jueves, 31 de marzo de 2011

Libros Escritos Para Chicas


Bueno chicas ya se que muy perdidas, y lo LAMENTOOOO, ustedes maas que nadie saben cuantop amamos el Blog, pero las clases, el trabajo y mis pasantias me pasan bastante cobro hahaha, aunque prometo tratar de pasarme mas seguido y disculpen a Sky anda peor de tiempo que yo; Aunque siempre nos quedan Lulla y Sobre todo Ale que es un amor y nos llena con sus historias.

Ahora vengop a saluadrlas y aww a dejar capis de LAura que tambien a vuelto, asi que disfryten xoxo ^^

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Capítulo 13. I wanna hold your hand


—¿Quieres tomar algo? —me preguntó Edward nada más entrar en el pub.

Era un sitio espacioso, aunque la gente ya estaba colapsando la pista de baile. Fruncí el ceño al ver que todos, tanto chicas como chicos, iban vestidos de una forma peculiar, respondiendo al requisito que a mí misma me habían puesto: llevar ropa similar a la usada en los años sesenta. Algunos atuendos me parecieron divertidísimos y atrevidos, demasiado "horteras" para mi gusto, pero aplaudí la valentía de aquellas personas por haber sido capaces de vestirlos y parecer tan cómodos.

—Sí, lo mismo que tú —respondí mientras seguía paseando la mirada.

Edward me cogió de la cintura para empujarme hacia la barra. Vi un gran escenario en la pared más alejada de nosotros en ese momento, pero los focos que lo deberían iluminar estaban apagados y no podía leer con claridad los carteles que se colgaban justo detrás de la batería ya preparada.

—¿Un concierto? —pregunté muy animada mientras recibía la cerveza que me tendía Edward. Bebí un sorbo con la nariz fruncida; al final me iba a gustar aquella bebida, pero simplemente por la insistencia de todos en que la tomara pese mi negativa a ello.

—Um... Algo así —sonrió Edward—. Sólo espero que no te decepcione.

Lo miré con el ceño fruncido. Había descubierto que teníamos gustos musicales muy parecidos, jamás se me habría ocurrido pensar que si Edward Cullen me llevaba a un concierto, este sería decepcionante.

Sonaba The Clash mientras aquello se llenaba. Nos habíamos situado en el centro de la pista y estábamos divirtiéndonos viendo a una pareja cercana a nosotros bailar de forma extravagante. De vez en cuando Edward imitaba algún paso disimuladamente y conseguía que mis carcajadas fueran cada vez más fuertes; al final tuve que darles la espalda para que no me vieran y se sintieran ofendidos.

—¡Solecitos míos! —La estridente voz de Emmett se alzó sobre el bullicio y me giré, sorprendida.

Vi que se acercaba hacia nosotros con su sonrisa burlona y una cerveza en la mano. Lo seguían Jasper, las chicas y para mi horror, Tom. No supe qué hacer, inmediatamente me alejé unos centímetros de Edward intentando suavizar el daño. Sin embargo, él sonreía sin preocupaciones, como si nada pasara, y eso me hizo recordar que era consciente de que iba a estar con Edward. Me sentí mal por llevar esa doble vida sentimental pero, joder, millones de personas hacían cosas peores cada segundo que pasaba. No era el fin del mundo, me dije.

—¿Cómo lo estáis pasando? —preguntó Alice después de abrazarme.

—Genial, hemos cenado en el restaurante más caro del Reino Unido.

Edward rió entre dientes y me atrajo hacia sí cariñosamente.

—Es una exagerada, solo tuve que empeñar el reloj de mi abuelo para poder pagarlo.

Todos empezamos a hablar a la vez los unos con los otros, cambiando copas con un "prueba esto" como invitación y risas fáciles en todo momento. Era genial pasar tiempo con ellos, aunque me encontrara en la situación de tener a un Edward radiante y chistoso delante y a un Tom demasiado sonriente a la derecha.

—Edward —dije una de las veces que me había agarrado por la cintura amistosamente.

—Dime, bonita.

—Muchas gracias por la noche, ha sido genial. Bueno, has estado genial —admití.

Sonrió satisfecho de sí mismo, pero movió la cabeza negativamente.

—No hemos acabado aún, cariño. Aún tienes que ver algo y después, seguiremos por nuestro camino de fiesta y diversión. Si quieres, claro.

Lo miré con una ceja alzada sin entender muy bien lo que significaba aquello. Justo cuando iba a preguntar, un chico me empujó debido al poco espacio que había quedado para caminar por allí. Me volví con cara de enojo pero no pude decir nada porque lo que vi me impresionó. Eran cuatro los que querían pasar e iban vestidos de una forma extraña y ridícula pero que al mismo tiempo me resultaba familiar.

—¡Joder! Van vestidos igual que los Beatles en el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band —exclamé volviéndome hacia Edward y riéndome a carcajadas.

Me miraba divertido mientras asentía y señalaba a los demás que por allí había.

—¿No notas nada raro, Bella?

Entonces caí en la cuenta. Muchos de los allí presentes imitaban la vestimenta de los Beatles; es más, incluso Edward y los chicos, con sus chaquetas y pantalones negros además de la corbata, parecían hacerlo. Aquello era increíble, algunos incluso llevaban el mismo corte de pelo o gafas. Asombroso.

—¿Estamos en una fiesta Beatle? —intenté adivinar.

—Te has acercado —sonrió él—. Fíjate en el hombre que va a hablar ahora mismo desde el escenario, escúchale y lo entenderás mejor.

Me dio un beso en la sien riendo entre dientes y se alejó, dejándome allí con el ceño fruncido. Me acerqué hasta Alice, que también estaba pendiente al escenario, entusiasmada.

—¿Tú sabes de qué va todo esto? —inquirí y ella se limitó a palmotear y reír.

—¡Qué mono Edward, que quiere darte una sorpresa!

Rosalie se nos unió, cargada de bebidas para todas. Iba a preguntarle si ella también sabía aquello que Edward me ocultaba cuando la voz del hombre del escenario resonó por la sala.

—¡Bienvenidos a una edición más de nuestra noche al más puro estilo Beatles! —el público aplaudió y yo me uní a ellos rápidamente—. Como cada año tendremos a las mejores bandas a nivel junior versionando a este gran grupo durante tres rondas ante la mirada del jurado...

Desconecté de lo que seguía diciendo para volverme hacia mis amigas.

—¿Van a tocar? ¿Edward va a subir ahí? —chillé, emocionada.

Ellas asintieron y Alice agitó las manos y pegó pequeños saltitos, otorgándole así al asunto el suficiente nerviosismo. Me puse de puntillas para buscar algún pelo cobrizo que destacara, pero con la poca iluminación y el bullicio me fue imposible.

El primer grupo que subió entre el aplauso entusiasmado de los presentes era uno de los que iban tan bien caracterizados. Tras una pequeña presentación, abrieron la noche con Here Comes The Sun; inmediatamente gritamos de la emoción y tras pasarnos un brazo por la cintura, nos mecimos al son de la canción, cantando el estribillo.

Tanto a las chicas como a mí nos entusiasmaban los Beatles por lo que aquello era, además de muy divertido, un regalo. Grupo tras grupo fueron desfilando con su artillería pesada: Yellow Submarine, Hey Jude, Do You Want To Know A Secret?... Una tras otra nos hacía cantar como si fuéramos unas auténticas fanáticas sesenteras en pleno concierto de The Beatles. Pocas veces en mi vida había disfrutado tanto y por la cara de mis amigas, supuse que estaban de acuerdo conmigo.

—¡Ahí están! —gritó Rose, señalando la escalera por la que iban subiendo los siguientes.

Vi a Edward revolverse el pelo con esmero, aplastándoselo contra la frente y riendo por un comentario de Emmett. Poco después bajaba el grupo que había tocado de una forma un tanto espantosa Lucy in the sky with diamonds bajo mi criterio y nuestros amigos subían, con aquellas características sonrisas de seguridad adornando sus bonitos rostros.

—No sabía que Tom tocara con ellos —comentó Alice.

—Yo tampoco... Aunque tiene sentido, si quieren hacerlo bien, deben ser cuatro en vez de tres —murmuré, sorprendida.

Allí estaban los cuatro, enfundados en estrechísimos pantalones negros y chaquetas con un toque retro. Habían conseguido aplastarse el pelo para que aquello fuera más verídico, pero el cabello pelirrojo de Edward y el rubio de Jasper hacía que no fuera cien por cien realista.

—Buenas noches —saludó Edward por el micrófono principal mientras todos afinaban y probaban sus instrumentos—. Somos The SkyBlue Parakeet y es un honor volver a estar en este concurso, con todo lo que los Beatles significan para nuestro grupo. —Vio que los demás estaban listos y con media sonrisa añadió—: Me gustaría dedicarle este tema a mi cita de hoy, que ha venido hasta aquí sin saber dónde se metía.

Hubo risas entre el público y varias chicas miraron a su alrededor, no muy contentas. Yo me limité a taparme la cara con la mano primero y después a reírme como una tonta.

—Acerquémonos —les pedí a las demás, que inmediatamente se movieron hasta que quedamos mucho más cerca del escenario.

La guitarra de Edward y la de Tom comenzaron a sonar mientras que todos se balanceaban cuidadosamente, tal y como lo habrían hecho aquellos a quienes rendían tributo. Emmett entró con la batería y Jasper puso el ritmo del bajo justo en el momento preciso.

—Oh yeah, I'll tell you something —comenzó a cantar Edward con una voz que consiguió sorprenderme—. I think you'll understand when I'll say that something… I want to hold your hand... I want to hold your hand, I want to hold your hand… —Entonó con tanto entusiasmo y precisión el estribillo acompañado por el coro de Jasper que el público tardó en reaccionar.

Me quedé con la boca abierta. Esperaba que Edward lo hiciera bien porque sencillamente era él y no lo veía arriesgándose a hacer algo en público que no controlara. Lo que no esperaba era que su voz me resultara tan parecida a la de Paul McCartney; simplemente, no contaba con ello.

—¿Lo estáis escuchando? —le dije a mis amigas, que también estaban atónitas.

—Bueno, es el grupo favorito de Edward. Creo que a los seis años ya ensayaba sus canciones con una guitarra de plástico —contó Alice—. Pero están tan increíbles...

Bajaron el ritmo en ese momento, sabían qué hacer y permanecían en su sitio en cada momento. Muchos de los grupos anteriores no habían sabido transmitir elegancia, perdiendo así toda la esencia.

— And when I touch you I feel happy… inside. –Edward movía sus hombros de izquierda a derecha, manteniendo la cabeza recta, como si hubiera ensayado toda la vida y supiera cómo comportarse a la perfección. Aun así, me pareció creer que me dedicaba una mirada acompañada de una leve sonrisa—. It's such a feeling that my love… I can't hide, I can't hide, I can't hide…

Todo el grupo estaba coordinado y lo más importante, parecían disfrutar. Sabían lo que hacían, los gritos al final de cada estribillo tenían los decibelios apropiados y nada más que por eso supe que durante años habrían machacado aquella canción. Conocía el perfeccionismo de Edward y sabía que era lo que estaba detrás de todo.

Acabaron la canción y se llevaron un fuerte aplauso bien merecido. Saludando bajaron del escenario y no tardaron en llegar hasta nosotras, que los esperábamos con ganas de alborotar y de comportarnos como adolescentes histéricas.

—¡Ha sido alucinante! —les felicité.

Vi que Edward me sonreía y que parecía algo alterado, incluso sonrojado. Curiosa me acerqué hasta él y le di un suave abrazo.

—¡Me ha encantado! Estoy segura de que pasaréis la fase. Pero dime, ¿por qué nunca me habías hablado de esto? —reí.

—¿Te ha gustado de verdad? —quiso saber, en voz baja.

Fruncí el entrecejo, confusa. ¿A quién no le había gustado? Toda la sala había disfrutado con ellos cuatro sobre el escenario.

—Por supuesto, no puedo esperar para veros de nuevo... ¿Cuál vais a tocar después?

Edward rió ligeramente, más tranquilo.

—Aún no hemos pasado de ronda, Bella. Y si lo hacemos... Bueno, tendrás que esperar para saberlo. —Puse un puchero al más puro estilo Alice pero fue inútil—. ¿Sabes? Me asustaba que pensaras que estaba haciendo el ridículo.

Alcé una ceja, divertida, mientras que él se mordía ligeramente el labio e intentaba arreglarse un poco el pelo.

—No creo que hayas hecho el ridículo en ningún momento. Aunque cuando me la dedicaste, no estuviste muy fino —añadí.

Se carcajeó y puso sus manos en mi cintura, consiguiendo que me tensara al instante. Eso sí, tenía que reconocer que era agradable.

—Habría sido de mala educación no hacerlo, señorita. Además, ¿quién te asegura que fueras mi cita?

—La hamburguesa que tengo en el estómago ahora mismo —reí mientras le colocaba bien la corbata, intentando hacer algo productivo pero no atrevido ante la cercanía de nuestros cuerpos.

Otro grupo de nerviosos jovencitos subió al escenario y tras una breve presentación al estilo Edward, empezaron con los acordes de She Loves You Ya Ya. Escuché a Alice chillar como si fuera una adolescente y rápidamente comenzó a mover los hombros en un baile muy sesentero, acompañada por Rosalie.

Jasper reía a mi lado mientras las miraba y bebía de su cerveza.

—Son el fenómeno fan en su máxima representación —gritó por encima de la música.

Edward y yo nos reímos y vimos cómo se acercaba, se situaba en el centro y pasaba los brazos por sus hombros para mover las caderas al compás que ellas marcaban

—¿No quieres unirte? —me preguntó él al oído.

—Estoy bien aquí —le sonreí, mirándole de perfil con las cejas alzadas.

Me cogió las manos y me puso justo en frente; después se acercó a mi oído para que lo escuchara mejor.

—Imagina que estás a principios del abril de 1963, en el Swimming Baths de Leyton, que has comprado la última entrada que quedaba a escondidas de tu padre el cual no lo aprueba, y que además has faltado a la facultad para poder ir.

Me separé de él para dirigirle una mirada de preocupación al mismo tiempo que intentaba disimular una sonrisa.

—¿Prefieres el ambiente que había en The Cavern? Te veía más en... ya sabes, sitios bonitos lleno de chicas ricas histéricas —bromeó.

—¿De verdad te sabes las fechas de sus giras? —inquirí, ignorando su último comentario.

—Todos los presentes en esta sala se las saben. O al menos la de los directos que más nos han gustado —respondió—. Joder, Bella, lo primero que hizo mi padre cuando nací fue ponerme el Please Please Me... Digamos que hasta los ocho años pensé que Twist and shout era una nana.

Y como si fuera por arte de magia, justo en ese momento empezó a sonar esa canción; los dos soltamos una carcajada.

—¿Te gustaría bailar conmigo esta nana? —bromeé.

—Intentaré no dormirme —rió él.

Bailar la música de los Beatles con Edward fue una de las cosas más divertidas que había hecho en el tiempo que llevaba allí. Se movía con gracia, tenía una coordinación total entre todas las partes de su cuerpo y no se acercaba demasiado a mí, justo como lo haría un hombre hace más de veinte años.

—Mira esto —se carcajeo mientras recuperaba espacio vital—. ¿Has visto algún video de un directo de ellos en YouTube, verdad?

Asentí, riéndome también por la expectación que me causaba. Vi como seguía bailando de forma cómica hasta que comenzaron los famosos gritos de ese tema, momento en el cual Edward comenzó a mover la cabeza de un modo frenético pero con un ritmo increíble. Solo podía pensar en el dolor que le vendría después, y entonces recordé lo que me había preguntado y caí en la cuenta. En los directos de los Beatles siempre había chicos que bailaban de esa forma; recordaba que yo misma había intentado agitar así la cabeza en la intimidad de mi habitación pero que nunca conseguía que quedara "natural".

—¡Brutal! —le aplaudí mientras iba amainando el baile.

—Creo que me voy a caer —bromeó entre risas, apoyándose en mi hombro.

Dos canciones después, se subió el hombre que había inaugurado el concurso con un sobre. Los chicos se unieron, pero no parecían nerviosos, por el contrario bebían sus cervezas y bromeaban entre ellos sobre las pelucas que llevaban los de uno de los grupos.

—Llegamos a la segunda fase —anunció agitando aquel sobre blanco antes de abrirlo—: Muchísimas gracias a todos por participar, este año hemos vuelto a llenar la sala y eso solo augura que el año que viene volvamos a vernos las caras. Como sabéis, seis han sido los grupos elegidos, de los cuales tres pasaran a la última ronda. Así que me gustaría un fuerte aplauso para... —Leyó el papel con la vista y se acercó el micrófono para dar los nombres—: ¡The Holidays... Bear Factory… The SkyBlue Parakeet… These new sonnets y… Kenedy!

Mientras nosotras gritábamos y aplaudíamos contentas, los chicos se acercaron al escenario riendo y dándose palmadas en la espalda en señal de victoria. Vi a Edward ponerse de puntillas para buscarnos entre la muchedumbre; una vez que nos localizó nos saludó con la mano eufóricamente y le respondí entre risas. Su cara parecía extremadamente feliz y eso era más de lo que mi cuerpo podía tolerar.

—Míralos, parecen una parejita —se burló Rosalie al vernos intercambiar señales a distancia.

—Son tan monos... —añadió Alice, a sabiendas de que aquellos comentarios me mosqueaban.

Respiré profundamente y puse la mejor sonrisa que pude, haciéndoles frente.

—Lo somos, ¿verdad? —Pestañeé rápido y di un pequeño saltito sobre mi sitio.

—Vamos a seguir burlándonos, no hagas como que no te importa —me advirtió Rose, señalándome con el dedo índice.

Puse los ojos en blanco y decidí prestar atención al grupo que decía llamarse The Holiday y a su interpretación de Little Child.

—Lo hacen bien —grité.

—Pero no son tan guapos —rió Alice.

—No creo que el jurado se fije en eso —bufé yo.

—Yo me fijaría —sentenció Rose, chocando la mano con Alice.

Los siguientes en subir eligieron Oh! Darling, un acierto según coincidimos después de hacer nuestra valoración; eran buenos grupos, los chicos no lo tenían fácil. Pero claro, el caso es que ellos también eran muy buenos.

Tal vez por la expectación, fue una actuación muy corta, como si alguien hubiera apretado el botón de rebobinar hacia delante. Sin apenas darnos cuenta, nuestros amigos volvían a subir al escenario y lo que más gracia nos hizo fue que una pandilla de chicas al pie del escenario comenzaron a chillarles algo que no escuchábamos muy bien. No pude menos que reír al ver la sonrisa cómplice de Edward que ni siquiera las miraba mientras afinaba su guitarra.

Se hizo el silencio en la sala, momento que él aprovechó para acercarse al micrófono sin perder esa sonrisilla suya.

—Nos volvemos a ver... —comentó como quien no quiere la cosa. Se giró para hacerle una señal a Jasper que estaba en su sitio, el segundo micrófono, y tras una pausa dramática gritó—: One, two, three, four!

Escuché como la sala entera gritaba al son de I saw her standing there, incluida yo. El chico que tenía al lado no dejaba de empujarme debido a su entusiasmado baile, pero casi ni le presté atención, preferí fijarme en el escenario.

Vi como Edward se alejaba del micrófono para bailar al ritmo de las guitarras y supe que ahí arriesgaría más que en la primera.

—Well, she was just seventeen… And you know what I mean, and the way she looked was way be beyond compare… —canto, con aquella sonrisa imborrable de su rosto—. So how could I dance wiht another... Oooh! when I saw her standing there. –Jasper se había unido a los coros, consiguiendo aquel efecto de doble voz tan curioso y que tan bien quedaba.

—Well, she looked at me… and I, I could see that before too long I´d fall in love with her…

No pude menos que rodar los ojos avergonzada cuando al decir aquellas últimas palabras noté como su mirada se dirigía precisamente a mí, acompañada de su sonrisa burlona al dramatizar el "with her" más de lo necesario. Pero, lo más gracioso era verlo cantar los alargados "ooh" mientras movía los hombros y las caderas. Sin poder evitarlo, saqué el móvil y les hice una foto rápidamente para no perderme mi parte preferida de la canción, algo que me recordó Alice agarrándome con fuerza el brazo. Sin embargo, lo que ella quería advertirme era que Edward caminaba hasta el micrófono de Jasper para situarse a su lado antes de que comenzara la siguiente estrofa.

—Well, my heart went boom, when I crossed that room, and I held her hand in mine…

Ese último "in mine" alargado y con voz aguda consiguió que Alice chillara más que en toda su vida y que yo no pudiera quitarle la mirada de encima a Edward. Sabía que había más personas que él en el escenario, pero en ese momento, no debían existir. Fue al seguir con la canción y no perder el hilo de la letra ni el ritmo mientras movía como un poseso la cabeza tal y como me había mostrado un poco antes, cuando más sorprendidos nos dejó a todos. Siempre que hacía algún agudo estiraba los labios de una forma cómica y sexy a la vez, y cuando llegó la parte instrumental se dedicó a pasear bailando por el escenario raspando las cuerdas de la guitarra mientras Tom se encargaba de los acordes.

—¡Mirad como disfruta Emmett! —gritó Rosalie.

Y era verdad, al ser un tema tan rápido, Emmett no cesaba sus baquetazos. Su pelo negro brillaba más que nunca a causa del sudor e iba de un sitio a otro por los rudos movimientos a los que se sometía su cuerpo.

—Pero el más atractivo es Jasper, tan serio y... —le recriminó Alice mordiéndose el labio y con una sonrisa traviesa.

—¿Estás loca? ¿Es que no ves a Edward? —me indigné yo. Era el que más resaltaba, simplemente colonizaría cualquier sitio que pisara con su seguridad.

Entonces me fijé en algo, estaba ignorando por completo a Tom. Sentí un peso en el estómago cuando vi que ocupaba un lugar secundario tanto en el escenario como en mi mente. Sabía que no se había acercado a mí porque era consciente de que esa noche era "el turno" de Edward, pero lo que realmente me preocupaba era que ni siquiera lo había echado en falta. Joder, el día anterior había compartido uno de los besos más apasionados de mi vida con él y hoy quedaba eclipsado por un idiota de pelo cobrizo... O quizá no fuera tan idiota, la cuestión era que ya no sabía qué pensar.

Todos esos pensamientos estaban consiguiendo que la cabeza me doliera y me sintiera mal conmigo misma. Los chicos ya habían acabado y yo necesitaba algo fuerte que beber, por lo que me dirigí hacia la barra mientras se hacía el cambio de grupo.

La camarera me sirvió un gintonic rápidamente e incluso me invitó a un chupito de tequila al ver mi cara de disgusto. Tras agradecérselo, vacié el pequeño vaso en un instante.

—¿Tan mal ha estado que quieres olvidarlo?

La voz de Tom me sobresaltó, consiguiendo que estuviera a punto de derramar la copa de la impresión.

—No, creo que habéis estado geniales. —Compuse mi mejor sonrisa y dejé que ocupara mi puesto en primera línea de la barra para pedir.

Apoyado en ella y con un nuevo botellín de cerveza en la mano me dirigió una mirada evaluativa.

—Estás mal por algo —afirmó mientras pegaba un sorbo.

—Todo está bien —negué yo, intentando mantenerme fuerte. Sin embargo, cuando alzó una ceja por encima de la otra, mirándome interrogativamente, me derrumbé—. Vale, vale... No sé, Tom, todo esto es raro.

—¿El qué?

—Pues ayer tú y yo estábamos genial y hoy ni nos hablamos...

No supe cómo seguir, no era fácil decirle que Edward lo estaba eclipsando cada vez más y que empezaba a creer que lo que había pasado entre nosotros era un error.

Suspiró y me miró con aquellos ojos celestes que conseguían impresionarme tanto. Había algo en él que lo hacía especial, eso no podía discutirlo, pero me asustaba que no fuera suficiente.

—Si lo que te preocupa es que yo esté incómodo en esta situación, puedes quedarte tranquila. Es decir, me gustas y creo que podríamos estar juntos... Pero en un mundo en el que Edward no significase tanto para ti.

—Edward no signi...

—No hace falta que lo niegues, es obvio. Pero tranquila —rió, interrumpiéndome—, ya te he dicho que no estoy enamorado de ti ni mucho menos. Tienes todos esos sentimientos por Edward y quizá yo también los tenga hacia otra chica que no seas tú. Somos libres, ¿no? Solo se trata de no hacernos daño el uno al otro.

Lo miré detenidamente para comprobar si aquello que me decía era cierto y no pude encontrar ningún rastro de falsedad en sus palabras. Él tenía toda la razón del mundo, en la vida puedes encontrar a personas maravillosas que te hagan sentir cosas insospechadas, pero siempre habrá otras que vayan más lejos y remuevan los cimientos de tu vida. Se trataba de encontrar el equilibrio y saber ir hacia delante intentando causar el menor daño posible. Se trataba de ser feliz.

—Eres genial. —Fue lo único que pude decirle, además de dedicarle una sonrisa sincera y apretarle la mano.

—Bella, si tiene que pasar algo entre nosotros más serio, pasará. No voy a ir buscándolo, me voy a quedar aquí y esperaré a que llegue, porque no te puedo mentir... creo que me gustaría.

—A mí también —admití—. Así que si llega, lo aceptaré con los brazos abiertos.

Él rió y se separó de la barra para dejar a una chica que pidiera.

—Entonces, si tan dispuestos estamos los dos, ¿salimos el fin de semana que viene? Algo informal, ir a algún concierto o algo.

—Me apetece mucho, sí —accedí, encantada—. Pero ahora será mejor que volvamos con los demás.

Asintió y emprendió la marcha en dirección a nuestros amigos. Después de esa charla había empezado a sentirme mejor, aunque el sentimiento de bienestar se disolvió cuando vi cómo me observaba Edward a lo lejos. Posiblemente hubiera visto nuestra charla íntima desde donde se encontraba y conociéndolo, habría pensado en lo peor. Otra cosa es que por una vez tuviera razón, pero tampoco iba a dejar que se enterara de eso.

—Hola, "Paul" —bromeé cuando me puse a su lado, despeinándolo ligeramente.

Alzó una ceja y pasó la mirada de mí a Tom, que había ido a hablar con Jasper. Resopló y con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados, dedicó toda su atención al escenario.

—Venga ya, Edward —bufé yo, sin conseguir nada por su parte—. Eres increíble... Esto ha sido una mala idea.

Fue entonces cuando se giró y no supe diferenciar la furia del dolor en sus pupilas.

—¿Ah, sí? ¿Lo ha sido? Me he esforzado mucho para intentar gustarte esta noche, pero aun así, todo ha sido una mala idea para la señorita.

Negué con la cabeza, sin saber qué decir o cómo enfrentarme a él. No quería sentirme tan débil siempre que nos sincerábamos el uno con el otro.

—No quiero discutir aquí, Edward. Además, estás sacando las cosas de contexto.

Él miró a su alrededor y me agarró de la mano. Me sorprendió que utilizara tanta suavidad teniendo en cuenta que sus nervios estaban de punta, o al menos eso aparentaba. En poco tiempo habíamos cruzado el local y nos encontrábamos fuera, donde en comparación con el interior, no había ni un alma.

Mientras él paseaba de un lado para otro, eligiendo las palabras adecuadas, yo me abrazaba a mí misma a causa del frío que hacía.

—¿Qué hay entre tú y Tom? —preguntó de golpe.

—No hay nada, Edward. Y de todas formas, no es algo que deba importarte.

Se quedó quieto justo delante de mí y frunció el entrecejo.

—¿Cómo que no debe importarme? ¡Me importa! —añadió, apretándose el dedo índice contra el pecho.

—Pues no debería. Pero no te preocupes, no hay nada.

Edward se pasó una mano por el pelo, inquieto. Veía como se debatía internamente por conseguir tener una conversación normal, sin que sus nervios interfirieran y lo mandaran todo a la mierda entre nosotros. Sonreí ligeramente por eso, estaba demostrando que yo le importaba de verdad.

—Bella... Él te quiere y yo... yo...

—No, no me quiere.

—Oh, venga ya, eres exactamente el tipo de chica que le suele gustar a Tom. De esas de las que se pasaría la noche hablando cuando quedamos para jugar a la Xbox; de esas que consiguen que Emmett le diga "se está quedando con tus pelotas, tío"... —añadió, imitando la voz de su hermano.

Esperé a que terminara su discurso porque ni siquiera sabía muy bien que decir.

—Puede que le guste a Tom, pero no está enamorado de mí —dije con voz suave—. Una cosa es sentirte atraído por alguien y otra pasarse la noche hablando de esa persona.

Me miró intensamente, taladrándome con sus orbes esmeraldas. Sentí que las piernas me fallaban, no sabía cómo afrontar aquello. ¿Cómo iba a reconocer que si no estaba con Tom era por él, y que al mismo tiempo no sabía si quería algo con él?

—¿Y tú en qué punto estás? —quiso saber.

Estaba asustada, mis sentimientos iban demasiado rápido como para que de allí saliera nada bueno. Vi su rostro cargado de confusión y supe que tampoco podía hacerle daño; sería un capullo, pero no podría soportar verlo sufrir.

—No lo sé, Edward... —susurré y empezó a desesperarse—. Mira hacia atrás: nos hemos enfadado o decepcionado mutuamente más veces de las recomendadas en tan poco tiempo. Lo estropeamos todo una y otra vez, pero siempre llegas tú y lo arreglas con una nota en mi ventana o con una noche como la de hoy.

—Me importas —dijo suavemente—. No sé hacia donde lleva eso o qué significa, pero me importas mucho.

Aparté mechones de pelo que me caían sobre el rostro y suspiré. De aquella conversación saldría definida nuestra relación, fuera a bien o a mal.

—Te he odiado mucho en algunas ocasiones—admití—. Como el día que Lauren estaba en tu piso después de pelearnos o después de lo que me dijiste fuera de Koko.

—Lo sé, soy un completo idiota a veces. Siempre creo que llevo la razón y ahora me siento perdido... Nunca me había sentido atraído por una chica que sepa que una "metáfora" no es ni una discoteca ni una enfermedad.

—¿De verdad te han dicho eso? —reí, más animada.

—Varias veces —admitió con una sonrisa.

Me apoyé contra la pared y el me imitó mientras sacaba un cigarro y lo encendía, presa del nerviosismo o del no saber qué hacer.

—Edward, esto es genial —suspiré—. Me gusta que salgamos y que estemos unidos, pero opino que si intentamos algo más, se iría todo a la mierda. Creo que no estamos hechos para estar juntos, no ahora. Piénsalo bien, queremos cosas diferentes: tú te cansarías a las semanas y yo me pondría histérica, teniendo motivos o no, cada vez que una cabeza-hueca bajara las escaleras de nuestro edificio.

El silencio se hizo sobre nosotros cuando terminé mi discurso. Supuse que estaría sopesando mis palabras debido a que no parecía enfadado. Exhaló el humo con lentitud y cerró los ojos, golpeándose con suavidad la cabeza contra el muro de ladrillo que tenía detrás.

—Creo que tienes razón, pero sigue habiendo un problema... —dijo finalmente, tirando el cigarrillo al suelo y pisándolo—. No creo que pueda mirarte ni una sola vez sin pensar cómo sería poder besarte.

No sé qué pasó en mi interior, pero algo proveniente de mi barriga subió hasta mi pecho y me hizo dejar de respirar. Alargué las manos, agarré su chaqueta casi con violencia y lo empujé hacia atrás, contra aquella fría pared que había sido testigo de nuestro momento más íntimo. Sin darle apenas unos segundos para que reaccionara, me abalancé hacia él en busca de su boca, como si fuera alimento después de una semana sin probar bocado. Sus labios permanecieron inmóviles, incapaces de entender mi comportamiento, pero tras unos segundos de cortesía, comenzaron a danzar junto a los míos. Y mis rodillas flaquearon.

Alcé las manos y agarré con violencia su pelo mientras millones de sensaciones me inundaban y cientos de comentarios suyos paseaban con total libertad por mi mente, algunos hirientes y otros capaces de enamorar a la persona más fría del mundo. Escuchaba sus jadeos entrelazados con los míos y notaba su excitación a medida que me apretaba más contra él. Aquello se nos estaba yendo de las manos, pero entonces caí en la cuenta de que no había sido ahí cuando habíamos cometido el error de caer el uno en la red del otro, sino con el primer comentario suspicaz, con la primera mirada sincera. Con la primera risa compartida.

Ninguno de los dos queríamos terminar el beso porque sabíamos que no volvería a repetirse; era el primero y el último, y eso dolía más que cualquier tortura. Sin embargo, y como nuestra suerte siempre había sido pésima, su móvil vibró desde el bolsillo de su chaqueta. Noté como aminoraba la velocidad y sus jadeos se volvían más profundos hasta convertirse en nada más que una simple respiración agitada.

Sin abrir los ojos, apoyó la frente contra la mía y sacó el móvil, aceptó la llamada y se lo llevó hasta la oreja. Yo pasé mis brazos por su cintura y me uní más a él, aprovechando esos últimos segundos.

—¿Sí? —Su voz era ronca, diferente.

Tío, ¿dónde estás? —escuché la voz de Jasper a la perfección debido a la cercanía entre el aparato y mis oídos, además del silencio que había a nuestro alrededor.

—Quería tomar el aire —respondió de forma cortante.

¡Hemos pasado a la final! Acaban de dar los resultados, estamos celebrándolo. Dentro de un rato tocaremos y me he preocupado al no encontrarte ni a ti ni a Bella... ¿Está todo bien? —quiso saber, cambiando el tono a uno más serio.

Jasper sería intuitivo, pero era imposible que adivinara todo lo que había pasado entre nosotros tan solo por la voz de Edward, aunque este tampoco se esforzaba por parecer "normal".

—Sí, todo bien, ahora vamos. —Y sin dejarle decir nada más, colgó y devolvió el teléfono al bolsillo.

Se mantuvo unos segundos en silencio y lo entendí, yo tampoco sabía qué decir. Entonces, suspiró y depositó un suave beso en mis labios con tanta ternura que me rompió el corazón.

—Bella... —susurró, mirándome a los ojos al fin—. No quiero que esto estropee nada, aunque ahora todo será diferente.

—Siento haberme lanzado así —musité, notando como se me humedecían los ojos. Si todo se iba a la mierda, iba a ser por mi culpa.

—No sientas eso —medio sonrió él—. Yo siento que no nos podamos besar durante las veinticuatro horas del día.

—Eso solucionaría muchos problemas: no volveríamos a hablar, por lo que no nos pelearíamos y todo nos iría bien.

Rió, más animado, y me abrazó con una dulzura desbordante.

—¿Cómo quedan las cosas entonces? —preguntó.

—Es imposible que diga en serio esto después de todo, pero... ¿Amigos? —respondí, insegura y con un hilo de voz.

—Súper-amigos —aceptó, aunque con resignación—. Pero prométeme una cosa.

—Lo que quieras —concedí.

Me miró con determinación antes de dedicarme su sonrisa más bonita.

—Que nunca, repito, nunca, besarás a nadie así.

Y entonces fue cuando sonreí yo, algo que creía imposible debido a las circunstancias.

—¿Te refieres a que no vuelva a acorralar a un hombre contra la pared y lo bese pese a haberme negado a hacerlo por activa o pasiva durante un mes?

Su risa hizo que mi sonrisa se ensanchase y que me sintiera más cómoda.

—No, me refiero a que no quiero que hagas que ningún otro sienta todo lo que he sentido yo. Llámame egoísta si quieres, pero ya que no te voy a tener a ti, déjame que me quede al menos con eso.

Sin poder evitarlo, le di un pequeño empujón cariñoso. Era ese gesto o volver a lanzarme a sus brazos, y no queríamos eso. Bueno, realmente sí.

—Si sigues diciéndome cosas así, tendré que matar a todas las idiotas que crea que quieren tener algo contigo. Solo así aceptaría que lo intentáramos —bromeé.

—Yo te ayudaría —murmuró él, con los labios apretados para contener una sonrisa—. Supongo que hablaremos más de este tema —aventuró.

Asentí mientras aceptaba el brazo que me tendía para volver a entrar al local, algo que agradecí al notar el cambio de temperatura una vez cruzamos el umbral. Busqué con la vista a los demás y gracias a la altura de Jasper y su pelo rubio los localicé sin problemas, al igual que Edward. Así, algo nerviosos, atravesamos lentamente el local hasta reunirnos con ellos.

—Bells, te estábamos buscando... ¿Ha pasado algo? —preguntó Alice, mirándome con detenimiento.

Negué con la cabeza pero no pareció darse por convencida, algo que de todas formas ya esperaba. Rose me observaba en silencio; ella era más discreta, esperaría a llegar a casa para acribillarme a preguntas.

Ya había un grupo que tocaba, por lo que los chicos no deberían tardar mucho en subir, de hecho, ya se estaban reuniendo para ir al backstage y subir al escenario desde atrás. Jasper le dio su bebida a Alice y en ese momento intercambié una mirada nerviosa con Edward que no supe cómo interpretar. Le susurré un "buena suerte" esperando que lo descifrara y como respuesta obtuve una encantadora pero tímida sonrisa.

—Vamos a tener una graaan conversación... —dijo de pronto Alice, con el entrecejo fruncido.

Ignorándola, continué mirando al frente. No sabía cómo se podía haber torcido tanto todo, un día estaba sola y al otro tenía más de lo que hubiera podido esperar; más de lo que jamás había imaginado. Y es que, viendo cómo Edward subía al escenario y enchufaba los cables a su guitarra eléctrica de forma despreocupada, tuve una revelación que a partir de entonces, cambió mi forma de ver el mundo: es en los momentos en los que nada parece tener sentido cuando seguir lo que te dicta tu propio instinto deja de ser una idea descabellada y se convierte en la mejor opción. Siempre hay tiempo para enmendar errores, por muy garrafales que fueran.



Entre el Amor y la Guerra


Sumario:
Ella se encontró con el futuro de su clan en sus manos. Siendo una niña apenas, tuvo que comportarse como mujer y ganarse el respeto de los hombres poderosos, en un mundo donde la mujer era moneda de cambio. Pero tenía unas cuantas cosas bajo la manga para conseguirlo. Él sabía su obligación pero entre ejecutarla y aceptarla había un gran espacio. Y en ese espacio se clavo ella. Una mujer que no era más que una niña y que además en sí se comportaba como niño. Con toda su vida complicada cometió errores que le llevaron a perder mucho. Solo una cosa simple y sencilla podrá devolverle todo lo que quiere él en su vida. Una cosa sencilla y simple llamada amor. ¿Serán suficientes sus intentos? Nota de la autora: este fic contiene escenas explicitas de violencia, sexo y lenguaje que podría herir la sensibilidad de las personas, se recomienda discreción y una mente abierta.
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11.- Retrasando al destino

Edward pov

-Edward…. Pensé que no vendrías, te he extrañado tanto… ¿Por qué tardaste en venir?- pregunto Victoria apenas abrió la puerta.

Había esperado hasta el anochecer para verla. Así nadie me vería entrar. Justo como la vez anterior.

-estuve de viaje con mi esposa, su hermana con su esposo y mi hermano con la suya- explique abrazándola también.

-vacaciones familiares… Que tierno… gracias por acordarte de mí- dijo sarcástica.

-lo hice. Te traje algo- dije sacando unos pendientes de oro y piedras de zafiro, azules como sus ojos.

-gracias, son hermosos ¿Qué le compraste a la niña?- dijo con rencor en la voz.

Me enfade de inmediato.

-¡¡no es una niña y es tu señora, respétala!! Le compre todo lo que quiso, lo que pidió y hasta lo que no pidió porque es mi esposa y se merece todo-

-¿estás enamorado? ¡¡¡Lo sabía!!! Me olvidaste…- dijo antes de llorar.

-no te olvide… pero sí estoy enamorado de ella. Y por eso creo que lo mejor es terminar esto que tenemos. No puedes esperarme toda la vida. No quiero que lo hagas. No vendré de nuevo Victoria. Esta es la última vez- dije con calma.

-entonces sí no te veré mas y seguramente me compraras un marido… ¿me tomas una última vez?- pregunto con todo el dolor en sus ojos.

-Victoria no creo que…-

-por favor, no me hagas rogarte, no me humilles más… solo una vez y después podrás irte- dijo mientras dejaba caer su vestido.

Y lo hice.

Una única vez.

Apenas termine me sentí peor. Una vez más había traicionado a mi esposa. Me vestí y me marche sin mirar atrás. Le conseguiría un buen esposo. Se lo merecía. Bueno vería que mi hombre de confianza lo hiciera. No quería tener más contacto con ella.

Pase un cinco semanas enteras haciendo los recorridos y en algún pueblo luchando contra los hombres de Masen, algunas facciones que andaban causando revuelo y alboroto y a los que mi hermano andaba dando caza.

Por fin después de desmantelar el último grupo confirmado que teníamos de seguidores de Aro, regrese a casa de mi padre.

-señor, Victoria lo busca, ¿la recibirá?- pregunto Harry mencionando el nombre entre dientes. -sí, que pase… y discreción- dije antes de que saliera.

Solo levanto la ceja mientras asentía.

Él como todos en el castillo adoraba a mi esposa y seguramente me maldecía en su interior por engañarla. Jamás en toda mi vida había visto a ese hombre mirar otra mujer que no fuera Fiona su esposa, quien trabajaba también en el castillo.

-¿Qué pasa Victoria? Te pedí que no me buscaras. Según tengo entendido te pasan una cantidad suficiente para vivir mientras arreglan tu matrimonio- dije cuando entro.

-estoy embarazada… y es tuyo- dijo sin rastro de broma en su rostro.

Me quede sin habla. Eso no podía ser, no me podía pasar a mí. ¿Cómo…?

-¿Qué dices? No. Eso no es posible, no…-

-la ultima vez que estuvimos juntos, no tuve tiempo de protegerme antes y después quede tan triste que… solo lo olvide, para cuando me di cuenta era tarde. Lo siento- dijo llorando.

Y mi mundo se sacudió.

Por completo.

-¿y qué quieres?- pregunte mientras pensaba como salir del asunto sin pecar mas.

-¿Qué quiero? Que te responsabilices por él, es tu hijo… cásate conmigo- soltó.

-estás loca, ya estoy casado- dije mientras la miraba de otro modo, con otros ojos. La veía de verdad por primera vez tal como siempre había sido.

-separarte, mándala a un convento, repúdiala, lo que sea, no te has casado por la iglesia y los castillos ya son tuyos porque sus padres están muertos, ya puedes dejarla y regresar conmigo. He sido tu mujer antes que ella apareciera y tengo derecho- dijo seriamente.

-¿Qué clase de mujer eres? ¿Cómo no lo vi antes?- pregunte sin entender el tamaño de mi estupidez

-solo te interesaba meterte entre mis piernas, bueno tus acciones han tenido consecuencias… haz lo que te digo o tu ramera personal del castillo se enterara de mi y de tu hijo- dijo acercándose a mí.

Pude pasar por alto su amenaza, pero que insultara así a mi Bella fue más de lo que pude aguantar. Por primera vez en toda mi vida levante la mano contra una mujer. Y la golpee tan fuerte que pensé la había lastimado de verdad hasta que me miro con sorpresa desde el suelo.

-la única ramera personal eres tú, ella es una dama y la vas a respetar aunque tenga que enseñarte a golpes- dije mientras la veía llorar, por primera vez no sentí nada.

-¿Qué te hizo? ¿Cómo logro que te enamoraras así de ella? Me amabas a mi- dijo sin dejar de llorar.

-lo hacía, ya no. Te quedaras en una de mis cabañas, hasta que el bebe nazca, cuando este seguro que es mío, hablaremos al respecto- dije mientras llamaba a Harry. Le di instrucciones precisas y se la llevaron.

-mañana regresamos al castillo- dije a mi hombre.

-señor no hemos ido a Eorlingan y es necesario, no le tomará más de un mes. Si quiere me regreso para ver que su esposa este bien- dijo.

-no será necesario, regresaremos y la traeré conmigo- dije.

-¿señor? Con el carruaje tardaremos mucho más-

-nunca dije que usaríamos carruaje- termine usando las palabras de mi esposa.

Al día siguiente estábamos en camino.

Apenas entre al patio mayor vi un grupo de guardias reunidos en torno a algo o alguien. Desmonte junto con mis hombres y me acerque. Me abrieron paso en cuanto me vieron. Bueno, los que me vieron ya que la mayoría miraba a la pareja entrenando en el centro.

Nada más y nada menos que mi flamante esposa, vestida con una camisola mía, la cual le quedaba enorme, ajustada con un cinto de cuero flexible grueso y su pantalón de montar, Botas y espada en mano. Sudando, con la parte de arriba de la prenda pegada al cuerpo, el cabello recogido por completo y con una mejilla sucia. Parecía más un muchacho de 14 años que mi mujer de 16 y aun así mi deseo se despertó. Hasta que me fije en su contrincante. Sin camisa y en pantalón. Jake.

-vamos señora, no puede hacer esto otra vez, se lastimara- pedía Mike, quien aun no me había visto.

-Mike cállate- dijo mi esposa sin apartar la vista del tipo que tenía enfrente.

Jake ataco con fuerza mientras mi esposa defendía con agilidad. Al ser tan pequeña se escabullía con facilidad. Aunque necesitaba acercarse demasiado para poder atacar. En algún momento, después de unos minutos de batalla quedo al alcance del contrincante logrando con ello que Jake le hiciera un corte.

-no te atrevas a detenerte ahora Jake- dijo antes que yo saltara de donde estaba y al ver que el tipo bajaba la espada.

-Bella, estas sangrando, si tu esposo me mata al regresar, será tu culpa niña- dijo sin levantar el arma.

-defiéndete Jake o te dejo sin oreja- dijo mi esposa con una mano en el costado cubriendo el corte y la otra al frente amenazando al tipo con la espada.

-déjela Señor, si está pensando en llevarla con nosotros debe ver de que es capaz su esposa y créame, Jake acabara peor- dijo Harry deteniéndome justo cuando iba a parar esa locura.

Ahora la camisa de mi esposa estaba mojada de sangre.

-no dejare que esto siga, esta lastimada ¿que no lo vez?- dije.

-lo vemos, pero la conozco desde siempre, si la detiene ahora será una ofensa para ella. Solo dele unos minutos y yo mismo la detendré- se acerco Sam mientras señalaba a los contrincantes.

-no, esto se acaba ahora- dije saliendo del montón.

Ahora si todos me vieron y ella también. Me miro un momento antes de sonreír. En ese preciso momento Jake ataco si hacer ruido alguno. Solo mi grito tuvo Bella de advertencia.

Se giro con agilidad impresionante mientras defendía con la espada. Apenas logro esquivar el arma contraria cuando de una patada y un giro que no entendí puso al tipo en el suelo y con la espada en el cuello.

-Jake, ¿que no ves que estoy mirando a mi esposo? - Dijo antes de bajar el arma y hacerle un corte nada profundo en el brazo.

-lección numero 25, jamás le des la espalda a un contrincante vivo y armado, no importa que sea el mismísimo Padre quien se aparece- dijo el tipo levantándose - por cierto bueno el giro ese, ¿me enseñas después? Anda ve a que te curen mientras yo intento explicarle a tu esposo el asunto antes de que me rebane- dijo el tipo mirándome.

-no hay nada que quiera que tú me expliques, solo quiero llevarme a mi esposa a la cama y escuchen todos… ¡¡¡no me molesten hasta la próxima semana!!!- grite mientras la levantaba en brazos y entraba al castillo con ella.

-eso fue horrible, ahora todos sabrán que hacemos- dijo mientras subía las escalera de la torre.

-¿Qué hacías con Jake?- pregunte.

Que no me mostrara enfadado delante de los demás no significaba que no lo estaba.

-entrenaba, llego un día después de que te fueras y como el castillo marchaba bien le pedí que entrenara conmigo. Lo siento esposo, si te molesta no lo hare más. Pero entonces tendrás que entrenar tú conmigo- dijo mientras la dejaba en la cama y quitaba el cinturón para revisarla.

-no entrenaras más, eres una dama, no tienes por qué hacer ese tipo de demostración publica. ¿No vez que me dejas en ridículo? ¿Qué hombre quiere que su mujer sea medio macho?- solté molesto.

Furioso, no por sus habilidades con la espada o el arco o el sable o nada que tuviera que ver con la batalla, sino por la confianza que parecía haber entre ellos. Me miro seria mientras cerraba la camisola quitándome las manos de la prenda.

-¿medio macho? Eso es lo que parezco ahora. Porque no es eso lo que piensas mientras retozamos en la cama-

-tú no retozas en mi cama. Yo te hago el amor y no me cambies el tema, sabes a que me refiero. Nunca debí dejar que ese hombre viniera. Pero se ira. Hoy mismo- dije caminando hacia la puerta

-¡¡¡No!!! ¡¡¡No lo corras!!! Dejare de entrenar, no tocare un arma si así lo deseas pero no lo eches- pidió con una rapidez que me dejo confundido.

Estaba renunciando a algo que era obvio para quien estuviera mirando que amaba hacer por no dejar de ver al tipo. ¿Lo amaba? ¿Y yo qué? ¿Tendría algo con él? ¿Se habría hecho su amante mientras estuve fuera? No. Eso no era.

Pero quizá lo amara. Después de todo siempre andaba con él antes de ser mi esposa. -¿Bella lo amas?- pregunte con un nudo en la garganta.

-sí, como a un hermano ahora… lo amaba o creía amarlo antes, pero después me casé contigo y fui tu mujer y todo parecía diferente. Yo… te amo a ti- dijo apenas.

-¿me amas? ¿Por qué?- pregunte en voz alta.

-porque eres bueno conmigo, porque siempre lo has sido. Me haces muy feliz. Me das mi espacio, me dejas tomar las riendas de cosas que no me corresponden por ser mujer. Me respetas y me das mi lugar sin importar que tenga vagina en lugar de pene. Me das todo aun cuando no lo pida y aun más sí lo hago. Me haces tuya cada noche. Es todo a la vez. Eres un esposo maravilloso y yo tengo mucha suerte de haberme casado contigo- dijo llorando.

Y su inocencia me golpeo con más fuerza que si me hubiera revelado ser amante del tipo. Porque yo no merecía nada de eso. Ni un poquito de su amor. Primero por tener una amante aun cuando ya estaba con ella y segunda porque esa amante ahora estaba embarazada. De mí.

-no llores, no lo hagas… no por favor… te dejare entrenar con quien quieras pero no llores. Yo… no soy bueno Bella. No lo soy- dije abrazándola.

Apenas pude no llorar de la inmensa culpa que sentía.

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chicas aqui les dejo la aportacion de hoy, disfruten, comenten y voten, las quiero. Con Ampr Alejandra Rivas

miércoles, 30 de marzo de 2011

Aprendiendo a ver la verdad oculta

_______________________________________________ CAPITULO 8: (EL BAILE DE MASCARAS) III PARTE: ( EL ANUNCIO DE LA BODA)

Una hora despues:

Todos estaban en la mesa cenando y mientras Bella seguia en la quinta nube pensando en el beso que se dio con el sexy enmascarado, James le comunico:

-Mi niña ahorita que hable con mi tio Aro, lo primero que me comento fue sobre el anuncio de nuestra tan ansiada boda (notese el sarcasmo), asi que luego de que se acabe la cena tenemos que ir al escenario y dar fecha.

Bella casi se atraganta con un trozo de langosto, tosio un poco y dijo:

-Muy bien James asi se hara, ya no le podemos dar mas vueltas a este asunto.-

Sin mas acabada la cena y sin dar momento a nada Aro con un traje de pantalon dorado, chaleco griss camisa de vuelos blanca y abrigo marron y a pesar de la mascara tan colorida de colores verde y dorado que lleva se notaba a leguas que era Aro por su forma tan extrafalaria a la hora de vestir.

Empezo el discurso diciendo:

-Ante todo quiero su atención y agradecerles a todos por contribuir a tan noble causa como son estos niños de bajos recursos que ahora tendrá un hospital en mi querido país de Volterra, y darles la gran noticia que es un secreto a voces de que mi amado sobrino James Alexander Vulturi y mi querida que ya es como una sobrina para mi Isabella Mary Swan nos darán el honor de ser los primeros en saber para cuando estos dos tortolitos se enlazan en un feliz matrimonio.-

En ese instante todo estaba en silencio y se escucho como una copa de cristal se rompía todos voltearon a ver pero quien quiera que la haya roto, había desaparecido así como por arte de magia, por un momento Isabella tuvo la esperanza de que Edward era sido el de la copa y así poder verlo pero se quedo con la incógnita.

En eso James le extendió la mano y con la mirada de todos los invitados puestos en ellos subieron al escenario Bella con algo de dificultad por lo largo del vestido, cuando al fin estaban los dos juntos James empezó a decir:

-Muy buenas noches damas y caballeros ante todo quiero darle las gracias a mi tío Aro por sus palabras y compartir la inmensa alegría que me embarga ya que mi amada Bella y yo nos casamos para dentro de 3 me…

Isabella no dejo que continuara e intervino:

- Semanas si amor para dentro de 3 semanas será nuestro tan esperado matrimonio civil, y de ante mano queremos pedirles disculpas ya que los dos decidimos hacer una ceremonia intima entre los mas allegados ya que será muy diferente cuando salgamos de tantos compromisos y podamos celebrar nuestra boda eclesiástica.

James se quedo en Shock y pensó:

(¿Tres semanas? ¿Pero no habíamos acordado que serian 3 meses?, el tiempo suficiente para desenmascarar a mi tío Aro ya que toda esta pantomina de la boda era por que mi tío no aceptaba a Victoria como mi esposa ya que ella no es como dice el digna de mi, cosa que me parece estúpido solo por que ella no tiene dinero y además que el tío tiene años haciendo desfalcos en las dos empresas y por eso yo tenia que conquistar a la patito feo Swan como el le dice a Bells, pero en las vacaciones de Europa me di cuenta que Bella no se merecía nada de eso además que Vicky me enseño que el dinero no compra la felicidad, por eso le conté todo a Bella y armamos todo este teatro por que nada le gustaría mas a tío Aro que la fusión entre SWAN-FASHION y VULTURI-MODELS el mismo me comunico que así podía seguir robando a su capricho y antojo pero ya yo no soy la rata de alcantarilla que se vendía por dinero cambe por el amor de Victoria Sandoval mi hermosa y futura verdadera esposa.)

Mientras James e Isabella comenzaban a recibir las múltiples felicitaciones por la boda, en un rincón oscuro alejado de todos el enmascarado daba gracias a Dios que llevaba mascara para que así nadie viera las lágrimas que amenazaban por derramarse y es que este no era otro que Edward Cullen que se encontraba sumergido en sus pensamientos:

-(Maldita sea esto no puede estar pasando es verdad que la odio pero cuando la vi hace rato sola y tan hermosa no pude evitar acercarme en ese momento no sabia que era ella, pero al reconocer su aroma de fresas ahí mismo pude saber que era ella mi Bella mi angel, solo queria tenerla un rato entre mis brazos sin que mi orgullo saliera herido y al ver tan confusa a mi angel de no saber quien era yo, se ve tan adorable cuando pone esos pucheros de estar molesta no pude evitarlo y bese a mi Bella, ahora que lo pienso detenidamente ¿no debe de acordarse de mis besos? ni aun asi me reconocio, arg en que estoy pensando maldita sea Cullen por un demonio tu la odias y la quieres destruir y por andar pensando asi rompi la copa de champaña que traia y casi me descubren, pero como la voy a destruir si la amo, todavia mi corazon no entiende por que me engaño esto no puede ser y ahora se va a casar en tres semanas como carrizo voy hacer para impedir que se case, no puedo permitirlo si ella se casa yo no sabre que hacer a quien engaño Rose tiene razon a pesar de la que me hizo la sigo amando mas que antes no puedo tengo que hacer algo asi me toque arrastrarme o volverme mas sanguinario pero tiene que haber una manera de obligarla a que se case conmigo se que en el fondo ella me ama si no, no me era besado como me beso, y si estoy siendo un iluso y ¿ella de verdad ama al estupido de Vulturi? ¿no seria mejor dejar esta estupida venganza? que nos esta destruyendo a ambos, no se que hacer por primera vez ¿no se que camino elegir?

-¿Si quererla en silencio y ahogarme entre mis lagrimas por que la perdi.?-

-¿O odiarla y mostrarme mas mounstruoso al punto de obligarla a que sea mi esposa?).-





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chicas el fic de hoy, ya saben que entre la uni y me millon de cosas no me doy a basto, les quiero, bye


con Amor Alejandra Rivas.

Curando un corazón

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Capítulo 6: Un corazón destrozado
Los ojos de Edward dejaron de brillar en cuánto empezó a contarme su historia. Estaba hablando de sus comienzos en la universidad; había estudiado en Yale, al igual que su padre y su hermano. Iba a preguntarle algo, cuándo se acercó la camarera con las bebidas, las ensaladas y el biberón de Megan. Empecé a dárselo, a la vez que Edward continuaba con la historia. -Pasadas las primeras vacaciones de navidad, el profesor Harris, nuestro maestro en anatomía, pidió voluntarios para la tesis que estaba realizando. Debíamos hacer varias prácticas en el laboratorio de anatomía seccional. Llegué cinco minutos tarde, y sólo quedaba un sitio libre. Ahí fue dónde la vi por primera vez- empezó a relatar en voz baja y con la mirada fija en algún punto de la mesa. Mentalmente analizaba cada palabra que me contaba... era por una chica; no sé por qué no me sorprendió, algo así me temía desde el principio. -Se llamaba Sophie...era la chica más guapa que había visto nunca; su cabello era de un color rubio oscuro precioso, lo llevaba a la altura de los hombros, era alta y delgada, y sus ojos... eran de un color marrón intenso, tan preciosos... iguales que los tuyos... ¿recuerdas la primera vez que nos vimos, cuándo chocamos a la entrada del hospital?- me preguntó mientras se sonrojaba ligeramente. -Si, claro que me acuerdo- le respondí, aún sin comprender. -No había vuelto a ver esos ojos desde que ella los cerró para siempre... por eso me puse tan nervioso, y me fui tan rápido- me terminó de explicar, mientras desviaba su mirada de mi rostro. Me quedé pegada en mi asiento, asimilando lo que me acababa de decir Edward... básicamente que mis ojos eran cómo los de Sophie; eso explicaba su comportamiento el día que chocamos... y segundo... la frase de que los cerró para siempre me dejó petrificada, y enseguida até cabos... ella había muerto. Le miré fijamente, incapaz de de decir algo, instándole a continuar. -Me tocó sentarme a su lado para realizar las prácticas, enseguida congeniamos y empezamos a quedar fuera del laboratorio; ella estudiaba bioquímica. Las prácticas de la tesis duraron casi el resto del semestre, y al acabar éstas comprendí que me había enamorado de ella. Al principio me daba vergüenza confesárselo... supongo que en el tema chicas el experto es Emmet- dijo a la vez que esbozaba una pequeña sonrisa, haciéndome sonreír a mi de vuelta, mientras echaba una ojeada a Megan, que hacía rato que había terminado su biberón y se quedaba de nuevo dormida. Me levanté un segundo, para colocar a mi hija en el carro y taparla; mientras estaba de espaldas, pude sentir la mirada de Edward clavada en mi nuca. Una vez volví a la mesa, empezamos a comer, mientras seguía contándome. -Una vez se lo dije, me sorprendió, ya que ella sentía lo mismo por mi... y así empezamos a salir, y ella se convirtió en mi novia. El resto de nuestros años en la universidad los pasé dedicado a mis estudios y a ella... éramos muy felices juntos. Terminamos nuestras carreras, y yo regresé aquí para hacer la residencia. Ella era de Nueva York, y en unos meses encontró trabajo en un laboratorio y se vino a vivir aquí conmigo- Escuchaba atentamente la historia, se veía atormentado por los recuerdos. Paró un momento, justo en él cual la camarera nos traía el resto de nuestra comida. Seguía incapaz de articular palabra alguna... y lo peor aún estaba por venir. Saqué fuerzas, para animarle a continuar... pero al momento deseché la idea. -Edward, no tienes por qué seguir- le dije, viendo que se iba a derrumbar. -Quiero hacerlo Bella... necesito hacerlo- musitó con voz suave, mientras se estiraba su mano por encima de la mesa; apartó de mi mano el tenedor y la atrapó entre la suya. Las dichosas descargas no tardaron en llegar, y la piel se me puso de gallina. Suavemente acaricié con mi pulgar la palma de su mano, queriendo transmitirle tranquilidad. El no dejó de mirar muestras manos unidas, a la vez que continuó hablando. -Éramos muy felices; al año de mudarse aquí Sophie le pedí que se casara conmigo, y ella aceptó. Íbamos a casarnos en mayo, y en navidades dimos la noticia a nuestras familias. Una noche de marzo, yo estaba de guardia, y me llamaron al busca... era mi padre, advirtiéndome que bajara deprisa a urgencias. Sophie regresaba de cenar con unos compañeros... cuándo un conductor ebrio invadió su carril, estrellándose con su coche- murmuró con voz ahogada. Una lágrima resbaló por mi mejilla, no podía imaginar lo que había sufrido... y lo que aún sufría. Tímidamente envolví con mi otra mano la de Edward, que se aferraba fuertemente a la mía. -Ni siquiera pude despedirme de ella... al llegar al hospital ya no pudo hacerse nada...- concluyó, mirando fijamente nuestras manos, mientras ese halo de tristeza que tenían siempre sus ojos se hizo más patente. -Edward... lo siento tanto... no sé que decir- balbuceé bajito. -No hace falta Bella... nunca había hablado de ello desde hace casi dos años; y lo necesitaba, créeme- me dijo, intentando esbozar una suave sonrisa. -Has sido muy fuerte Edward, intentado volver a la normalidad y seguir con tu vida y con tu trabajo- le animé. -Tenía que hacerlo...aún me cuesta, y mucho... y aunque me duela, a ella no le gustaría verme así... era muy alegre y bromista, siempre sacaba algo bueno de las cosas. Pero es duro ver que en un momento tus planes se van, nuestra boda, los hijos que queríamos tener, nuestra vida...- dijo con un suspiro. No dijimos nada más, y no quise preguntarle más; bastante había hecho abriéndome su corazón. Estuvimos en silencio unos minutos, hasta que Megan se revolvió. Iba a levantarme para echarla un vistazo, pero Edward me detuvo. -Yo voy, yo he terminado de comer, así terminas tú- me dijo con una sonrisa más animada, sólo asentí con otra. Cogió a Megan y la volvió a sentar en su regazo, mientras la entretenía. Se veía tan bien con ella en sus brazos, era encantador. Una vez terminamos de comer, y de refunfuñarle un poco a Edward porque quiso invitarme, dimos otro paseo, para aprovechar los últimos rayos de sol, y después se ofreció a acompañarnos hasta mi casa. Al llegar, se despidió de mi hija con un besito en su manita, y se giró hacia a mi. -¿Te veré el lunes en el hospital?- me preguntó. -Voy toda la semana de mañanas- le respondí suavemente. -Igual que yo, entonces te veré allí- respondió con una sonrisa... adoraba verlo sonreír. Nos quedamos unos segundos en silencio, hasta que por fin habló de nuevo. -Gracias... por escucharme, de verdad Bella- me dijo agradecido. -De nada Edward... y gracias también a ti... por dejarme contar mis penas... y ser tan buen niñero- le respondí guiñándole un ojo, animándole. -Siempre que quieras- me contestó. -Buenas noches Edward-. -Buenas noches Bella- me contestó; pareció titubear un instante, pero no esperaba lo que vino a continuación. Se inclinó lentamente hacia mi, dándome un suave beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de mis labios. Sus labios eran suaves, y dejaron un rastro ardiente en mi cara, a la vez que su perfume me aturdió ligeramente. Cerré mis ojos por un momento, mientras mi corazón latía a una velocidad anormal. Al recobrarme del shock inicial, Edward me dedicó una sonrisa torcida increíble, mientras se daba la vuelta y se alejaba. Muda de la impresión, conseguí llegar a mi apartamento. Llamé a Leah, para invitarles a casa, para comer mañana, y me dispuse a bañar a Megan. Al de un buen rato, y cuándo a mi hija se le ocurrió por fin dormirse, me senté en el sofá, café en mano y el mando a distancia en la otra. Después de un rato, y viendo que no había nada interesante para ver, opté por irme a la cama. No dejaba de pensar en el día tan maravilloso que había pasado con Edward, y de lo mucho que me impresionó su historia... no podía imaginar un dolor así. Un sentimiento extraño se hizo presente, no podía de dejar de pensar en los escalofríos que sentí con nuestras manos unidas... y ese beso, que me revolvió entera. Durante la mañana siguiente seguí pensando en él; mientras Megan estaba tumbada en su mantita de juegos, iba de un lado a otro de la cocina, preparando la comida. A eso de la una el timbre sonó. Abrí y recibí a Jake y Leah, que me dieron un caluroso abrazo. Mientras Jake se acomodaba en suelo para jugar con Megan, Leah y yo terminábamos de preparar la comida. -¿Qué tal ayer, Bells?- me preguntó mientras preparaba la ensalada. No pude evitar esbozar una sonrisa, mientras rememoraba, por enésima vez, el día de ayer. -Pues...bien, interesante; salí por la mañana a pasear con Megan, y me encontré a un compañero del hospital en el parque- empecé a relatarle. Leah me escuchaba con sumo interés. -Vaya...¿y cómo fue?- me siguió interrogando. -Pues...- no supe cómo continuar, iba a seguir, pero Jake irrumpió en la cocina. -¿Comemos ya ?; estoy hambriento; además acabo de acostar a la peque-. Una vez sentados los tres en la mesa, les relaté mi día con Edward; ellos me escuchaban atentamente, sin interrumpirme. Al llegar a la parte de Sophie, sus ojos se abrieron como platos. -Es terrible lo que ocurrió- dijo Leah consternada. -La verdad es que sí- le contesté. -¿Le contaste algo sobre nuestra infancia?- me interrogó serio mi hermano. -Si, lo hice...no se por qué, pero algo me impulsó a hablar; me refiero a hablar con alguien que no seáis vosotros dos; además él ha oído a hablar de papá, por sus estudios... como todo el hospital- le expliqué, poniendo el una mueca de fastidio ante la mención de muestro padre. -Me alegra que hayas echo amistades Bells- me dijo con una sonrisa insinuante. -Jacob Swan...- le advertí un poco molesta, mientras Leah sonreía con disimulo y se levantaba con algunos platos de la mesa. Decidí seguirla antes de enfadarme en serio con Jake. -Bella, no te enfades con Jake, ya sabes que le encanta hacerte rabiar- me consoló mi cuñada, mientras sacaba el pastel de la nevera. -Ya lo se...- suspiré, mientras metía los platos al lavavajillas. -Además, nos alegramos de que conozcas a un chico por fin- añadió con tono inocente. Me quedé blanca, sin saber qué decir. -Vamos Bells... se te iluminan los ojos al hablar de el... te conozco desde que llevabas pañales, y jamás te había visto así- dijo ella rodando los ojos. No pude negar con la cabeza mientras sonreía. -Es encantador, amable, simpático... si hubieses visto como se comportaba con Megan , y cómo la miraba...- no pude continuar, ya que me había sonrojado. -¿De verdad?; vaya...¿y adivino que es guapo, cierto?- preguntó con una sonrisa pícara. -Guapísimo...- le repuse tímidamente, mientras le describía a Edward. Me escuchaba atentamente, hasta que por fin habló. -Wow...hermanita...ese chico te gusta de verdad, y tu también a él- concluyó. Negué con la cabeza, mientras Leah me miraba extrañada. -¿Qué?- le pregunté de nuevo. -Pues yo creo que también le gustas... ¿crees te habría contado lo de su novia así por así?; vamos Bella. Además le gustan los niños, ¿puede ser más perfecto?- me soltó de carrerilla. -Leah... no es tan fácil... además me da mucho miedo; está Megan , y debo pensar también en ella- suspiré y seguí hablando -estaba muy enamorado de Sophie, por lo que me habló de ella era alegre simpática, guapa, alta...- empecé a enumerar. -Bella, tienes tu autoestima por los suelos...a ver, eres simpática, alegre... algo patosa- mencionó ésto último con una leve sonrisa- y no eres fea en absoluto, ¿por qué no vas a gustarle?-. Iba a añadir algo, hasta que mi hermano apareció en la cocina. -¿Confesiones de familia y no me invitáis?- preguntó en tono socarrón. -Jake, cariño...eres un cotilla; son asuntos de chicas- le reprendió su mujer, arqueando las cejas. -Mujeres...- bufaba mientras se iba de nuevo a la mesa. Leah y yo nos echamos a reír, saliendo con el pastel para que no se enfadara más. El lunes llegué temprano al hospital; después de cambiarme y de despedirme de Alice, Mandy y Angela, que se iban a casa, fui hacia la salita a ponerme el primer café de la mañana y a echar un vistazo a los informes. Miraba el planing de quirófano, con las operaciones programadas para hoy, cuándo una suave voz me sacó de mis pensamientos. -Buenos días-. Al girarme en encontré con Edward, plantado ante mi con una sonrisa y recostado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados; me quedé un poco embobada mirándole, le sentaba bien hasta el uniforme del hospital. Me miraba con diversión, esperando alguna palabra por mi parte. -Bu...buenos días- conseguí responder. -¿Qué tal ayer, domingo tranquilo?- me preguntó amablemente. -La verdad es que si, vinieron mi hermano y su mujer a comer, así que no salí- le expliqué. -¿Y Megan?- preguntó con otra sonrisa. -Bien también, cuándo me he ido la he dejado dormida- le conté animadamente; tomé aire, hasta que me di cuenta de mi falta de educación -perdona, ¿tienes tiempo para un café?- le ofrecí. -Siempre tengo tiempo para ti Bella- me dijo con esa sonrisa torcida que me volvía loca, ¿se podía ser más sexy que Edward Cullen?; la respuesta era no. Le serví el café, y milagrosamente la taza resistió mis ya evidentes nervios; al entregarle la taza nuestros dedos se rozaron, lo suficiente para que esas descargas eléctricas volvieran con más intensidad que el sábado. Inspiré varias veces, intentando controlar mi ritmo cardíaco. -¿Cómo se te presenta la mañana?- pregunté, para poder distraerme. -Pues un poco ajetreada, a las nueve tengo programada una sutura de úlcera gástrica, y a las doce y media una hemicolectomía* derecha; eso es todo, si no hay ninguna urgencia- me explicó amablemente. Medité unos minutos, hasta que le pregunté. -¿Con quién operas?; me refiero al anestesista. -Hoy con Jasper; las operaciones programadas las hago con él o con Tyler; Mike suele operar con mi hermano; si hay guardias con quién esté- me explicó. -Vaya...- musité, dando un sorbo a mi café. -Algún día te tocará a ti- me dijo para animarme, ya que vio mi desánimo. -Supongo que sí- le contesté. Seguimos con nuestra charla médica, cuándo aparecieron Jasper y Rose. Miré a Rose alucinada, con el nuevo uniforme de enfermería... era rosa. -Buenos días Bella, Edward- saludó ésta visiblemente cabreada. -Edward, Bella- saludó Jasper, con una pícara sonrisa, mirándonos. Me puse roja de la vergüenza, mientras Edward rodaba los ojos. Se sirvieron un café y se sentaron con nosotros. Los tres miramos a Rose, que poco le faltaba para echar humo por las orejas. -Rose, ya sabemos qué es lunes, a todos nos fastidia empezar la semana...- empezó a decir Edward, pero ésta lo cortó. -¿Podéis creer el ridículo uniforme que tenemos que llevar?- dijo señalándose a sí misma. -Vamos Rosalie, tampoco está tan mal, es... llamativo- añadió Jasper. Edward y yo conteníamos la risotada que nos iba a salir. -¿Y a Seth le hacen ir así?- pregunté de repente. -No, los enfermeros siguen de verde claro- seguía siseando entre dientes. -Vamos Rose... tampoco es tan malo- la intentó animar Edward, sin demasiado éxito. -El que vuelva a hacer un mínimo comentario, se la carga- masculló cabreada en voz baja. Edward y Jasper se pusieron a comentar lo que tenían para hoy, a la vez que llegaban Mike y y el nombrado Seth, que gracias a Dios no hicieron comentarios. Pero la paz no duró mucho. Emmet entró en la sala; miró alucinado a Edward, pero su vista se posó en Rosalie. -Buenos días... Rosalie, te veo muy pantera rosa- dijo con voz burlona. -Mierda, no- gemí para mis adentros, mientras el resto se escondía detrás de los historiales, pero ya con las risas en voz alta. -Se lió- añadió Seth con una sonrisa burlona. -El que faltaba...¿sabes Emmet?, no te aguanto- siseó realmente enfadada, mientras se levantaba y se iba de la salita. -¿Cuándo vas a admitir de una vez por todas de qué estamos hecho el uno para el otro?- le siguió preguntado con una sonrisa, mientras la sujetaba del brazo para impedir que saliera por la puerta. Rosalie lo miró arqueando una ceja. -¿Cuándo las vacas vuelen?- soltó burlona, zafándose de su agarre y saliendo. Ya las risas de todos estallaron en voz alta. Me lloraban los ojos de reír, mientras Emmet siguió tan pancho, dirigiéndose a la cafetera. Mi busca sonó en ese momento, así que me volví hacia los chicos, limpiándome las lágrimas. -Tengo que bajar a rayos, hay un problema con un preoperatorio, os veo luego , y buena suerte en la operación- les dijo, pero mirando a Edward. -Te acompaño, nos vemos chicos- dijo Seth. -Hasta luego- respondieron Jasper y Emmet. -Hasta luego- le contestó Edward. PVO EDWARD Estaba embobado mirando a Bella, mientras salía por la puerta. Me quedé unos minutos en silencio, pensando. No sabía qué me había impulsado a contarle lo de Sophie, además, ella me había escuchado tan atentamente, casi con devoción. Al llegar a mi apartamento, pensé que me derrumbaría y me echaría a llorar, siempre me pasaba al hablar de Sophie... pero no fue así. Una vez me metí en la cama, no dejaba de pensar en ella, una y otra vez; su rostro se aparecía en mis sueños, con una sonrisa. Tampoco podía dejar de pensar en el beso que le di al despedirme... y su piel era exactamente cómo la imaginaba, tibia, suave y delicada. Una voz me devolvió a la realidad. -Vaya Eddie... veo que has abandonado tu prisión particular en cirugía...¿a qué debemos el milagro?- preguntó mi hermano Emmet. Le lancé una mirada de advertencia y a la vez asesina. Mike, que se percató de la situación, inmediatamente vino en mi ayuda, carraspeando. -Ejem... Emmet, debemos prepararnos- dijo levantándose de la mesa. Mi hermano lo miró con fastidio, siguiéndole. -Espero que después me lo cuentes- me advirtió, señalándome con sus dedo índice. Hice caso omiso a la advertencia de mi hermano; una vez ambos salieron, Jazz me miraba impaciente. -¿Qué?- inquirí. -Creo que ese milagro tiene nombre propio; ¿no se llamará, por casualidad... Isabella?- preguntó tranquilo. No podía negarlo, además Jasper me conocía demasiado bien, aún así ni lo confirmé ni lo negué. -Venga ya Edward; sabes a lo qué me refiero- repuso. Suspiré, mirando hacia un lado. -No lo puedo evitar Jazz... me gusta, y me gusta mucho- confesé al fin. Jasper me miraba fijamente, mientras una sonrisa asomaba en su rostro. -Lo sabía, ¿y quieres qué te diga la verdad?- lanzó. -Dispara- le respondí ansioso. -Me alegro mucho por ti Edward, de verdad, además es un chica estupenda- tomó aire para proseguir -¿sabes que tiene una hija, no?-. Sonreí de nuevo, recordando a la pequeña personita que también se había hecho un hueco en mi corazón. Le relaté a Jasper nuestro encuentro del sábado; me escuchaba atentamente mientras nos dirigíamos a prepararnos para la operación, pero me salté la parte en que Bella me habló de su vida en Forks. Al terminar, pareció meditar lo que iba a decirme. -Vaya...así que le hablaste de Sophie- murmuró sorprendido. -Si- contesté simplemente. Jasper se quedó meditando un momento, hasta que al final volvió a la carga. -¿Vas a invitarla a salir, no?- me preguntó; al ver que no respondía, me hizo otra pregunta. -¿Qué ocurre amigo?-. -Verás... es un sentimiento extraño; una parte de mi se muere por conocerla más, pero ...- suspiré frustrado, pero Jasper me interrumpió y terminó por mi. -Pero... sientes que estar con ella es como traicionar a la memoria de Sophie, no es así?- dedujo sabiamente. -Algo parecido- susurré frustrado. Jasper tomó aire, para después continuar. -Edward...sé que es duro, pero ella, desgraciadamente, ya no está. Y no creo que traiciones a Sophie; ninguno la olvidamos, y tu sobre todo, eso no se pone en duda...pero, ¿crees que a ella le gustaría verte así, huraño y solitario con tus recuerdos?- me interrogó severo. No contesté, ya que ambos sabíamos de sobra la respuesta. -Deberías darle una oportunidad a Bella- concluyó al fin. Le prometí que lo pensaría, mientras nos terminamos de preparar para la operación. La semana pasó deprisa; iba todos los días a reanimación, para verla aunque fuera solo unos minutos. Su sonrisa me encandilaba más cada día. El viernes, mientras me cambiaba para irme a casa, volvía a tener fin de semana libre, medité de nuevo, como llevaba haciendo toda la semana, los consejos de Jasper. Miré el reloj, eran las tres menos cuarto de la tarde, me encaminé con paso firme hacia el servicio de Bella, decidido de una vez por todas... y rezando para que ella no tuviera guardia. *Hemicolectomía: resección parcial de alguna parte del colon.
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chicas mi aportacion de ayer hasta hoy, lamento la tardanza, las quiero, besos....

con amor Alejandra Rivas ; )

lunes, 28 de marzo de 2011

Entre el Amor y el Odio

Sumario: Ella se encontró con el futuro de su clan en sus manos. Siendo una niña apenas, tuvo que comportarse como mujer y ganarse el respeto de los hombres poderosos, en un mundo donde la mujer era moneda de cambio. Pero tenía unas cuantas cosas bajo la manga para conseguirlo.

Él sabía su obligación pero entre ejecutarla y aceptarla había un gran espacio. Y en ese espacio se clavo ella. Una mujer que no era más que una niña y que además en sí se comportaba como niño. Con toda su vida complicada cometió errores que le llevaron a perder mucho.

Solo una cosa simple y sencilla podrá devolverle todo lo que quiere él en su vida.

Una cosa sencilla y simple llamada amor.

¿Serán suficientes sus intentos?

Nota de la autora: este fic contiene escenas explicitas de violencia, sexo y lenguaje que podría herir la sensibilidad de las personas, se recomienda discreción y una mente abierta.

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10.- Amor ¿sentimiento o ilusión?

Edward pov

-bueno ya terminaron sus compras ahora es nuestro turno de escoger las actividades para la semana que empieza- pidió Jasper el sábado en la noche mientras cenábamos todos juntos.

-me parece justo, pero antes de eso me gustaría decirles algo- dijo Rose apenas su hermano termino de hablar.

Alice y Bella se miraron sin poder evitar reírse. Algo estaban tramando de nuevo.

-¿bueno nos dirás o debemos adivinar?- se quejo Emmet con la paciencia del tamaño de una termita.

-estoy esperando…- dijo Rose mientras las mujeres presentes se soltaban a reír de plano.

Jasper se quedo callado. Mire a mi hermano esperando encontrar la cara de asombro. Pero no había entendido aun. Idiota.

-¿esperando que?- pregunto todavía mientras su mujer lo asesinaba con la mirada.

-un hijo Emmet, estoy esperando un hijo tuyo- dijo antes de arrojarle la servilleta algo molesta.

Y esta vez mi hermano entendió y su expresión fue impagable. El tipo quedo blanco.

-es oficial, debemos ir de compras para la ropa del bebe, tus vestidos de maternidad y más cosas que vas a necesitar- anuncio Alice mientras Jasper ponía cara de derrota.

Y empezó otra semana que se convirtió en tres, en que lo único que hicimos fue cargar paquetes de tela, encaje, zapatos y solo ellas sabían que más. Así pasamos el primer mes y medio de nuestro viaje.

-esta noche iremos al teatro, les gustara y tendrán oportunidad de ponerse los vestidos que les confeccionaron antes- dijo Jasper durante el desayuno.

-Si me agrada la idea. Aunque nunca he ido a una obra parisina. Las únicas a las que Bella y yo asistimos fue una en España y otra en Londres- dijo Alice.

-cierto y la de Londres no la terminamos porque Jake nos saco antes… no me acuerdo porque- dijo mi esposa.

Mi expresión cambio. Aun recordaba el altercado de cinco noches atrás.

Recuerdo

-así… muévete más… estoy por….- y solo la escuche gritar mientras me vaciaba en ella y se contorsionaba debajo de mi cuerpo.

Excitada y satisfecha.

Escucharle pedírmelo así mientras su voz se afectaba por el orgasmo era alucinante… me ponía bruto… y lo hacía con toda la sensualidad de la que era capaz. Lo empezó a hacer la segunda noche que saco un infernal modelito de encaje que solo cubría los senos y las caderas con una tela apenas más opaca que el resto del conjunto. Yo juro que esas prendas son confeccionadas en el infierno para hacerme pecar.

Y mi esposa es una diablesa enfundada en ellas.

No había mas pena. Me decía exactamente lo que quería y me hacía lo que se le daba la gana. Y yo me dejaba, porque no había nada en este mundo que no hiciera por ella. Sobre todo si me lo pedía mientras me mataba con su vagina sobre mi verga. Aunque lo único que pedía estando ahí era que me moviera más rápido o que apretara mas o incluso que la tocara.

Apenas se dejo caer sobre mí la abrace.

-¿Qué era eso que querías pedirme?- pregunte cuando mi respiración se hizo normal.

-bueno, cuando estábamos en el castillo accediste a que Sam regresara al castillo, pero me gustaría que también Jake lo hiciera. Es un amigo y lo extraño- dijo con un susurro.

-no- dije mientras un sentimiento de posesión me invadía.

-pero esposo… ¿por qué no? tu mismo dijiste que necesitaba protección y no hay nadie en este mundo que pueda hacerlo mejor que ellos- dijo mientras se sentaba y se cubría con la sabana.

-yo puedo hacerlo mucho mejor que ellos y sabes que no me agrada tu “amigo”- respondí vistiéndome con el pantalón a mi vez.

-no me gusta como dices la palabra amigo y sé que tú me cuidarías mejor. Pero no estás siempre en casa, en cuanto regresemos te perderás no se por cuantos días y me quedare de nuevo sola en el castillo, nadie mejor que ellos para cuidarme- insistió.

-te he dicho que no y si todo este teatro de la cama fue para conseguir eso, te fallo- dije molesto.

Su mirada cambio. Se puso sería. Como ese día en el bosque cuando insinué que no era doncella. Sin decir nada más se giro dándome la espalda. Me sentí como un gusano. Ella era honesta yo en cambio era un maldito bastardo infiel.

Y lo era porque en cuanto menciono el asunto de los viajes pensé en ver a mí amante. Me acosté a su lado. No quise tocarla. No quise incomodarla con mi presencia en cuanto escuche el primer sollozo, no me atreví a consolarla porque era mi culpa que estuviera así. Me levante de nuevo y salí de la habitación.

Regrese muchas horas después. Con algo más que unas copas encima. Me senté en el sillón frente a la cama, frente a ella. Dormía aun desnuda. Nunca le había dicho algo así desde que estábamos casados, no habíamos tenido un desacuerdo o algo de ese tipo. Siempre accedía a todo lo que yo pedía, me hacía feliz en la cama y fuera de ella.

¿Por qué no acceder a su petición?...

Porque me deba coraje que ese tipo la tocara, se acercara o la mirara siquiera.

Pero de verla tan triste y que además le había ofendido con mi comentario me fue suficiente para acceder a su petición, pero no se lo dejaría saber. No aun.

Fin del recuerdo

-fue porque los tipos de las butacas de atrás no dejaban de mirarte. No se aguanto y nos saco- agrego Alice.

-cierto… ya me acorde- dijo sin mirarme -entonces al teatro ¿Qué veremos?- pregunto mirando a su cuñado.

-una obra donde el esposo engaña su esposa y esta última se entera y… no les diré el resto, tiene que verla- dijo Jasper mientras mi mirada se quedaba sobre él.

-vaya, suena interesante…- dijo Bella mirándonos a todos.

Pero su expresión era de seriedad. ¿Sabría algo?

Claro que no, estaba poniéndome paranoico.

La maldita culpa.

Bella pov


-no me gusto la obra- dije apenas salimos.

-¿Por qué?- pregunto Alice.

-porque el esposo no solo le mintió a su esposa, sino que compartía cosas que se supone solo deben compartirse en matrimonio. Además no entiendo porque ella lo perdono. Él no lo merecía- dije.

-es algo bastante común Bella, el matrimonio no siempre es respetado, a veces porque no hay amor entre los cónyuges o porque el hombre es un desgraciado o simplemente por otros motivos- dijo Jasper.

-que sea común no significa que sea correcto, está jugando con los sentimientos de su esposa, no me parece que sea justo, además ¿Cómo hace eso si se supone que la ama?- dije de nuevo.

-¿entonces si Edward alguna vez te engañara…?-

-no quiero seguir con esto, eso no pasará Emmet- dije mirando a mi esposo.

Por primera vez tuve miedo. De que alguna vez no fuera suficiente para él y buscara en otro sitio. En otra mujer.

-pero ¿tú lo perdonarías…?-

-Emmet ya déjalo, no quiere hablar más de esto y yo tampoco- dijo mi esposo bruscamente, abrazándome muy fuerte después.

Apenas llegamos al hotel me desnudo y me hizo el amor de forma tosca, casi salvaje. No me queje pues me gustaba un poco su lado animal pero si me tomo por sorpresa, usualmente lo hacíamos así después de un par de juegos de palabras y de caricias.

Esta vez se lanzo de lleno.

-¿hay algo que te moleste? ¿No te pareció lo que dije al salir del teatro?- pregunte cuando después de la segunda vez se quedo quieto sobre mí.


No me hablo como otras veces. Solo se quedo tratando de regularizar su respiración.

-no Bella, no es algo que hayas dicho tu… es que no me pareció que la obra fuera la adecuada. Me asegurare que Jasper escoja mejor lo que vemos- dijo con poca convicción.

-¿tu…? Bueno quiero saber si tu… hum… ¿alguna vez has pensado en…? No importa. Estoy loca- dije cuando no pude externar mis miedos.

Era una estupidez. Él no me engañaría, no me lastimaría de ese modo.

Él era mío, solo mío.


Edward pov

Para cuando por fin Bella se durmió mi cabeza era un hervidero de cosas, la culpa era la que mas reinaba.

¿Qué hacer con mi amante?

¿Cómo mirar a mi esposa ahora?

Sobre todo porque ya sabía con certeza lo que pensaba de la infidelidad. Dios, si se enteraba no me perdonaría nunca. La perdería para siempre, aun si se quedaba a mi lado.

Pasaron dos semanas más antes de regresar a casa. Nuestras vacaciones se habían terminado. La cantidad de baúles que entre las tres mujeres tenían ahora era una locura, siendo mi esposa la que más tenía de todas.

Otra consecuencia de mi complejo de culpa.

Lo que vio le compre. Vestidos, zapatos, lencería, joyas, muebles, cortinas, un comedor completo etc. Aunque de todo lo único que pidió fueron los zapatos y los vestidos. Como en el viaje de ida, el de regreso estuvo cargado de pasión, solo salíamos para comer.

-¿crees que eso te hará ganar su perdón cuando se entere?- pregunto Emmet cuando los sirvientes descargaron todo en el castillo.

-no me jodas ahora Emmet- pedí

-¿Cuándo vas a terminar con aquella? ¿Qué esperas para respetar a su mujer? Eres un imbécil. Lo sabrá y cuando eso pase te vas a lamentar el resto de tu vida- dijo antes de entrar al castillo.

Sabía que tenía razón, sabía que debía terminar con Victoria pero el amor que aun sentía por ella no me dejaba. Ahora estaba dividió entre mi amor por mi amante y el amor por mi esposa. Porque eso lo sabía con certeza. La amaba.

-vaya, me sentiré tan sola ahora que se han ido- dijo Bella tres noches después de nuestra llegada.

Rose empezaba a superar los vómitos y su vientre por fin se hacía visible con cuatro meses. Por lo que decidieron irse cuanto antes.

-lo sé, si quieres puedo llevarte a casa de Alice mientras estoy de viaje. Estamos a mediados de febrero, no regresare hasta mediados o finales de abril. Es mucho tiempo para que te quedes sola- sugerí.

-Llévame contigo- dijo.

-¿Qué?…. No Bella. Son días de viaje a caballo, con carruaje tardaremos una eternidad-

-no dije que iría en carruaje, sabes que puedo cabalgar como tú, solo necesito que digas que sí. Por favor, no me dejes sola por tanto tiempo- pidió arrodillándose sobre la cama frente a mí.

-no es un viaje apropiado para ti, será pesado y siempre está el riesgo de que nos ataquen. Si no los hombres de Masen cualquier banda de ladrones. Es muy peligroso para nosotros mucho más para una mujer ¿Sabes lo que pasaría si te capturan?- pregunte esperando que eso la desanimara.

Aunque era más que obvio que yo no dejaría que nadie le tocara un cabello.

-si… perderían su hombría bajo mi espada- dijo dándome la espalda.

Estaba molesta. Genial.

-lo siento Bella, la respuesta es no. Y no cambiare de parecer, además Jake está por llegar- dije para quitarle el enojo.

Y funciono. Se giro hacía mi de inmediato.

-¿Jake? ¿Mi Jake?- pregunto antes de sonreír de oreja a oreja y lanzarse sobre mí.

-¿desde cuándo es tu Jake?- pregunte molesto.

-no seas tonto, es solo una manera de decir que sí es el Jake que yo conozco-

-¿y cuál otro podría ser?- dije sin cambiar mi humor.

-te vas mañana ¿cierto? De verdad quieres pasar esta noche enfadado conmigo ¿no prefieres desnudarme?- pregunto mientras se quitaba la bata dejando al descubierto la lencería infernal.

La de hoy era de encaje morado con bordados en hilo rosa, solo en los senos y uno más grande adelante y otro atrás cubriendo apenas lo esencial. Me olvide de todo lo que no fuera tomarla hasta cansarme.

Lo cual no sucedería esa noche.

Para cuando partí llevaba la firme idea de dar por terminado mi romance con Victoria.

La amaba pero no como a mi esposa.

Ya no.

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listo chicas, lamento al demora, pero aqui esta el fic de hoy.


con amor Alejandra Rivas ; )