sábado, 27 de febrero de 2010

Libros Escritos Para Chicas


Conociendo a los vecinos

—Ahí va mi última y más valiosa advertencia: tened cuidado con Edward —pronunció su nombre de una forma tan empalagosa que consiguió que se me revolviera el estómago. Como vio que nuestro comportamiento era extraño, mirándola primero a ella y después al chico que se había levantado, añadió para dejarlo más claro—: Es el que parece de anuncio.

Bufé, ya me había dado cuenta eso. Odiaba aquello, hubiese preferido que el chico encantador de mis conversaciones por Messenger fuese alguien físicamente normal, y sobre todo, que no hablasen de él por ahí como si fuese una estrella de Hollywood con fama de rompecorazones.

El nudo de mi estomago se intensificó. No sé por qué había pensado que me podía llevar bien con él. Yo odiaba con toda mi alma a los chicos que se creían los reyes del mundo, en especial a los que trataban a las mujeres como si fuesen basura. Una segunda mirada hacia Cullen me confirmó que estaba ante un auténtico ejemplar de Estupidus Hominidus. Sus Ray-Ban Wyfarer, su pantalón vaquero desgastado, su jersey verde con cuello de pico y su camiseta blanca por debajo… Todo en él gritaba "hola, ven a mí". Y detestaba eso.

—Os habéis quedado sin palabras, ¿verdad? —inquirió Jessica maliciosamente, captando de nuevo mi atención. Pasé la vista por mis amigas y vi que Alice tenía la boca abierta y que Rosalie valoraba a los chicos según su escala de interés.

—¿Q-qué pasa con E-edward Cullen? —musitó Alice con un hilo de voz.

—Qué no pasa, querrás decir —rió histéricamente Jessica y no pude evitar poner los ojos en blanco—. Corren numerosas leyendas acerca de su persona. Supongo que la mayoría no serán verdaderas, no lo sé a ciencia cierta.

—¿No lo conoces? —pregunté, interesada.

—Oh, claro que sí —me respondió y noté que iba a empezar a presumir—. He salido algunas veces con él, pero es muy misterioso. No dice nunca gran cosa, sólo sonríe con esos labios que…

—Jessica, no te desvíes —bufó Angela, que parecía harta del tema Cullen. Sonreí interiormente al darme cuenta que me llevaría bien con ella.

—Está bien… Bueno, como os contaba se dicen muchas cosas acerca de él. Por ejemplo, ¿veis que lleva gafas de sol? —asentimos mirando como Cullen hablaba con otro tipo animadamente pero sin quitarse las gafas, lo que resultaba inquietante ya que en Londres casi nunca brillaba completamente el sol—. Pues según cuenta "la leyenda", es para prevenir. Supuestamente, si se las quita y deja al descubierto sus ojos, corre el riesgo de enamorar a quien mire, sea mujer, hombre o animal.

Aquello fue demasiado. Rosalie, Alice y yo nos reímos a carcajadas mientras Jessica fruncía el ceño, molesta por el hecho de que dudásemos de la veracidad de su historia.

—También se dice que si te toca estas perdida, jamás desearas a otro hombre que no sea él. Y con tocar no me refiero a algo sexual, con el simple roce de su mano basta —vi como lo miraba fijamente con ojos brillantes al mismo tiempo que murmuraba—: Tiene una piel tan suave…

Miré a mis amigas para ver si sentían el mismo asco que yo al oírla hablar de Cullen. Rosalie la observaba con una mirada de "estás loca, tía", pero Alice parecía inmersa en su mundo. Supongo que es muy duro no ver a tu primo durante una larga temporada y que cuando te reencuentres con él te digan que es un auténtico imbécil.

En mi fuero interno había decidido odiarlo secretamente. No me había hecho nada, al revés, incluso parecía extremadamente simpático cuando no le veías la cara, es decir, por Internet. No podía arriesgarme a hablar con él y comportarme como si me hubiesen hecho una lobotomía, más o menos de la misma forma que Jessica. Una sola mirada a esta, y en especial a la baba que le caía por la barbilla me bastó para hacerme a mí misma el juramento de que no me acercaría a menos de veinte metros de él.

—Jessica, deja de salivar —se rió Angela, moviendo la cabeza negativamente.

—Es que está tan bueno… —suspiró la aludida—. La verdad es que corren por ahí muchas historias. Ha salido con la mayoría de nosotras, pero ninguna quiere comentar su noche con él.

Me quedé muda; lo había subestimado, encima se acostaba con todas. En un principio pensé que sólo salía con las chicas y ya está. Mi antipatía hacia su persona creció hasta un nivel desconocido.

—Eso es porque con ninguna ha hecho nada —se carcajeó de nuevo Angela—. Si no, estaríais todas vacilando.

Dirigí mi vista hacia ella y medité sus palabras. Mi cabeza decía que tenía toda la razón del mundo, sin embargo algo en mi interior me obligaba a eliminar el razonamiento, Edward Cullen era alguien a quien no debía acercarme, se acostara o no con todas las que podía, punto final de la discusión.

—No Angela, si no contamos nada es porque él nos lo pide. Y cómo no hacerle caso con esa voz aterciopelada que te hace olvidar hasta cómo te llamas… —aquello empezaba a resultar extremadamente asqueroso.

Jessica seguía con su perorata de estupideces cuando Alice pegó un chillido desde su asiento. Posé la mirada hasta en el mismo sitio que ella y vi como el desagradable chico Cullen la saludaba con una mano, se despedía del amigo con el que estaba hablando y se dirigía a otro, que parecía un armario empotrado de lo grande que era. Temblé como una loca cuando ambos se dirigieron hacia nosotras, con una enorme sonrisa en la cara.

—¡La pequeña Alice! —exclamó con un marcado acento británico el musculoso gigante, que tenía el pelo oculto bajo la capucha de su sudadera. Bufé un poco por lo estúpido que se veía, sin embargo parecía simpático. Él levantó a mi amiga de su silla y la abrazó con fuerza—. ¿Cuándo has crecido tanto, enana? ¡Si ya eres toda una mujercita! Por cierto, ¿qué le ha pasado a tu pelo?

Vi como Jessica observaba la escena con la cara descompuesta y la boca abierta al máximo. Rosalie por su parte miraba al enorme chico con una expresión de absoluto interés que me puso los pelos de punta. Acababa de dejarme muy claro quién sería su próxima víctima.

El otro Cullen pasaba sus ojos escondidos detrás de las gafas por todas nosotras, quizás estaría también eligiendo a su presa. Sentí arcadas, ¿por qué los tíos, y en este caso también Rose, tenían que ser así? Noté como se tensaba ver las miradas lujuriosas que le mandaba Jessica y no pude evitar sonreír.

—Emmett, suéltame, me estás asfixiando —pidió Alice sin apenas voz. Por lo visto aquel era el famoso y excéntrico Jeepemmett. Reí por lo bajo, provocando así la mirada de los dos.

—¿Tu eres Bella? La del nick aburrido —preguntó Emmett, con su siempre alegre cara.

—Emm, que tú pongas tonterías no significa que todos tengan que ser como tú —suspiró Edward, que parecía hastiado del comportamiento de su hermano. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al comprobar que el extraño tono de su voz y su acento británico era un cóctel molotov para mis hormonas desquiciadas. Él se giró para encarar a Alice y la abrazó suavemente, quitándose primero las gafas para ponérselas en lo alto de la cabeza, sobre su broncíneo y desordenado cabello—. Estás preciosa, Alice.

—Gracias Edward, a ti tampoco te han sentado mal estos años —bromeó ella.

—Sí, aunque antes era más tierno, con el aparato en los dientes y sus granitos —dijo Emmett pestañeando rápidamente y soltando un suspiro. Todos reímos, excepto Jessica, que parecía no salir de su ensimismamiento.

Me quedé estática cuando Edward se acercó hasta mí con una sonrisa que parecía torcida, algo extremadamente sexy como para ser real. Sus ojos eran de un asombroso verde que no podría describir ni con cientos de palabras. Entonces caí en la cuenta de lo que había dicho Jessica, aquello de lo que nos habíamos reído. "Si lo miras te enamoras… Por eso usa las gafas de sol…" Debí parecer idiota cuando empecé a bizquear y a cerrar los ojos fuertemente para evitar el contacto visual con él. Escuché su risa y sentí como mi corazón se aceleraba.

—Hola Bella, encantado de conocerte —dijo él, y no tuve más remedio que abrir los ojos para tenderle la mano y acertar a cogérsela para estrecharlas. Parecía asombrado, tuvo el impulso de acercarse para besarme, pero aquel era un acercamiento innecesario que pondría mi salud en peligro. La mano estaba bien, por lo que lo esquivé como pude.

—Hola —dije secamente. No iba a caer en las redes de Edward Cullen ni por todo el oro del mundo. Una de sus cejas se elevó, como si no entendiese muy bien el porqué de mi comportamiento.

—Soy Edward Cullen, creo que no te lo dije por Messenger —parecía avergonzado. Jessica me miraba como si fuese a cortarme el cuello de un momento a otro y sentí miedo.

—Encantada Edwin —contesté rápidamente y vi como Emmett ahogaba una risa.

—Edward —me corrigió el aludido, con una sonrisa paciente.

—Lo que sea Edmund —le devolví la sonrisa y me giré para ver mejor a los demás, dejándolo con la boca abierta. Genial, Bella 1 Tío-estúpido-que-se-cree-que-puede-tener-a-todas-las-que-quiera 0.

Emmett me levantaba los pulgares por detrás de su hermano y volví a reírme, estaba segura de que ese Cullen sí que me iba a caer bien.

Edward se presentó a Rosalie también, aunque parecía algo decaído. Después, tras echarle una rápida mirada a Jessica, se alejó alegando que tenía un entrenamiento o alguna tontería de esas de los chicos. Emmett sin embargo se quedó con nosotras, sentándose al lado de Rosalie. Los dos parecían muy interesados en conocerse más.

—Bueno, ¿cómo ha ido la primera noche? —quiso saber, bajándose por fin la capucha de la sudadera y mostrando su corto cabello oscuro, muy diferente al de su hermano.

—Fue estupendo, salimos a comer pizza y después a tomar algo —contestó Alice, muy sonriente.

—Podíais habernos avisado —se quejó él, poniendo un cómico puchero—. Para algo vivimos en el mismo edificio.

Aquello fue más de lo que Jessica Stanley podía soportar. Se atragantó con su propia saliva y nos miró con ojos desorbitados, seguramente criticándonos mentalmente. Emmett la miró divertido.

—Perdona, creo que a ti no te conozco —le dijo, con una mirada de disculpa. Ella estaba que echaba chispas.

—Soy Jessica, he salido con tu hermano un par de veces. De hecho una fuimos contigo y con el rubito a jugar a los bolos —parecía totalmente molesta, y más lo estuvo cuando vio que la cara de Emmett se contraía para no soltar una carcajada.

—Ah, ya me acuerdo… ¿Fuiste la que se calló en la pista y tumbó todos los bolos, no? Fue una actuación estupenda —levantó la mano para que se la chocase pero Jessica lo miraba horrorizada. Se levantó rápidamente y dijo que tenía que ir a por unos apuntes a la copistería. Vimos como se alejaba y cuando estuvo lo suficientemente lejos para que no lo escuchase, Emmett se rió a pleno pulmón.

—Madre mía, qué tonta es —exclamaba entre risas—. No sé en qué estaba pensando Eddie…

Angela que aún estaba presente sonreía tímidamente. Jessica era su amiga, pero sabía que a veces se comportaba de forma muy infantil.

—¿Es verdad que ha salido con Edward? —preguntó de pronto. Emmett fijó su vista en ella—. Es que creo que muchas cosas se las inventa —se encogió de hombros.

—Bueno, la tipa esa estuvo meses detrás suya, acosándolo. Creo que intentó quitársela de encima pero parece ser que no resultó bien. Ahora lo sigue a todas partes como si esperase algo de él. Ya habéis visto como ha huido en cuando vio que estaba por aquí, aunque creo que los comentarios de Bella también le han afectado —siguió riéndose a toda voz.

—¿Mis comentarios? —inquirí asombrada.

—Si mujer, ninguna chica se ha equivocado con su nombre. Algunas hasta lo llevan tatuado entre las…

—¡¡Emmett, no seas guarro!! —lo cortó Alice, aunque no pudo evitar que se le escapase una risita.

—El caso es que hasta venden camisetas de fútbol del equipo de la Universidad con su nombre en la espalda. No os extrañéis si veis por ahí unas cuantas. Aún no estamos en época de partidos, pero cuando se acerque esto va a estar lleno de Edwards con curvas—resoplé, no entendía como las demás podían ser tan estúpidas—. También deberíais saber que las hay con mi nombre, yo soy mucho más popular —añadió con voz de chica, a la vez que chasqueaba los dedos.

Nos reímos como tontas, Emmett era una persona con la que daba gusto estar. De pronto se levantó, asustándonos a todas, y empezó a llamar a alguien que estaba entre el barullo de personas que buscaban mesa para comer. Al rato un chico muy alto, atlético y rubio se acercó.

—Hola Emmett, estaba buscándote a ti o a Edward —dijo con voz cansada, como si hubiese estado corriendo. Pasó la vista por nosotras y me sentí intimidada, era extremadamente guapo, aunque bajo mi punto de vista no tanto como Edward—. ¿Quiénes son estas encantadoras señoritas? —sonrió y todas soltamos un suspiro, parecía un chico encantador.

—Yo soy Alice —respondió a toda velocidad mi amiga, que lo miraba con ojos brillantes—. Soy prima de Edward y Emmett, estas son Bella y Rosalie, amigas mías. Ah, y ella es Angela.

—A Angela ya la conozco —sonrió a la chica, la cual parecía encantada con su presencia—. Así que vosotras sois las nuevas vecinas, ¿no? —añadió, cogiendo una silla y sentándose al lado de Emmett.

—¿Has visto que suerte hemos tenido? —rugió este.

—Qué bestia eres —se lamentó el chico desconocido—. Perdón por no presentarme antes, soy Jasper y vivo con los dos Cullen, es decir, un piso por encima de vosotras —se volvió a Emmett y preguntó—: ¿Dónde está Edward? Había quedado con él para comer.

—Oh, no te lo vas a creer —respondió Emmett muy divertido—. Vio que Alice estaba aquí y vinimos a saludarla, pero claro, no se fijo en que Jessica Stanley también se encontraba sentada con ellas —Jasper soltó una carcajada que iluminó su perfecto rostro—. Debías haber visto su cara, se quedó estático. Después entró en acción Bella; creo que te has perdido el acontecimiento de la semana.

—¿Qué pasó? —preguntó interesado Jasper. Yo miré mis manos, avergonzada por ser el centro de atención.

—Resulta que ellos habían hablado por Messenger. Ella es la misteriosa chica con la que Edward llevaba una semana siendo pesado, con la que "podía hablar de verdad" —hizo un entrecomillado con los dedos. Me quedé boquiabierta y mis amigas empezaron a soltar risitas nerviosas. ¿De verdad había dicho eso?—. Total que cuando va a saludarla —me señaló con la cabeza— le dice que es Edward Cullen y Bella pone mala cara, y le llama Edwin —Jasper se rió sonoramente—. Y después cuando la corrige, le dice "lo que sea Edmund". ¿Te puedes imaginar la cara de Eddie?

—Debí haberme saltado la clase de Pensamiento Político sólo para verlo —dijo entre carcajadas Jasper. Mis amigas y yo nos limitábamos a mirarlos asombradas, todas pensábamos que no había sido para tanto. Jasper pareció entenderlo y se dirigió a nosotras—: Veréis, a Edward jamás le han rechazado, o le han hecho un mal comentario.

—Seguramente ahora estará en su cuarto preguntándose qué ha hecho mal y repasando sus movimientos frente al espejo —se carcajeó Emmett.

—Emm, esos comentarios son los que hacen que Edward tenga una imagen de don Juan —comentó Jasper negando con la cabeza—. Simplemente tiene facilidad con las mujeres, ni siquiera las busca, todas vienen a él. Supongo que por una vez que alguna no le siga la corriente no se va a morir.

—Pues claro que no —dije yo, con el ceño fruncido—. Me parece fatal que trate así a las chicas. No va a tener ningún comentario agradable por mi parte.

Jasper y Emmett se miraron entre ellos, primero preocupados y después divertidos.

—Esto será interesante —rió Emmett—. Porque Edward es cabezota, jamás ha ido detrás de nadie, no le ha hecho falta, pero parece que tú le has gustado. O por lo menos le gustaba hablar contigo por Internet.

—Tampoco seas muy dura con él —pidió Jasper—. Si no te gusta por la fama que tiene ignóralo, pero no seas desagradable por favor, que después lo tenemos que aguantar nosotros —todos se rieron menos yo, que estaba cruzada de brazos, pensativa.

—De todas formas dudo que fije siquiera en mí, estáis sacando conclusiones precipitadas.

—¿Estás oliendo lo que yo, Jasper? —preguntó extremadamente emocionado Emmett, frotándose las manos.

—Sí, me parece que sí —sonrió pícaramente él.

—¡APUESTAS! –gritó el grandullón y las chicas pusimos los ojos en blanco—. Cincuenta libras a que Edward va detrás de Bella como un perrito faldero.

—Setenta a que Bella se resistirse a sus encantos al principio—dijo Jasper pensativo, seguramente valorando todas las opciones.

—¡Cien a que se lían antes de un mes!

—No, Bella tiene las cosas claras… Ciento veinte a que tardan más de dos meses.

—¿Estás loco? ¡Quién diría que te has criado con Edward! Yo les doy un mes; ciento treinta a que acaban enrollados en alguna fiesta —Emmett parecía muy seguro de sí mismo.

—Ciento cincuenta a que no. Bella no va a caer en sus brazos tan fácilmente —aquello resultaba de lo más divertido, aunque estuviesen apostando por mí y un chico. Me enorgullecía que Jasper confiase tanto en mi autocontrol.

—Oh, claro que sí. DOSCIENTAS a que Edward consigue salir con ella antes de los dos meses.

—Pero… ¿en salir incluyes besar? —preguntó Alice de pronto, con una ceja levantada.

—Sí, por supuesto.

—Oh, pues entonces creo que no conoces a Bella —dijo ella simplemente, mientras reía a pleno pulmón.

—Trescientos dólares, porque no sé todavía cuantas libras son, a que dentro de tres meses no ha pasado nada entre Bella y Edward —Rosalie había entrado en escena, muy pagada de sí misma. Me conocía a la perfección y sabía que la combinación "chicos + Isabella Swan" nunca salía bien parada, y más si el tipo en cuestión era un ególatra machista.

—Apoyo a mi amiga —exclamó Alice, golpeando con un puño la mesa.

—¿Podéis dejar de apostar por mis relaciones sentimentales?

—¡NO! —bramó Emmett, que estaba rebuscando en su mochila. Sacó de ella un papel y un bolígrafo y empezó a escribir mientras lo leía en voz alta—. Jasper, Rosalie, Alice y Emmett se comprometen a cumplir la apuesta aquí citada: Emmett apuesta doscientas libras a que Edward Cullen y Bella…

—Swan —dijo Alice, nerviosa.

—…Que Edward Cullen y Bella Swan se liarán en una fiesta antes de un mes y medio.

—¡Eh, dijiste un mes!

—Alice y Rosalie apuestan trescientos dólares a que en tres meses no pasará nada entre los anteriormente nombrados. Y por último Jasper Hale… —levantó el bolígrafo y rascándose la barbilla con él miró a su amigo—. Tío, no me ha quedado clara tu apuesta.

—Es que no estoy seguro. Percibo de Bella una enorme antipatía hacia Edward, y de este una atracción hacia ella que no había visto antes en él. Lo mismo en persona no le gusta tanto… Bueno, ciento cincuenta libras a que Bella se lo pone difícil pero que en dos meses acaban juntos.

—Genial —Emmett acabó de escribir y luego pasó el papel a cada uno de los presentes para que lo firmasen—. Mierda Angela, has estado tan callada que se me ha olvidado preguntarte.

—No te preocupes, no pensaba participar, no estoy como para perder dinero —sonrió levemente—. En la librería pagan bien, pero no puedo permitirme el lujo de perderlo todo en una apuesta.

La escuché interesada, había estado pensando en buscarme un trabajo para no hacer que mis padres se viesen obligados a darme dinero para mis gastos diarios.

—¿Está muy lejos la librería? —pregunté interesada, mientras los demás se reían de la firma de Emmett.

—No, está cerca de donde nos encontramos anoche, es decir, en el centro.

—Estupendo, ¿sabes si están buscando a alguien? Me gustaría trabajar en un sitio como ese, y está al lado de mi casa.

—Pues el otro día el encargado estuvo haciendo entrevistas. Puedo recomendarte, es amigo mío y seguro que te daría el puesto.

—Me harías un gran favor.

Me tendió su móvil y con una sonrisa me pidió que le escribiese mi número para llamarme cuando supiera la respuesta. Había resultado más fácil de lo que creí, por lo que me sentí orgullosa de la suerte que tenía.

—¿Qué clases tenéis ahora? —preguntó Jasper.

—A Bella y a mí nos queda una hora de Literatura Europea Contemporánea —sonrió Angela.

—Yo tengo también una hora más, sólo que de Diseño de Interiores —gritó Alice, demasiado emocionada como para controlar su voz.

—Pues yo una hora y media de Mecánica General.

Los dos chicos la miraron asombrados, pero no comentaron nada. Alice y yo nos guiñamos un ojo sabiendo que estarían pensando que era terriblemente sensual que una mujer estuviese bajo un coche, arreglándolo. Los hombres eran tan previsibles…

—Nosotros tenemos entrenamiento —Jasper se miró el reloj de pulsera que llevaba y exhaló un enorme suspiro—. Y vamos a tener que irnos ya, Edward va a venir a patearnos el culo si no vamos a la pista en este mismo momento… Ni siquiera me ha dado tiempo a comer —se quejó, tocándose la barriga. Por el rabillo del ojo vi como Alice abría a toda prisa su enorme bolso de diseño y sacaba todo tipo de galletas y barritas energéticas. Jasper y Emmett la observaban con la boca abierta.

—Siempre voy preparada para cualquier cosa —sonrió ella, satisfecha—. No queréis saber todo lo que llevo aquí dentro.

—Muchas gracias —murmuró Jasper cogiendo la comida que le estaba alargando Alice. Estaba levemente sonrojado y me hizo gracia, parecía interesado por mi pequeña amiga.

Angela se levantó y yo la imité, se nos estaba haciendo tarde también.

—Si vais al edificio de Filología os acompañamos, las pistas de deporte están cerca —comentó Emmett con la boca llena del chocolate de Alice. Mis amigas también decidieron irse, aunque ellas tenían que tomar el camino contrario al nuestro.

—¿Sabes qué, Angela? —empezó a decir Emmett mientras andábamos por el campus. Ella lo miró de forma interrogativa—. Creo que te juzgué mal. Es decir, siempre estás con Stanley, Mallory y esas niñas tontas y pensé que eras como ellas, lo siento.

La risa de Angela sonó, mostrando que no se sentía ofendida para nada.

—En el fondo son buenas chicas, no sólo se preocupan por el maquillaje.

—Pues no lo parece —rió con sorna Jasper—. Yo sí que sabía que eras genial, intenté convencer a los tontos de mis compañeros de piso pero ya sabes, son incorregibles.

—¿De qué os conocéis vosotros? —pregunté yo, curiosa. Parecía como si hubiesen tenido una historia amorosa, aunque me costaba imaginarlos juntos.

—Vamos al mismo taller de pintura —sonrió Angela—. Para conseguir créditos, ya sabes. Somos compañeros de pupitre a la fuerza.

—Sí, me quejé durante un año pero no me dejaron deshacerme de ella —bromeó Jasper, pasando una mano por el pelo de Angela.

—Lo triste es que muchas chicas me hablan sólo porque saben que estoy en tu grupo de Arte —suspiró apesadumbrada mientras los demás nos reíamos.

—Entonces será mejor que dejemos de hablar, no quiero que filtres datos sobre mi personalidad —dijo él, burlón—. Por cierto, ¿has hablado ya con Ben?

En ese momento Angela dejó de andar y lo miró horrorizada, pasando después su vista de forma nerviosa por mí y por Emmett. Supuse que aquel Ben le gustaría y no querría que nadie se enterara. Emmett por su parte ya se estaba frotando las manos maliciosamente, al parecer había llegado a la misma conclusión que yo.

—Oh vamos Ang, no es tan horrible que te guste alguien —comentó dulcemente Jasper, agarrándola de un brazo para que empezase a andar de nuevo.

—Pero él n-no s-sabe ni que existo —susurró y me dio tanta pena que se me encogió el corazón. Angela era guapa y encantadora, no sabía por qué ese Ben no le prestaba atención. Seguro que era otro idiota al estilo Edward Cullen.

Caminamos con algo de prisa entre la multitud de estudiantes que se congregaba en el exterior de los edificios, disfrutando de un día en el que no caían gotas del cielo.

Los chicos se despidieron cuando llegamos a nuestra Facultad y vimos como se dirigían a unos campos de futbol donde ya había algunos estudiantes peloteando.

La clase que tuvimos fue interesante, era más que nada para darnos cultura general. Tuvimos un extenso debate sobre los mejores libros del siglo XX que hizo que la hora pasara increíblemente rápida.

Me sentía privilegiada por estar en una Universidad donde tuviesen un área de Literatura tan desarrollada, había sido una suerte que Londres fuese nuestro destino. Estaba segura de que aquel viaje sería genial, que nos moriríamos de la pena el día que nos tocase volver al aburrido Forks.

Tenía que esperar a mis amigas, por lo que decidí aproximarme a las canchas deportivas para observar a mis vecinos en pleno rendimiento físico.

Por suerte el césped estaba seco y me pude sentar con las piernas cruzadas, justo delante del campo de futbol principal. Saqué el móvil y le mandé un SMS a Alice indicándole donde estaba para que se uniese a mí. Una vez enviado, volví a guardarlo y me centré en los chicos que corrían de un lado para otro en pantalones cortos de color blanco con una gruesa raya en los laterales azul. Iban todos vestidos iguales, así que imaginé que sería la equipación oficial. La camiseta era también de color azul marino y tanto los números de la espalda como los nombres iban en blanco. Por último estaban las largas calcetas, donde blanco y azul se mezclaban en diversas líneas de trazo grueso.

—¡Mierda Jared, muévete! ¡¿No ves que estás dejando ese hueco libre?! —la aterciopelada voz de Edward resonaba por encima de los jadeos de los exhaustos muchachos. Me fijé en una banda roja que rodeaba su brazo derecho y entendí que era el capitán. No sabía mucho de fútbol, pero sí lo suficiente como para darme cuenta de que era un buen equipo, asombrosamente coordinado por los continuos gritos de Cullen.

Noté que tanto él como Jasper eran excesivamente rápidos, tanto que no parecía normal; casi ni se veía el balón cuando caía en sus pies. Emmett por el contrario era más lento, aunque sus chutes parecían mortíferos. Debía tener una fuerza horrorosa.

—Te veo muy interesada en el fútbol repentinamente —rió la voz de Alice a mis espaldas. Se sentó a mi lado y contempló a los chicos buscando algo con la mirada.

—Es bueno hacer algo de deporte de vez en cuando —bromeé dándole un empujón—. ¿Qué estás buscando?

Su cara enrojeció, un momento histórico ya que era la primera vez que pasaba tal cosa. Pensé incluso en hacerle una foto.

—A nadie —dijo rápidamente.

—Claro —reí entre dientes y vi cómo devoraba con los ojos a Jasper, que se había agachado en mitad del campo para atarse los cordones de una de sus botas de fútbol—. A nadie que mida por lo menos un metro noventa y sea rubio, ¿verdad?

—Exacto, a nadie —sonrió pícaramente y apoyó la cabeza en sus rodillas para ver cómodamente el entrenamiento.

Volví mi mirada a los chicos justo en el momento que Edward Cullen se giró hacia nosotras. Una sonrisa apareció por su rostro y nos saludó con la mano. Alice le devolvió el saludo, pero yo lo ignoré olímpicamente, provocando que se quedara observándome confundido y que el balón impactara en su cabeza. Me fue imposible el no reír a carcajadas, al igual que el resto de su equipo. Él apartó la vista, molesto y volvió a ponerse a gritar, más enfurecido que antes.

—Bella, tampoco hace falta que seas tan desagradable —dijo Alice—. No te cuesta nada saludarlo… Aunque pensándolo mejor, pasa de él, ni lo mires. No me hagas perder trescientos dólares por favor.

Reí entre dientes y no contesté. No quería ser estúpida con él, pero no me quedaba otro remedio. No quería que me tuviese en la palma de la mano, si tenía algo claro era que nunca sería una de las miles de chicas de las que disponía para entretenerse.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja ke graciosa Bella _lo ke sea Edmund _jajajaja pobrecillo Edward...(Ray-ban como no?)
apuesto a ke en unos 4 o 5 cap ya pasa algo entre ellos jajaja

Anónimo dijo...

todo por culpa de jessica siempre tiene q estar en medio

beeh dijo...

jajaja me encanto joo io kiero otro capi plisss un besote!!

adrix dijo...

lo k hace una chika para no enamorarse es ignorarlo........... aja como si con edward eso fuera posible jejeje

adrix dijo...

y otra bella como se le ocurre creerle a esa jessica si es una bvil chismosa y edward si a de ser risueño pero nunca tan feo jejejeje. es por k a ella no le hace caso jejeje
y pobre d nustro edward ni sabe por k la debe jejeje
besos claire, sabes k sigo siendo tu super fan bye
**adrix**

diana dijo...

hya pobre edward no se merece este trato pobre y esta bella se deja llevar por lo q le dice buen pero tengo q esperar mucho para otro capi noooooo no me gustaaaaaaaaaa
jajaja besitossss

fan saga twilight dijo...

pobre de edward tan guapo y super lingo y para remate bella se deja llevar por jessica y lo trata mal.
ojala y pudiera consolarlo ¡que pena!
chao besos