viernes, 22 de abril de 2011

Curando un corazón

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Capítulo 13: Sábado de lo más entretenido



Estábamos a mediados de marzo, ese año hacía bastante frío para San Francisco. No podía creer cómo había pasado el tiempo; en menos de un mes mi pequeña cumpliría un año. Ya se tenía en pie, agarrándose a todos los lados, y con la ayuda de Edward o mía ya daba pequeños pasitos... pero su cerebro iba más rápido que sus piernas, y la mayoría de las veces se quedaba sentada en el suelo.


Erá sábado, y tanto Edward como yo teníamos guardia. Llegamos juntos al hospital, como era costumbre en los últimos meses, y nos despedimos con un pequeño beso, prometiéndome que vendría dentro de un rato a verme.


Después de firmar el cambio de turno, me dirigí a la salita, dónde ya estaban Rosalie, Alice y Jasper.


-Hola chicos- saludé en general.


-¿Qué tal Bella?- me preguntó amablemente Jasper, mientras Alice me tendía un café.


-Bien... espero que tengamos un sábado tranquilo- suspiré, mientras me acomodaba en la mesa y abría uno de los historiales.


-¿Dónde está Seth?- preguntó de pronto Rosalie.


-Me parece que no tiene guardia hoy- pensé confusa en voz alta.


A eso de media hora, Seth y Leslie aparecieron por la puerta, cargados con comida china como para un ejército.


-Hola- saludó Seth, demasiado alegre.


-¿Pero tu no librabas hoy?- seguía confusa o no me enteraba de nada, una de dos.


-Espero que no hayáis cenado- interrogó Leslie con una sonrisa misteriosa.


-¿Y ésto?, ¿qué celebramos?, que yo recuerde, tu cumpleaños fue en enero- interrogó Jasper curioso.


Ya os enteraréis...¿está Edward de guardia?- me preguntó Seth.


-Si, y Emmet también- aclaré, mientras escuchaba el bufido de Rosalie.


-¿Podrías avisarles?- me preguntó Leslie, mientras sacaba la comida y la dejaba encima de la mesa.


Asentí mientras los llamaba al busca. Al de veinte minutos ambos aparecieron por la puerta.


-¿Celebramos algo?- interrogó Emmet, relamiéndose los labios al ver la mesa.


Seth aspiró fuertemente, para tomar la palabra.


-Bien... queríamos que estuvierais todos – empezó a decir mientras rodeaba a Leslie por los hombros- para anunciaros que el próximo 27 de mayo Leslie y yo nos casamos- terminó por decir.


Las chicas pegamos un bote, completamente emocionadas y abrazando a Leslie, mientras que los chicos palmeaban a Seth en el hombro. Una vez los felicitamos, nos sentamos a disfrutar de la improvisada cena.


-¿Y Mandy, Ángela y el resto lo saben?- pregunté.


-No, a ellos les tocará la comida mañana... así que os agradeceríamos que al cambiar el turno no se os escape nada- nos pidió Seth a todos, pero mirando a Emmet.


-Eh...me ofendes- dijo en falso reproche -soy de lo más discreto- dijo muy serio.


-Seguro...- bufó Rosalie rodando los ojos, mientras el resto nos reíamos por lo bajini, mientras Edward y Jasper le miraban arqueando una ceja.


-¿Y dónde será?- preguntó Alice.


-En la Iglesia de St. Andrews, a las doce y media del mediodía; la comida en los jardines del hotel Intercontinental San Francisco - nos contaba Leslie.


-Y por supuesto, os esperamos a todos- nos dijo Seth siguiéndonos con la mirada.


Todos asentimos encantados; las chicas nos apartamos un poco de los chicos, para que Leslie nos contara cómo iban los preparativos. En ésto, oímos a Emmet gritar exaltado.


-¡¿Cómo que despedida de solteros conjunta?- preguntó horrorizado.


-Si ellos lo quieren así, ¿qué problema hay?- preguntó Edward rodando los ojos.


-Eso no es ni despedida de soltero ni nada...- protestó cual niño pequeño.


-Ya... pero resulta que NO es tu despedida de soltero... es la de ellos- intervino Rosalie, recalcando las palabras.


-No será lo mismo- siguió bufando cabreado.


Edward y Jasper se reían, mientras que la cara de Seth era un poema.


-¿Acaso os descontroláis tanto... o queréis que nos nos enteremos de ciertas cosas?- siguió picando Rosalie, con una sonrisita malvada.


-No sé de que me hablas Hale- respondió molesto.


-Si te refieres a que en la despedida de soltero de Jasper terminaste en una fuente cantando rancheras... tranquilo, estamos al corriente; dudo mucho que nos escandalicemos- contestó ésta, con una sonrisa triunfante.


No pudimos hacer otra cosa más que estallar en carcajadas; jamás había visto a Emmet tan colorado, les dirigió una mirada asesina a Edward y Jasper.


-Traidores- siseó entre dientes, mientras estos dos no hacían más que doblarse de la risa.
Las risas siguieron durante un buen rato, aceptando Emmet, a regañadientes, la despedida de soltero conjunta. Leslie y Seth se marcharon, y una vez recogimos todo lo de la cena, acompañé a Edward a cirugía, y el resto volvió a sus quehaceres.


-Nunca me habías contado esa historia, habría dado lo que fuera por haberlo vivido en directo- le dije riéndome. Edward hizo un mohín, mientras me contaba.


-No te lo aconsejo... tuve que llevarlo a casa, secarle y ponerle el pijama... ni Megan en sus peores días protesta tanto- añadió divertido. No me podía imaginar la imagen de Emmet, tan grande y masculino, quejándose cómo un niño pequeño.


Mi busca pitó.


-¿Quirófano?- me preguntó rodeándome la cintura.


-Nop, debo subir a dilatación, epidural, aclaré mientras me colgaba de nuevo el busca en mis pantalones -te veo luego- le dije, dándole un casto beso en los labios, que el correspondió.
-Hasta luego cariño- se despidió mientras se metía en el ascensor.


Volví a mi servicio, y cogiendo el informe que había llegado desde maternidad, me dirigí al ascensor de nuevo.


Al llegar a la habitación de la paciente, me presenté a la joven pareja.


-Soy la doctora Swan, la anestesista; verá cómo enseguida se encontrará mucho mejor...- hice una pausa para leer el nombre de la paciente -señora Kilmory- terminé de decir, mientras me ponía los guantes.


-Llámame Marion, por favor... el es mi marido Connor- me dijo la pobre chica entre jadeos.
-Bien Marion, no te preocupes... ahora necesito que te sientes al borde de la cama- le indiqué, mientras su marido y yo la ayudábamos a posicionarse.


Preparé el catéter, mientras que su marido la tomaba de la mano, regalándole una sonrisa de ánimo.


-¿Me dolerá?- preguntó asustada.


-No, pero es una sensación desagradable, no te voy a engañar... pero todo habrá valido la pena cuándo lo tengas en tus brazos, hablo con conocimiento de causa- la animé con una sonrisa.
-¿Cuántos años tiene?- me preguntó.


Inicié la búsqueda del espacio epidural con la aguja, que no tardé en encontrar, entre la tercera y cuarta vértebra lumbar; iba hablándole para que se relajara y distrajera.


-Cumple un añito en tres semanas; se llama Megan- le expliqué con una sonrisa, mientras que deslizaba el catéter y sacaba la aguja -ya está dentro- le informé mientras le ponía un esparadrapo para sujetarlo- listo- anuncié mientras se tumbaba de nuevo, ayudada por su marido.


-¿Es el primero?- interrogué mientras conectaba el tubo a la bomba difusora y marcaba las cantidades a suministrar.


-Los primeros y últimos, dos chicos- me aclaró, haciendo una mueca por la contracción que le vino.


-¿Gemelos?; enhorabuena- les felicité con una sonrisa; en ese momento entraba Sally, una de las matronas.


-¿Qué tal Bella?- me saludó amablemente, era una mujer de unos cincuenta años, muy simpática y agradable.


-Todo bien... ya debería empezar a hacer efecto- le informé y me volví a la paciente -bien Marion, con esta pequeña ruleta puedes regular la cantidad si las contracciones son muy seguidas e intensas- le expliqué enseñándole el manejo -es cómo regular un gotero- terminé por decir.


-Pero con un límite- añadió Sally con una sonrisa.


Marion me miró, mientras seguía explicándole -obviamente tiene un tope, establecido por nosotros; debes sentir un poco para poder empujar-.


-Sino más de una se volvería loca dándole a la ruleta- terminó por decir Sally, mientras miraba el monitor -vas bien... pero debes dilatar un poco más para poder empezar a empujar, volveré en media hora- nos dijo despidiéndose.


Me quedé unos minutos con ellos, para ver si la anestesia empezaba a hacer efecto. Mientras le tomaba la tensión, vi que su cara se relajaba considerablemente.
-¿A qué notas mejoría?- le pregunté con una sonrisa.


-Es la gloria- contestó ella, relajándose y acodándose en la cama. Asentí, mientras iba controlando el difusor, vi que todo estaba bien, y recogí para marcharme.


-Bien Marion, espero que todo vaya bien, ¿cómo se van a llamar?- pregunté curiosa. Ella miró a su marido con un sonrisa, y él me contestó.



-Connor y Evan- exclamó contento... y mirando a su mujer con cariño.


Observé sus manos unidas y cómo el la animaba y le daba ánimos. Lo reconozco, me daba un popo de envidia, ojalá alguien, aunque no hubiera sido mi pareja, hubiera estado a mi lado la noche que nació mi niña.


Me despedí de ellos, a mitad de camino hacia el ascensor mi busca volvió a pitar.
-Vaya... otra epidural- musité volteándome y volviendo a dilatación.


No pude regresar a mi servicio hasta tres horas después; el reloj ya marcaba las cuatro y cuarto de la madrugada.


-¿Dónde te habías metido?- me preguntó Rosalie. Me dejé caer en una silla, escondiendo mi cara entre los brazos.


-En dilatación... creo que he puesto unas cinco epidurales- balbuceé cansada.


-Bueno... hoy hay cambio de luna, ya sabes lo que significa- me explicó divertida.


-¿Por aquí todo bien?- le pregunté sirviéndome café.


-Sin agobios... aunque no hemos parado. Han subido a una chica de cirugía, y esperamos a un paciente de cardiología- me informó, tendiéndome los informes.


-La chica nada grave, una apendicectomía, la ha operado Edward; y Emmet está operando también- me terminó de contar.


Al de un rato, subieron al señor que había operado Emmet. Miré el informe, le habían implantado un By-pass de urgencia, por un episodio agudo de angina de pecho.


-No entiendo nada de lo que pone aquí- refunfuñé, achicando los ojos. Rosalie miró por encima de mi hombro.


-Es la letra de Mallory, es ilegible- protestó rodando los ojos.


Iba a responder, pero en ese momento entraron Emmet... y la aludida.


-Hola chicas- saludó Lauren.


-Hola, ¿qué tal todo?- pregunté. Pude darme cuenta de qué Rose se había dado la vuelta y no les había saludado.


-Bien; todo ha ido según lo previsto- me explicaba Emmet, mientras Lauren le miraba cómo si adorara a un dios.


-Lo único... ¿podrías decirme que pone aquí?- me giré hacia Lauren, señalándole un espacio con varios borrones.


-La medicación que toma el paciente habitualmente... a ver -cogió el historial- sintrón- dijo resuelta.


-Pues no parece que ponga eso- se metió Rosalie, con voz desagradable.
-Pues así es- dijo ella altiva.


-Disculpe usted, enfermera jefe Mallory- se la devolvió en burla.


Emmet y yo nos miramos mientras ellas se fulminaban con la mirada, y decidí aligerar el ambiente.


-¿Queréis un café?-

ofrecí.


-Yo no puedo, debo regresar al control de cirugía, gracias por el ofrecimiento- dijo ella, que salió sin decir nada más.


Nos sentamos los tres, mientras Emmet se ponía un café.


-¿No te cae bien Lauren?- le interrogó éste a Rosalie, con una sonrisa inocente.


-Es una altanera y una borde- le contestó sin levantar la vista de los papeles.


-Igual que cierta persona a veces...- canturreó mientras daba otro sorbo. Rose levantó la vista, arrugando la frente.


-¿Me estás llamando borde?-.


-Huuummm... borde no es la palabra... yo diría que estás un poquito.. ¿celosa?- concluyó mirándola fijamente.


Rosalie soltó una carcajada nerviosa.


-No estoy celosa de nadie ni por nadie- respondió desafiante.


-Yo no diría eso- contraatacó Emmet, divertido por su cabreo.


-Yo no estoy celosa... sólo opino que Lauren y tú no pegáis mucho- dijo ella apartando la mirada.


-Y según tu... ¿con quién haría buena pareja?- le preguntó Emmet levantándose y acercándose a ella.


Rosalie no contestó, se quedó callada, mientras el sonreía satisfecho.


-¿Sabes que un silencio vale más que mil palabras?; Bella, te veré después- se despidió y salió por la puerta.


Me quedé mirando a Rose, que estaba levemente acalorada y sonrojada. Tomé mis informes, para ir a controlar a los nuevos pacientes de reanimación. Antes de salir, me giré hacia ella.


-Rosalie... por un una vez le doy la razón a Emmet, estás celosa, y mucho- le dije.
Ella suspiró, para después hablar.


-¿Y sabes lo peor? - me quedé en silencio, esperando su repuesta -soy una egoísta... egoísta porque en cuánto ha dejado de perseguirme y de hacerme caso me he dado cuenta de muchas cosas- explicó en voz baja, mirando a la nada.


-Entonces actúa, y recupera a tu chico- le aconsejé con una sonrisa, mientras salía por la puerta y le guiñaba un ojo, en señal de ánimo.


Revisé al paciente de Emmet, que no había despertado, y después a la paciente que había operado Edward. Alice estaba con ella.


-Está despertando- me indicó. Me incliné hacia ella.


-Hola Lisa, soy la doctora Swan; ¿cómo te sientes?- le pregunté revisando sus constantes
-Bi...bien, un poco perdida- respondió suavemente.


-Es normal después de una anestesia general, tranquila- le sonreí mientras la hablaba -¿te duele la herida?- le pregunté, apartando la sábana.


-Un poco, casi no puedo ni moverme- respondió de nuevo, intentando incorporarse un poco.


-Es normal, te tirarán los puntos unos días- oí cómo una voz que conocía muy bien explicaba. Me giré para encontrarme con Edward, que se acercaba a la cama. Se puso a mi lado mientras cuidadosamente le quitaba el pequeño vendaje, para revisarle los puntos. De mientras empecé a firmar la solicitud para trasladarla a planta.


-Bien Lisa, te vamos a bajar a planta. Solo una condición- le expliqué, volviéndome hacia ella. Ella me escuchó con atención.


-Debes orinar en un periodo de seis a ocho horas, para eliminar la anestesia; si no puedes habrá que sondarte- le terminé de explicar, a la vez que Edward se posicionaba detrás mío.


La muchacha asintió, mientras Alice entraba con los celadores para llevarla a su habitación. Una vez que salieron me giré hacia Edward, que me miraba divertido.


-¿Qué te hace tanta gracia?- le pregunté con curiosidad. Se formó una sonrisa en su cara, mientras que me rodeaba la cintura.


-Me gusta ver cómo te desenvuelves con los pacientes. Te pones muy seria, pero a la vez los tranquilizas- me explicó con una graciosa mueca.


-Gracias por el piropo doctor Cullen- siseé divertida; miré un poco a mi alrededor, y viendo que no había nadie por allí, apoyé mi mejilla en su pecho, a la vez que le rodeaba la cintura.


-¿Cansada?- me preguntó tiernamente, mientras me besaba la frente y me mecía suavemente. Asentí levemente, mientras me acurrucaba entre sus brazos.


-He puesto unas cinco epidurales, casi me secuestran en maternidad- le conté, mientras el reía suavemente -¿y tú?-.


-La apendicectomía de Lisa, y he suturando un par de cortes bastante profundos en urgencias- me contó. Le miré extrañada.


-¿Qué?- me aburría y bajé a ver a mi padre, y me enredó para ayudarle- me explicó inocentemente.


-Ajá- asentí lentamente; se me cerraban los ojos. Edward se separó de mi, mirándome.
-Ven anda; vamos a tomarnos un café, en verdad lo necesitas- me ofreció mientras me tomaba de la mano.


Dejé aviso de que salía unos minutos del servicio, y subimos a cirugía. Me senté en el sofá de la sala de guardia, mientras el preparaba los cafés.


-Ya sólo nos quedan dos horas y algo para irnos- me dijo mientras se sentaba a mi lado y me daba la taza.


Me quité los zuecos y subí mis piernas al sillón, aprovechando que estábamos solos. Rodeó mi cintura de nuevo, mientras yo apoyaba la cara en su hombro.


-¿Te quedas en casa a dormir, verdad?; Megan está en casa de Jake y Leah- le pregunté haciendo un puchero. El apoyó su mejilla en mi cabeza, mientras me contestaba.


-¿Quieres que me quede?- preguntó inocentemente.


-Claro que sí, tonto... siempre quiero que te quedes- le reprendí en broma. Me apretó aún mas hacia su cuerpo, mientras ambos cerramos los ojos, disfrutando de nuestra compañía. Hubiera dado lo que fuera por quedarme así lo que quedaba de la noche... pero mi busca sonó por por enésima vez aquella noche. No me moví, mientras volvía a pitar.


Lo cogí lentamente, abriendo un ojo.


-¿Otra vez maternidad?- preguntó mi novio. Asentí soltando un suspiro, mientras me estiraba y me ponía de pie. Su busca pitó también, lo miró y se levantó conmigo.


-Urgencias, debo bajar para evaluar- me explicó. Le di un pequeño beso en la mejilla, mientras nos despedíamos.


-Te paso a recoger por reanimación-.


-De acuerdo, hasta luego cielo- me despedí mientras daba la ascensor.


-Hasta luego preciosa-.


Volví a encontrarme con Sally, que iba de un lado para otro, corriendo como las locas. Después de terminar con la paciente y rellenar los informes, me dirigía a mi servicio, donde Rose y Alice ya recogían sus cosas, y yo hice lo mismo.


-Me ha dicho Edward que te diga que al final ha tenido que entrar en quirófano- me dijo Alice.


-Vaya... entonces me quedaré a esperarle- suspiré cansada.


-¿Quieres que te deje en casa?; Jasper está con él. No creo que tarden mucho más, les dejaremos un aviso en el busca. Medité las palabras de Alice; estaba tan agotada que asentí.


Después de que Alice me dejara en casa, me metí en la cama. No tardé en caer rendida de cansancio.


No sé qué hora sería, cuándo sentí hundirse el colchón a mi lado. Sentí que me daban un pequeño beso en mi frente, mientras que unas piernas se enredaban con las mías.
-Duerme mi amor- me susurró al oído. Me acomodé en su pecho mientras me rodeaba con sus brazos, cayendo ambos en la inconsciencia de nuevo.


El domingo pasó sin grandes sobresaltos. Comimos en casa de Jake y Leah, y después nos fuimos a dar un paseo con Megan por el centro. A pesar de ser domingo, las tiendas de esa zona no cerraban, y había mucho ambiente por la zona.


-¿Sabes que vamos a tener nueva tanda de residentes en cirugía?- me contó mientras empujaba la sillita de la niña, mientras yo disfrutaba de mi gofre con nata.


-Algo he escuchado... enhorabuena jefe- respondí mirándole. El rió suavemente, mientras que llevaba una de sus manos hacia mi cadera, acariciándola suavemente.


-No seré un ogro, no te preocupes por eso... pero si un poco serio- confesó.


-¿Sufriste mucho durante tu residencia?- le pregunté curiosa, nunca me lo había contado.


-Al principio si, los primeros años de la residencia de cirugía son muy duros... pero es una manera de enseñarnos a soportar la presión- me explicaba amablemente.


-¿Quién fue tu adjunto?- seguí preguntándole.


-El doctor Stuart, el antiguo jefe de servicio- arrugué le ceño, no le ponía cara- se jubiló unos meses antes de que llegaras- me aclaró.


Asentí en afirmación, mientras echaba una mirada a Megan.
-Se ha dormido- suspiré mientras la tapaba con su mantita.


-Mejor regresemos, enseguida querrá cenar- dijo Edward, a lo que yo asentí.


Después de regresar a casa, Megan se despertó lo justo para darle la cena y volverse a dormir.
Después de que nosotros cenáramos algo ligero, nos sentamos un rato a ver la tele. A eso de las once y media de la noche, Edward se levantó, poniéndose su chaqueta.


-Es muy tarde... y no me queda ropa limpia- exclamó divertido. Hice un gracioso mohín, aprisionándole entre mis brazos.


-No quiero que te vayas- musité apenada. El me miró con cariño, mientras me devolvía el abrazo.


-Voy a echarte de menos, y Megan también-.


-Y yo a vosotras... te prometo que mañana me quedaré- me tranquilizó divertido.


-Podrías venirte aquí con nosotras- propuse con timidez, aún con mi cara enterrada en su pecho.
Pude sentir cómo se tensaba un poco, y le miré. Su cara y sus ojos verdes eran una mezcla de sentimientos encontrados.


-Bella... no sé si...- empezó a tartamudear confuso. Reí amargamente para mis adentros... qué tonta había sido.


-Lo siento Edward... no quería que te sintieras incómodo... pero cuándo estás aquí... todo está bien y en su sitio- le confesé mientras luchaba por qué las lágrimas no hicieran acto de presencia.


-No me siento incómodo Bella- me respondió suavemente, soltándose con delicadeza me mi abrazo.


Me di la vuelta, confundida y algo decepcionada. Entonces caí en la cuenta. Llevábamos ya algunos meses de relación, y nunca me había dicho "Te amo" con palabras, aunque sus acciones y expresiones delataran lo contrario.


¿Y si el aún no se sentía preparado?...¿y si nunca llegaría a amarme como amaba a Sophie... cómo yo lo amaba?.


Si, lo amaba con cada fibra de mi cuerpo, ya lo admitía. Mis lágrimas empezaron a salir a mares, mientras me volvía hacia él.


-Qué tonta he sido... ¿cómo voy a esperar que aceptes... sin ni siquiera amarme?- balbuceé presa de una ola de rabia contenida y tristeza a la vez. Me miró abriendo la boca, queriendo decir algo, pero no le salía. Su silencio me dolió.


-No pido que me ames cómo la amabas a ella, sé que un imposible- musité, triste y derrotada -sólo esperaba poder compartir un poco de ese amor tan grande- dije muy bajito -y que hubiera un hueco para Megan y para mi-.


-Bella, cariño no...- decidí cortarle, no quería sufrir más... y tampoco quería que el sufriera.
-Es mejor que te vayas Edward, todo ha quedado muy claro- me despedí dándome la vuelta y marchándome a mi habitación. Oí la puerta cerrarse, y me derrumbé.


Me senté en la cama, con una pena inmensa y el alma partida en dos. Esa habitación, testigo tantas noches de nuestros sentimientos, ahora me acompañaba en mi pena y desamor.



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Capítulo 14: Caras nuevas


EDWARD PVO


Me tiré en la cama de mi frío y solitario apartamento, todavía sin creerme lo que había pasado... y maldiciéndome a mi mismo en silencio.



Sabía que Bella tenía razón, mis actitudes tanto con ella como con Megan demostraban amor... ¿por qué no era capaz de decírselo a las claras?.


Me partió el alma cuándo dijo "solo esperaba compartir un poco de ese amor tan grande y que hubiera un hueco para Megan y para mi"... ¿sería verdad que no he dejado del todo atrás mi pasado...?... ¿ y si nunca lo superaba?.


Estos meses en los que Bella y yo hemos estado juntos... han sido maravillosos. El recuerdo de Sophie casi se había quedado en el olvido.


Y digo casi porque una parte de mi corazón jamás la olvidaría, eso era un hecho... pero poco a poco Bella y Megan se metieron en él... y Bella, apenas sin esperar nada a cambio, me había dado todo.


Me había ofrecido amistad, complicidad, confianza, paciencia, pasión... y amor. Y una niña maravillosa, que quería cómo si fuera mía. La llamé a su casa, al móvil, incluso al busca... y nada, todo en vano.


No pegué ojo aquella noche, mirando el reloj una y otra vez y dando vueltas en la cama, deseando que llegara el día siguiente para poder hablar con ella. Al llegar al hospital lo primero que hice fui ir directo a su servicio, para poder verla. Allí me dijo Rosalie que Bella había llamado, cambiando el turno para toda esta semana con Mandy.


-¿Ha sucedido algo Edward?- me preguntó Rose preocupada.


-No, tranquila no te preocupes- miré mi reloj, y me volví a dirigir a ella -tengo reunión con los nuevos residentes, pasaré más tarde- me despedí para irme a cambiar.


Al llegar a la salita, me encontré con Emmet, Mark, otro de los cirujanos, y el doctor Gills, nuestro jefe de servicio y padre de Mark. Me disculpé por la tardanza, y el doctor Gills empezó su discurso.


-Soy el doctor Albert Gills, y quiero darles la bienvenida al North-Union y al servicio de cirugía general. Quiero presentarles al doctor Emmet Cullen, cirujano especialista en cardiología- les dijo, señalando a mi hermano, el cual permanecía con los brazos cruzados sobre su pecho y mirando a los tres cirujanos residentes con una ceja alzada- y los doctores Mark Gills y Edward Cullen, especialistas en cirugía general. Ellos les guiarán en sus primeros años cómo residentes... y aunque yo sea su supervisor, obedecerán sus órdenes cómo si fueran mías- les explicó con voz clara y firme. Una vez les explicó el funcionamiento del servicio, y las innumerables guardias que harían, nuestro jefe se retiró.


Los tres nos quedamos mirando a los tres chicos, mientras mi hermano tomaba el mando del asunto.


-Bien... parece ser que nos vamos a ver durante mucho tiempo... hay más cirujanos en el hospital, y a nosotros nos ha tocado enseñaros- empezó su discurso.


-Los tres esperamos esfuerzo y dedicación...- siguió Mark.


-Y que los buscas estén disponibles las veinticuatro horas del día... si todo eso se cumple, nos llevaremos bien- terminé el discurso.


-Las rondas de primera hora de la mañana las haréis conmigo... será la parte más teórica; si sois listos... y seguro que los sois.. os sabréis los historiales de los pacientes mejor que vuestros apellidos- dijo Mark, mientras yo hacía una mueca por no reírme.


-Así se empieza... según se vaya viendo vuestro progreso, empezareis a entrar en quirófano, con cualquiera de los tres- terminó Mark el discurso.


-¿Alguna pregunta?- cuestioné poniéndome serio.


Uno de los chicos carraspeó... hice un gesto con mi cabeza, instándole a preguntar.


-¿Son parientes?; llevan todos los mismos apellidos- preguntó confuso. Rodé mis ojos, mientras Emmet negaba con la cabeza y se acercaba a él.


-Todavía no es tiempo de preguntas personales, doctor...- dejó sin acabar la frase, esperando su respuesta.


-Anthony... Anthony Milles- susurró tembloroso. Era bastante más bajo que Emmet, delgado y con el pelo moreno muy corto.


Se volvió al que estaba en medio, alto, rubio y con el pelo recogido en una coleta. Tenía una pinta de rebelde increíble.



-James Cam- dijo fijamente, mirando a mi hermano a los ojos con una pequeña mueca... malo.
Pero Emmet pasó de largo, y miró al tercero, con una ceja alzada.


-Garret Sellerman- respondió escuetamente. Era alto y moreno también, éste por lo menos, al igual que Milles, tenían pinta de ser más tranquilos.


-Bien señores... hora de la ronda, síganme- les ordenó Mark, cogiendo los historiales y saliendo de allí.


Antes de que desaparecieran por la puerta, Emmet se dirigió al grupo.


-Cam... con leche y sin azúcar- le dijo mi hermano escuetamente. Éste iba a protestar, pero mi hermano tomó la palabra de nuevo.


-¿No me has oído?- preguntó resuelto. El chico simplemente asintió, para después salir.


Me quedé mirando a Emmet con una mueca en la cara.


-¿No crees que te has pasado un poco?- interrogué mientras miraba un historial.


-Nop... yo me pasé el primer año de criado con Silver... y ese chico no me gusta... no me da buena espina- dijo pensativo.


-Bueno... es el primer día, las apariencias engañan- le contesté.


-Veremos cómo va todo... por cierto... ¿por qué has llegado tarde?- preguntó curioso.


Tomé aire, explicándole lo ocurrido la noche anterior. Él me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. Cuándo terminé, movió la cabeza, negando en silencio.


-¿Qué?- le pregunté, me estaba poniendo de los nervios.


-Hermano... me parece que la has cagado pero bien... te lo dije antes de empezar a salir con ella... deja que la vida siga, y entierra el pasado de una buena vez- me reprendió.


-Ojalá fuera tan fácil... pero tengo miedo... miedo de volver a ilusionarme y que de repente, pase algo y te ponga tu vida patas arriba- le expliqué un poco enfadado.


-Edward... a mi no me engañas; sé que la amas... tu comportamiento de estos últimos meses es... no sé explicarlo... no te veía así desde hace mucho tiempo... y eso es porque la amas- concluyó de contarme.


Agaché la mirada... pero lo admitía, Emmet tenía razón.


-¿Crees que se puede vivir así, sin atreverte a dar un paso por miedo a lo que pueda pasar?; Edward, mira... yo no sé si las cosas saldrán bien entre Bella y tú... pero si todo iba bien... ¿por qué pensar en algo que puede que nunca pase?; si viviéramos así de aterrados, no viviríamos tranquilos... y nos perderíamos muchas cosas- me dijo. Al ver mi silencio, negó con la cabeza mientras salía por la vuelta, pero antes de salir se volteó.


-Habla con ella... incluso tómate un tiempo si lo necesitas... pero ten cuidado, quizá al final sea demasiado tarde- me dijo antes de salir por la puerta.


Medité las palabras de mi hermano. Debía hablar con ella y aclarar este lío... y si ella quería un tiempo, se lo daría... pero no podía perderla, no lo resistiría otra vez.


Esa mañana estuve distraído, pensando en una manera de arreglar las cosas con Bella. Antes de cambiarme, fui a ver si Bella había llegado. Normalmente era muy puntual... y efectivamente, allí estaba. Me acerqué con cautela, no sabía que reacción iba a tener.


-Hola- le saludé con una pequeña sonrisa. Ella levantó la cabeza. Tenía mala cara, y sus ojos rojos delataban que había llorado.


-¿Qué quieres Edward?- me preguntó con voz cansada.


-Bella, tenemos que hablar- le dije tensándome, intuía que no me lo iba a poner fácil.


-¿Para qué?; ya me lo dejaste bien claro ayer- me contestó mirándome fijamente.


-Bella... yo... lo siento, lo siento mucho de verdad... no quería que te sintieras mal y no...- pero ella me interrumpió.


-La culpa es mía Edward... pero he llegado a una conclusión, y es que no puedo- dijo ella, intentando que la voz no se le quebrase.


-¿Qué no puedes?, Bella no...- supliqué desesperado, sabía lo que me iba decir.


-No puedo competir con ella, nunca fue mi intención... es mi culpa por hacerme tontas ilusiones... creí que podías llegar a amarme- suspiró con pena.


-Bella... y lo hago, de veras... no quiero perderte, por favor- supliqué de nuevo.


Ella negó con la cabeza, mientras me miraba con cariño.


-Edward... no quiero que me lo digas por lo que pasó ayer... quiero que salga de ti, de aquí- me dijo, poniendo la mano encima de mi corazón – pero creo que necesitamos un tiempo separados, debes poner en orden muchas cosas, y yo también- musitó ya con lágrimas en los ojos.


Agaché la mirada, abatido y con un dolor en el pecho que nunca había sentido. Ella me miraba con cariño, mientras me seguía diciendo.


-Debes hacerlo... y si de verdad me amas, yo seguiré aquí... esperándote y amándote. Y aunque me dolía en el alma, asentí con pena. Si ella quería un tiempo, con todo el dolor de mi corazón, se lo daría.


-Lo siento mucho Bella, todo lo que ha pasado- me intenté disculpar; ella me calló con un dedo, poniéndolo sobre mis labios.


-Edward, no más disculpas- terminó de decir, para abrazarme con cariño. Desesperadamente la apreté contra mi, escondiendo mis lágrimas en su cuello. Una vez ella rompió el abrazo, me disponía a salir, cuándo su voz me hizo girarme de nuevo.


-Sólo una cosa más- me dijo con una triste sonrisa.


-Dime- la animé a decirme.


-No tardes mucho, por favor- me suplicó llorando de nuevo. No fui capaz de decirle nada, las palabras no salían de mi boca. Me dirigí a cambiarme, para marcharme de nuevo a la soledad de mi apartamento.


Estaba hundida, y con una depresión de caballo a mis espaldas. Sabía que ambos sufríamos... pero necesitábamos tiempo, sobre todo Edward. Desde aquella conversación que tuvimos, sólo le veía en el hospital, y no mucho tiempo. Una vez la gente se enteró de nuestra "ruptura", Jasper intentaba no mandarme a ningún quirófano con él mientras no fuese necesario; en los turnos de guardia apenas coincidíamos... pero siempre que nos cruzábamos me saludaba y me preguntaba por Megan. Hasta ella parecía echar de menos a Edward... o puede que fueran imaginaciones mías.


El contacto con Esme y Carlisle también se redujo bastante. Lo sentí en el alma, sabía que adoraban a la niña... pero era una situación incómoda, para ellos y para mi. Emmet seguía igual que siempre... pero no me presionaba, nos entendía a ambos.


Pero aunque mi interior estaba roto y destrozado, ante los demás intentaba poner buena cara y disimular... y más hoy, que era un día muy importante para mi.


Hoy era siete de abril... y mi niña cumplía un añito. No había organizado nada, tan sólo estaríamos Jake, Leah y yo con la peque... aunque en mi servicio me dieron un montón de regalos para ella. Esme me había llamado por la mañana, para feclicitarla... y preguntarme cómo estaba yo, la verdad es que era muy amable y buena. Carlisle me subió su regalo antes de marcharme.


No vi a Edward en toda la mañana, supuse que tendría turno de tarde o de noche. Llegué a casa cargada de paquetes, y allí estaba mi niña, que torpemente caminó hasta mi.


-Hola cariño, muchas felicidades- le susurré bajito, dándole besitos por toda la cara. Ella me sonrió, e intentó pronunciar algo, pero no le salía nada coherente.


-Hola hermanita- me saludó Jake, dándome un beso en la mejilla. Leah estaba trasteando por la cocina, de modo que dejé a la niña con Jake para ir a ayudarla.


Una vez nos sentamos los tres a la mesa, puesta que Megan ya había comido, mi hermano empezó a hablar.


-¿Cómo estás Bells?- me interrogó, mirándome fijamente a los ojos. Jake era una de las personas que mejor me conocía... y a el no lo podía engañar. Lo confieso, no sé mentir muy bien.


-Bueno... he tenido épocas mejores- susurré, bajando la mirada al plato.


-¿Cómo le va a Edward?- me preguntó mi cuñada. Me encogí de hombros, mientras le contestaba.


-Lo poco que sé, bien... no le veo mucho, la verdad-.


Algo debieron ver en mi mirada, porque no volvieron a sacar el tema, cosa que agradecí.


-Bien... Leah y yo también estamos de celebración- exclamó mi hermano, cambiando de tema y tomando a Leah de la mano.


Les miré expectante, esperando a que hablaran.


-¿Y bien?- pregunté, mirándolos.



-Bueno... vas a ser tía- me dijo Jake con una sonrisa, la misma que tenía Leah en su cara.


-¡Oh, dios mío!, felicidades- dije emocionada y alegre mientras me levantaba y daba un gran abrazo a los dos. Por fin su sueño se cumplía.


Una vez me recuperé de la noticia, disparé mi arsenal médico.


-¿De cuánto estás?, ¿ya te has hecho los análisis del primer trimestre?- pregunté.


-Pues... verás Bella, no estoy embarazada- respondió Leah tan tranquila.


-¿C...cómo?- pregunté confusa.


-Verás... -Jake se rascó la parte de atrás de la cabeza- hace unos meses, justo antes de navidades... iniciamos los trámites de adopción- me contó.


-¿De verdad?... ¿y por qué no me dijisteis nada?; ¿te ha dicho el médico que tienes algún problema?- pregunté a Leah, preocupada y sorprendida a la vez.


-No Bells... el doctor Simmons nos aseguró que no tenemos problemas... pero la adopción era algo en lo que llevábamos pensando mucho tiempo- me explicó mi cuñada.


-Y decidimos tantear algunas agencias de adopción... decidimos no decir nada, hasta pasar las entrevistas y los requisitos que te exigen- me explicó jake mientras comíamos... yo tenía demasiada hambre, iba ya por el tercer plato de ensalada.


-Y hace diez días, nos dieron el aprobado... en tres meses nos vamos a buscarlo... bueno, a buscarla- me explicó Leah emocionada.
-¿Es una niña?- pregunté con una sonrisa.


Ellos asintieron, mientras Leah me tendía una foto. Una preciosa niña de aproximadamente tres meses de edad, gordita, con el pelo color marrón oscuro y con los ojos rasgados descansaba en brazos de alguien, pero no se le veía la cara en la foto.


-Se llama Mailin, y es vietnamita- me explicó Jake, mirando la foto con una sonrisa.


-Es preciosa... muchas felicidades a ambos- por lo menos alguien era feliz... y Megan tendría una primita para jugar.


Después de contarme cómo sería su viaje, y de que la niña estaba sana y más cosas, nos dispusimos a saborear la pequeña tarta de cumpleaños. Jake encendió una velita, e intentamos que Megan la apagara sola... pero al final necesitó un poco de ayuda.


En esos momentos me acordé mucho de Edward, en cómo le habría gustado estar aquí.
Le dimos un pequeño trozo de tarta a Megan, pero prefirió irse a jugar con sus nuevos regalos. Sonreía mientras la miraba y me metía un trozo enorme de pastel a la boca.


-Bells... ¿desde cuándo te gusta el pastel de chocolate y galleta?... no eres muy de chocolate- dijo Jake mirándome extrañado. Me quedé extrañada, mirando la tarta... y lo más curioso, me apetecía otro trozo.


-Compramos tarta de chocolate por Megan... no sabía que te habían cambiado los gustos- dijo Leah.


Sonreí, intentado poner buena cara.


-Bu... bueno... tendré hambre, hoy no he desayunado- dije resuelta.


Mi hermano y mi cuñada se marcharon bien entrada la tarde. Estaba intentando cazar a Megan para meterla en la bañera, cuándo sonó el timbre de la puerta. Me quedé impactada, observando a Edward en la puerta. Estaba guapísimo, como siempre.


-Hola Bella- me saludó con una sonrisa de nervios.


-Hola, pasa por favor- le invité amablemente, apartándome de la puerta. Observé que traía un paquete envuelto en la mano.


-Supongo que vienes a felicitar a la cumpleañera- le dije con una sonrisa. El asintió, mientras le invitaba a pasar hacia el salón.


Se quedó embobado mirando a la niña; ésta, nada más verle, echó a andar hacia los brazos que le tendía. La levantó y la cogió.


-Feliz cumpleaños mi niña- oí que la decía muy muy bajito... pero yo lo oí... y no pude evitar que las lágrimas inundaran mis ojos. En un esfuerzo porque Edward no las viese, me dirigía la cocina con la excusa de prepararle un café y darle un pedazo de tarta. Una vez lo llevé al salón, me los encontré en el suelo, jugando cómo lo hacían antes y desenvolviendo la muñeca que le había

comprado Edward. Una mezcla de peña y añoranza me invadió, recordando los meses anteriores.


Edward levantó los ojos, y al ver la bandeja que llevaba en la mano se levantó para ayudarme.


-Gracias- dijo mientras tomaba la bandeja, nuestras manos se rozaron, y esa corriente volvió a aparecer, cómo cuándo estábamos juntos.


Ambos nos sentamos en el sofá, nos mirábamos con disimulo, hasta que él tomó la palabra.
-¿Cómo estás?- me preguntó.


-Bueno... bien- mentí descaradamente, pero sé que la sonrisa que le dediqué era más bien una mueca de pena.


-Ya... ¿cómo te va por el hospital?... hace mucho que no coincidimos en los quirófanos- me dijo suavemente.


Me encogí de hombros, para contestarle.


-Supongo que Jasper y Tyler lo han programado así- le dije, intentando aparentar indiferencia.


-Ya... bueno, supongo que en alguna guardia coincidiremos- respondió. Asentí levemente, mientras le preguntaba.


-¿Y tú, como estás?-.


-No te voy a engañar, no muy bien que digamos... os echo de menos... mucho- dijo, mirándome fijamente, y con la pena y el dolor escrito en sus ojos.


Suspiré, ¿cómo decirle que lo necesitaba con urgencia, que lo añoraba día tras día... que lo amaba más que a nada en el mundo...?; ¿pero el me amaba?.


-Bella... - dijo mientras dejaba la taza y se acercaba peligrosamente a mi. Mi respiración se agitó, necesitaba sentirle cerca de mí... y no pude evitar rozar mis labios con los suyos.


Todo daba vueltas a mi alrededor, sabía que ésto no estaba bien... pero no podía evitarlo. Echaba de menos sus besos y sus caricias... y me descontrolé. Mis manos viajaron a su pelo, y enredé mis dedos en el. Sus manos acariciaban mi cara con delicadeza, pero a la vez con necesidad, como reconociéndome y asegurándose de que era yo... pero una vocecilla nos hizo separarnos.


-Pa...pá- Edward yo nos volvimos apresuradamente. Megan estaba de pie a nuestro lado, con las manos apoyadas en las rodillas de Edward. Ambos nos quedamos sin aliento, mirando a la pequeña. Giré mi vista hacia Edward, que estaba mudo de la impresión.


-Yo... lo siento... es pequeña y todavía no distingue- no sabía que más decir o hacer.


-No pasa nada Bella... lo comprendo- dijo con una pequeña mueca de pena -debo irme, se ha hecho tarde- me dijo con una pequeña sonrisa. Dio un beso a la niña, y lo acompañé hasta la puerta.


-Gracias por venir, y por el regalo- le agradecí -y siento lo qué ha pasado... no...- me intenté disculpar.


-Bella... no me ha molestado... es más, me ha gustado... y sabes qué, si quieres, yo...- dejó la frase inconclusa, pero sabía a lo que se refería.


Asentí, mientras le daba un beso en la mejilla, observé que el cerró los ojos, disfrutando de nuestro pequeño e inocente contacto.


-¿Mañana vas de turno de mañana?- me preguntó una vez me separé de él.


-Sí... tengo un by-pass con tu hermano- le expliqué, como en los viejos tiempos.


-¿Podré invitarte a desayunar?- se ofreció tímidamente.


Asentí con una gran sonrisa, me dio una de vuelta y se metió en el ascensor. Lentamente cerré la puerta de casa, mientras miraba a mi pequeña, ajena a todo lo que había provocado.


Después de bañarla y acostarla, me senté un rato al ver la tele. Al de un rato, caí en la cuenta de lo del chocolate... y un escalofrío sacudió mi columna. Me acerqué a la cocina, y rápidamente busqué un calendario. Una vez lo tuve en mis manos, mi mente no hacía más que echar cuentas... las repetí como unas cinco veces... y todas con el mismo resultado.


Ningún síntoma, más que el hambre y las emociones... igual que la primera vez.


-Dios... ¿dónde está mi periodo?- pensé en voz alta, mientras el calendario se caía de mis manos.

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hola chicas, aki les dejo los dos capis de esta semana, lamento la demora. ya saben como anda mi dia. com amor Alejandra Rivas ; )

7 comentarios:

Anónimo dijo...

DIOS DIOS ESTA EMBARAZADA DE EDWARD!!!!!!!! ESTA DEM LINDO ESTE CAP.... YA QIERO LEER EL PROCIMO... UUYYYY

Vampiresa dijo...

esta embarazada!!!! Dios mio! Que emoción!! Ojalá que Edward le diga que la ama :)

Vicky D'Emyl dijo...

Lo sabía, lo vaticine, jijii,esto está muy bueno. Gracias Ale.

musa dijo...

hay que mala lo dejaste en la mejor parte ahora me voy estar comiendo las uñas.................

Anónimo dijo...

q no este embarazada!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! edward me esta empezando a caer mal como se va a ir asi!!!!!por favor q no eeste embarazada !

Anónimo dijo...

Hermoso capitulo...Bella esta EMBARAZADA!!!!! que bonito, ojala que se perdonen pronto asi no sufren... espero ansiosa a leer el proximo capitulo,saludos desde Argentina...FLOR

nydia dijo...

dios esta en verdad embarazada o es un retrazo no as dejado con la intriga mi linda escritora,y como lo tomara Edward,que pasará...Sigue asi..Besos..