viernes, 26 de febrero de 2010

All You Need is Love


Bueno chicas aqui capi acabo de llegar del doctor que me torturo con agujas pero aun asi aqui el cap jajaja..Besos y Disfrutenlo.!!!
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Funclub NY

Cuando Bella despertó se encontraba sola en la cama. Miró de reojo el reloj-despertador de la mesilla de noche y vio que eran las diez de la mañana, aunque sintiese como si fuesen las seis o las siete. Había pasado la noche despierta, preocupada por las profundas toses de Edward y yendo y viniendo con vasos de leche caliente para que se los tomase, en un intento de conseguir que se durmiera.

Vio que a su alrededor todo estaba lleno de pañuelos de papel usados, inhaladores que aliviaban la congestión y de los vasos anteriormente mencionados, vacíos.

Imaginó que Edward estaría teniendo un día horrible. No debía ser fácil trabajar en esas condiciones.

Medio dormida, se cambió del lado de la cama donde ella dormía habitualmente al que ocupaba siempre él, en busca de su olor tan característico. Una vez lo encontró sintió como sus músculos se relajaban y una sonrisa estúpida apareció por su rostro.

Cuando vio que el aroma había desaparecido, bufó resignada y se desperezó, dispuesta a levantarse. Se refregó los ojos y empezó a recoger el dormitorio, que daba pena verlo.

Estaba cogiendo los vasos para llevarlos a la cocina cuando vio un folio doblado cuidadosamente. Lo cogió y lo desdobló, dejando visible la caligráfica letra de Edward.

Bella,

Siento que tengas que recoger tú sola este desastre que he causado yo. Te lo compensaré, aunque deberás esperar a que se me pase lo que sea que tengo, no me gustaría poner en cuarentena a todos los que estén en el restaurante.

No he querido despertarte para despedirme, demasiado despierta has estado esta noche por mi culpa… Volveré temprano, no malcríes mucho a Seth. Te quiero.

Edward.

Pdta.: Se me ha olvidado decirte que mis padres vendrán hoy, no sé a qué hora. Quieren ir a lo de Emmett. No te asustes si llaman a la puerta, aunque no estaría de más que mirases antes de abrir. ¿Te he contado lo que le pasó a mi vecina, en Londres?

Bueno, tengo prisa, recuérdamelo después.

Pdta2: He releído esto y sólo falta que te cuente un chiste… Estoy dudando si dejártela o no.

Bella reía entre dientes mientras la doblaba de nuevo, pensando en lo maravilloso que era Edward. No sólo tenía un físico espectacular, sino que además sabía hacer reír y era cariñoso con aquellos a los que quería.

Después de despejar todo y dejar como nueva la habitación, fue a buscar a Seth, el cual estaba en la cocina intentando prepararse una taza de cereales.

—Buenos días Bella, ¿qué quieres para desayunar? —preguntó con una enorme sonrisa.

—Buenos días, cariño. No te preocupes, yo haré el desayuno —Le dio un beso en la cabeza y sacó el cuenco por el que el niño estaba de puntillas, intentando cogerlo.

—Papá debería guardarlos en otro sitio, donde yo pueda llegar sin problemas —se quejó mientras echaba con sumo cuidado leche en él, intentando no tirarla.

Bella, que estaba metiendo una rebanada de pan en la tostadoras rió suavemente.

—Me parece que lo hace para poder preparártelo él. Cuando crezcas no querrás saber nada de nadie. Se está aprovechando ahora que puede.

Aunque pareció no entenderlo, no siguió preguntando. Se quedó callado mientras devoraba sus cereales de chocolate con avidez.

Bella desayunó tranquilamente, charlando con el pequeño sobre la cena de la noche anterior y terminó prometiéndole que intentaría conseguir que Rachel se pasara de vez en cuando a verlo. Le enterneció que estuviese tan animado después de escuchar aquello.

Tras haber recogido, fueron a casa de Bella a por George; el pobre llevaba unos días totalmente olvidado por su dueña. Seth chilló de alegría cuando ésta le contó que el hurón viviría ahora con ellos, al igual que ella misma.

Ayudó a Bella a coger las cosas que sentía imprescindibles para su día a día, aunque estaba tan emocionado que las cosas resbalaban de sus manitas.

—Y ahora a encontrar un sitio donde poner todo esto… —suspiró Bella colocándose una mano en la cadera y otra en la cabeza, mientras contemplaba el interior de la casa de Edward. Recordando las palabras del señor Jefferson, había cogido de su apartamento algunas fotografías de ellos tres y las fue colocando por todo el salón, bajo la atenta mirada de Seth que le iba indicando si le gustaba o no cómo lo estaba haciendo.

Después pusieron el cajón de arena de George en la terraza, la cual estaba acristalada creando así un cálido microclima. El hurón paseaba a sus anchas, curioso, y el niño lo seguía soltando risitas cada vez que el animal se escapaba de sus intentos de cogerlo en bazos.

Bella arrastró una maleta llena de ropa hasta el dormitorio que compartía con Edward y empezó a colgar cada prenda en perchas que sacó del armario. Gracias a Dios, Esme y Alice habían sido previsoras a la hora de decorar la casa y habían adquirido uno lo suficientemente grande como para dos personas.

Sonrió al ver la informal ropa de Edward. Sin duda tenía un estilo propio difícil de imitar. Muchos darían años de su vida por conseguir que una simple camisa de cuadros les quedase tan bien como a él.

Olvidando que tenía que ordenar sus propias prendas se dedicó a cotillear las de Edward, encontrando muchas que aún no se las había visto puestas.

Tenía varios trajes de chaqueta dentro de fundas de plástico. Bella supuso que no sería algo que utilizara asiduamente.

Para continuar con su examen exhaustivo del armario, abrió uno de cuatro cajones que había, nerviosa por lo que se pudiese encontrar. Se imaginó a Edward entrando en ese momento y empezó a reír mirando de reojo a la puerta, por si las moscas.

En el primer cajón sólo había camisetas de manga corta. Algunas viejas, para estar por casa o para dormir, y otras de las que solía ponerse bajo los jerséis de punto.

Después de verlas todas y haber hecho valoraciones mentales de cada una de ellas pasó al siguiente cajón, en el que se encontraban cientos de parejas de calcetines. Sonrió al ver que la mayoría eran de colores chillones y con dibujos o rallas. Se hizo una nota mental para recordar reírse de él en cuanto llegara.

El tercer cajón estaba lleno de ropa interior. Completamente roja lo cerró de forma veloz y fue a sentarse al pie de la cama. Soltó una risita de adolescente hormonal y de un salto se acercó de nuevo, para volver a abrirlo, mordiéndose fuertemente el labio inferior. Se estaba comportando como una completa depravada sexual. Sabía que la próxima vez que mirase a Edward a la cara se pondría tan sonrojada que él se preocuparía.

Estuvo un rato rebuscando, con su malvada mente creando fantasías de Edward semidesnudo y acercándose a ella. Soltó una risa histérica cuando encontró una caja de preservativos abierta. "Joder Bella, cualquiera diría que tienes más de veinte años y que no eres virgen… Deja de ser tan patética" Iba a devolver la caja a su sitio cuando se le ocurrió mirar dentro, a ver cuántos había. No es que dudase de Edward, simplemente sentía curiosidad y necesitaba saciarla.

Su corazón se detuvo. Faltaban cuatro, y que ella recordase sólo habían usado dos.

—¿Bella? —Seth asomó la cabeza por la puerta, consiguiendo que la aludida soltase un grito de pánico mientras ponía sus manos tras la espalda—. Han llamado al timbre.

—G-gracias c-cariño, ahora voy —él se quedó esperándola con una ceja levantada, consciente de que algo pasaba—. ¿Por qué no vas y coges a George? Cuando alguien abre la puerta tiene la costumbre de escaparse.

Seth pareció asustado por el hecho de que el animalito pudiese perderse y salió a toda pastilla, llamando a pleno pulmón al hurón.

Bella suspiró y metió a toda prisa los condones en su sitio. Ya le daría vueltas a la cabeza después. Inspiró varias veces en un intento de calmarse y arreglándose el pelo se dirigió hasta la puerta.

Como esperaba, eran Esme y Carlisle, que corrieron a abrazarla nada más verla.

—Bella, ¿pasa algo? —preguntó Carlisle con el semblante serio, después de besar las mejillas de la chica.

—Cosas mías… —susurró Bella, con la vista fija en el suelo—. Pasad, estoy en plena mudanza, por eso el desorden.

—¿Mudanza? —inquirió con voz aguda Esme, al mismo tiempo que se quitaba su elegante abrigo beige.

—Sí, Edward y yo hemos decidido probar a vivir juntos.

Una nueva ronda de abrazos llegó para Bella, consiguiendo que se sintiera abrumada.

Carlisle se acomodó en el salón junto con Seth, y ambos se pusieron a jugar tirándole una pequeña pelota de goma al hurón para que la recogiese.

Esme, por el contrario, fue con Bella a ayudarla a recoger su ropa.

—Cariño, estoy tan contenta de que hayáis dado el paso de vivir juntos —comentó mientras doblaba magistralmente unas camisetas—. Los dos estabais tan solos…

—Espero que nos vaya bien —suspiró Bella. Le preocupaba que la convivencia hiciese que la relación fuese a peor, que pasaran los días discutiendo o algo del estilo. Y además estaba aterrorizada por lo de los preservativos. Pero claro, no podía contarle eso a Eme.

—Vosotros no estáis hechos para pelearos —rió Esme, como si hubiese oído lo que Bella acababa de pensar—. Sois demasiado nobles como para hacerlo. Algo cabezotas, sí, pero estoy segura de que todo saldrá bien.

Con la ayuda de Esme, Bella acabó de instalarse rápidamente. Era una mujer que sabía mucho acerca de cómo ahorrar espacio ya que su especialización y a lo que se dedicaba era a la Decoración de Interiores.

Una vez todo estuvo en orden, fueron a preparar algo para comer. Esme empezó a hacer pollo al curri, el plato favorito de Edward. Bella sonrió sabiendo que lo estaba preparando por eso, era consciente de todo lo que quería la señora Cullen al menor de los varones de su familia. Como ella repetía constantemente, era su pequeño, aquél que se había sacado Medicina y el conservatorio de música a la vez.

—Bella, trocea la lechuga —iba pidiendo Esme, que irradiaba felicidad. Bella, obediente, hacía todo lo que le mandaban. Carlisle y Seth también se unieron ayudando a poner la mesa, aunque les cayó una buena riña por parte de Esme, ya que lo hicieron sin lavarse primero las manos—. Es un animalito encantador, pero un animal al fin y al cabo —repetía, con las manos en las caderas. Bella rió por lo bajo al ver a Carlisle con la mirada gacha andando hacia el cuarto de baño, como si fuese un crío después de una travesura.

—¡Ya estoy en casa! —la voz de Edward retumbó por toda la casa—. Bella… —canturreó, alargando las vocales más de la cuenta—, ¿qué huele tan bien? ¿Has metido a Seth en el horno?

Esme y Bella rieron como tontas al ver a Edward asomándose con los ojos cerrados, una enorme sonrisa y olisqueando de forma sonora. Sin embargo, Bella paró en seco. Aún tenía que hablar con él, y ver cómo le sonreía la ponía más nerviosa de lo habitual.

—¡Mamá! —exclamó al verla. Soltó el maletín de trabajo en la mesa de la cocina y fue a abrazarla. Esme besó sus mejillas mientras agarraba con cariño su cara—. Pollo con curry… Te adoro.

—Y yo a ti, pequeño —rió encantada ella, volviendo sus manos a la olla, que desprendía un aroma delicioso.

Carlisle y Seth volvieron de su excursión al lavabo riendo de algo y no se percataron de la presencia de Edward.

—Un hola no estaría mal —dijo él, fingiendo estar ofendido. Seth lo miró y sus enormes ojos verdes se iluminaron. Fue corriendo y dio un gran salto para que él lo cogiese al vuelo—. ¿Cómo estás, campeón? —Después se volvió para mirar a su padre—. A ti te tengo muy visto ya…

—Créeme, yo también estoy harto de ti—le contestó Carlisle, agarrándolo por un brazo y dándole un coscorrón en la cabeza mientras reía—. Todo el día dando paseos por los pasillos, ¿es que no tienes otra cosa que hacer? Para eso no deberías haber pasado años estudiando Medicina.

Edward puso los ojos en blanco.

—Me gustaba el ambiente de mi Facultad —comentó bromeando.

—¡Papi! ¡¿A que no sabes una cosa?! —exclamó Seth poniendo sus manitas sobre las mejillas de Edward, intentando llamar su atención.

—Sorpréndeme —rió él.

—¡Bella se va a venir a vivir con nosotros! —chilló—. ¡¡Y lo mejor es que George también!!

—¿No me digas que Bella va a traerse un novio? —Edward puso cara de sorprendido y el niño soltó una sonora risa.

—¡Pero si tú eres su novio! —gritó, haciendo que Esme riera suavemente y Bella se sonrojase—. George es el gatito.

—Hurón —corrigió Carlisle.

—Eso —sonrió a su abuelo y después miró a su padre, con un puchero—. ¿Puede dormir conmigo? Es que ahí fuera va a hacer tanto frío…

—No vas a dormir con un animal, Seth, quítate esa idea de la cabeza —dijo severamente Edward.

—¿Por qué? Jo, es que va a estar tan solo…

—Porque es peligroso, ¿no sabes lo que le pasó a una niña que dormía con su serpiente? —El niño negó, interesado por la historia—. Pues como te he dicho, todas las noches dormía con ella. Entonces empezó a darse cuenta de que no comía nunca, pero que cada mañana estaba más grande. Una mañana se levantó y se fijo en que desde hacía algunos días el animal dormía totalmente estirado, paralela a ella. Se asustó por su comportamiento y lo llevó al veterinario. ¿Sabes qué le dijo?

No sólo Seth estaba pendiente de su historia. Tanto Esme como Carlisle y también Bella lo miraban con ojos curiosos, no muy seguros de que estuviese hablando en serio. Al fin y al cabo era Edward.

—No —susurró el pequeño, algo asustado.

—Le dijo que lo que estaba haciendo era medirse respecto a ella, para alcanzar su mismo tamaño y así poder comérsela.

La cara de Seth se tiñó de horror. Bella y Carlisle, por el contrario, rieron disimuladamente. Esme sin embargo miraba furiosa a Edward.

—¿Cómo te atreves a asustarlo de esa forma? —le reprendió, y fue a coger al pequeño de sus brazos.

—Para que se quite esas ideas de la cabeza —dijo simplemente él.

—Seth, tú ni caso —sonrió Bella—. Venga, vamos a comer.

Estuvieron almorzando más tiempo de lo normal, alargando el momento familiar ya que normalmente no se veían a menudo. Esme y Carlisle disfrutaban de Seth al máximo, prestándole una plena atención, con la que el niño se sentía enormemente complacido. Bella, por lo contrario, estaba demasiado ocupada escudriñando a Edward, intentando descifrar el enigma de los profilácticos. Éste sin embargo reía a pleno pulmón por sus propios chistes, aunque de vez en cuando su fuerte tos y estornudos lo hacían callar e ir por papel higiénico a toda prisa.

Tras acabar de limpiar y recoger todo, Rosalie llamó a Bella para ponerla al día de los planes de esa noche. Habían quedado a las once y media en el pub, aunque la inauguración oficial era a media noche.

Los señores Cullen se mostraban impacientes puesto que no habían visto el local aún, sólo los planos que Emmett les enseñó cuando adquirió el sitio. Eran conscientes de todo lo que habían trabajado tanto él como los demás, por lo que ardían en ganas de estar allí aunque aseguraron de que volverían a casa de Edward relativamente pronto ya que "la edad de ir de fiesta" se les había pasado.

La tarde transcurrió tranquila. Esme se sometió a un concienzudo proceso de manicura en el que incluyó a Bella mientras Carlisle enseñaba al pequeño Seth a jugar al ajedrez. Edward se había ido a la cama en un intento de mejorar su salud.

—Es una pena que mi hijo esté tan mal, se va a perder lo de esta noche —suspiró Esme mientras pasaba un bastoncillo mojado en quitaesmalte por los restos de pintura que había en la piel cercana a sus uñas.

—Ya, pero aún así no tiene con quien dejar a Seth…

—Pero Seth puede venir también. Carlisle y yo nos volveremos pronto, por lo que se podría venir con nosotros.

Bella suspiró. Aquello podría haber sido tangible si Edward no estuviera medio muerto en su cama.

—Otro día será —dijo simplemente, sin querer mirar a la cara a la señora Cullen ya que si lo hacía ésta se podría dar cuenta de lo afectada que estaba en realidad.

Dos horas antes del esperado acontecimiento prepararon una cena ligera consistente en una amplia variedad de ensaladas, cortesía de Esme.

Tras eso, Bella fue a darse una ducha rápida para empezar a prepararse. No le sorprendió ver a Alice cuando salió de ella.

—¡Bella! Date prisa, tenemos poco tiempo —chillaba, con una plancha del pelo en la mano. Estaba completamente arreglada ya, con un vestido precioso que le llegaba por encima de las rodillas. Era palabra de honor, de gruesos trazos rosas y blancos y con un lazo a la altura de la cintura. Parecía una muñeca de porcelana, con su piel clara en contraste con el rosa—. ¿Te gusta?

—Estás impresionante —sonrió Bella.

Alice llevó un taburete hasta el amplio cuarto de baño e hizo que se sentase en él, justo delante del espejo, antes de comenzar con su magia.

Después de aplicarle a la cara de Bella una oscura sombra de ojos grisácea, el delineador, el rímel, la base de maquillaje, algo de colorete y un pintalabios rojizo, se dio por satisfecha y empezó a trabajar con su pelo. Optó por recogérselo en un moño no muy ornamentado, con un flequillo recogido a la izquierda y con algunos mechones cayéndole por el rostro y por el cuello.

—Todo esto podría haberlo hecho yo sola —se quejó Bella mientras sentía los dolorosos tirones de Alice.

—Sí, pero me habría divertido menos —rió ella, más alegre que de costumbre—. Creo que ya está.

Bella se miró detenidamente en el espejo y quedó satisfecha por el trabajo de Alice, aunque jamás lo reconocería públicamente, o al menos delante de ella.

—No está tan mal.

Alice bufó y salió del cuarto de baño en dirección al dormitorio de Bella y Edward.

—¿Qué buscas? —preguntó Bella al verla revolver en el armario.

—Tu vestido, el que te compraste hace tiempo para esta noche.

—Está en mi casa —sonrió Bella—. Aún no he terminado de trasladar todo.

Alice agitó una mano como queriendo decir "sí, sé que eres un desastre" y fue a buscar las llaves de la casa de Bella en el bolso de esta misma. La aludida vio como iba y venía, esta vez con el vestido entre los brazos, con la boca abierta.

—Tú no te cortes —bufó mientras era empujada a la habitación por la pequeña diablo—. ¿Me puedo vestir yo misma?

—No estoy segura de que lo hagas bien, pero supongo que me arriesgaré —bromeó Alice con una risita. Salió a toda prisa al ver que Bella le tiraba uno de los zapatos grises que iba a ponerse esa noche.

Bella cogió el vestido, que era palabra de honor, de un material parecido al satén y de color azul cielo, y se lo puso deprisa a sabiendas de que le quedaba poco tiempo para marcharse. Se estaba calzando los zapatos cuando la puerta se entreabrió.

—¿Puedo pasar? —preguntó Edward asomando la cabeza. Al verla sonrió y entró de forma decidida—. ¿Podrías estar más preciosa? —Bella se avergonzó y él rió mientras pasaba los brazos por su cintura—. No, es imposible.

—Lo que tú digas —masculló ella por lo bajo—. Edward, me siento muy mal yendo de fiesta y dejándote aquí solo y enfermo —tocó su frente y abrió los ojos al máximo—. ¡Estás ardiendo!

—No es nada —susurró con una sonrisa—. Es tu noche, disfrútala.

—No puede ser mi noche si tú no estás conmigo —bufó Bella apoyando su cabeza contra el pecho de Edward.

—¿Ni lo vas a intentar?

Bella negó con la cabeza y después de un suspiro se apartó.

—Volveré temprano, no me apetece estar allí. Cuando vea que Emmett está lo bastante ocupado como para no notar mi ausencia vendré a hacerte compañía —afirmó antes de ponerse de puntillas para besarlo.

Iban a profundizar el beso cuando los chillidos histéricos de Alice resonaron por toda la vivienda. Bella echó un vistazo al reloj y fue consciente de que quedaban quince minutos para las once y media.

—No te preocupes, estaré bien, acabo de tomarme las medicinas —sonrió Edward al ver la preocupada mirada de la chica. Ésta suspiró—. Mira, voy a meterme ya en la cama. Seth también se ha acostado, por lo que no me retiene nada. Espero despertar mañana mejor —suspiró.

Bella lo obligó a tumbarse y después lo tapó como si fuese un niño pequeño arropado por su madre. Besó su ardiente frente y salió del dormitorio sintiéndose mal.

—¿Todos listos? —gritó Alice sin saber controlar el tono de su voz.

Bella se puso una rebeca de punto del mismo tono grisáceo que sus zapatos y cogió un pequeño bolso y un abrigo azul.

—Todos listos —repitió de forma afirmativa Esme, que estaba preciosa con un vestido verde botella que combinaba con sus ojos, esos que tanto Edward como Alice habían heredado. Carlisle estaba esperando en la entrada, tan atractivo como siempre. Su olor varonil llenaba la estancia y hacía que Esme suspirase como una adolescente.

—Señoritas —sonrió al abrir la puerta y dejó pasar a las mujeres, que alagadas por su caballerosidad salieron entre risitas.

—Alice, ¿y Jasper? —quiso saber Esme una vez estuvieron camino al coche de Carlisle. Habían decidido ir en este ya que los señores Cullen querían llevarlo para que la vuelta les fuese más cómoda. Alice y Bella volverían casi por la mañana y posiblemente con altas tasas de alcohol en la sangre, por lo que un taxi sería la mejor idea.

—Después de dejarme en casa de Edward se fue al pub, a ver si podía echar una mano con las cosas de última hora.

El camino hacia el local fue corto ya que estaba relativamente cerca del bloque de edificios en el cual vivían Bella y Edward.

Un letrero luminoso que rezaba Funclub NY junto con una fachada donde estaban pintados los rascacielos neoyorquinos les indicó que habían llegado al destino correcto. Una larga fila de personas esperaban para entrar, aunque aun fuese temprano.

—¿Habéis visto cuanta gente? —exclamó Alice señalando la cola, provocando la mirada de algunos. Anduvieron con seguridad hasta el principio para llegar hasta el jefe de seguridad, que era incluso más corpulento que el propio Emmett.

—Somos familiares del dueño —dijo amablemente Carlisle—. Esme, Alice, Carlisle Cullen y Bella Swan.

El hombre miró ceñudo una lista que tenía entre las manos y al instante hizo un gesto con la cabeza para que entraran, mientras les dirigía una sonrisa de disculpa.

Antes de entrar en lo que era la sala del pub había que pasar por una pequeña habitación donde estaba el guardarropa. Dieron sus abrigos a la encargada, la cual les entregó a cada uno unas pequeñas fichas identificativas para cuando fuesen a recogerlos. Una vez estuvieron libres de peso entraron de uno en uno, ya que la puerta era estrecha.

Bella fue la última a regañadientes, estaba impaciente por ver el resultado final de tantas horas de trabajo. Había estado muy implicada al principio, dando ideas para la decoración y con la publicidad, pero hacía un tiempo que no se pasaba. Emmett se lo había prohibido explícitamente a todos, quizás para aumentar así la expectación.

—¡Madre mía! —exclamó Esme una vez vio el lugar por dentro.

Todos se quedaron boquiabiertos. Era amplio y las luces estaban encendidas, dando a entender que la fiesta no había empezado aunque ya estuviese lleno de jóvenes que charlaban y miraban a su alrededor, curiosos.

La pared de la izquierda estaba completamente decorada con pinturas que Bella sabía que eran de artistas independientes de la escuela de Arte de Nueva York. Eran enormes retrato de grupos musicales a lo Andy Wharhol y cuadros formados con vinilos antiguos de cantantes casi desconocidos para la mayoría. También había una televisión de pantalla plana adherida a la pared, donde se estaba retrasmitiendo un capítulo de la Pantera Rosa, sin sonido.

También había una enorme pizarra negra con varias cajas de tizas para escribir el programa del día. En ese momento se leía: Inauguración, 00:00. Sin embargo muchos de los que estaban cerca se habían aproximado para escribir cosas en ella, como mensajes de admiración hacia el sitio o de felicitación al dueño.

La pared opuesta a la puerta de entrada estaba ocupada por un gran cubículo de cristal, dentro del cual se encontraba el Dj. La gran "caja" estaba decorada con entradas de conciertos a los que Emmett había asistido. Algunas de ellas incluso estaban firmadas, lo que causaba el regocijo de quien los interesados que estaban estudiándolas atentamente.

No se veía al Dj, aunque sonaba una música suave de fondo, que daba pie a poder hablar sin problemas.

—¡No me lo puedo creer! —rió Alice señalando algo que se encontraba justo encima del sitio del Dj, a la vista de todos.

Bella lo miró interesada, y se carcajeó al darse cuenta de lo que era. Emmett había conseguido un contador igual al que estaba en el búnker de la serie Lost, que en este caso daba la cuenta atrás para el inicio de la fiesta en lugar de para el escape de la energía contenida de la isla del programa televisivo.

—¿Puede alguien ser más freak que mi hermano? —inquirió Alice entre risas.

Esme y Carlisle parecían no entenderlo, por lo que su hija empezó con un resumen general de la serie, lo cual no es una tarea fácil debido a la intrincada trama de Lost.

Bella desconectó y siguió paseando su vista por todos los detalles. Sonrió al ver una cara conocida en la barra, que se encontraba al lado derecho. Hizo un gesto a los demás que la acompañaban para avisar hacia donde iba y se abrió paso a duras penas para llegar hasta el mostrador.

—¡Bella! —exclamó una chica preciosa, con el cabello de un rubio rojizo—. ¡Cuánto tiempo!

—¡Tanya! ¿Qué haces trabajando aquí? —preguntó Bella mientras se estiraba para abrazar a duras penas a la prima de sus amigos.

—Joder, necesitaba dinero —rió ella y Bella puso los ojos en blanco. No la veía muy a menudo, pero lo suficiente como para saber que su vocabulario no era para nada el que Renée o Esme definirían como el de una señorita—. Me mudé a Nueva York para ver si aquí me contrataban en alguna serie, o una obra de teatro por lo menos… Pero qué va, menos mal que Emmett necesitaba gente de confianza para trabajar aquí.

Bella paseó la vista por la barra y reconoció a varias caras, sabía que Emmett jamás contrataría a alguien totalmente desconocido.

—Es increíble como se ha llenado esto en un momento, ¿eh? —comentó Tanya mientras preparaba una bebida que le acababa de pedir un chico que estaba al lado de Bella. Aunque llevaba una simple camiseta interior blanca de tirantas y unos pantalones vaqueros desgastados, estaba increíblemente guapa.

—¡Tanya! —exclamó Alice, que acababa de llegar hasta donde estaba Bella, junto a sus padres.

Estuvieron un rato conversando, mientras una tranquila música, que Bella reconoció como de Najwajean, sonaba de fondo.

Después de que Tanya los invitase a una copa y se fuese para seguir atendiendo a los clientes, salieron del barullo que se estaba formando en torno a la barra para ir al centro de la pista.

—Os estaba buscando —Jasper había aparecido de la nada y estaba abrazando con ternura a su prometida, la cual se lo comía con los ojos.

Bella sonrió al ver como vestía su amigo. Sabía que Alice había sido una gran influencia, pero aún así Jasper siempre había tenido su propio estilo. Llevaba un pantalón pitillo azul eléctrico que se ceñía a sus largas piernas y un jersey negro que contrastaba con el tono rubio de su cabello y el marfil de su piel.

—Jasper cariño, ¿cómo estás? —preguntó Esme y se acercó para abrazarlo. Siempre había sentido una ternura infinita hacia él, quizás por la forma en la que miraba a su hija, como si fuese lo más valioso de su mundo.

—Muy bien Esme, aunque si fuera tú temería por la vida de Emmett —rió él alegremente—. Está increíblemente pesado, no para de dar vueltas gritándole a todo el mundo.

—Nunca le ha sentado bien la presión —sonrió Carlisle—. ¿Y dónde está Rosalie?

—Tenía un caso importante y quería dejarlo zanjado ya que mañana no creo que tenga muchas ganas de ponerse a trabajar —contestó Jasper—. ¿Y Edward? ¿No ha podido venir al final? —se giró hacia Bella y al ver cómo la cara de la chica se teñía de tristeza se acercó hasta ella y la estrechó en sus brazos—. No te preocupes, nosotros seremos tu Edward esta noche, no te dejaremos sola.

Estuvieron charlando animadamente durante unos minutos más. Rosalie ya se les había incorporado, parecía exhausta pero feliz por cómo había quedado de impresionante el pub. Bella y Alice rieron al ver como los chicos que estaban cerca de Rose la miraban casi con devoción, y es que esta deslumbraba especialmente en días como ese, cuando ponía todo su empeño en arreglarse. Llevaba el cabello recogido y una camisa roja que dejaba su espectacular espalda al aire. Remataba su vestuario con una corta falda de cuero de talle alto, muy a la moda, y unos impresionantes tacones rojos que serían una trampa mortal para cualquier mujer.

—¡Faltan diez minutos! —exclamó Alice, señalando el contador, donde efectivamente la cuenta atrás indicaba lo que acababa de decir.

Un agitado Emmett llegó hasta ellos, besó con pasión a Rosalie y después repartió unas copas que llenó con champán.

—Habrá que hacer un brindis, ¿no? —dijo con una enorme sonrisa. Todos parecieron de acuerdo con él y brindaron con alegría. Después del primer sorbo Emmett añadió algo avergonzado—: Jasper tío, siento mucho haber estado tan histérico.

—No pasa nada—rió el aludido palmoteándole un brazo—. Intenta relajarte y disfrutar. Está saliendo todo bien.

Emmett pareció hacerle caso y estuvo bromeando sin parar hasta que vio que quedaban tres minutos para las doce. Con un movimiento de la mano se despidió y anduvo con paso inseguro hasta donde estaba el cubículo del DJ, todavía vacío.

—¿Qué va a hacer? —murmuró Rosalie para sí misma.

Vieron como se subía a una silla para quedar a la vista de todos y cogía un micrófono inalámbrico.

—¿Sí? ¿Se me oye bien? —empezó a decir, probando el sonido. Todo el mundo se giró para prestarle atención, cosa que satisfizo a Emmett—. Quiero daros las gracias por haber acudido. Sé que no es muy convencional que el dueño hable, pero merece la pena si así ponéis la cara que estáis poniendo ahora —se rió a carcajadas y el público lo acompañó—. También he de agradecer a mi familia, que está por ahí. Por cierto, la rubia despampanante que va de rojo es mi chica, así que ni os acerquéis —advirtió y Rose puso los ojos en blanco, aunque se le escapó una sonrisa—. Muchas gracias, chicos; sin vosotros esto no tendría sentido. También a mi padre y a mi madre, que los pobres han venido desde Nueva Jersey para ver cómo su hijo se hace mayor —Una nueva ola de carcajadas sacudió a sus espectadores y él miró de reojo el contador, que indicaba que sólo quedaba un minuto—. Quiero presentaros al que será el Dj, mi amigo y compañero de locuras universitarias… ¡Jacob Black!

Bella abrió la boca mientras veía como Jake entraba entre risas en el espacio reservado para él y saludaba con una mano mientras empezaba rápidamente a trastear con los ordenadores.

—Y sin más, os deseo una noche feliz y llena de alcohol —puntualizó Emmett—. Quiero dedicar la primera canción a mis padres, ya que sé que son unos fanáticos de los Beatles. Mamá, no te desmayes. Ya sabes que ni a papá ni a George Harrison les gustaría. Los más jóvenes estáis perdonados si no os la sabéis.

Justo en ese momento el contador se puso en cero y las luces se apagaron de golpe, como si se hubiese ido la luz. Sin embargo no hubo tiempo ni para que las chicas empezaran a gritar, ya que rápidamente se encendieron las típicas luces de discoteca y empezó a sonar a todo volumen Drive my car.

Esme y Carlisle se miraron para después irrumpir en sonoras carcajadas. Bella era consciente de que uno de sus grupos favoritos eran los Beatles; de hecho, sabía que de lo que más se arrepentía Esme era de no haber podido ir a un concierto de ellos.

Las palabras de Emmett parecían no haber acertado, ya que todo el mundo cantaba a grito la canción como si les fuese la vida en ello.

Alice movía todo su cuerpo, al mismo tiempo que Rosalie, en un baile muy de los sesenta, Carlisle y Esme parecían en su mundo y Bella reía de la estúpida danza de Jasper, el cual parecía creerse John Travolta.

Emmett se unió a ellos, con un semblante más sereno. Parecía dispuesto a pasárselo bien a toda costa ya que unió su espalda a la de Jasper y simularon que tocaban la guitarra mientras cantaban.

Bella sabía que salir de fiesta con sus amigos era genial. Jamás se aislaban en parejas cuando ella estaba delante, sola. Al revés, intentaban integrarla al máximo. Era como si saliesen cinco amigos. Cuando querían tiempo para estar solos salían a su aire, un día en el que Bella estuviese ocupada o sin ganas. Eran unos amigos extraordinarios.

La canción acabó y dejó paso a I wanna be sedated de los Ramones, que hizo que Jasper elevase un puño en el aire.

—Tío, ¡¿te acuerdas de cuando fuimos al concierto de los Ramones y tocaron esta?! —gritó para hacerse oír. Emmett asintió emocionado y empezó a dar saltos empujando a todo aquél que estuviese a su alcance. Acabaron dándose cabezazos el uno al otro bajo la atenta mirada de sus amigos, que reían ante la escena.

—Os puedo asegurar que yo no los crié así —aseguró Esme y las chicas asintieron, a sabiendas de que el carácter agresivo se lo habían inculcado ellos mismos.

Jasper y Emmett juntos eran una fuerza imparable. El primero a simple vista parecía ser siempre tranquilo, con una serenidad inalterable. Sin embargo, las apariencias engañan: podía ser casi tan nervioso como Emmett, o incluso Alice, si le sometías a un estímulo determinado.

Varias chicas los miraban con sonrisas pícaras, y aunque sus respectivas novias lo notaron, no pareció importarles. Bella pensó que si fuese a Edward a quien aquellas mujeres mirasen de esa forma se sentiría morir de celos. Quizás tuviese algo que ver los años que sus amigos habían estado juntos, los cuales les habían enseñado a no desconfiar de ellos.

Suspiró. Cada segundo que pasaba recordaba más la ausencia de Edward. Hizo un gesto a los demás de que iba a por una bebida y llegó hasta la barra, donde se apoyó y esperó a que le atendiesen.

—¿Cómo es que no estás bailando como el desquiciado de mi primo? —rió Tanya, que se había acercado nada más verla.

—No sé, supongo que no estaré muy animada —no tenía ganas de explicarle su actual situación con Edward, aunque tarde o temprano acabaría enterándose.

Tanya le sonrió y le sirvió un tequila sin que ni siquiera se lo hubiese pedido. Bella se quedó allí observando cómo la gente se lo pasaba bien, moviéndose al ritmo de la música. Pensó en ir a saludar a Jacob, pero se fijó en la larga cola que había frente su puesto de trabajo; supuso que era para pedir música.

Suspiró y se concentró en la bebida. Su organismo no estaba acostumbrado al alcohol, pero eso fue algo que no le pareció tan importante como para recordarlo.

Iba por el cuarto tequila cuando se sintió muy charlatana. Empezó a contarle a Tanya su reencuentro con Edward, los momentos más importantes que había pasado con él, lo encantador que era Seth… Estaba en una descripción detallada del color del pelo de Edward cuando Tanya la interrumpió:

—Veo que ni emborrachándote me cuentas cosas morbosas —rió escandalosamente—. ¡No me interesa su maldito pelo bronce! Cuéntame detalles escabrosos, no esas nimiedades.

—Tanya, yo le quiero —lloriqueó Bella, sintiéndose mareada y alargando mucho las vocales—. Entiende que su cabello me produce sensaciones desconocidas, necesitaba contártelo.

Ella le dirigió una mirada divertida y siguió atendiendo a los demás clientes, aunque sin perder de vista a Bella, la cual sonreía estúpidamente.

—Bella cariño, nosotros ya nos vamos —la voz de Esme le sonó a Bella como distorsionada, como si estuviese muy lejana.

—Claro, claro, mañana te veo. Aunque mañana ya es hoy… —Se perdió en sus pensamientos y Esme se fue riéndose, consciente del estado de turbamiento mental en el que Bella estaba perdida.

Al cabo de un rato llegó Jasper, el cual tampoco se encontraba al cien por cien de sus habilidades.

—Bella, he visto a una mujer súper vieja, de unos sesenta años. ¿Qué hará aquí? ¿Quieres que vayamos a preguntarle? —propuso, con una gran sonrisa.

—Jasper, me gustan tus pantalones —rió Bella, haciendo caso omiso a lo que él había dicho—. Pero creo que tengo unos parecidos… ¿Me los has cogido?

—Ya sabes que si fuesen de alguien serían de Alice —suspiró Jasper—. ¿Has visto qué guapa está esta noche?

—Jasper, me pica la espalda un montonazo —se quejó de pronto Bella, dándose la vuelta para mostrársela—. Frótame ahí, por favor.

—Oh, qué piel tan suave —comentó él—. A veces me gustaría ser mujer sólo para tener la piel tan sedosa. ¿Qué crema usas? Parece mentira que te conozca desde hace casi quince años y jamás hayamos hablado de esto. Cuéntamelo todo.

Siguieron hablando de cosas sin sentido hasta que Kids, de MGMT, empezó a tronar por los altavoces. Bella se levantó de un salto y arrastró a Jasper hasta donde se encontraban los demás, los cuales ni se habían dado cuenta de que no estaban con ellos.

Alice estaba en su mundo, dando vueltas y agitando la cabeza con tanta fuerza que Bella estaba segura de que al día siguiente le dolería el cuello.

—Esta canción me encanta, es tan romántica—comentó Rosalie, que estaba enganchada a un brazo de Emmett y no parecía muy consciente de lo que decía, ya que lo que había afirmado no era para nada cierto bajo el punto de vista de los demás.

Estaban riendo de la especie de ataque nervioso que sacudía a Alice cuando Bella escuchó como la llamaban por su nombre.

—¡Angela! —dijo al ver a su amiga acercarse hasta ella. La abrazó con fuerza y después saludó a varios compañeros del trabajo que, como le prometieron el día anterior, habían asistido.

—¡Esto es una pasada! —exclamó Angela. Emmett se acercó y la chica lo felicitó de forma sincera.

—¿Dónde está Ben? —se interesó él.

—Pidiendo algo de beber —contestó a voz de grito Angela. Después se acercó a Alice y entabló una conversación acerca del vestido que ella misma llevaba, ya que lo había comprado en la tienda que Alice tenía en el centro.

Bella se sentía cada vez más mareada ya que Jasper la tenía demasiado ocupada bailando con Brothersport de Animal Collective. Él movía los hombros y la cadera al mismo compás y ella agitaba la cabeza y los brazos en estado de éxtasis.

—Open up your, open up your, open up your throat —cantaban los dos mientras se movían excéntricamente, como si estuviesen bajo el efecto de algún tipo de droga.

—Bella —gritó Jasper, sacándola de su ensimismamiento—. ¿Ese no es…

No hizo falta que terminase la frase. Bella levantó instintivamente la mirada justo en el momento en el que la canción se volvía sólo instrumental, con un ritmo muy experimental que en cualquier otra ocasión le hubiese causado un dolor inmediato de cabeza y le vio.

Allí, rodeado de su absoluta perfección y abriéndose paso entre la muchedumbre enloquecida para acercarse hasta ella sin quitarle los ojos de encima mientras sonreía de esa forma enloquecedoramente torcida, estaba él.

11 comentarios:

diana dijo...

hay hay hay hayaaaaaaaaaaaaaaaaaaa esta loca bella q la hizo poner asi por diosssssss y q es edward no? hay me encanta pero siento q me falta mas capissssssssssssssssssssss jajaja porfaaaaaaaaaa

Andrea♥cullen dijo...

ay ay ay aya yayaya!!!! dios mio!!! jajajajajajaja me e reido a carcajada limpia JAJAJAJA ke bueno Jasper me as cogido mis pantalones??? jajajaja
buenisimo!!
Edward no hace falta decirlo... asta enfermo es sexy jajajaja nose si aguantare hasta el martes uf...parece taaaaan lejano....

Quinuy dijo...

jajaja muy divertido el capitulo... sabia q edward no dejaria sola a bella ahhh lindo!!!! :D:D:D:D

adrix dijo...

uno a domicilio por favor jejeje
no me imagino a niuno tomado jejeje commo seran bueno edward no ha tomado, pero super super sexy

Anónimo dijo...

jajajaja no puedo parar de reir

Anónimo dijo...

otro capitulo
que pasara en el otro cap

Anónimo dijo...

uuuuuh(gemidito lastimero) bbb(pucherito) podrian subir otro capitulitooooo???? porfa porfa de verdad que es fantastico i mmm me an dejado con la intriga de ver ke ace.....:S

Anónimo dijo...

diossssssssssss y kien seraaa el???

jejejejeje mas bello imposible siempre lelgando cuando bella lo necesita <3

kierooo mas capitulossssssssssssssssss plis plis

Anónimo dijo...

ah me encanto el capitulo ah estuvo genial ah ya muero por qu sea martes ah

Anónimo dijo...

ah me encanto el capitulo ah estuvo genial ah ya muero por qu sea martes ah

Lei dijo...

jajajajajaja la parte de Bella & Jasper estuvo buenísima, este capítulo estuvo genial!! tuvo de todo ;D me encanta este fic, ke bien escribes nena, felicidades!!