lunes, 29 de agosto de 2011

Destino,Sueño o Realidad


Capitulo 32

Regalos

Bella.

El 13 de Septiembre, me desperté como de costumbre, con el miedo de que todo fuese nada más que un hermoso sueño, estaba sola en la cama, pero el delicioso olor a mi ángel en la ropa de cama y el olor a café recién hecho me hizo caer en cuenta que no era así, que mi ángel debía estar preparándolo, me desperece y me levante, no sé a ciencia cierta si por mi adicción al café o por mi niño, este pensamiento me hizo sonreír, aunque obtuve la respuesta en mi, más rápido que un suspiro: mi ángel, me apresure a bajarme de la cama y encontré un camino de pétalos de rosas blancas y rojas, camine siguiéndolas, llevaban a la terraza trasera donde estaba el Jacuzzi, encontré un toldo de gaza blanco, colgado sobre una hermosa mesa, servida con frutas exquisitas, melocotones, duraznos, kiwis, fresas, mangos, todas mis favoritas, rollos de canela con chips de chocolate, una tabla de quesos y jamones, zumo de naranjas y por supuesto dos enormes tazas en espera de café, en ese momento mi príncipe pasaba el umbral, trayendo en sus manos una jarra de café, se acerco a mí, con esa gran sonrisa torcida que hacía que mis piernas temblaran.

Feliz cumpleaños Mariposa _me dijo, entregándome un ramo de orquídeas blancas envueltas en tul blanco y con un hermoso lazo de cinta de seda roja y besando la comisura de mis labios_

Yo solo podía mirar, estaba tan petrificada de la felicidad que sentía en ese momento, mi ángel sonreía de verme tan absorta, me ofreció sentarme y abrió para mí la silla, acercándome a la mesa, mi adonis hizo el papel de mesero, nos sirvió el desayuno, el café, todo con una sonrisa enorme.

Postrecito estas tan callada _me dijo_

Estoy felizmente sorprendida y absorta, de verte, a qué horas planeaste todo, a qué hora te despertaste para organizar todo _le pregunte_

Amor por ti soy capaz de todo, entiéndelo, si me hubiese tocado pasar la noche en vela, lo hubiera hecho con gusto _me regreso_

Gracias amor, es el mejor cumpleaños que he tenido, en por lo menos 7 años, te amo tanto _le dije y sus ojos y sonrisa se iluminaron de satisfacción_

Y eso que aun no has abierto el primer regalo _me espeto_

Y donde está, dime por favor _le dije con un puchero en la boca_ la verdad aprendí a tenerle miedo a las sorpresas, en mi matrimonio nunca fueron agradables, pero viniendo de ti, me encantan y se serán agradables.

Está con las orquídeas que te entregue _me regreso_

De verdad no me fije, así fue mi shock de felicidad _le asegure sonriendo_

Edward había colocado un sobre blanco, atado con la cinta de seda, en el interior había unos boletos de avión, me había regalado un viaje a Europa, un viaje para dos para ser específicos, el vuelo salía esa misma noche, el itinerario nos tendría una semana en Francia, una semana en España y por supuesto una semana en Inglaterra, y por ultimo con casi un mes de diferencia iríamos a Colombia, Edward quería conocer el país que me tenia enamorada y por supuesto a mi playa caracol, mi luna y mi sol, mis equinos del alma que extrañaba con vehemencia.

Me dijo que disfrutara del desayuno, porque en realidad la celebración del cumpleaños seria mañana, hoy iba a ser duro, teníamos mucho que preparar para estar listos para el viaje, después del desayuno me dijo que mi baño estaba preparado, así que me alzo en brazos sin dejar de besarme, al llegar allí, me dejo en el piso, me acerco a él y lentamente fue dejando resbalar mi camisón de seda lila, por mis hombros y por mis brazos hasta que llego a mis tobillos, yo había perdido la costumbre de dormir con bragas desde que vivía con Edward, así que estaba totalmente desnuda ante sus ojos, vi la pasión arder en esos orbes esmeralda, mientras yo ya temblaba de lujuria solo con ver como saboreaba sus labios, como si yo fuese en realidad el postre que hacia tentar su cordura, como un obsesivo compulsivo frente al objeto que coartaba su estabilidad emocional, me dijo que si yo deseaba bañarme el se iría, le dije que necesitaba abrir mi segundo regalo, cuando lo vi tratando de refutar algo, cubrí su boca con mis labios y profundice el beso, saboreando su lengua y fui sacando su playera, al ver su comprensión termino de sacársela y yo me hice cargo del pantalón de sudadera. Me levanto y me cargo a la encimera, abrió mis piernas y se arrodillo a degustarme como yo sabía que le gustaba, entraba en una fase de delirio cuando estaba entre mis piernas, sacaba y metía sus dedos de mi interior suplicante, mirándolo como un niño con su juguete favorito o con el caramelo preferido, dándome un placer sin igual, se relamía los labios y los dedos, antes de saciarme con su lengua, que vaya que sabia utilizar, yo no creí nunca sentir este cumulo de sensaciones tan abrumadoramente deliciosas y aterrorizantes a la vez, era como si el mañana no existiera y solo tuviéramos los últimos minutos para amarnos, Edward provocaba en mi ráfagas de electricidad, dragones flameantes en mi estomago, las mariposas, eran muy poco para lo que yo sentía, mi ángel arrancaba de mis entrañas, de mi alma, los gemidos de placer más intensos que jamás había sentido en mi pobre vida sexual anterior a él, con Edward todo era extremo, excitante, al límite, tanto el amor, la intimidad y nuestras actividades normales estaban cargadas de tanta energía y magia, para mi Edward solo tenía un significado amor pasional, amor era igual a Edward, aunque esa palabra encerrara poco de lo que el significaba para mí; Edward era igual a único y excepcional y estaba cien por mil segura que yo significaba lo mismo para él, de tantas veces que me lo había dicho, había terminado por creérmelo. Después de saciarse de mí, haciéndome alcanzar mi primer orgasmo del día con su lengua y dedos, se levanto y me penetro con fuerza, haciéndome encender nuevamente, nos movíamos como nunca y como siempre, con tanta hambre y sed del ser amado, como si fuese la última oportunidad de demostrarnos el amor que sentíamos, con varias estocadas mas llegamos juntos al éxtasis, gritando nuestros nombres, sudados, temblorosos de la actividad reciente, se salió de mi a regañadientes, me ayudo a bajar de la encimera.

Amor te dejo para que disfrutes de tu baño….no olvides que te amo _me dijo tratando de salir del baño_

Bebe, mejor porque no me lo demuestras _le dije ofreciéndole mi mano, y halándolo conmigo a la tina_

Estuvimos saciándonos de ambos, bueno mejor dicho yo abriendo mi segundo regalo repetidas veces, en la tina, en la ducha y arriba del sanitario; salimos porque Edward me obligo, teníamos mucho que preparar en especial las compras de ropa para el invierno, ya estaba comenzando el frio, y la ropa que yo había traído de Colombia era de verano y la que había comprado en los Ángeles era para eventos especiales y de gala, así que teníamos que salir de compras urgente, o el frio me congelaría hasta los pensamientos, así que a regañadientes me vestí, con unos vaqueros a la cadera y un playera de Edward amarrada con un nudo a la altura del ombligo, porque tenía un tejido más grueso que los míos y el frio estaba comenzando, y por ultimo un abrigo de cuero que me había regalado Leah, mis converse negros, coleta y lentes oscuros, mi ángel se vistió con unos vaqueros, una playera blanca, una camisa a cuadros abierta y su chaqueta de cuero, nikes, lentes oscuros y gorra.

Edward estaba demasiado feliz e irónico, pero de buena manera, estaba ocultando algo definitivamente, bajamos del loft, al parqueadero, cuando el ascensor se abrió y trate de salir me halo hacia él.

Bella, no tienes ni idea de lo que yo haría por ti _me dijo_ así tuviese que hacer lo más doloroso del mundo, para que tú seas feliz, lo haría, aunque eso significara alejarme de ti _finalizo, en ese momento sus ojos estaban realmente cargados de dolor_

Amor por qué dices eso, acaso pasa algo que yo no sé _le dije preocupada_

No mariposa, no pasa nada, solo quiero que seas inmensamente feliz, aunque yo tenga que alejarme, porque tu felicidad no esté a mi lado _me repitió_

Edward Anthony Cullen, para mí la felicidad eres tú, estar contigo, vivir contigo, hacer el amor contigo, besarte, abrazarte, verte reír y hasta dormir, esa es mi felicidad _le dije cerrando mi frase con un beso tierno_ así que no vuelvas a decir esa locura, amor nada, ni nadie me hará más feliz que tu, ok?

Ok, es que te amo tanto Bella, me tienes loco, me desespera pensar que vas a ser infeliz de alguna manera _terminó_

De ninguna forma, estando contigo, es imposible, mi amor, mi ángel, mi niño, tu eres mi vida, la cambiaste y a hora es toda tuya _le regrese y me abrace a él, saltando y enrollando mis piernas alrededor de su cadera y mis brazos a su cuello, el me sostuvo y comenzó a caminar fuera del ascensor, me llevo así por todo el parqueadero y yo acomode mi mentón a su hombro, vencida después de tanto pedirle que me bajara, cuando ya calculé que habíamos llegado al parqueadero me bajo y sostuvo mi rostro en sus manos.

Te amo _me dijo y me extendió su mano para que tomara las llaves_ maneja tú.

Tome las llaves, sin mirarlas y al girar para encontrar el nova, o el convertible, encontré una camioneta Volvo XC60, negra con vidrios entintados, con un lazo enorme de color uva.

Es tu segundo regalo _me dijo al oído, abrazándome desde atrás_ bueno el tercero, porque en tus cuentas yo fui el segundo, que por cierto, si así, tratas a tus obsequios no van a durar mucho, casi me acabas postrecito _finalizo riendo divertido_

Yo estaba en shock, por segunda vez en el día, Edward me acababa de regalar uno de mis sueños, el no había olvidado lo que le conté el día de nuestra “primera” cita, sobre mi camioneta en Colombia y sobre el antojo de esta.

Aquí no necesitas platón, para abonos, insumos, ni nada de eso amor, así que puedes conservar la Ssangyong en Colombia _me dijo sonriente_ disfrútala amor, ya la necesitas, necesitas tu independencia.

Gracias mi amor, te amo, te acordaste _le dije realmente emocionada y con los ojos llenos de lagrimas de felicidad_

Me subí en la silla del conductor llena de orgullo y felicidad, una vez listos a salir, me entrego los documentos a mi nombre, y me dio un beso, me dio instrucciones de donde debíamos dirigirnos a hora, al llegar me dijo que aparcara y me señalo un edificio de 3 niveles; pensé íbamos de compra, pero según me dijo primero llegaríamos a hacer una escala muy importante, subimos al último piso, saco una llave de su bolsillo, abrió la puerta y me dejo pasar, era una especie de estudio tipo loft con pisos en madera.

Este es tu tercer regalo _me dijo_ oh! perdón el cuarto _ se corrigió a si mismo_

Fue entonces cuando detallé el lugar, los caballetes, lienzos, estantes llenos de pinturas, paletas, pinceles, y otro lleno de químicos y repuestos de rollos, con 3 cámaras digitales, una Nikón y dos Kodak con cajas de películas para las mecánicas y baterías recargables para las digitales; Edward se fijaba en los mínimos detalles de todo, hasta en las marcas que me gustaban y de lo que habíamos hablado un día que fuimos a un almacén de tecnología a buscar baterías recargables adicionales para mi Nikon, donde le conté emocionada de los modelos nuevos de cámaras y sus utilidades, y aquí las tenía todas hoy.

Allá atrás está el cuarto oscuro con todo lo que necesitas, también está un escritorio con laptop, impresoras multifuncionales y demás tecnología que se necesita en una oficina _me dijo. Había plantas, flores y las fotografías que habían estado en la galería, hasta copias de las que se habían vendido y en las que estaba desnuda, que había tomado mi mamá, en playa caracol, Edward me impresionaba, ya era la tercera vez que quedaba muda de dicha_ pero no creas que te libraras de mi, del todo, también esta de tras de este biombo un piano de cola, por si quieres que toque para ti, mientras escribes, pintas o revelas.

Edward, no sé qué decir, tendré que esforzarme mucho para tu cumpleaños _le dije saltando a él y arrinconándolo contra el piano_ de donde sacaste las fotos, mi mamá te las envió verdad? Son las mismas que están sobre mi cama?

Sí, mi querida suegra, me las ha enviado, es mi cómplice en ello, pero envió los archivos yo solo las lleve a ampliar donde un buen amigo, no quería que las vendieran y te vieran en alguna revista amarillista y las lleve a enmarcar exactas a como las tienes en playa Caracol _me dijo orgulloso_ las de tu casa siguen allá y por cierto son hermosas, más de lo que las imaginaba, de verdad te ves bellísima, me enamore mas cuando las vi.

Gracias amor, eres el sueño de cualquier mujer, por eso todas deben odiarme _le dije_

En realidad Mariposa, te aman…. Odiaban a Jane; todos me preguntan por ti, y elogian lo bella que eres y me felicitan por tenerte _me regreso_

Edward estaba contra el piano y yo sobre él, lo mire intensamente, pensando en que este niño, me había dado más amor, del que nadie me había dado, recordando a Paul, Jacob y James, o mejor dicho nadie había hecho aflorar todo el amor que tenia para ofrecer, me di cuenta también que este niño era mi hombre, el que me había enamorado solo con hacerme ver, sentir y oler desde su perspectiva, con solo oír su voz, por ser natural y único, por desnudar su alma ante mí y además me había enseñado a amar de verdad y a entregarme físicamente sin restricciones, lo amaba profundamente, estaba dispuesta a todo y más de lo que ya había hecho, dejar atrás mis prevenciones, mis miedos, barreras de la edad, y quería hacerlo inmensamente feliz, así que haría lo que estuviese en mis manos para darle un hijo, aunque me costara toda mi herencia y todo mi dinero, que eran cuantiosos; roce su entrepierna, lo mire incitándolo, de inmediato me giro y me recostó en la parte delantera de las teclas, me desabrocho los vaqueros, me los quito y comenzó a sacarse los suyos desesperado.

Me vuelves loco, no hagas eso por favor, me desesperas aun mas _me dijo cuando yo mordía mi labio inferior_

Nos amamos una vez más sobre el piano, mi trasero hacia música con las teclas, mientras Edward me penetraba, una y otra vez, hasta que llegamos juntos al éxtasis, nuevamente, hoy estábamos un poco insaciables, parecíamos conejillos de indias.

Bella, hacer música con tu trasero es celestial, sobre todo cuando estamos bien inspirados como hoy _me dijo sonriendo pícaramente y saliendo de mí, dejándome esa horrible sensación de vacío_ pero amor debemos irnos, todavía hay un lugar al que ir antes de las compras y ya estamos sobre el tiempo.

Nos vestimos y salimos de allí, yo me sentía tan plena con todo lo que mi ángel había hecho hoy por mi y con todas estas nuevas llaves en mi bolso, quería gritarle al mundo lo feliz que era, lo afortunada que era al tener a Edward en mi vida, definitivamente debía hacer algo para compensar toda la felicidad que me brindaba sin ningún interés; Edward me dijo hacia dónde dirigirme, llegamos a un edificio de más de 10 niveles, nos bajamos en el parqueadero subterráneo, subimos al elevador, y el marco el piso 8; estando allí, me dijo que quizás habría debido preguntarme sobre esta visita que íbamos a hacer, pero que había sido de última hora y no quería que la perdiéramos, me explico que era una cita difícil de obtener, que era con la Doctora Ángela Weber, una eminencia en fertilidad, que Leah era conocida de ella, y que nos había dado la cita por su amistad, Edward estaba nervioso por mi reacción.

Edward, no te preocupes _le dije tomando sus sienes entre mis manos y masajeándolas_ amor, estoy totalmente de acuerdo y feliz, antes de ti no había vuelto a considerar hijos, pero a hora los deseo tanto o más que tu, quiero que seamos una familia real, quiero que nuestros hijos, por que espero sean 2 o 3, disfruten de este gran amor que nos tenemos y que tenemos para darles; te amo tanto amor, no hay problema lo tomare como otro regalo, tu apoyo es otro regalo, la verdad yo no hubiera buscado la cita por miedo a lo que me vaya a decir la doctora.

No estés nerviosa amor, yo se que todo estará bien, a demás no hay presiones, si Dios nos los da, seremos felices, si no nos da la oportunidad, podemos adoptar, haremos felices a esos niños y nosotros seremos igualmente felices, no crees? _me dijo tan seguro de sí, este hombre era sobrenatural, su amor era tan único y desinteresado, solo pensaba en hacerme feliz por encima de su propia felicidad_

Llegamos al consultorio, nos hicieron pasar de inmediato a una sala privada, para no estar expuestos a ningún lente indiscreto, la Dra. Ángela era especial, cariñosa y muy profesional, nos explico todos los estudios que había que hacernos, por que debíamos estar aptos los dos, y todas las opciones según los resultados, así que procedió a hacer las tomas de muestras pertinentes, para la realización de los estudios, nos dijo que los resultados se demoraban alrededor de un mes, así que al volver de nuestro viaje teníamos que visitarla e inmediatamente nos asignaron cita, dejamos de gabela 2 semanas más después de nuestro regreso, para evitar perderla por algún retraso de vuelos o algo así. Después de irnos llenos de esperanza del consultorio y con una actitud positiva ante el futuro, nos fuimos de compras, compramos gran cantidad de ropa para frio, ya que el viaje seria largo y con bastantes escalas.

Las semanas pasaban rápido, cuando se es feliz y la vida te sonríe, el tiempo vuela, sientes que se acaba rápido y por ello tratas de vivirla intensamente, así lo hacíamos Edward y yo, vivíamos para el otro, por el otro y con el otro, entregados de tal manera que hasta se podía llamar enfermiza u obsesiva, el uno era la razón de vida del otro, parecíamos imanes. Habíamos estado en Francia y la habíamos disfrutado como era, como un par de enamorados, disfrutando del amor, visitamos hermosos lugares, el arco de la Défense, el castillo de Saint Germain en laye, la Basílica del Sacre Coeur, el museo de Louvre y muchos otros lugares, cerrábamos nuestra estadía con una cena en el restaurante de más renombre en la ciudad la Tour d´Argent que tiene una excelente panorámica de Notre Dame y las islas de la Cité y Saint-Louis, definitivamente hermoso, romántico y exquisito, a mitad de la velada, un mesonero trajo para mi, un hermoso ramo de orquídeas, cada una tenia tonalidades del blanco, lila y morado, oscureciéndose cada vez más hacia los pistilos, según Edward me dijo se llamaban miltonias, mi padre le había enseñado y le dijo que todas las orquídeas me encantaban, el ramo era inmenso y había costado seguro varios miles de euros; Edward nunca dejaba de sorprenderme y hacerme sentir amada y hacia que me enamorara cada vez mas de él, definitivamente el era mi perdición, mañana seria un día difícil para mí, sabía que hoy no podría dormir de los nervios, mañana llegaríamos a Londres y conocer a Esme era obligatorio, quizás nos forzaría a quedarnos en su casa, pero de todas maneras Edward había mandado a limpiar y arreglar todo en su departamento para nuestra llegada. Al día siguiente en horas del mediodía estábamos desembarcando en Londres, al salir de las puertas de llegadas internacionales, Edward me dijo que allí estaba su madre esperándonos, yo me petrifique del miedo, podía perder toda mi felicidad si no le caía bien a Esme o si ella no aprobaba que yo fuese mayor diez años que su hijo.

Edward ¡ Bella¡…. Qué alegría, por fin _dijo con una sonrisa amplia en sus labios, llegando a nosotros corriendo por el pasillo_

Era una mujer menuda y de mediana estatura, como yo, de una cabellera abundante, ondulada y de color cobrizo igual al de Edward, solo que largo hasta debajo de sus hombros sus ojos eran verdes pero no del mismo tono intenso de mi ángel, su sonrisa era hermosa, en si ella era una mujer hermosa y joven, tendría alrededor de 45 años, vestía a la moda y con un exquisito gusto, ya sabía de dónde había heredado Edward mucho de sus rasgos.

Mamá, estás loca, como corres de esta manera, venias atropellando a la gente _le dijo Edward riendo fuertemente_

Si estoy loca, no me da pena, estaba loca por abrazarte y conocer a mi nuera, ¿algún problema con ello? _dijo contestándole con buen humor, mientras nos miraba maternalmente, yo ni siquiera podía hablar, sentía que las manos me sudaban y estaba helada de los nervios_

Mamá creo que no tengo ni que presentarte, ella es Bella _dijo Edward_

Hay hijo como no saberlo, me he vuelto adicta a las revistas de farándula, pero de todas maneras déjame decirte Bella, que eres mucho más hermosa en persona _me dijo acercándose a mí, abrazándome y besándome ambas mejillas_

Gracias _le dije dificultosamente por mis evidentes nervios, estaba en juego mi futuro, mi felicidad y la felicidad de Edward que era lo que más me importaba, si Esme no me quería yo no iba a ser un obstáculo en la relación de ella y su hijo_

Mamá Bella está muy nerviosa, ella no es así tan callada _le dijo Edward haciéndome sonrojar_

No mi niña, tu y yo seremos buenas amigas, no se mucho a cerca de ti, pero por lo que Edward me ha contado, creo que eres la mujer que él se merece _me dijo tomando mi mano, dándole palmaditas para tranquilizarme_ quiero que me veas como tal, y que confíes que puedes hablar conmigo lo que gustes.

Salimos del aeropuerto, hacia el parqueadero, habíamos llegado a un hermoso automóvil Mercedes Benz S4 color negro, de vidrios entintados, era un coche con mucha clase, definitivamente tenía todo que ver con Esme.

Esme hermoso auto _le dije, apreciando la línea y todos los detalles_

Gracias Bella, es hermoso, Carlisle me lo regalo recientemente por nuestro 25 aniversario _me dijo_

Mamá, Bella es muy conocedora de coches, creo que se llevara muy bien con papá, a mi me sorprendió gratamente al saberlo, tu sabes que esa también es mi pasión _le dijo Edward_

Entonces tendrán mucho de qué hablar, tu padre acaba de cambiar su coche, por un Audi R8 GT, en color plata, es un sueño, creo que tu padre lo ama más que a mí, de todas maneras no estoy celosa, yo amo mi coche también _me dijo Esme riendo y dándome confianza de bromear y relajarme ante ella_ Bella con estos hombres hay que saber de autos, aunque veo que es una de tus pasiones.

La verdad si, amo los coches y la velocidad, pero sobre todo me muero por las camionetas, me encantan los autos grandes y cómodos _le conteste ya más tranquila_

Esme me pregunto qué auto tenia y yo le conté de mi Ssangyong Action y mi recién adquirida Volvo, así fue todo el camino a su casa, ya que de ninguna manera nos dejaría quedar en el loft de Edward, ella había dispuesto una habitación para ambos en su gran casa, y esperaba que los dejáramos disfrutar de nuestra compañía a ella y a Carlisle, este se tomaría una semana de descanso para estar con nosotros, Carlisle era médico internista y cardiólogo, uno de los más reconocidos de Londres y podía darse el lujo de tomarse unos días libres, su consulta privada era abundante y bien remunerada, a demás coincidía nuestra llegada con las vacaciones en el hospital universitario, donde impartía clases y trabajaba. La casa era enorme y hermosa, tal como me la había descrito Edward, tenia jardines traseros hermosos, era de tres niveles y la decoración era entre minimalista y tradicional campestre, una mezcla diferente, elegante y con el toque excepcional y chic de Esme definitivamente. La habitación que había dispuesto para nosotros estaba en el ultimo nivel, era la segunda más grande de la casa, ocupaba casi la mitad del tercer nivel, solo estaba una pequeña sala-estudio de espera, un solario invernadero y la inmensa habitación con su baño; la decoración en tonos dorados y blancos era hermosa, daba la sensación del sol y su luz entrando por todos los rincones, la cama era tamaño King Size con un hermoso edredón oro y blanco, hermosos cojines rayados en los mismos tonos y ocres, y las cortinas en tul blanco con aplicaciones de libélulas en ocre y dorado, tenía un ventanal de pared a pared que daba al gran balcón que se unía a su vez al solario, lleno de macetas con hermosas flores y un juego de mesa de jardín de un pequeño desayunador o terraza, era muy hermoso y acogedor a pesar que el frio ya estaba llegando a su máximo esplendor. Esme nos dijo nos refrescáramos que en 20 minutos estaría lista la mesa, solo estábamos a la espera de Carlisle, el miedo que me estaba dejando tranquila, se apodero nuevamente de mi estomago. Esme nos llamo, que ya todo estaba listo, ya Carlisle estaba refrescándose para venir a la mesa, antes de sentarnos, escuche a mi espalda el grito de alegría de quien asumí por la forma de los ojos, la estatura y la sonrisa era Carlisle, el padre de Edward, de allí había heredado mi niño esa sonrisa, la que desarmaba mi alma, hacía temblar mis piernas y blanqueaba mi mente, este par de hombres se abrazaron.

Papá que felicidad, que gusto poder verte _le dijo Edward_

Edward hijo, que bueno que nos visites y con excelente compañía _dijo señalándome_

Oh! Papá, ella es Bella, mi promet….. _alcanzo a decir Edward _

Así, que tu eres la mujer que le robo el corazón a mi hijo _dijo acercándose a mí con la mano extendida_ simplemente hermosa, te quedaste corto Edward _dijo estrechando mi mano_ bienvenida a nuestra familia.

Un gusto Dr…. _me interrumpió_

No, para ti soy Carlisle, igual que Esme, nada de Sr. Ni Dr. Solo somos tus suegros y si nos dejas, tu familia _dijo sonriente la versión más madura de mi Edward, solo que este tenía el cabello rubio y una cuantas canas en sus sienes, a demás que sus ojos eran de un color gris azulado oscuro_

Gracias, de verdad es un gusto poder conocerlos al fin _les dije_ son muy amables de recibirme en su casa.

Isabella, esta también es tu casa _concluyo Carlisle_

Carlisle _dije titubeante_ solo Bella.

Ok, Bella _dijo riendo y asintiendo_ se nos enfría el almuerzo, sentémonos tenemos una semana para conversar y conocernos.

La tarde termino entre conversaciones animadas, de nuestros trabajos, nuestros planes, nuestras familias y por supuesto los planes de la boda, ya estaba más calmada, aparentemente no tenían ningún prejuicio contra mi edad, o simplemente no sabían, yo no había querido preguntarle a Edward de lo que él les había contado sobre mí, me daba pánico, después de varias copas de champagne para celebrar nuestro compromiso, nos fuimos a acostar, Edward estaba agotado así que se durmió casi de inmediato, yo por mi lado di muchas vueltas y no lograba conciliar el sueño, no quise despertarlo, así que me levante me puse la bata y Salí de la habitación, pensando llegar a la cocina y tomar un poco de agua o un té, baje hasta la primera planta, me prepare un té de tila que encontré en el aparador y me senté en una banca de la encimera de la cocina, estaba ida en mis pensamientos, cuando una mano se poso en mi espalda baja.

Mi niña no podías dormir? _­me pregunto Esme_

La verdad no _le conteste_

Dormir en camas diferentes te da insomnio? _pregunto mientras se preparaba un té igual_

Antes si, desde que conocí a Edward eso cambió, el me da tranquilidad, pero hoy debe ser el mismo cansancio que no me deja _le regrese, no quise decirle que no era insomnio lo que sufría si no pesadillas, sería más largo de explicar_

O serán tus nervios de conocernos _dijo sin rodeos_

Ese, té que tomas, yo lo dejo allí siempre, cuando estoy por entregar un proyecto de diseño, me da ansiedad, muchos de los clientes que tengo, dejan la mayoría de las decisiones en mis manos, ellos no interfieren, así que al momento de la entrega del sitio la ansiedad o la incertidumbre me afecta y me da insomnio, como hoy, mañana tengo que entregar uno y no sé si será del agrado de ellos _me conto_ no será que sientes alguna de las dos.

Voy a ser sincera Esme, las dos me están matando, Ustedes han sido muy cariñosos y amables, se que Edward les ha contado de mí, yo no le he preguntado qué, me da miedo saber, que piensan de mi…. _le dije y ella me interrumpió_

Bella, Edward solo habla bellezas de ti, del amor que te tiene, de lo que significas para él, de lo única y especial que eres, de lo que desea en el futuro contigo, de que moriría si no estás con él, no entiendo porque te da miedo saber lo que pensamos de ti? Si nuestro hijo es feliz, nosotros somos felices _me dijo_

Esme, Edward les ha dicho mi edad? _yo me estaba echando la soga al cuello, yo misma, pero mi vida estaba basada en la sinceridad, eso me lo había prometido a mí misma, una vez que salí del mundo de mentira de James, y mi cuerpo me reclamaba, si no era sincera o si ocultaba algo y de la peor manera, no dejándome descansar enviándome terribles pesadillas_

Bella eso es lo que te preocupa, tu edad _me dijo_

Si Esme, eso me mortifica, eso me ha hecho dudar desde el principio de mi relación con Edward, luche por dejarlo atrás, pero el amor que el despertó en mí fue más fuerte que la razón, pero contigo y con Carlisle es diferente, quizás ustedes deseen alguien diferente para el _dije bajando mi cabeza avergonzada_

Mi niña, solo deseamos que Edward viva feliz, que sienta el amor a plenitud, que sepa lo que es amar sin prejuicios, entregando la vida en ello, deseando formar una familia para toda la vida, como Carlisle y yo, nosotros no juzgamos y menos el amor, eso no se escoge, se siente, y el corazón se entrega sin pedirle permiso a la razón, nosotros no somos quienes para juzgar, yo conocí a Carlisle siendo la prometida de su único hermano, yo me case muy joven con Anthony, recién salimos de la secundaria, al poco tiempo de casarnos el comenzó a presentar una afección del corazón cuando Carlisle estaba iniciando la especialización en medicina interna, Carlisle y yo no nos conocíamos, no teníamos una relación cercana, pero la enfermedad de Anthony, nos acerco y nos enamoramos, a pesar de la enfermedad de Anthony mi esposo, a pesar de la diferencia de 8 años que Carlisle me lleva, a pesar de nosotros mismos, que nos sentíamos sucios y traicioneros, callamos y luchamos contra ello, cuando Anthony estaba en su lecho de muerte, nos llamo a ambos, nos pidió cuidáramos el uno del otro, que no teníamos mas familia que nosotros dos, que fuésemos felices, que nos amaramos libremente, que nos daba su bendición, ambos nos miramos y tomamos nuestras manos, y desde entonces estamos juntos, con la bendición de la única persona que podía habernos separado, un año después nos casamos ante Dios y aquí estamos, amándonos como el primer dia. Así que mi niña con que valor moral podemos decirle a Edward a quien amar y a quien no, pero aun así como padres podemos decirle lo que pensamos, así lo hice con Jane, ella no era buena para él, pero si él la amaba estaríamos allí para él, apoyándolo en todo, afortunadamente apareciste tu, y no es porque estas sentada frente a mí, puedo decirte que me agradas mucho, eres inteligente, hermosa, centrada, madura, amas a mi hijo, lo apoyas en todo y lo cuidas, qué más puedo pedir para él, Bella, solo a ti, su felicidad es lo que más me importa y tu lo haces tan feliz como nunca lo había visto, sus ojos, hay un brillo, que los hace ver más verdes de lo que los había visto jamás.

Esme, lo que más me importa en el mundo es hacer a Edward tan feliz o más, de lo que él me hace a mí, sinceramente si tu no hubieses estado de acuerdo con nuestra relación, yo me hubiese separado de él, la familia es lo primero, yo no quería dañar la hermosa relación que ustedes tienen _le dije_

Bella, mi niña _me dijo acariciando mi mejilla con su mano_ de verdad que Edward no se equivoco, eres hermosa por dentro y por fuera, tu nombre te describe eres bella; otra mujer en tu lugar, se impusiese costara lo que costara.

Esme, gracias pero solo soy honesta y no quiero ver triste a Edward Jamás, el me ha dado tanto _le dije llena de nostalgia_

Mi niña de verdad que no te ves a ti misma con claridad, Edward me lo ha dicho, eres única, me alegro que te hayas dado la oportunidad de amar a mi hijo, ustedes son el uno para el otro, deja atrás los prejuicios, ama y se feliz, que con ello haces feliz a mi Edward _me dijo acercándose a mí y abrazándome_ ahora Bella, ve a descansar, no te preocupes por nada, te queremos como parte de la familia, eres la mujer de mi hijo, no te importe mas nada, estamos encantados de conocer a la mujer de la que nuestro hijo, habla tan lleno de amor y felicidad; y me encantaría que mañana me acompañes a entregar la propiedad de la que te hable, si quieres claro.

Oh, Esme no sabes lo mejor que me siento _le dije devolviéndole el abrazo_ y claro que te acompaño, me encantaría ver tu trabajo.

Bueno mi niña, no se diga mas, bienvenida a la familia y ve a descansar _me dijo finalmente_

Nos fuimos a dormir, Esme me acompaño hasta el segundo piso, donde se encontraba su habitación, cuando llegue a la habitación y cerré la puerta Edward salto, se sentó.

Bella amor, que pasa _me pregunto visiblemente preocupado_ te sientes enferma, tuviste pesadillas, por qué no me despertaste.

Edward, mi amor, ninguna de las anteriores, solo baje a tomar algo, no quise despertarte estabas profundo _le dije acercándome a él, dejando la levantadora en el camino y el camisón también, quedando desnuda ante sus ojos_ pero ya que no tengo que despertarte aquí me tienes.

Edward se saco la playera que traía y halo de mí, me metió debajo de las sabanas y se pego a mi cuerpo.

Vas a coger una pulmonía _me dijo_ estas helada, pero yo te hare entrar en calor, te amo tanto Bella, quiero amarte, quiero tenerte así vulnerable en mis brazos, así mía, solo mía _finalizo acercándose a mi cuello y dejando besos húmedos por todo el camino a mis senos_

Soy tuya, siempre lo seré, el destino no se equivoca _le dije jadeando, ante las sensaciones de sus caricias_ siempre te estuve esperando

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Listo chicas aqui cumpliendo con nuevo cap de Destino..besos y nos vemos pronbto con otro capi ^^

Libros escritos para chicas, Capitulo 13.




Capítulo anterior:

—Edward, el que está raro aquí eres tú —dije, cortando su retahíla—. Compórtate como siempre, me pone de los nervios que estés tan amable. ¿Desde cuando parece que tienes cuarenta años? —le di un empujón para que entendiera que, en el fondo, estaba bromeando.

Puso los ojos en blanco, pero acompañó el gesto con una risita entre dientes.

—No sé qué es lo que te molesta de mí, Bella. He intentado ser normal.

—¿Estás admitiendo por fin, aunque de forma indirecta, que durante estas semanas has sido un anormal?

—Algo así —sonrió tanto como pudo—. ¿Prefieres que me pase el día ligando contigo? O al menos, intentándolo.

Fruncí los labios mientras valoraba mis opciones.

—Eso también me pone de los nervios, pero me hace sentir que eres tú realmente. Y es más divertido gritarte que considerarte encantador, la verdad.

—¿Soy encantador? —preguntó, haciéndose el sorprendido—. ¡Soy encantador! ¡Lo sabía! ¿Estás loca por mí, eh?

Suspiré y caminé hacia el local.

—Ya ha vuelto... —murmuré, pero me escuchó con claridad y noté como soltaba una risa.

Caminó con rapidez y pasó un brazo por mis hombros. No lo aparté, en su lugar me acerqué más a su cuerpo, sintiendo el calor que desprendía.

Y así, juntos de una forma natural, entramos en el local entre risas y comentarios sin importancia


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Capitulo 13


 I wanna hold your hand

—¿Quieres tomar algo? —me preguntó Edward nada más entrar en el pub.

Era un sitio espacioso, aunque la gente ya estaba colapsando la pista de baile. Fruncí el ceño al ver que todos, tanto chicas como chicos, iban vestidos de una forma peculiar, respondiendo al requisito que a mí misma me habían puesto: llevar ropa similar a la usada en los años sesenta. Algunos atuendos me parecieron divertidísimos y atrevidos, demasiado "horteras" para mi gusto, pero aplaudí la valentía de aquellas personas por haber sido capaces de vestirlos y parecer tan cómodos.

—Sí, lo mismo que tú —respondí mientras seguía paseando la mirada.

Edward me cogió de la cintura para empujarme hacia la barra. Vi un gran escenario en la pared más alejada de nosotros en ese momento, pero los focos que lo deberían iluminar estaban apagados y no podía leer con claridad los carteles que se colgaban justo detrás de la batería ya preparada.

—¿Un concierto? —pregunté muy animada mientras recibía la cerveza que me tendía Edward. Bebí un sorbo con la nariz fruncida; al final me iba a gustar aquella bebida, pero simplemente por la insistencia de todos en que la tomara pese mi negativa a ello.

—Um... Algo así —sonrió Edward—. Sólo espero que no te decepcione.

Lo miré con el ceño fruncido. Había descubierto que teníamos gustos musicales muy parecidos, jamás se me habría ocurrido pensar que si Edward Cullen me llevaba a un concierto, este sería decepcionante.

Sonaba The Clash mientras aquello se llenaba. Nos habíamos situado en el centro de la pista y estábamos divirtiéndonos viendo a una pareja cercana a nosotros bailar de forma extravagante. De vez en cuando Edward imitaba algún paso disimuladamente y conseguía que mis carcajadas fueran cada vez más fuertes; al final tuve que darles la espalda para que no me vieran y se sintieran ofendidos.

—¡Solecitos míos! —La estridente voz de Emmett se alzó sobre el bullicio y me giré, sorprendida.

Vi que se acercaba hacia nosotros con su sonrisa burlona y una cerveza en la mano. Lo seguían Jasper, las chicas y para mi horror, Tom. No supe qué hacer, inmediatamente me alejé unos centímetros de Edward intentando suavizar el daño. Sin embargo, él sonreía sin preocupaciones, como si nada pasara, y eso me hizo recordar que era consciente de que iba a estar con Edward. Me sentí mal por llevar esa doble vida sentimental pero, joder, millones de personas hacían cosas peores cada segundo que pasaba. No era el fin del mundo, me dije.

—¿Cómo lo estáis pasando? —preguntó Alice después de abrazarme.

—Genial, hemos cenado en el restaurante más caro del Reino Unido.

Edward rió entre dientes y me atrajo hacia sí cariñosamente.

—Es una exagerada, solo tuve que empeñar el reloj de mi abuelo para poder pagarlo.

Todos empezamos a hablar a la vez los unos con los otros, cambiando copas con un "prueba esto" como invitación y risas fáciles en todo momento. Era genial pasar tiempo con ellos, aunque me encontrara en la situación de tener a un Edward radiante y chistoso delante y a un Tom demasiado sonriente a la derecha.

—Edward —dije una de las veces que me había agarrado por la cintura amistosamente.

—Dime, bonita.

—Muchas gracias por la noche, ha sido genial. Bueno, has estado genial —admití.

Sonrió satisfecho de sí mismo, pero movió la cabeza negativamente.

—No hemos acabado aún, cariño. Aún tienes que ver algo y después, seguiremos por nuestro camino de fiesta y diversión. Si quieres, claro.

Lo miré con una ceja alzada sin entender muy bien lo que significaba aquello. Justo cuando iba a preguntar, un chico me empujó debido al poco espacio que había quedado para caminar por allí. Me volví con cara de enojo pero no pude decir nada porque lo que vi me impresionó. Eran cuatro los que querían pasar e iban vestidos de una forma extraña y ridícula pero que al mismo tiempo me resultaba familiar.

—¡Joder! Van vestidos igual que los Beatles en el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band —exclamé volviéndome hacia Edward y riéndome a carcajadas.

Me miraba divertido mientras asentía y señalaba a los demás que por allí había.

—¿No notas nada raro, Bella?

Entonces caí en la cuenta. Muchos de los allí presentes imitaban la vestimenta de los Beatles; es más, incluso Edward y los chicos, con sus chaquetas y pantalones negros además de la corbata, parecían hacerlo. Aquello era increíble, algunos incluso llevaban el mismo corte de pelo o gafas. Asombroso.

—¿Estamos en una fiesta Beatle? —intenté adivinar.

—Te has acercado —sonrió él—. Fíjate en el hombre que va a hablar ahora mismo desde el escenario, escúchale y lo entenderás mejor.

Me dio un beso en la sien riendo entre dientes y se alejó, dejándome allí con el ceño fruncido. Me acerqué hasta Alice, que también estaba pendiente al escenario, entusiasmada.

—¿Tú sabes de qué va todo esto? —inquirí y ella se limitó a palmotear y reír.

—¡Qué mono Edward, que quiere darte una sorpresa!

Rosalie se nos unió, cargada de bebidas para todas. Iba a preguntarle si ella también sabía aquello que Edward me ocultaba cuando la voz del hombre del escenario resonó por la sala.

—¡Bienvenidos a una edición más de nuestra noche al más puro estilo Beatles! —el público aplaudió y yo me uní a ellos rápidamente—. Como cada año tendremos a las mejores bandas a nivel junior versionando a este gran grupo durante tres rondas ante la mirada del jurado...

Desconecté de lo que seguía diciendo para volverme hacia mis amigas.

—¿Van a tocar? ¿Edward va a subir ahí? —chillé, emocionada.

Ellas asintieron y Alice agitó las manos y pegó pequeños saltitos, otorgándole así al asunto el suficiente nerviosismo. Me puse de puntillas para buscar algún pelo cobrizo que destacara, pero con la poca iluminación y el bullicio me fue imposible.

El primer grupo que subió entre el aplauso entusiasmado de los presentes era uno de los que iban tan bien caracterizados. Tras una pequeña presentación, abrieron la noche con Here Comes The Sun; inmediatamente gritamos de la emoción y tras pasarnos un brazo por la cintura, nos mecimos al son de la canción, cantando el estribillo.

Tanto a las chicas como a mí nos entusiasmaban los Beatles por lo que aquello era, además de muy divertido, un regalo. Grupo tras grupo fueron desfilando con su artillería pesada: Yellow Submarine, Hey Jude, Do You Want To Know A Secret?... Una tras otra nos hacía cantar como si fuéramos unas auténticas fanáticas sesenteras en pleno concierto de The Beatles. Pocas veces en mi vida había disfrutado tanto y por la cara de mis amigas, supuse que estaban de acuerdo conmigo.

—¡Ahí están! —gritó Rose, señalando la escalera por la que iban subiendo los siguientes.

Vi a Edward revolverse el pelo con esmero, aplastándoselo contra la frente y riendo por un comentario de Emmett. Poco después bajaba el grupo que había tocado de una forma un tanto espantosa Lucy in the sky with diamonds bajo mi criterio y nuestros amigos subían, con aquellas características sonrisas de seguridad adornando sus bonitos rostros.

—No sabía que Tom tocara con ellos —comentó Alice.

—Yo tampoco... Aunque tiene sentido, si quieren hacerlo bien, deben ser cuatro en vez de tres —murmuré, sorprendida.

Allí estaban los cuatro, enfundados en estrechísimos pantalones negros y chaquetas con un toque retro. Habían conseguido aplastarse el pelo para que aquello fuera más verídico, pero el cabello pelirrojo de Edward y el rubio de Jasper hacía que no fuera cien por cien realista.

—Buenas noches —saludó Edward por el micrófono principal mientras todos afinaban y probaban sus instrumentos—. Somos The SkyBlue Parakeet y es un honor volver a estar en este concurso, con todo lo que los Beatles significan para nuestro grupo. —Vio que los demás estaban listos y con media sonrisa añadió—: Me gustaría dedicarle este tema a mi cita de hoy, que ha venido hasta aquí sin saber dónde se metía.

Hubo risas entre el público y varias chicas miraron a su alrededor, no muy contentas. Yo me limité a taparme la cara con la mano primero y después a reírme como una tonta.

—Acerquémonos —les pedí a las demás, que inmediatamente se movieron hasta que quedamos mucho más cerca del escenario.

La guitarra de Edward y la de Tom comenzaron a sonar mientras que todos se balanceaban cuidadosamente, tal y como lo habrían hecho aquellos a quienes rendían tributo. Emmett entró con la batería y Jasper puso el ritmo del bajo justo en el momento preciso.

—Oh yeah, I'll tell you something —comenzó a cantar Edward con una voz que consiguió sorprenderme—. I think you'll understand when I'll say that something… I want to hold your hand... I want to hold your hand, I want to hold your hand… —Entonó con tanto entusiasmo y precisión el estribillo acompañado por el coro de Jasper que el público tardó en reaccionar.

Me quedé con la boca abierta. Esperaba que Edward lo hiciera bien porque sencillamente era él y no lo veía arriesgándose a hacer algo en público que no controlara. Lo que no esperaba era que su voz me resultara tan parecida a la de Paul McCartney; simplemente, no contaba con ello.

—¿Lo estáis escuchando? —le dije a mis amigas, que también estaban atónitas.

—Bueno, es el grupo favorito de Edward. Creo que a los seis años ya ensayaba sus canciones con una guitarra de plástico —contó Alice—. Pero están tan increíbles...

Bajaron el ritmo en ese momento, sabían qué hacer y permanecían en su sitio en cada momento. Muchos de los grupos anteriores no habían sabido transmitir elegancia, perdiendo así toda la esencia.

— And when I touch you I feel happy… inside. –Edward movía sus hombros de izquierda a derecha, manteniendo la cabeza recta, como si hubiera ensayado toda la vida y supiera cómo comportarse a la perfección. Aun así, me pareció creer que me dedicaba una mirada acompañada de una leve sonrisa—. It's such a feeling that my love… I can't hide, I can't hide, I can't hide…

Todo el grupo estaba coordinado y lo más importante, parecían disfrutar. Sabían lo que hacían, los gritos al final de cada estribillo tenían los decibelios apropiados y nada más que por eso supe que durante años habrían machacado aquella canción. Conocía el perfeccionismo de Edward y sabía que era lo que estaba detrás de todo.

Acabaron la canción y se llevaron un fuerte aplauso bien merecido. Saludando bajaron del escenario y no tardaron en llegar hasta nosotras, que los esperábamos con ganas de alborotar y de comportarnos como adolescentes histéricas.

—¡Ha sido alucinante! —les felicité.

Vi que Edward me sonreía y que parecía algo alterado, incluso sonrojado. Curiosa me acerqué hasta él y le di un suave abrazo.

—¡Me ha encantado! Estoy segura de que pasaréis la fase. Pero dime, ¿por qué nunca me habías hablado de esto? —reí.

—¿Te ha gustado de verdad? —quiso saber, en voz baja.

Fruncí el entrecejo, confusa. ¿A quién no le había gustado? Toda la sala había disfrutado con ellos cuatro sobre el escenario.

—Por supuesto, no puedo esperar para veros de nuevo... ¿Cuál vais a tocar después?

Edward rió ligeramente, más tranquilo.

—Aún no hemos pasado de ronda, Bella. Y si lo hacemos... Bueno, tendrás que esperar para saberlo. —Puse un puchero al más puro estilo Alice pero fue inútil—. ¿Sabes? Me asustaba que pensaras que estaba haciendo el ridículo.

Alcé una ceja, divertida, mientras que él se mordía ligeramente el labio e intentaba arreglarse un poco el pelo.

—No creo que hayas hecho el ridículo en ningún momento. Aunque cuando me la dedicaste, no estuviste muy fino —añadí.

Se carcajeó y puso sus manos en mi cintura, consiguiendo que me tensara al instante. Eso sí, tenía que reconocer que era agradable.

—Habría sido de mala educación no hacerlo, señorita. Además, ¿quién te asegura que fueras mi cita?

—La hamburguesa que tengo en el estómago ahora mismo —reí mientras le colocaba bien la corbata, intentando hacer algo productivo pero no atrevido ante la cercanía de nuestros cuerpos.

Otro grupo de nerviosos jovencitos subió al escenario y tras una breve presentación al estilo Edward, empezaron con los acordes de She Loves You Ya Ya. Escuché a Alice chillar como si fuera una adolescente y rápidamente comenzó a mover los hombros en un baile muy sesentero, acompañada por Rosalie.

Jasper reía a mi lado mientras las miraba y bebía de su cerveza.

—Son el fenómeno fan en su máxima representación —gritó por encima de la música.

Edward y yo nos reímos y vimos cómo se acercaba, se situaba en el centro y pasaba los brazos por sus hombros para mover las caderas al compás que ellas marcaban

—¿No quieres unirte? —me preguntó él al oído.

—Estoy bien aquí —le sonreí, mirándole de perfil con las cejas alzadas.

Me cogió las manos y me puso justo en frente; después se acercó a mi oído para que lo escuchara mejor.

—Imagina que estás a principios del abril de 1963, en el Swimming Baths de Leyton, que has comprado la última entrada que quedaba a escondidas de tu padre el cual no lo aprueba, y que además has faltado a la facultad para poder ir.

Me separé de él para dirigirle una mirada de preocupación al mismo tiempo que intentaba disimular una sonrisa.

—¿Prefieres el ambiente que había en The Cavern? Te veía más en... ya sabes, sitios bonitos lleno de chicas ricas histéricas —bromeó.

—¿De verdad te sabes las fechas de sus giras? —inquirí, ignorando su último comentario.

—Todos los presentes en esta sala se las saben. O al menos la de los directos que más nos han gustado —respondió—. Joder, Bella, lo primero que hizo mi padre cuando nací fue ponerme el Please Please Me... Digamos que hasta los ocho años pensé que Twist and shout era una nana.

Y como si fuera por arte de magia, justo en ese momento empezó a sonar esa canción; los dos soltamos una carcajada.

—¿Te gustaría bailar conmigo esta nana? —bromeé.

—Intentaré no dormirme —rió él.

Bailar la música de los Beatles con Edward fue una de las cosas más divertidas que había hecho en el tiempo que llevaba allí. Se movía con gracia, tenía una coordinación total entre todas las partes de su cuerpo y no se acercaba demasiado a mí, justo como lo haría un hombre hace más de veinte años.

—Mira esto —se carcajeo mientras recuperaba espacio vital—. ¿Has visto algún video de un directo de ellos en YouTube, verdad?

Asentí, riéndome también por la expectación que me causaba. Vi como seguía bailando de forma cómica hasta que comenzaron los famosos gritos de ese tema, momento en el cual Edward comenzó a mover la cabeza de un modo frenético pero con un ritmo increíble. Solo podía pensar en el dolor que le vendría después, y entonces recordé lo que me había preguntado y caí en la cuenta. En los directos de los Beatles siempre había chicos que bailaban de esa forma; recordaba que yo misma había intentado agitar así la cabeza en la intimidad de mi habitación pero que nunca conseguía que quedara "natural".

—¡Brutal! —le aplaudí mientras iba amainando el baile.

—Creo que me voy a caer —bromeó entre risas, apoyándose en mi hombro.

Dos canciones después, se subió el hombre que había inaugurado el concurso con un sobre. Los chicos se unieron, pero no parecían nerviosos, por el contrario bebían sus cervezas y bromeaban entre ellos sobre las pelucas que llevaban los de uno de los grupos.

—Llegamos a la segunda fase —anunció agitando aquel sobre blanco antes de abrirlo—: Muchísimas gracias a todos por participar, este año hemos vuelto a llenar la sala y eso solo augura que el año que viene volvamos a vernos las caras. Como sabéis, seis han sido los grupos elegidos, de los cuales tres pasaran a la última ronda. Así que me gustaría un fuerte aplauso para... —Leyó el papel con la vista y se acercó el micrófono para dar los nombres—: ¡The Holidays... Bear Factory… The SkyBlue Parakeet… These new sonnets y… Kenedy!

Mientras nosotras gritábamos y aplaudíamos contentas, los chicos se acercaron al escenario riendo y dándose palmadas en la espalda en señal de victoria. Vi a Edward ponerse de puntillas para buscarnos entre la muchedumbre; una vez que nos localizó nos saludó con la mano eufóricamente y le respondí entre risas. Su cara parecía extremadamente feliz y eso era más de lo que mi cuerpo podía tolerar.

—Míralos, parecen una parejita —se burló Rosalie al vernos intercambiar señales a distancia.

—Son tan monos... —añadió Alice, a sabiendas de que aquellos comentarios me mosqueaban.

Respiré profundamente y puse la mejor sonrisa que pude, haciéndoles frente.

—Lo somos, ¿verdad? —Pestañeé rápido y di un pequeño saltito sobre mi sitio.

—Vamos a seguir burlándonos, no hagas como que no te importa —me advirtió Rose, señalándome con el dedo índice.

Puse los ojos en blanco y decidí prestar atención al grupo que decía llamarse The Holiday y a su interpretación de Little Child.

—Lo hacen bien —grité.

—Pero no son tan guapos —rió Alice.

—No creo que el jurado se fije en eso —bufé yo.

—Yo me fijaría —sentenció Rose, chocando la mano con Alice.

Los siguientes en subir eligieron Oh! Darling, un acierto según coincidimos después de hacer nuestra valoración; eran buenos grupos, los chicos no lo tenían fácil. Pero claro, el caso es que ellos también eran muy buenos.

Tal vez por la expectación, fue una actuación muy corta, como si alguien hubiera apretado el botón de rebobinar hacia delante. Sin apenas darnos cuenta, nuestros amigos volvían a subir al escenario y lo que más gracia nos hizo fue que una pandilla de chicas al pie del escenario comenzaron a chillarles algo que no escuchábamos muy bien. No pude menos que reír al ver la sonrisa cómplice de Edward que ni siquiera las miraba mientras afinaba su guitarra.

Se hizo el silencio en la sala, momento que él aprovechó para acercarse al micrófono sin perder esa sonrisilla suya.

—Nos volvemos a ver... —comentó como quien no quiere la cosa. Se giró para hacerle una señal a Jasper que estaba en su sitio, el segundo micrófono, y tras una pausa dramática gritó—: One, two, three, four!

Escuché como la sala entera gritaba al son de I saw her standing there, incluida yo. El chico que tenía al lado no dejaba de empujarme debido a su entusiasmado baile, pero casi ni le presté atención, preferí fijarme en el escenario.

Vi como Edward se alejaba del micrófono para bailar al ritmo de las guitarras y supe que ahí arriesgaría más que en la primera.

—Well, she was just seventeen… And you know what I mean, and the way she looked was way be beyond compare… —canto, con aquella sonrisa imborrable de su rosto—. So how could I dance wiht another... Oooh! when I saw her standing there. –Jasper se había unido a los coros, consiguiendo aquel efecto de doble voz tan curioso y que tan bien quedaba.

—Well, she looked at me… and I, I could see that before too long I´d fall in love with her…

No pude menos que rodar los ojos avergonzada cuando al decir aquellas últimas palabras noté como su mirada se dirigía precisamente a mí, acompañada de su sonrisa burlona al dramatizar el "with her" más de lo necesario. Pero, lo más gracioso era verlo cantar los alargados "ooh" mientras movía los hombros y las caderas. Sin poder evitarlo, saqué el móvil y les hice una foto rápidamente para no perderme mi parte preferida de la canción, algo que me recordó Alice agarrándome con fuerza el brazo. Sin embargo, lo que ella quería advertirme era que Edward caminaba hasta el micrófono de Jasper para situarse a su lado antes de que comenzara la siguiente estrofa.

—Well, my heart went boom, when I crossed that room, and I held her hand in mine…

Ese último "in mine" alargado y con voz aguda consiguió que Alice chillara más que en toda su vida y que yo no pudiera quitarle la mirada de encima a Edward. Sabía que había más personas que él en el escenario, pero en ese momento, no debían existir. Fue al seguir con la canción y no perder el hilo de la letra ni el ritmo mientras movía como un poseso la cabeza tal y como me había mostrado un poco antes, cuando más sorprendidos nos dejó a todos. Siempre que hacía algún agudo estiraba los labios de una forma cómica y sexy a la vez, y cuando llegó la parte instrumental se dedicó a pasear bailando por el escenario raspando las cuerdas de la guitarra mientras Tom se encargaba de los acordes.

—¡Mirad como disfruta Emmett! —gritó Rosalie.

Y era verdad, al ser un tema tan rápido, Emmett no cesaba sus baquetazos. Su pelo negro brillaba más que nunca a causa del sudor e iba de un sitio a otro por los rudos movimientos a los que se sometía su cuerpo.

—Pero el más atractivo es Jasper, tan serio y... —le recriminó Alice mordiéndose el labio y con una sonrisa traviesa.

—¿Estás loca? ¿Es que no ves a Edward? —me indigné yo. Era el que más resaltaba, simplemente colonizaría cualquier sitio que pisara con su seguridad.

Entonces me fijé en algo, estaba ignorando por completo a Tom. Sentí un peso en el estómago cuando vi que ocupaba un lugar secundario tanto en el escenario como en mi mente. Sabía que no se había acercado a mí porque era consciente de que esa noche era "el turno" de Edward, pero lo que realmente me preocupaba era que ni siquiera lo había echado en falta. Joder, el día anterior había compartido uno de los besos más apasionados de mi vida con él y hoy quedaba eclipsado por un idiota de pelo cobrizo... O quizá no fuera tan idiota, la cuestión era que ya no sabía qué pensar.

Todos esos pensamientos estaban consiguiendo que la cabeza me doliera y me sintiera mal conmigo misma. Los chicos ya habían acabado y yo necesitaba algo fuerte que beber, por lo que me dirigí hacia la barra mientras se hacía el cambio de grupo.

La camarera me sirvió un gintonic rápidamente e incluso me invitó a un chupito de tequila al ver mi cara de disgusto. Tras agradecérselo, vacié el pequeño vaso en un instante.

—¿Tan mal ha estado que quieres olvidarlo?

La voz de Tom me sobresaltó, consiguiendo que estuviera a punto de derramar la copa de la impresión.

—No, creo que habéis estado geniales. —Compuse mi mejor sonrisa y dejé que ocupara mi puesto en primera línea de la barra para pedir.

Apoyado en ella y con un nuevo botellín de cerveza en la mano me dirigió una mirada evaluativa.

—Estás mal por algo —afirmó mientras pegaba un sorbo.

—Todo está bien —negué yo, intentando mantenerme fuerte. Sin embargo, cuando alzó una ceja por encima de la otra, mirándome interrogativamente, me derrumbé—. Vale, vale... No sé, Tom, todo esto es raro.

—¿El qué?

—Pues ayer tú y yo estábamos genial y hoy ni nos hablamos...

No supe cómo seguir, no era fácil decirle que Edward lo estaba eclipsando cada vez más y que empezaba a creer que lo que había pasado entre nosotros era un error.

Suspiró y me miró con aquellos ojos celestes que conseguían impresionarme tanto. Había algo en él que lo hacía especial, eso no podía discutirlo, pero me asustaba que no fuera suficiente.

—Si lo que te preocupa es que yo esté incómodo en esta situación, puedes quedarte tranquila. Es decir, me gustas y creo que podríamos estar juntos... Pero en un mundo en el que Edward no significase tanto para ti.

—Edward no signi...

—No hace falta que lo niegues, es obvio. Pero tranquila —rió, interrumpiéndome—, ya te he dicho que no estoy enamorado de ti ni mucho menos. Tienes todos esos sentimientos por Edward y quizá yo también los tenga hacia otra chica que no seas tú. Somos libres, ¿no? Solo se trata de no hacernos daño el uno al otro.

Lo miré detenidamente para comprobar si aquello que me decía era cierto y no pude encontrar ningún rastro de falsedad en sus palabras. Él tenía toda la razón del mundo, en la vida puedes encontrar a personas maravillosas que te hagan sentir cosas insospechadas, pero siempre habrá otras que vayan más lejos y remuevan los cimientos de tu vida. Se trataba de encontrar el equilibrio y saber ir hacia delante intentando causar el menor daño posible. Se trataba de ser feliz.

—Eres genial. —Fue lo único que pude decirle, además de dedicarle una sonrisa sincera y apretarle la mano.

—Bella, si tiene que pasar algo entre nosotros más serio, pasará. No voy a ir buscándolo, me voy a quedar aquí y esperaré a que llegue, porque no te puedo mentir... creo que me gustaría.

—A mí también —admití—. Así que si llega, lo aceptaré con los brazos abiertos.

Él rió y se separó de la barra para dejar a una chica que pidiera.

—Entonces, si tan dispuestos estamos los dos, ¿salimos el fin de semana que viene? Algo informal, ir a algún concierto o algo.

—Me apetece mucho, sí —accedí, encantada—. Pero ahora será mejor que volvamos con los demás.

Asintió y emprendió la marcha en dirección a nuestros amigos. Después de esa charla había empezado a sentirme mejor, aunque el sentimiento de bienestar se disolvió cuando vi cómo me observaba Edward a lo lejos. Posiblemente hubiera visto nuestra charla íntima desde donde se encontraba y conociéndolo, habría pensado en lo peor. Otra cosa es que por una vez tuviera razón, pero tampoco iba a dejar que se enterara de eso.

—Hola, "Paul" —bromeé cuando me puse a su lado, despeinándolo ligeramente.

Alzó una ceja y pasó la mirada de mí a Tom, que había ido a hablar con Jasper. Resopló y con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados, dedicó toda su atención al escenario.

—Venga ya, Edward —bufé yo, sin conseguir nada por su parte—. Eres increíble... Esto ha sido una mala idea.

Fue entonces cuando se giró y no supe diferenciar la furia del dolor en sus pupilas.

—¿Ah, sí? ¿Lo ha sido? Me he esforzado mucho para intentar gustarte esta noche, pero aun así, todo ha sido una mala idea para la señorita.

Negué con la cabeza, sin saber qué decir o cómo enfrentarme a él. No quería sentirme tan débil siempre que nos sincerábamos el uno con el otro.

—No quiero discutir aquí, Edward. Además, estás sacando las cosas de contexto.

Él miró a su alrededor y me agarró de la mano. Me sorprendió que utilizara tanta suavidad teniendo en cuenta que sus nervios estaban de punta, o al menos eso aparentaba. En poco tiempo habíamos cruzado el local y nos encontrábamos fuera, donde en comparación con el interior, no había ni un alma.

Mientras él paseaba de un lado para otro, eligiendo las palabras adecuadas, yo me abrazaba a mí misma a causa del frío que hacía.

—¿Qué hay entre tú y Tom? —preguntó de golpe.

—No hay nada, Edward. Y de todas formas, no es algo que deba importarte.

Se quedó quieto justo delante de mí y frunció el entrecejo.

—¿Cómo que no debe importarme? ¡Me importa! —añadió, apretándose el dedo índice contra el pecho.

—Pues no debería. Pero no te preocupes, no hay nada.

Edward se pasó una mano por el pelo, inquieto. Veía como se debatía internamente por conseguir tener una conversación normal, sin que sus nervios interfirieran y lo mandaran todo a la mierda entre nosotros. Sonreí ligeramente por eso, estaba demostrando que yo le importaba de verdad.

—Bella... Él te quiere y yo... yo...

—No, no me quiere.

—Oh, venga ya, eres exactamente el tipo de chica que le suele gustar a Tom. De esas de las que se pasaría la noche hablando cuando quedamos para jugar a la Xbox; de esas que consiguen que Emmett le diga "se está quedando con tus pelotas, tío"... —añadió, imitando la voz de su hermano.

Esperé a que terminara su discurso porque ni siquiera sabía muy bien que decir.

—Puede que le guste a Tom, pero no está enamorado de mí —dije con voz suave—. Una cosa es sentirte atraído por alguien y otra pasarse la noche hablando de esa persona.

Me miró intensamente, taladrándome con sus orbes esmeraldas. Sentí que las piernas me fallaban, no sabía cómo afrontar aquello. ¿Cómo iba a reconocer que si no estaba con Tom era por él, y que al mismo tiempo no sabía si quería algo con él?

—¿Y tú en qué punto estás? —quiso saber.

Estaba asustada, mis sentimientos iban demasiado rápido como para que de allí saliera nada bueno. Vi su rostro cargado de confusión y supe que tampoco podía hacerle daño; sería un capullo, pero no podría soportar verlo sufrir.

—No lo sé, Edward... —susurré y empezó a desesperarse—. Mira hacia atrás: nos hemos enfadado o decepcionado mutuamente más veces de las recomendadas en tan poco tiempo. Lo estropeamos todo una y otra vez, pero siempre llegas tú y lo arreglas con una nota en mi ventana o con una noche como la de hoy.

—Me importas —dijo suavemente—. No sé hacia donde lleva eso o qué significa, pero me importas mucho.

Aparté mechones de pelo que me caían sobre el rostro y suspiré. De aquella conversación saldría definida nuestra relación, fuera a bien o a mal.

—Te he odiado mucho en algunas ocasiones—admití—. Como el día que Lauren estaba en tu piso después de pelearnos o después de lo que me dijiste fuera de Koko.

—Lo sé, soy un completo idiota a veces. Siempre creo que llevo la razón y ahora me siento perdido... Nunca me había sentido atraído por una chica que sepa que una "metáfora" no es ni una discoteca ni una enfermedad.

—¿De verdad te han dicho eso? —reí, más animada.

—Varias veces —admitió con una sonrisa.

Me apoyé contra la pared y el me imitó mientras sacaba un cigarro y lo encendía, presa del nerviosismo o del no saber qué hacer.

—Edward, esto es genial —suspiré—. Me gusta que salgamos y que estemos unidos, pero opino que si intentamos algo más, se iría todo a la mierda. Creo que no estamos hechos para estar juntos, no ahora. Piénsalo bien, queremos cosas diferentes: tú te cansarías a las semanas y yo me pondría histérica, teniendo motivos o no, cada vez que una cabeza-hueca bajara las escaleras de nuestro edificio.

El silencio se hizo sobre nosotros cuando terminé mi discurso. Supuse que estaría sopesando mis palabras debido a que no parecía enfadado. Exhaló el humo con lentitud y cerró los ojos, golpeándose con suavidad la cabeza contra el muro de ladrillo que tenía detrás.

—Creo que tienes razón, pero sigue habiendo un problema... —dijo finalmente, tirando el cigarrillo al suelo y pisándolo—. No creo que pueda mirarte ni una sola vez sin pensar cómo sería poder besarte.

No sé qué pasó en mi interior, pero algo proveniente de mi barriga subió hasta mi pecho y me hizo dejar de respirar. Alargué las manos, agarré su chaqueta casi con violencia y lo empujé hacia atrás, contra aquella fría pared que había sido testigo de nuestro momento más íntimo. Sin darle apenas unos segundos para que reaccionara, me abalancé hacia él en busca de su boca, como si fuera alimento después de una semana sin probar bocado. Sus labios permanecieron inmóviles, incapaces de entender mi comportamiento, pero tras unos segundos de cortesía, comenzaron a danzar junto a los míos. Y mis rodillas flaquearon.

Alcé las manos y agarré con violencia su pelo mientras millones de sensaciones me inundaban y cientos de comentarios suyos paseaban con total libertad por mi mente, algunos hirientes y otros capaces de enamorar a la persona más fría del mundo. Escuchaba sus jadeos entrelazados con los míos y notaba su excitación a medida que me apretaba más contra él. Aquello se nos estaba yendo de las manos, pero entonces caí en la cuenta de que no había sido ahí cuando habíamos cometido el error de caer el uno en la red del otro, sino con el primer comentario suspicaz, con la primera mirada sincera. Con la primera risa compartida.

Ninguno de los dos queríamos terminar el beso porque sabíamos que no volvería a repetirse; era el primero y el último, y eso dolía más que cualquier tortura. Sin embargo, y como nuestra suerte siempre había sido pésima, su móvil vibró desde el bolsillo de su chaqueta. Noté como aminoraba la velocidad y sus jadeos se volvían más profundos hasta convertirse en nada más que una simple respiración agitada.

Sin abrir los ojos, apoyó la frente contra la mía y sacó el móvil, aceptó la llamada y se lo llevó hasta la oreja. Yo pasé mis brazos por su cintura y me uní más a él, aprovechando esos últimos segundos.

—¿Sí? —Su voz era ronca, diferente.

—Tío, ¿dónde estás? —escuché la voz de Jasper a la perfección debido a la cercanía entre el aparato y mis oídos, además del silencio que había a nuestro alrededor.

—Quería tomar el aire —respondió de forma cortante.

—¡Hemos pasado a la final! Acaban de dar los resultados, estamos celebrándolo. Dentro de un rato tocaremos y me he preocupado al no encontrarte ni a ti ni a Bella... ¿Está todo bien? —quiso saber, cambiando el tono a uno más serio.

Jasper sería intuitivo, pero era imposible que adivinara todo lo que había pasado entre nosotros tan solo por la voz de Edward, aunque este tampoco se esforzaba por parecer "normal".

—Sí, todo bien, ahora vamos. —Y sin dejarle decir nada más, colgó y devolvió el teléfono al bolsillo.

Se mantuvo unos segundos en silencio y lo entendí, yo tampoco sabía qué decir. Entonces, suspiró y depositó un suave beso en mis labios con tanta ternura que me rompió el corazón.

—Bella... —susurró, mirándome a los ojos al fin—. No quiero que esto estropee nada, aunque ahora todo será diferente.

—Siento haberme lanzado así —musité, notando como se me humedecían los ojos. Si todo se iba a la mierda, iba a ser por mi culpa.

—No sientas eso —medio sonrió él—. Yo siento que no nos podamos besar durante las veinticuatro horas del día.

—Eso solucionaría muchos problemas: no volveríamos a hablar, por lo que no nos pelearíamos y todo nos iría bien.

Rió, más animado, y me abrazó con una dulzura desbordante.

—¿Cómo quedan las cosas entonces? —preguntó.

—Es imposible que diga en serio esto después de todo, pero... ¿Amigos? —respondí, insegura y con un hilo de voz.

—Súper-amigos —aceptó, aunque con resignación—. Pero prométeme una cosa.

—Lo que quieras —concedí.

Me miró con determinación antes de dedicarme su sonrisa más bonita.

—Que nunca, repito, nunca, besarás a nadie así.

Y entonces fue cuando sonreí yo, algo que creía imposible debido a las circunstancias.

—¿Te refieres a que no vuelva a acorralar a un hombre contra la pared y lo bese pese a haberme negado a hacerlo por activa o pasiva durante un mes?

Su risa hizo que mi sonrisa se ensanchase y que me sintiera más cómoda.

—No, me refiero a que no quiero que hagas que ningún otro sienta todo lo que he sentido yo. Llámame egoísta si quieres, pero ya que no te voy a tener a ti, déjame que me quede al menos con eso.

Sin poder evitarlo, le di un pequeño empujón cariñoso. Era ese gesto o volver a lanzarme a sus brazos, y no queríamos eso. Bueno, realmente sí.

—Si sigues diciéndome cosas así, tendré que matar a todas las idiotas que crea que quieren tener algo contigo. Solo así aceptaría que lo intentáramos —bromeé.

—Yo te ayudaría —murmuró él, con los labios apretados para contener una sonrisa—. Supongo que hablaremos más de este tema —aventuró.

Asentí mientras aceptaba el brazo que me tendía para volver a entrar al local, algo que agradecí al notar el cambio de temperatura una vez cruzamos el umbral. Busqué con la vista a los demás y gracias a la altura de Jasper y su pelo rubio los localicé sin problemas, al igual que Edward. Así, algo nerviosos, atravesamos lentamente el local hasta reunirnos con ellos.

—Bells, te estábamos buscando... ¿Ha pasado algo? —preguntó Alice, mirándome con detenimiento.

Negué con la cabeza pero no pareció darse por convencida, algo que de todas formas ya esperaba. Rose me observaba en silencio; ella era más discreta, esperaría a llegar a casa para acribillarme a preguntas.

Ya había un grupo que tocaba, por lo que los chicos no deberían tardar mucho en subir, de hecho, ya se estaban reuniendo para ir al backstage y subir al escenario desde atrás. Jasper le dio su bebida a Alice y en ese momento intercambié una mirada nerviosa con Edward que no supe cómo interpretar. Le susurré un "buena suerte" esperando que lo descifrara y como respuesta obtuve una encantadora pero tímida sonrisa.

—Vamos a tener una graaan conversación... —dijo de pronto Alice, con el entrecejo fruncido.

Ignorándola, continué mirando al frente. No sabía cómo se podía haber torcido tanto todo, un día estaba sola y al otro tenía más de lo que hubiera podido esperar; más de lo que jamás había imaginado. Y es que, viendo cómo Edward subía al escenario y enchufaba los cables a su guitarra eléctrica de forma despreocupada, tuve una revelación que a partir de entonces, cambió mi forma de ver el mundo: es en los momentos en los que nada parece tener sentido cuando seguir lo que te dicta tu propio instinto deja de ser una idea descabellada y se convierte en la mejor opción. Siempre hay tiempo para enmendar errores, por muy garrafales que fueran.
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Paciencia con los demás capitulos!! ya llegaran... dejen sus comentarios ;)