lunes, 15 de febrero de 2010

All You Need is Love


Cosas que hacer.

—Hola Ed-dward —dijo nerviosa Bella, cuya cara tenía un peculiar color, parecido al de un cangrejo. Angela abrió la boca y miró para atrás; sin poder contenerse soltó una carcajada—. Gracias…—le murmuró Bella con un deje sarcástico en la voz, sintiéndose más incómoda que en toda su vida.

Edward se acercó a ellas y saludó a su amiga con un beso en la mejilla, después se volvió hacia la avergonzada chica y depositó suavemente sus labios en los de ella, al mismo tiempo que reía por lo bajo.

—¿Os importa que me una a vosotras? —preguntó educadamente, con una amplia sonrisa de felicidad en el rostro.

—Por supuesto que no, Edward —respondió Angela, entusiasmada por todo lo que estaba pasando.

—Estupendo. He terminado de trabajar y me pasé por vuestra oficina. Me dijeron que seguramente estaríais comiendo por algún restaurante de la zona. Como éste era el más cercano, probé suerte, ¡y aquí estáis! Luego escuché la voz de Bella y os encontré rápidamente —dijo él, sin dejar de mirar a la ruborizada chica, que intentaba resbalar de la silla para esconderse bajo la mesa—. Os invito a un café —añadió, y llamó al camarero para encargarle tres capuccinos y unos trozos de una tarta que según él estaba deliciosa—. En serio, vine a comer aquí un día después del trabajo, y ese postre… Uf, Angela, deberías probarlo—comentó, haciendo en hincapié en las dos últimas palabras, que Bella reconoció rápidamente como unas de las muchas que había dicho en su maldito y estúpido discurso. Vio como Angela reprimía una risa, escondiéndose tras el menú y soltó un gemido lastimero.

No podía estar pasando aquello, debía ser una broma de mal gusto.

—Aquí tienen —sonrió una camarera al traer el pedido. Bella bebió el café silenciosamente, incapaz de pronunciar una simple palabra.

—Mmmmh —murmuró Edward después de saborear su porción de pastel. Le hizo un gesto a Bella para que la probase y después añadió—: En serio, no existen palabras para describirlo.

Fue más de lo que Angela pudo soportar. Empezó a reírse descontroladamente, llegando incluso a llorar. Cuando se calmó anunció que iba a ir al cuarto de baño, por lo que dejó solos a Bella y Edward. Este último parecía no poder evitar sonreír maliciosamente.

—En serio, Edward, ¿es necesario que saques a relucir tu humor con esto? —quiso saber, cansada.

—Oh, claro que sí —rió él, y ella se mordió el labio, con ira—. Bella, ¿estás bien?

—No, ¡no lo estoy! —chilló de pronto la chica, dejándolo boquiabierto—. No es gracioso, ¿sabes? No sé cómo eres capaz de reírte de una situación tan vergonzosa.

—Vamos, Bella. Sólo estaba haciendo el tonto —se disculpó él, sin saber bien lo que decir.

—Da igual… —murmuró ella, y se dispuso a levantarse. No entendía el porqué de su comportamiento, pero le dolía que estuviese bromeado con algo tan íntimo.

—No vas a ir a ningún sitio —dijo él seriamente, moviendo su silla para quedar justo al lado de Bella—. Me he comportado como un imbécil inmaduro, pero no lo hacía con mala intención. Por favor Bella, mírame y dime que me perdonas.

—Está bien Edward —suspiró, y levantó la vista para posarla sobre sus verdes orbes, que parecían preocupadas—. Soy tímida, y que hayas escuchado eso es como si me hubiesen tirado una jarra de agua fría por encima. Y encima vas y empiezas a hacer chistes con todo lo que puedes, recordándomelo.

—Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento… —le susurró mientras depositaba besos por toda su cara, consiguiendo al fin que sonriese.

—Para, Edward —le regañó, al ver que las personas que se encontraban en las mesas cercanas estaban girando la cabeza para enterarse de lo que estaba pasando.

—Nunca podría parar de besarte, Bella —murmuró en su oído y sintió como algo rugía en su interior—. Viene Angela—se separó rápidamente, sonriendo a la chica que llegaba.

—Perdonadme por lo de antes, estoy tan estresada con el trabajo que llevaba demasiado tiempo sin reír —dijo algo sonrojada y mirando a Bella como pidiendo perdón.

—No pasa nada, Ang. Te entiendo... Deberías tomarte unas vacaciones como yo —sugirió Bella.

—Ya mismo está aquí Navidad, así que tendré tiempo para reponerme —suspiró, mirando su taza de café—. Por cierto, necesito ayuda, ¿qué demonios se supone que debo comprarle a Ben?

Bella sonrió, sabía que era la primera vez que Angela tenía pareja estable en Navidad, y debía estar hecha un lío con escoger el regalo perfecto.

—Le gustará cualquier cosa que le regales, Angela. Ben te adora —le respondió, recordando como miraba el chico a su amiga—. Posiblemente fabrique un altar para poner tu regalo.

Angela rió, más animada.

—Sí, pero es tan complicado… No sé qué se espera. A lo mejor lo decepciono.

—Si de verdad te quiere no le va a decepcionar ningún obsequio que venga de ti —sonrió Edward—. Es decir, obviamente si le das un florero pues quizás te mire raro, pero no es el caso ¿verdad?

—No, no lo es —contestó entre risas.

—Pues ya está. Sería bonito si le hicieses algo con tus propias manos —propuso, y vio como las chicas le miraban con ojos muy abiertos. Demasiado tarde se dio cuenta del doble sentido de sus palabras—. Por favor, no seáis tan mal pensadas —agregó, divertido—. Me refiero a una bufanda, o algo así.

—Es una buena idea —comentó Bella, sonriendo a su amiga.

—Qué difícil es esto de las relaciones… —suspiró Angela llevándose de nuevo la taza a la boca.

—Puede que sea complicado, pero merece la pena —dijo Edward mientras cogía una de las manos de Bella y le sonreía tiernamente.

—Oh, Dios mío… Sois tan monos —murmuró Angela, mirándolos embelesada. Después sacudió la cabeza y cogió el bolso—. Creo que me voy a ir, querréis estar solos.

—No seas tonta, anda —le sonrió Bella a su amiga. Había venido con ella y por mucho que le apeteciese estar en compañía de Edward sabía que no estaba bien echarla de esa forma tan descarada.

—No te preocupes, Angela —dijo Edward, tan educado como siempre—. He sido yo el que ha aparecido de pronto, tan inoportuno como siempre. Además quiero ir a casa, necesito asegurarme de que Alice no abusa de la energía de mi pequeño —bromeó, haciendo que las chicas riesen.

—Pobrecilla, justo cuando ha encontrado a alguien con su misma vitalidad vienes tú y quieres apartarlo de ella —comentó Angela, que conocía muy bien a su melliza.

—Mi Seth… Pobrecillo —suspiró Bella, consciente de lo que Alice le estaría haciendo pasar al niño. Vio que la mirada que Edward le dirigía tenía un brillo especial, pero delante de Angela no quería preguntarle acerca de aquello, por lo que decidió esperar a que estuviesen solos.

—Ha sido un placer volver a verte, Angela —le sonrió Edward a la chica, que se sonrojó al recibir de él un beso en la mejilla.

—El placer ha sido mío —dijo rápidamente. Emocionada, añadió—: En serio, deberíamos salir los cuatro a cenar o algo así.

—Por mí perfecto, cuando queráis —contestó Edward, y Bella asintió de acuerdo con él—. Después nos vemos Bella —besó sus labios levemente y salió del campo de visión de las chicas despidiéndose con la mano.

—No sé cómo haces para no derretirte cada vez que está cerca de ti —rió alegremente su amiga.

—Créeme cuando te digo que yo tampoco lo sé… —suspiró Bella, mientras Angela pedía la cuenta después de mirar su reloj—. ¿Ya ha pasado la hora del descanso? Vaya, quería pasarme por la tienda de fotografía para revelar unas cuantas…

—Todavía tenemos veinte minutos, así que podemos acercarnos sin problemas.

Un camarero llegó, muy sonriente, con el dinero que le habían dado anteriormente intacto.

—Parece ser que su cuenta ya ha sido pagada —Las dos mujeres alzaron una ceja, sorprendidas—. Por el señor Cullen, para ser más exactos.

Bella bufó, harta de la caballerosidad de Edward. ¿Era realmente necesario que pagase todo? Su amiga sin embargo parecía encantada por la actitud del chico.

Salieron del local para dirigirse con prisa hacia el pequeño establecimiento de revelado fotográfico. Bella le dio un pendrive al encargado para que imprimiese todas las que se encontraban en una carpeta específica. Esperando a que se revelasen eligió con la ayuda de Angela varios marcos, todos preciosos; siempre le había gustado esa tienda. A los diez minutos salieron de allí, y se encaminaron hacia la oficina viendo las fotos, protagonizadas por sus amigos aunque en la mayoría salían sólo Edward y Seth.

—Parecéis una familia —suspiró Angela cogiendo de las manos de Bella una en la que se encontraba ella misma riendo a carcajadas con Seth por alguna broma hecha por Edward, el cual miraba divertido a la cámara—. Bella, es lo mejor que te ha podido pasar en la vida…

—Soy consciente de ello —sonrió, pasando los dedos por la perfecta cara de Edward. Se podía decir que era la persona más fotogénica que conocía, aunque en vivo su perfección era aún mayor.

—Podríamos utilizar fotografías como esta para alguno de nuestros anuncios —bromeó Angela—. Nos ahorraríamos los modelos y todo eso.

Bella puso los ojos en blanco y se encaminó hacia su despacho, donde rápidamente seleccionó algunas de las fotos y las puso en los marcos que había comprado. Las dispuso por su escritorio y por las estanterías, que ya estaban a rebosar de retratos antiguos. Cualquiera que entrase sabría a la perfección que su propietaria era alguien que amaba a sus amigos y familia por encima de todas las cosas.

Cuando acabó se sentó en su cómoda silla, y suspirando se concentró en la lectura de unos informes. Estaba tan inmersa en ellos que no se enteró de que alguien había entrado y que carraspeaba para ganar su atención.

—¿Señorita Swan? —preguntó al final el hombre, divertido. Bella se sobresaltó y lo miró inmediatamente, jamás lo había visto antes. Era mayor, tendría unos sesenta y cinco años, pero se conservaba bien. Tenía el típico aspecto de alguien a quien admirar, con una espesa barba blanca y algo barrigudo. Era como un profesor al que todos veneraban, por lo que no pudo evitar sonreír recordando a alguno de sus mentores en la Universidad.

—¿Qué desea? —quiso saber, sin perder la sonrisa.

—Hablar con usted —contestó jovialmente el hombre, mientras entraba en la habitación. Bella le señaló la silla que se encontraba frente a ella y él fue hasta ella con movimientos sorprendentemente ágiles para su edad—. Soy Andrew Jefferson, presidente de la sucursal de Disney aquí en Nueva York. Supongo que ya habrá conocido a James, ¿no es así?

Bella asintió mientras estrechaba la mano con él.

—Yo soy Isabella Swan, aunque creo que eso ya lo sabe. Aún así prefiero Bella, me hace sentir más joven —rió animadamente con él—. Y sí, James ha sido una gran ayuda, nos ha guiado a lo largo de todo el proyecto.

—He estado muy atento al trabajo que está realizando esta magnífica compañía. Con la que estábamos asociados antes nos defraudó varias veces, pero somos de los que dan segundas oportunidades. Sin embargo llegamos a un punto en el que no podíamos seguir confiando en ellos más.

—Lo entiendo perfectamente, muchas veces los creativos nos tomamos demasiadas libertades y no tenemos en cuenta lo que se nos pide —comentó ella, que ya conocía aquel mundo por el que se movía—. Sin embargo, espero que estemos trabajando satisfactoriamente bajo su punto de vista.

—Mi querida Bella, ¡me encanta como trabajáis! —dijo él cariñosamente, entre estruendosas risas que le hicieron recordar a Emmett—. Por eso he venido, quería hablar urgentemente contigo.

—Usted dirá.

—Por favor, tutéame, yo también quiero sentirme joven —pidió sin cortar su risa—. En nombre de la compañía, me gustaría que os convirtierais en nuestro equipo publicitario. No es necesario que contestes ahora, sé que tienes que hablar con el viejo Uley —Bella alzó una ceja, sorprendida de que se tomase esas confianzas con su jefe—. Oh, soy un viejo amigo. Estoy seguro de que él aceptará encantado, pero me gustaría saber también tu opinión. Somos una empresa demasiado grande, damos mucho trabajo.

—Soy consciente de ello y es todo un honor—musitó Bella, aún sin creérselo—. Te haré saber mi respuesta tan rápido como la tenga —rió, acompañándolo en su jovialidad.

—Y ahora vamos a hablar de cosas más jugosas —añadió el señor Jefferson, frotándose las manos. Sacó de su chaqueta de marca un cheque y se lo puso por delante a Bella—. Ahí tienes lo que te corresponde por el tráiler.

Bella le dirigió una mirada confundida, normalmente le ingresaban el dinero en su cuenta al acabar el proyecto en el que estuviese trabajando. Era la primera vez que un cliente se comportaba de una forma tan directa, tan humana. Dudando, alargó la mano y echó un rápido vistazo despreocupado por la cifra. Cuando vio tantos ceros pensó que debería haber un error por lo que dedicó más tiempo en examinar el alargado papel.

—Esto… —empezó a decir, llamando la atención del señor Jefferson, el cual estaba muy entretenido mirando todos los detalles de su despacho—. Creo que ha habido un error.

—¿Qué error querida?

—Esto es demasiado dinero. Podría mantener a tres familias durante meses con esto —dijo ella, agitando el papelito delante de la cara del hombre, el cual se limitaba a sonreírle cariñosamente.

—Pues guárdatelo, la tuya lo necesitará —comentó mientras señalaba con la cabeza una de las fotografías de Edward y Seth—. Nosotros trabajamos así, si estamos satisfechos no vemos el porqué de no pagarlo bien.

—Pero… —empezó a decir ella, aunque no sabía muy bien como seguir. ¿Debía decirle que realmente no era su familia? Realmente los consideraba como tal, por lo que no le veía el sentido a contradecirlo. También quería seguir alegando en contra de la elevada suma que le ofrecían, pero estaba claro que aquel hombre era testarudo, casi tanto como ella.

—Ni peros, ni nada —dijo tajantemente él—. Coge el dinero y vete de vacaciones con tu encantador hijo y tu marido, seguro que habrás pasado mucho tiempo en la oficina por nuestra culpa —le dirigió una mirada culpable y después se incorporó para acercarse a la fotografía— ¿Puedo?

—Por supuesto —sonrió Bella y vio como la cogía y se la acercaba a la cara, posiblemente la edad le estuviese pasando factura a su vista. La cara del hombre se vio surcada por la sonrisa más grande que había visto hasta el momento.

—Es un niño precioso —comentó mirándola a los ojos.

—Sí, se parece al padre —bromeó. “Si supiese la verdad…” pensó distraídamente mientras el anciano se dedicaba a soltar carcajadas.

—Ya veo que es un hombre bien parecido. No sé por qué pero me suena su cara… —comentó mientras enfocaba sus ojos en el perfecto rostro de Edward. Bella pensó cómo podría conocer el señor Jefferson a su hombre y sólo se le ocurrió una cosa.

—Bueno, es doctor del Mt Sinai, el Hospital que está en la calle Madison —contó ella y los ojos del hombre brillaron.

—¡Como no me he dado cuenta antes! ¡Es el doctor Cullen! —exclamó emocionado y Bella se limitó a asentir, confundida—. Es pediatra ¿verdad?

—Sí, lleva un mes o así trabajando allí. ¿Cómo lo conoces?

El anciano suspiró y se pellizcó el puente de la nariz, parecía como si estuviese recordando algo doloroso.

—A mi nieta le tuvieron que hacer un trasplante de riñón, la operación fue hace unas semanas —dijo con un hilo de voz, y Bella notó que se le humedecían los ojos con la pena de aquel hombre—. Por fortuna todo está bien, conseguimos uno justo a tiempo. La pobrecita no estaba nada bien, fue muy duro verla así. Habíamos esperado mucho tiempo, la lista era larguísima y los donantes muy pocos, ya que no hay órganos tan jóvenes, normalmente son para personas mayores. Estábamos desesperados, hasta que un amigo nos recomendó a su marido. Parece ser que es muy bueno, además su padre es el eminente cirujano Carlisle Cullen, ¿no? —Bella asintió, y sabía que sus ojos destilaban orgullo por Edward y también por Carlisle—. Fue encantador, un médico único. Jamás he visto a un hombre con semejante sensibilidad.

—Sí, Edward es así —suspiró Bella, que se estaba familiarizando con las virtudes del chico.

—Ayudó mucho a mi familia, y mi pequeña Rachel estaba encantada con él. Creo que si tuviese unos quince años más hubiese sido un peligro para vuestro matrimonio —rió ante su chiste, pero Bella sonrió tímidamente. No sabía por qué pero le encantaba que pensase que estaban casados—. Por fin recibimos un riñón compatible con mi pequeña, y ese mismo día el doctor Cullen la llevó al quirófano. Sé que hubo complicaciones, pero la cosa salió bien gracias a sus habilidades, estoy seguro. Fue una ayuda caída del cielo, otro cirujano no lo habría hecho tan bien como él. No sé cómo explicarlo, pero tiene una sintonía especial con los niños…

—Lo sé, es increíble con ellos. No hay nada más que verlo cuando está con Seth —sonrió tontamente Bella.

—Intenté recompensarle todo lo que había hecho por mi familia de algún modo, y es que hasta nos recomendó a un psicólogo estupendo mientras estábamos esperando a un donante.

—¿Jasper Hale? –preguntó Bella dando la vuelta en su silla, que era giratoria, para coger una foto de las que se encontraban en la estantería de detrás suya. Se la tendió al señor Jefferson que la miró curioso. En ella salían Jasper y Bella abrazados, riendo alegremente.

—Sí, sí, ¡es él! —exclamó sorprendido—. Veo que sois un grupo muy polifacético.

Bella soltó una carcajada, mientras recogía de nuevo la fotografía.

—Sí, y eso que no has conocido ni a la mitad.

—Pues el señor Hale es increíble en su trabajo. Ayudó muchísimo a mi pobre hija, que estaba al borde de la histeria por lo de su niña—contó, entristecido—. Pero tras unas cuantas sesiones volvió a ser ella misma y después de que Rachel saliese sin problemas de la operación ha empezado a ser una persona nueva, más feliz.

—Me alegro de que Jasper haya podido ayudaros, es genial en su trabajo. Yo misma soy adicta a sus consultas —admitió Bella. Se sentía triste por todo lo que había pasado aquel buen hombre, pero daba gracias por el hecho de que todo al final había salido bien. No entendía como se había unido tanto a él en cuestión de minutos.

—Necesito agradecerle de algún modo a tu marido todo lo que ha hecho por nosotros —dijo de repente él. Bella movió la cabeza.

—Es cabezota, jamás aceptaría nada y menos por hacer su trabajo. Disfruta haciendo lo que hace, lo único que desea es tener más personitas bajo su cuidado. Es como la mamá gallina, cuidando celosamente de sus polluelos —no pudo evitar reírse con la comparación, pero era totalmente cierta, sólo había que ver cómo se comportaba con Seth, cogiéndolo siempre en brazos y dándole todo su cariño.

—Sabes Bella, me haces feliz —le sonrió el anciano a la confundida chica—. Me acabas de demostrar que aún existe eso del amor absoluto, el que hace que sólo veamos lo mejor de las personas. Hace años que no me encuentro con una persona como tú, que sería capaz de ser feliz sólo por el hecho de tener a sus amigos al lado.

—Son mi vida —dijo ella encogiéndose de hombros.

—Debes ser insoportablemente feliz —rió alegremente—. Además tienes un hijo encantador, ¿cuántos años tiene?

—Casi cinco —contestó, manteniendo su mentira—. Es el niño más inteligente que jamás he conocido, es imposible no quererlo con locura después de pasar tiempo con él.

—¿Tienes pensado ya su regalo de Navidad? —preguntó de pronto el señor Jefferson, y Bella negó con la cabeza aturdida por el giro en la conversación. Él pareció satisfecho y se frotó las manos emocionado—. Entonces tengo una idea. Aunque… ¿Habéis estado en California con él alguna vez? —quiso saber, seleccionando cuidadosamente sus palabras. Bella negó, cada vez más confundida—. ¡Eso es lo que quería oír! Pues querida mía, prepara las maletas porque iréis.

—¿C-cómo? —balbuceó Bella. Lo que le faltaba es que encima le invitase a un fin de semana en la playa, como si con el dineral que le acababa de dar no fuese suficiente para pagarlo ella misma.

—Estáis invitados a Disneyland, en Anaheim, el tiempo que queráis. Suponía que California iba a ser más cómodo que ir hasta París, pero si preferís Europa puedo solucionarlo en cuestión de segundos.

—E-espera —pidió ella, incapaz de digerir lo que acababa de decirle—. No puedo permitir que nos invites. Muchas gracias, pero no es necesario de verdad, podemos pagar las entradas sin problemas.

—Ya lo sé, obviamente un cirujano y una publicista que viven juntos no deberían pasar hambre, pero no se trata de eso. Yo quiero invitaros. A ti por lo fácil que estás haciendo que sean los negocios con tu empresa, a Edward por que le debo la vida de mi nieta, y al pequeño Seth… Pues por ser tan adorable —añadió mirando de reojo una foto en la que salía el niño solo, con cara de concentración mientras intentaba leer un libro con la ayuda de su padre, que lo tenía cogido en brazos.

—Es muy amable por su parte pero… —él la cayó de inmediato, y se llevó un teléfono móvil a la oreja. Estuvo hablando durante unos minutos, dando órdenes y soltando risas de vez en cuando. Tenía una personalidad tan encantadora que Bella se encontró deseando que fuese su abuelo, ya que ella no había conocido al suyo nunca.

—Listo —añadió cerrando el móvil—. Enviarán las entradas a tu oficina esta misma semana. Podéis usarlas cuando queráis, y cuando estéis allí di que vas en mi nombre. De todas formas ya ordenaré que os traten bien, no te preocupes.

—Todo esto es innecesario, de verdad… —se quejó Bella mientras veía como el hombre se levantaba del asiento.

—Tus tonterías sí que son innecesarias Bella —rió él, y cogió su maletín. La chica se levantó inmediatamente para acompañarlo hasta la puerta. Antes de salir se dio la vuelta y le dio un gran abrazo que la dejó sorprendida durante unos segundos pero que le devolvió rápidamente—. Saluda al doctor Cullen de mi parte, ¿lo harás? —ella asintió y sonrió aliviado—. Ha sido un placer conocerte, espero verte más a menudo.

—Y yo, dale saludos a la pequeña Rachel.

—Me encantaría que pudiésemos comer todos juntos, Edward, Seth, tú, mi pequeña y yo —propuso él, con su enorme sonrisa.

—Por supuesto, me parece una idea genial —aceptó ella y le entregó una tarjeta con su número personal y su dirección de email—. Llámame cuando quieras y lo planeamos todo.

El hombre la cogió emocionado y se alejó, andando elegantemente mientras se despedía con la mano. Suspirando entró en su despacho para volver a su lectura, llamando antes al banco para que llevaran a cabo el ingreso del cheque, que lo envió por fax, como solían hacer en la empresa.

Cuando acabó con el papeleo llamó a Edward, ansiosa de hablar con él.

¿Sí? —respondió con su aterciopelada voz.

—Hola Edward, soy Bella.

Oh Bella, ¿pasa algo? —se preocupó inmediatamente y ella sonrió.

—No, sólo me preguntaba si podríamos ir a cenar los tres.

Por supuesto, de hecho pensaba llamarte dentro de un rato. Fui a buscarte a tu casa pero no abría nadie, por lo que supuse que estarías trabajando aún.

—He tenido un día… ¿Intenso? ¿Interesante? —Edward rió desde el otro lado de la línea.

Ahora me lo cuentas, voy a ir a arrancar a Seth del sofá que está viendo una película y ya sabes cómo se pone… Cuando consiga moverle voy a buscarte, ¿vale? Espérame abajo, en la puerta.

—Ok —dijo antes de colgar. Se puso el abrigo y cogió el bolso, mirando antes si tenía todo dentro. Antes de irse se despidió de Angela, que estaba hablando animadamente con Ben acerca de qué hacer esa misma noche. Estuvo un rato con ellos, cotilleando acerca de la vida de sus compañeros como si fuesen colegiales. Al rato cogió el ascensor y para su desgracia se encontró con Mike dentro, pero como había más personas pudo fingir que estaba concentrada en la lectura de un mensaje de texto, para así no mirarlo.

En cuanto se abrieron las puertas salió precipitadamente, empujando a varios empleados por el camino, con los que se disculpaba sin parar de andar. Fue hasta la fría calle y se metió las manos en los bolsillos del abrigo, maldiciendo por dentro por no llevar nunca guantes. Tuvo suerte ya que no tardó en ver al flamante Volvo llegar y aparcar en una plaza libre que milagrosamente había.

—¡Bella! —gritó eufórico Seth corriendo hacia ella cuando salió del coche y alargando los brazos como si fuese un bebé, para que lo cogiese. Bella sonrió y lo alzó, apretándolo fuertemente.

—Hola cariño, ¿cómo te lo has pasado? —preguntó, besando su frente. Edward, que ya había llegado hasta ellos los miraba enternecido—. Hola a ti también Edward.

—¿Qué tal la tarde? —preguntó después de depositarle un beso en los labios, acto que consiguió que Seth riese como un tonto.

—Muy entretenida —sonrió ella—. ¿Dónde cenamos? —Edward se encogió de hombros—. ¿Qué tal si dejamos que Seth elija?

—¡Bien! —gritó él, palmoteando igual que su tía Alice—. ¡McDonald’s! Por favor… Es que con el HappyMeal dan muñecos de Bob Esponja —explicó, mientras ponía un puchero y cruzaba los dedos.

—Está bien, vamos chicos, ¿están listos? —preguntó Bella, haciendo alusión a la canción de Bob Esponja. A Seth se le iluminó la cara de emoción, y Edward soltó una risita por lo bajo.

—¡Sí capitán, estamos listos! —gritaron el pequeño y Edward a la vez y varios transeúntes los miraron, sonrientes.

Entre risas lograron que Seth se calmase y fueron andando hasta el McDonald´s más cercano. Como siempre estaba lleno, por lo que Bella y Seth fueron a buscar una mesa mientras Edward hacía cola para pedir la comida.

—Bueno pequeño, ¿cómo te lo has pasado hoy? —quiso saber Bella, después de haber encontrado un sitio donde sentarse.

—Genial, cada vez quiero más a tía Alice —sonrió tímidamente, y al rato soltó una risita que no venía a cuento.

—¿Qué piensas? —preguntó Bella divertida, ya que a ella también le pasaba a menudo eso de reír por que sí.

—Nada, me he acordado de las tonterías que dicen tía Alice y tío Emmett—contó, riéndose de nuevo.

—¿Has visto hoy a Emmett? —se sorprendió Bella.

—Sí, y a la tía Rosalie. Alice me llevó al sitio ese tan guay que es de tío Emmett. No sé cómo pero acabó rompiendo una mesa al tirarse encima —se carcajeó, recordando el momento—. Es taaaan enorme… Le dije que tuviese cuidado, que podía aplastar a tía Rose si seguía así y que la dejaría fea, con lo guapa que es.

Fue el turno de Bella para reír descontroladamente.

—Seguro que Rosalie te abrazó diciendo que el único guapo eras tú —comentó, conociendo el delirio de su amiga por los niños pequeños.

—Casi me deja sin respiración —confesó. No parecía asustado, al contrario, sonreía alegremente. Era asombroso lo que había cambiado en cuestión de semanas, sólo necesitaba gente que de verdad le demostrase cariño.

Edward llegó al rato, portando una gran bandeja que depositó con cuidado en la mesa.

—Qué locura, había una cola larguísima —comentó, mientras ponía la comida de Seth delante de este. El pequeño rápidamente abrió la caja del HappyMeal y sacó una bolsita de plástico de su interior. Estuvo forcejeando con ella durante unos minutos, mientras Bella intentaba convencer a Edward para que le dejase pagar.

—Papi, ¿me la puedes abrir? —pidió al fin, dándose por vencido. Edward le sonrió y se la quitó de las manos, abriéndola en un santiamén. Seth le miró con la boca abierta, pero sacudió la cabeza y cogió el regalo con un ágil movimiento de muñeca. Chilló emocionado al ver que le había tocado un mini-muñeco de su héroe de pantalones cuadrados—. ¡Cómo mola! —exclamó, olvidándose por completo de la comida.

—Seth, quiero que cenes ¿vale? —le dijo Edward—. Si veo que no te has comido la hamburguesa te quito el juguete y no te lo devuelvo hasta que no te lo hayas terminado todo.

—Jo, pero yo quiero jugar… —se quejó él, agarrando contra su pecho y con fuerza a Bob Esponja. Después miró de reojo la hamburguesa y la tripa le sonó—. Está bien, está bien… —soltó al muñeco justo a su lado y empezó a comer distraídamente.

Bella sonrió ante la imagen, y Edward lo notó.

—¿Pasa algo? —quiso saber, divertido.

—Eres muy buen padre —le dijo, acariciando una de sus manos, que estaba sobre la mesa.

—Sólo le he dicho que coma, Bella —rió él, cogiéndosela para besarla.

Cenaron intercambiando algún que otro comentario, que los hacía reír alegremente. Era tan fácil estar los tres juntos que parecía que llevaban la vida siendo una familia de verdad. El corazón de Bella había aumentado de tamaño desde que conocía a sus dos hombrecitos, jamás pensó que podía ser tan feliz como lo era ahora. Tenía a un niño precioso bajo su cuidado y a un hombre perfecto, que quería más a cada segundo que pasaba.

—¿Cómo ha ido el día en el Hospital? —se interesó Bella, mientras comía patatas.

—Muy intenso —suspiró él, y Bella notó el cansancio que desprendían sus verdes orbes—. He tenido dos intervenciones, pero al menos han ido bien. No podría estar aquí si no fuese así —sonrió tristemente.

—No siempre salen las cosas como uno quiere Edward, haces todo lo que puedes y la gente te adora por eso —le animó, y justo en ese momento se acordó del señor Jefferson—. Hoy he tenido una visita muy interesante —él la miró curioso—. ¿Te suena el nombre de Andrew Jefferson?

—Por supuesto, es familiar de la pequeña Rachel ¿no? —Bella asintió, sonriente—. ¿Cómo lo conoces?

—Es el presidente de la sucursal de Disney en Nueva York y quería verme para darme mi paga por lo de la película en la que estamos trabajando. Además quiere que mi agencia sea la que lleve el marketing de Disney.

—Bella, ¡eso es alucinante! —se alegró Edward, apretando una de las manos de la chica.

—Lo sé… Aún no le he dado ninguna respuesta, es mucho trabajo, ya sabes…

—Podrás con ello, estoy seguro —le dijo, y cómicamente levantó su vaso de plástico, lleno de Coca-cola—. Propongo un brindis por tu éxito.

Bella rió por su ocurrencia, pero alzó su refresco también. Seth se les unió rápidamente y los tres chocaron los vasos, riendo tontamente.

—Bueno, pues el señor Jefferson me ha dicho que te salude de su parte —siguió contando Bella al rato—. Eres como Superman para él. Bueno, SuperCullen me gusta más.

—¿Y MisterSonrisa?—propuso él, burlandose. Bella puso los ojos en blanco y él volvió a reírse, muy animado—. Es un buen hombre, sabía que era poderoso pero no me esperaba tanto. Estuvo destrozado con lo de su nieta…

—Ya me ha contado la historia. Me ha hecho gracia que los mandases a ver a Jasper —comentó.

—Hombre, aquí nos pasamos los clientes los unos a los otros. Si Jasper tiene alguien demasiado loco le recomienda una visita al doctor Cullen, y si a mí se me presenta algún paciente con un trastorno psicológico grave se lo mando directamente a Jasper —bromeó, pero intentando parecer serio.

—Eso es tráfico humano, ¿lo sabías? —se rió ella—. Podrían demandarte.

—Lo sé, ahí es donde entran Rosalie y su licenciatura en Derecho —concluyó él, orgulloso por su plan.

—Estáis locos —suspiró ella, con una sonrisa en la cara.

—¿Ves? Ahora te diría que mandases a esos locos a ver a Jasper. Sin diagnóstico ni nada, dinero fácil —sonrió satisfecho.

—Para ya de decir tonterías por favor —pidió Bella, poniendo en blanco los ojos—. Lo que quería decirte es que el señor Jefferson me ha propuesto que vayamos a comer con él un día.

—Pero hay algo que no entiendo. ¿Cómo sabe que me conoces? —quiso saber Edward, llevándose la bebida a la boca.

—Porque vio una fotografía tuya en mi despacho —contestó simplemente Bella, antes de morder la hamburguesa.

—¿Tienes fotos mías en tu oficina? —preguntó con voz ronca.

—Y de Seth, de Alice, de Rose, de Emmett, de Jasper, de mis padres, de los tuyos… —enumeró Bella con la ayuda de sus dedos—. No te sientas especial, Cullen —le guiñó un ojo y él sonrió pícaramente.

—Pero seguro que mi foto está en el mejor sitio —dijo “mi” señalándose a sí mismo y Bella no pudo evitar bufar.

—Claro, te tengo a mano para besar el cristal siempre que puedo —ironizó, poniendo los ojos en blanco.

—Es lo que yo haría —dijo él tímidamente y el corazón de Bella se paró por la emoción. ¿Sería verdad que él besaría una foto suya?—. Me refiero a que si tuviese una foto mía, no podría resistir la tentación de besuquearla. ¿¿Quién podría?? —preguntó haciéndose el ofendido. Bella sabía que estaba bromeando, como siempre, pero aún así esta vez sí que le molestó que no se lo tomase en serio.

—Imbécil… —murmuró, mirando la patata con la que estaba moviendo el kétchup distraídamente. Sonó la risa de Edward y sintió que se le pasaba parte de la ira con sólo escucharlo, como siempre.

—Bella, era una broma—le susurró, acercando su cara a la de ella—. No tengo ninguna fotografía tuya impresa, pero si así fuese estoy seguro de que no tendría color.

—¿Por qué no? —se extrañó, mirándolo fijamente.

—Por mis babas —empezó a reírse mientras acariciaba una de las suaves mejillas de la chica.

—Es un poco asqueroso, pero supongo que… ¿Gracias? —dijo, confusa pero divertida. Él sonrió seductoramente y se volvió hacia Seth, para ver si estaba todo bien. Pasaron un rato agradable, de esos que Bella sabía que recordaría toda su vida aunque se limitase a una simple cena en un restaurante de comida rápida. Rió a pleno pulmón con las bromas incesables de Edward y con los comentarios de Seth, que cada vez se parecía más a su apuesto padre adoptivo. Nadie dudaría que no tuviesen la misma sangre, verlos juntos era tan gratificante y había tanto amor entre ellos que no daba lugar a ninguna duda acerca de si eran familia o no.

No estuvieron mucho tiempo, ya que el día siguiente era laborable y había que continuar con la vida normal. Bella había decidido volver al trabajo y coger las vacaciones en Navidad, para poder disfrutarla con su familia y amigos. Uno de los motivos por los que no tenía ganas de volver a la oficina cada mañana era porque significaba menos horas junto a Seth, pero entendía que ambos tenían que hacer su vida normal. Si había podido sobrevivir más de veinte años sin él, no iba a pasar nada por estar separados durante las mañanas.

—Llegamos —anunció la aterciopelada voz de Edward, sacando de su ensimismamiento a Bella—. ¿Pasa algo? —la chica le sonrió y sacudió la cabeza, dejándolo más tranquilo. El niño salió rápidamente de la parte trasera del coche y le abrió la puerta a Bella, dejándola notablemente sorprendida.

—Papá siempre dice que hay que abrirle las puertas a las señoritas —comentó él encogiéndose de hombros. Edward soltó una risita mientras bajaba de su asiento.

—Veo que te han enseñado bien —rió Bella, saliendo también y cogiendo al pequeño en brazos—. Vas a ser todo un rompecorazones, como tu padre.

—¿Qué es un rompecorazones? —quiso saber Seth divertido, mientras se encaminaban hacia el ascensor.

—Son cosas de mayores Seth —dijo rápidamente Edward—. Más bien, tonterías de Bella.

—¡Eh, no te pases! —rió ella, pisándole un pie suavemente, ya que las manos las tenía ocupadas.

—Bella, ¿puedes dormir hoy conmigo? Tía Alice me dijo que lo haría alguna vez, pero que ahora no podía —puso el mismo puchero que la melliza de su padre—. Por favooor —suplicó, juntando las manos. Bella miró a Edward, que sonreía divertido por la escena y entendió que para él no era una molestia que se quedase a dormir con su hijo.

—Está bien Seth, voy a por el pijama y vuelvo en un segundo —besó una de sus siempre sonrojadas mejillas antes de dejarlo en el suelo. Caminó hasta su casa y abrió la puerta bajo la atenta mirada de los dos Cullen— ¿Tengo algo en la espalda? —preguntó haciéndose la enfadada. Los chicos sonrieron y entraron en su apartamento moviendo reprobatoriamente la cabeza a la vez. Soltando una risita, Bella corrió a ponerse el pijama lo más rápido que pudo y cuando pensó que estaba presentable para pasar la noche en la casa de Edward, pero sin planes sexuales de fondo, fue a la casa de sus vecinos. Entró ya que estaba abierto, y se paseó buscándolos con la mirada; como no había nadie a la vista se encaminó hasta la habitación de Edward, cuya puerta estaba medio abierta. Tenía música puesta; Bella reconoció enseguida la canción de Anya Marina, Move You, que la había escuchado hacía poco en un capítulo repetido de Grey´s Anatomy. No pudo evitar reírse cuando lo vio cantando con tanto entusiasmo, al mismo tiempo que se iba poniendo su pijama.

—¿Bella? —preguntó avergonzado Edward mientras bajaba el sonido de los altavoces. La chica no podía parar de carcajearse—. No ha sido para tanto…

—S-sí que l-lo ha sido —murmuró ella, secándose las lágrimas—. Es que es una canción muy de chica

En ese momento Bella sintió algo en las piernas, y bajó la mirada para encontrarse con el pequeño Seth que parecía enormemente feliz.

—¿De qué os reís? —quiso saber, y se dirigió hasta la cama de su padre, donde se metió bajo las mantas dejando al descubierto su carita.

—Aquí sólo se ríe ella —dejó claro Edward, después añadió—: Y únicamente de tonterías. Por cierto señorito, ¿qué haces en mi cama? —le preguntó, tirándose al lado suyo para hacerle cosquillas.

—¡Porque vamos a dormir los tres juntos! —exclamó Seth entre risas, como si fuese lo más obvio del mundo. Edward sonrió a Bella y palmoteó la cama, para que se acercase; la chica los miró y le devolvió la sonrisa al mismo tiempo que se acercaba. Cuidadosamente destapó su lado, a la izquierda de Seth y se metió dentro, tiritando por lo frías que estaban las sábanas. Era una situación extraña, parecía que a cada segundo que pasaban los lazos que los unía a aquellas dos personitas se hacían más y más fuertes. Sonrió para sí cuando notó la pequeña mano de Seth buscar la suya y supuso que también tendría cogida la de Edward. Era como estar en familia, se sentía completa, sin necesidad de nada. Podría pasarse horas en silencio si sus hombrecitos estaban con ella, formando a su alrededor esa nube de felicidad tan perfecta e impenetrable.

—Esto es tan guay… —susurró Seth, emocionado de tener a las dos personas que más quería en el mundo junto a él en un momento tan íntimo como era la hora de dormir.

Edward rió suavemente, y se tumbó de lado para ver a los demás, nervioso por pasar una noche con su hijo y Bella.

—¿No podéis dormir? —preguntó en voz baja. Dos pares de ojos lo miraron, con un brillo en los ojos difícil de explicar.

—No me suelo dormir al segundo de entrar en la cama, Cullen —murmuró Bella, con voz cansada. Seth soltó una risita débil y apretó con más fuerza las manos que sujetaba celosamente.

—Os quiero mucho a los dos —dijo en un susurro apagado, mientras los ojos se le cerraban lentamente.

—Y nosotros a ti, cariño —le susurró Edward, acercándose más a él. Poco a poco el sueño se fue propagando hasta dejarlos inconscientes, pero con las manos aún fuertemente entrelazadas.

Ninguno se movió hasta que no sonó el despertador a la mañana siguiente, sobre las siete y media. Perezoso, Edward besó las cabezas de Seth y Bella, y se levantó bostezando sonoramente. Lanzando una última mirada a la cama donde dormían plácidamente las dos personas más adorables que conocía se metió en el servicio para darse su ducha matutina. Era la única forma que conocía para empezar bien el día, el agua corriendo por su cuerpo conseguía despertarlo completamente, aunque el vapor lo aturdía.

—¿Edward? —preguntó la voz de Bella.

—Sí, estoy duchándome —sacó la cabeza por las cortinas y sonrió a la chica, que se frotaba los ojos insistentemente.

—¿Te molesta que entre a lavarme la cara?

—Ya estás dentro —rió él, volviendo a entrar en la ducha completamente. Escuchó el bufido de Bella y no pudo evitar seguir riendo. Era una pena que Seth estuviese a escasos metros, sino la hubiese invitado a acompañarlo. Decidió despejar esos pensamientos de su mente, era demasiado temprano como para estar excitado.

Bella tatareaba una cancioncilla mientras limpiaba el vapor del espejo para empezar a peinarse; tenía prisa ya que no quería incomodar a Edward, era su casa y sabía que estaba avasallando su intimidad.

—¿Me puedes pasar la toalla? —pidió el chico, sonriendo pícaramente. Bella puso los ojos en blanco y se la acercó, girándose rápidamente para no ver demasiado. Sabía que si lo hacía acabaría tirada en la bañera y había un niño presente, aunque todavía inconsciente.

Edward salió de la ducha con la mullida toalla rodeando su cintura, y recogió la ropa que tenía por allí esparcida sin prestar demasiada atención a Bella, la cual dio gracias por esto, ya que se encontraba babeando ante aquella imagen.

—Estoy segura de que te has dado prisa en terminar sólo para pasear tu bonito trasero por delante mía —consiguió decir al final, eligiendo descuidadamente las palabras. Él giró la cabeza y levantó una ceja divertido.

—¿Eso piensas? —rió pasándose una mano por el mojado cabello que le caía sobre la cara, haciéndolo aún más guapo—. No necesito escusas para enseñarte mi bonito trasero —añadió, acercándose a ella y besando sus labios.

—No creo que sea una buena idea —murmuró Bella dirigiendo una rápida mirada a la puerta, que estaba entreabierta. Sin embargo no pudo evitarlo y pasó sus brazos por el cuello de Edward.

—Sólo es un besito de nada —sonrió él, mientras mordisqueaba el labio inferior de la torturada chica.

—Sí, así se empieza siempre…—gimió Bella. Edward se apartó para mirarla mejor y torciendo su sonrisa le depositó un beso en la nariz.

—Está bien, ve a vestirte anda, llegaremos tarde —le apremió, empujándola para que saliese.

—Cullen no hay quien te entienda, primero me acosas medio desnudo y ahora me echas —bufó ella, moviendo las manos en un gesto de exasperación y girándose para salir, sin embargo la risita que escuchó a su espalda la hizo sonreír estúpidamente. Fue hasta la enorme cama de Edward y se encontró a Seth hecho un lío con las sábanas.

—Cariño —le susurró, besando su preciosa carita—. Es hora de levantarse.

Sorprendentemente no le costó conseguir que el niño se despertase y fuese a vestirse, por lo que aprovechó para ir a su casa y ponerse ropa decente. Tardó diez minutos, ansiosa de volver a estar con Seth y Edward aunque fuese por poco tiempo.

—Qué guapa —la saludó Seth, que estaba sentado en la mesa esperando el desayuno que cocinaba su padre. Bella sonrió y le guiñó un ojo, dirigiéndose hacia Edward para ayudarle.

—Ni hablar, siéntate, hoy cocino yo —sonrió él con suficiencia. Bella rodó los ojos y fue a ocupar la silla de al lado de Seth.

—No te ha dejado, ¿verdad? —se rió él.

—Es un pesado —comentó Bella entre risitas y Seth se tapó la boca para que no se le escapase ninguna carcajada.

—Os he escuchado, simpáticos —voceó Edward que se acercaba a ellos con una gran bandeja—. Si os encontráis vuestras tostadas quemadas no penséis que ha sido un accidente —sonrió dulcemente y Bella y Seth corrieron a coger las que no parecían quemadas antes de que pudiese incluso soltarla en la mesa—. Esto es increíble… Mira que podéis ser niños chicos —rió él.

—¡Eh, no nos llames críos! Lo único que nos pasa es que somos bajitos —exclamó Bella, poniendo cara de enfadada. Seth estalló en risas; parecía haber encontrado una nueva escusa para cuando le dijeran que no podía hacer algo debido a su corta edad.

Desayunaron lo más rápido que pudieron entre comentarios tontos y risas histéricas; después fueron en busca del fiel Volvo, que se encontraba en el sitio de siempre. Parecía que nadie se atrevía a quitarle el aparcamiento a un Cullen, ni aunque se tratase de la calle Madison, en Nueva York.

—¿Tienes mucho trabajo? —se interesó Edward mientras circulaba por la concurrida carretera.

—Lo de siempre, supongo —suspiró Bella, sin saber muy bien que se iba a encontrar en el despacho aquella mañana—. ¿Te viene bien comer juntos hoy?

—Mmmmh —se quedó pensativo, mirando al frente. A Bella le extrañó su comportamiento pero no le dio demasiada importancia—. Creo que no va a poder ser, tengo cosas que hacer.

—Oh, no pasa nada —dijo rápidamente. Estaba claro que, por algún motivo especial, no quería darle explicaciones. Y no iba a ser ella quien se las pidiese.

—Final del trayecto —sonrió él, y velozmente salió del coche para abrirle la puerta a la chica. “Al menos se comporta normal” pensó mientras salía y veía su habitual sonrisa torcida. Se despidió de él con un tierno beso en los labios y corrió a su oficina ya que como de costumbre llegaba tarde.

Fue una mañana horrible por el simple hecho de que tuvo que aguantar a la pesada de Jessica Stanley. Como trabajaba en su departamento y era la directora, estaba encargada de enseñarle el proceso de creación del tráiler de la película con la que habían estado trabajando para que fuese aprendiendo el oficio. Jessica era torpe y no entendía nada de lo que Bella intentaba explicarle, cuando la superior quitaba sus ojos de lo que estaba haciendo, o giraba la cabeza para cualquier cosa, la otra aprovechaba para mirarse las uñas, o bostezaba discretamente.

—Jessica, ¿me estás escuchando? —preguntó exasperada Bella. Justo en ese momento entraron en la sala Angela y unos cuantos compañeros de edición, que se unieron a la explicación. A las dos horas Bella se dio por vencida y decidió que era hora de hablar de la ineptitud de Stanley con el señor Uley. Estaban malgastando un puesto que podría ocupar alguien realmente interesado en lo que allí se hacía.

Sólo había estado debatiendo mentalmente durante unos segundos, pero Jessica ya estaba parloteando alegremente con la idiota de su amiga Lauren Mallory. Vio como Angela ponía mala cara al escuchar lo que decían, también notó que la miraba con ojos desorbitados, para después dedicarle una sonrisa nerviosa. No entendía a que venía el comportamiento de su amiga por lo que se acercó para ver de qué cotilleaban las dos chismosas.

—¡Te lo juro tía! —exclamaba emocionada Jessica y sacó su móvil para enseñarle algo a Lauren, la cual abrió desmesuradamente los ojos cuando lo vio—. Te dije que lo conseguiría, ¿no?

—Joder Jess, me has dejado sin habla… —murmuró la otra, que se estaba poniendo verde de los celos—. Entonces, ¿cuándo vas a quedar con él?

Bella puso los ojos en blanco mientras suspiraba cansada. Otra estúpida conversación sobre los hombres que Jessica Stanley se tiraba.

—¡Hoy mismo! Me ha invitado a comer —sonrió orgullosa—. Ya verás cuando se lo cuente a todas… ¡El doctor Cullen Jr.! Dios mío, qué bien me lo voy a pasar… —gimió, para enfatizar el doble sentido de sus palabras.

El mundo de Bella se derrumbó, aquello debía ser una broma de muy mal gusto.

—J-jessica —tartamudeó, incapaz de hablar coherentemente—. ¿Q-qué has dicho d-de C-cullen?

La joven la miró como si estuviese loca.

—¿Acaso no sabes quién es el doctor Cullen? —lo nombró de una forma tan asquerosamente empalagosa que Bella se sintió aún más enferma—. Sí mujer, el de los ojos verdes, con un cuerpo escultural y una cara que…

—B-basta, sé quien es —la cortó, mordiéndose el labio para no llorar. Al menos no delante de Jessica.

—Me ha invitado a comer. A . Estaba muy interesado en conocerme desde que me vio por primera vez en el Hospital. No le iba a hacer el feo, por lo que intercambiamos nuestros números el otro día —comentó orgullosa y volvió a enseñar su móvil, para que Bella pudiese comprobar que en la agenda había una entrada que decía Edward Cullen. Justo en ese momento, tras el dolor que sentía, su masoquista mente se hizo notar recordándole la respuesta del que pensaba que era el hombre de su vida a su proposición de hacer planes ese mediodía: “Creo que no va a poder ser, tengo cosas que hacer.

¿Cosas que hacer?

Fue más de lo que pudo soportar. Salió de allí corriendo con las lágrimas resbalando por sus mejillas. Una vez en la calle levantó una mano para parar un taxi; afortunadamente no le llevó demasiado tiempo.

—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó amablemente el conductor, girándose para encontrarse con una destrozada Bella.

No sabía dónde iría, pero estaba segura de que a casa no. No mientras su vecino la dejase plantada por tener cosas que hacer.

41 comentarios:

Anónimo dijo...

woww esta genial esta historia.... pero jessica que no puedo crerlo!!!
jeje
gracias!!!

Quiuy dijo...

ok...creo q hay una buena explicacion para esa invitacion a comer...verdad??? jejejeje....

se me va a hacer eterno el tiempo para el siguiente capítulo:S:S:S:S

Sτɑ. Łʋиɑ ♥ -[♪]- dijo...

Debe haberlaa...q le pasa a esta entrometiidaaa..!!! :@

pobre Bella...:(

pero ED no es asi...algo hay ay..!!

sigue asii..espero el proximO...XD

adrix dijo...

pobre bella, casi lloro con ella tambien. estoy segura que debe de haber una uena explicacion,
por favor sky no nos dejes sufriendo por mucho tiempo sippppppppp.
xxxxxxxxxxx adrix

adrix dijo...

lo siento me confundi besosssss
y realmete estoy casi llorando
sniffffffffffffffffffff

paula dijo...

ohhh..pobre bella, despues de que tiene todo unos dias como la super familia feliz,con edward y seth viene jesica y arruina todo.!! jajaja

pero que sera lo que edward tenga q hacer con ella..???jJAAA

y otra cosa..!! bella no puede tener mas suerte, le dan el trabajo mas maravilloso del mundo, le pagan un monton y encima la invitan a ir a disney de europa..!! algo mas..??
sip, esta con un hombre tan maravillosoo..!!! jajaja

yo tmb quiero algo asiii.!!!
pero que sea con mi lobo jajaja

besos enormes..!!! y muchos aplausos..!!!
espero el proximo capi..!!!

Anónimo dijo...

ooooooooooo
yesa jessica qle pasa
no puede ver a bella

pero edwaed no es asi seguro que tiene algo q ver mike por celos

cris dijo...

estoy contigo
eso tiene q ser un plan de mike y jessica para separar a bella de edward

paula dijo...

yo estoy contigo cris
eso tiene q ser idea de mike
a demas el telefono puede ser de cualquiera y poner el nombre de el
otro capitulo porfavor esta muy interesante
bss

Anónimo dijo...

felicidades
porfavor otro capitulo

Anónimo dijo...

eso eso otro capitulo

ILi dijo...

Ahora no podeis dejarnos asi!!!!!!!! Ahhhhhhhh

beeh dijo...

mdre mia sto se pone interesante jajaj me encantoo!!

Andrea♥cullen dijo...

uuuuuffffff!!!! ke dolor!!! what the H-E-L-L-!!! KE SE Supone ke esta pasando aki???? Edward con Jessica??? no lo creo...seguro k edward no a kedado kon ella deve ser ke se iba a comprarle un regalo de navidad y eso del numero es cosa de mike...
ke nervios...ke suspense!!!

Anónimo dijo...

otro capitulo porfavor
esta muy intereante

anacleta dijo...

jajajajaajaja
las bromas de edward

pobre bella ya se esta comiendo la cabeza
y seguro que eso es por culpa de mike y de jessica

diana dijo...

nonononon paa q pasoaca yome perdide algo nononono no puede serporfa porfa no e aguanta hasta laproxima porfaaaaaaaaaaaaaa

sayna cullen dijo...

estoy con ustedes xicas tengo teorias pero nunca son:

-puede q si q alla quedado con jessica para pedirle consejo para u regalo para bella y no invito a angela para no arriesgarse a que se lo cuente a balle.

-puede que alla sido un plan de mike porque bella le dejo y jessica porque edward la rechazo y entoces edward aya ido a comprarle un regalo de navidad a bella o a prepararle algo bonito para impresionarla.

esas son mis teorias y porfis pasense por mi blog y comenten de mi historia destino:

www.saynacullenfics.blogspot.com

Anónimo dijo...

jajajaja

Unknown dijo...

ME URGE SABER QUE PASA!!

ODIO A JESSICA STANLEY...
hehe
siempre de metiche

ojala sea mentira... hehehe

besis claire!!
y a todas!!

LOLA CULLEN ♥

Anónimo dijo...

q fuerteeee!!! yo no creo que edward le pida consejo a jessica antes se lo pedira a alice o a rose, esto es idea de mike seguro, como los separe lo yo mato jajaja neesito otro capi ya xfiiii

Anónimo dijo...

dale por fa otro capii! no aguanto hasta el viernes porfaaa es imposible el amoroso de Edward con la estupida de jesica stanley! dale por faa es una suplica d todas sky!!
me encanta la historia besos!!

yasmin dijo...

por dios!!! como nos dejas asi!!! yo no me creo que edward se vaya a comer con jessica es que no!! sto es cosa de mike xq sta celoso sube otro xfiiii no aguantamos asta el viernes xfiiiiiiiiii besos

Anónimo dijo...

aaaaaaaaaaa ya no aguanto!!!!!!!!!!
sube otro xfisssssssssssss
no nos djes asi!!!!
NECESITO saber k va a pasar.
me muero si no!!!!!!!!

adrix dijo...

plisssssssss claire
pon el sig. capi me muero por saber que pasa, no nos dejes sufriendo tanto tiempo jajaja.
besos adrix

Unknown dijo...

jessica siempre qiere con los hombres de bella me muero pero porqe por favor un capitulo nuevo pronto

Anónimo dijo...

que a pasao q edward va a quedar con jessica?
nooooooooooooooooooo
eso tiene q ser un chanchullo de mike
seguro
subel capitulo ya porfa no puedo esperar
me e leido el capitulo catorce mil veces
y no puedo aguantar mas

Anónimo dijo...

q exito esta teniendo los capitulos
jajajaaj
felicidades a la autora y a la q lo publica
bss

Anónimo dijo...

otro capitulo ya no aguanto mas

Anónimo dijo...

q alguien me explique q esta pasando porq no entiendo
como q edward a quedado con jessica
no puede ser
mi edward echo un coscolino

Anónimo dijo...

coscolino?

Anónimo dijo...

edward no es asi
pero tambien entiendo a bella

Anónimo dijo...

lo q esta pasando por los malditos celos de mike que tio no lo soporto y jessica menos

Anónimo dijo...

creo q mas o menos pensamos igual
q algo tiene q ver mike en todo esto
uuuuuuuuu cuando se entere edward de todo la q se va a formar
bss a todos y todas

Anónimo dijo...

cuando se entere edward de todo la q se va a formar
espero q sea pronto y no esten muchos capitulos separaos ahora q se animan a estar juntos va y pasa esto

Anónimo dijo...

no entiendo como puede haber gente asi que solo quiere el mal a los demas
porque seguro q mike le convencio a jessica pa q hiciera eso y la tonta le hace caso

Anónimo dijo...

paula dijo...

yo estoy contigo cris
eso tiene q ser idea de mike
a demas el telefono puede ser de cualquiera y poner el nombre de el
otro capitulo porfavor esta muy interesante
bss
en lo del telefono te doy la razon

adrix dijo...

claire plisssssssss otro necesitamos saber que pasa con nuestra linda y hermosa pareja. no nos los imaginamos separados plisss no nos hagas sufrir tanto.
besos adrix
otro capi vale

Anónimo dijo...

otro capitulo que me muero ya de intrigas

Anónimo dijo...

otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
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otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya
otro cap ya

Anónimo dijo...

joe eso ya es pasarse con
otro cap ya

jajajajajaaj
todos qeremos otro capitulo pero tas pasao un poquito no?
po si q esta teniendo exito esta fics