliendo de la ciudad? —cuestionó inquieta mientras miraba el paisaje. La ignoré lo más que pude pero era bastante temerosa al o desconocido.
— ¿Iremos a un parque? ¿A esta hora? —cuestionó al cabo de unos quince minutos cuando doble para entrar a un camino de tierra en cuyo principio se encontraba un letrero que indicaba "Bienvenido al Parque Nacional Forestal".
— Qué impaciente eres —exclamé finalmente riéndome mientras disminuía la velocidad.
No recordaba lo lejos que era el lugar sino hasta que miré de soslayo la hora en el panel de la radio — Tal vez no era buena idea después de todo —pensé pero cuando noté el paisaje familiar respiré satisfecho. Detuve el automóvil donde solía hacerlo mi padre cuado nos traía allí. Habían pasado varios años desde que había ido por última vez pero aún recordaba el lugar.
— ¿Ya llegamos? –preguntó pasando su mano por el vidrio que estaba empañado a causa de la calefacción. Afuera estaba todo el lugar completamente mojado producto de la lluvia que había caído tímidamente hacía un rato.
— Sí –contesté bajándome del auto, ella me siguió.
Caminamos la distancia que faltaba, se quejo y era de esperarse, mis hermanas también se habían quejado — Donde esta tu espíritu aventurero mi amor —le dije mentalmente dándole una mirada de reojo sin que ella lo notará. La ayude a caminar entre la tierra y los árboles.
— No es por quejarme pero ¿a que vinimos aquí? –preguntó apretando mi mano mientras caminábamos en la oscuridad.
— Ya verás –contesté haciendo que pasara primero.
Seguimos caminando entre la vegetación hasta que me detuve. No lo recordaba tan hermoso. Mis labios se curvaron en una sonrisa satisfecha, a ella le gustaría.
— ¿Qué? –preguntó al cabo de unos segundos y luego giró su rostro para mirar lo que yo estaba contemplando. Se soltó de mi mano — la impresione —confirmé a verla caminar el poco trecho que faltaba hasta el borde, donde terminaba el camino.
La contemple mirar extasiada el paisaje, miraba a su alrededor embobada por los colores, en su rostro había dibujada una sonrisa sutil pero tan grande que me fascinó.
— Hoy es el día más largo de todo el año, por eso amanece antes. De pequeño mi padre me traía a acampar, no era algo usual sólo lo hicimos un par de veces y una en particular fue en esta fecha. Me trajo a mí y a mis hermanas para ver el comienzo del solsticio de verano –expliqué abrazándola por la espalda. Protegí su cuerpo con mis brazos y entrelace mis manos con las suyas a la altura de su cintura.
— Jamás había visto un amanecer así –confesó en un hilo de voz.
Complacido le di un pequeño y cariñoso beso en sus cabellos, cuando me sintió se giró quedando de frente a mí. Apoye mi frente contra la suya y puse una de mis manos contra su mejilla para asegurarme que su rostro no se separa del mío hasta que terminará de hablar.
— Hace un año atrás me hicieron una entrevista dónde me preguntaron sí alguna vez había estado enamorado y si había tenido novias, he tenido unas pocas y lo cierto es que las he querido pero jamás había sentido amor de verdad por ninguna de ellas. Equivocadamente pronunciaba dos palabras sin saber o siquiera dimensionar ese sentimiento. Hace un par de horas mientras te tenía entre mis brazos y sentí tu piel tibia y suave contra la mía. Me di cuenta que hoy mi corazón estaba lleno de un sentimiento que no puedo explicarte con palabras, para serte honesto, siquiera se si ese sentimiento durara o no pero lo extraño de todo esto es que realmente no me importa, es como si se bastara a si mismo para existir y jamás dimensione, cuando te contacte la primera vez, que podría decirte esto pero real y honestamente estoy enamorado de ti y siento que si murieras moriría contigo.
Confesé besándola en los labios apasionadamente. Era un hecho yo moriría con ella aunque ella no lo creyera.
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2 comentarios:
Dios!!!! Adoro a este hombre!!! Es ... podría decir un montón de adjetivos pero todos los sabemos, así que... solo gracias por compartirlo y espero bien prontito seguir leyéndote. Besotes gordos, gordos
hay dioss!ª! q hombre super tiewrnoooooooo me encantaaaaaaa
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