"¿Alice, estás segura de esto?" le pregunté al reflejo de mi hermana una vez más.
Estaba mirando la ropa que Alice había elegido para mí. Me había puesto unos pantalones negros con una camisa azul marina y una chaqueta negra.
"Edward, todo saldrá bien. Ya verás."
"Es que no quiero molestarla hoy, de todos los días."
"Le encantará, Edward."
"¿Y si no lo hace?"
"Todavía te querrá, hermanito. Ahora, respira hondo y ve abajo. La mujer de tus sueños te está esperando."
Sonreí. "¿Cómo está?"
"¡Baja y averígualo!" dijo Alice mientras me sacaba a empujones de mi habitación.
Bajé las escaleras rápidamente, ansioso por ver a Bella otra vez. Paré en el rellano. Estaba hablando con mis padres. Llevaba un largo vestido azul marino con el pelo suelto y un poco rizado. Estaba angelical. Bajé el resto de los escalones y me acerqué a ella.
Se giró y me sonrió. "¡Estás muy guapo, Tutor-boy!"
"Estás radiante," le dije mientras cogía sus manos. Le besé las dos.
"Los dos estáis muy bien," dijo mi madre, sonriéndonos.
"Edward, tenéis que iros," me recordó Alice.
"Os veremos más tarde," dije a mi familia mientras guiaba a Bella fuera de la casa.
Fui hasta mi coche, abriendo la puerta para ella. Se subió en el asiento y cerré la puerta. Corrí hasta mi lado y me subí, ansioso por estar de camino.
"¿Tengo alguna pista de a dónde vamos?" preguntó.
"¿Qué tipo de pista quieres?" bromeé.
"Las buenas que me lo dicen todo," contestó con una sonrisa maligna.
"¡Eso no es una pista, Bella!" me reí.
"Podríamos hacer otro compromiso," ofreció.
"La verdad es que pensaba recordarte el compromiso del hospital. En el que aceptabas una sorpresa sin quejas."
"Sí que tienes una extraordinaria memoria, Edward," se rió por lo bajo.
"Estás muy guapa, Isabella."
"Alguien está nervioso," se rió.
"Sabes, puede que me guste tu nombre completo," dije, poniendo los ojos en blanco.
"O puede que sólo estés nervioso," dijo con una sonrisa de entendimiento. "Debo suponer que nos dirigimos a un restaurante muy caro."
"¿Qué te hace decir eso?"
"El vestido tan caro que me ha puesto Alice," se rió. "Aunque está bien."
"Gracias. Me preocupaba que serías cabezota esta noche y tendría que recordarte una y otra vez nuestro trato."
"¿Puedo contarte un secreto?" preguntó, mirándome a través de sus pestañas.
Asentí, ansioso por averiguar lo que tenía en mente.
"Estoy emocionada por esta noche, por ver tu sorpresa. Pero si le dices a alguien que te he dicho eso, lo negaré. No me gustaría que ninguno de ellos tuviera la impresión de que gastarse dinero en mí está bien."
"Tu secreto está a salvo conmigo," dije mientras le daba la mano. Le besé la palma.
"Lo sé. Nunca me harías daño."
Giré la cabeza para mirarla mejor. Quería seguir mirando su cara, pero necesitaba más mirar la carretera. "Bella, no tienes ni idea de lo feliz que me hace oírte decir eso. ¿Puedo preguntarte que te ha convencido?"
"No tuve malos sueños anoche. Edward, haces que mis pesadillas se vayan. No podrías hacer eso si no estuvieras aquí para quedarte."
"¿Cómo podría pensar en no quedarme? Lo eres todo para mí, Bella. Me haces reír, me entiendes, y me amas." Le sonreí mientras paraba el coche delante del restaurante.
Los aparcacoches nos abrieron las puertas. "Buenas noches, señor," me dijo uno.
Le asentí con la cabeza. "Por favor, tenga mucho cuidado con este coche," le advertí.
"Por supuesto, señor," contestó el hombre, sonriendo.
"Edward," Bella se rió entre dientes. "Dale ya las llaves y ven aquí."
Sonreí mientras le daba las llaves. "Es muy guapa. Disfrute la noche," dijo el hombre mientras se acercaba para montarse en mi coche.
¡Cuánta razón tenía! ¡Era la mujer más preciosa que había en el planeta y era toda mía! Fui hasta Bella y extendí un brazo. Entrelazó sus dedos con los míos mientras íbamos hacia las puertas. Una mujer las abrió para nosotros y nos sonrió ampliamente. Bella se sonrojó mientras la guiaba por las puertas.
Una segunda mujer se encontró con nosotros cerca del podio. "Bienvenidos a Campagne, uno de los mejores restaurantes de cocina francesa de todo Seattle. ¿Bajo que nombre está vuestra reserva?"
"Cullen," dije, observando la cara de Bella. Estaba sonriendo de oreja a oreja mientras me miraba. Estaba agarrando mi mano fuertemente. Casi podía sentir su excitación.
"Cullen. Sí, aquí está. Mesa para dos en el patio. Hace una noche preciosa para eso. Por aquí," dijo la mujer, guiándonos a la derecha.
Nos llevó hasta nuestra mesa y aparté la silla de Bella para que se sentase. Se sonrojó mientras se sentaba y me dejó acercarla un poco a la mesa. Me recordó una pregunta que se me había olvidado totalmente.
Me senté y miré a la mujer que nos había traído hasta aquí. "Esperamos que disfruten la cena con nosotros esta noche. Su camarero estará aquí en poco tiempo."
"Gracias," le dijo Bella. Yo asentí.
Extendí el brazo y le cogí la mano. Se la besé suavemente. "Tengo una pregunta." Me miró fijamente, esperando. "Antes de la fiesta de Navidad, ¿te ha apartado alguien alguna vez una silla?"
Bella sonrió y se sonrojó. "No. Nunca he estado en un sitio así para que alguien apartara la silla para mí."
"Otra primera vez, entonces," dije, sonriéndole.
"Estoy teniendo muchas primeras veces contigo, Edward," contestó suavemente. "Y nunca podría desear a alguien mejor con quien compartirlas."
"¿Te gusta la primera parte de tu sorpresa?"
"Sí," dijo, asintiendo con la cabeza. "No puedo creer que estoy en un restaurante francés de verdad."
"Parece que es su primera vez aquí," dijo el camarero, al lado de ella.
Habíamos estado tan ensimismados el uno con el otro, que no le habíamos visto. Asintió con la cabeza al camarero.
"Aquí tienen sus menús. Por favor, preguntadme si tienen alguna pregunta sobre los platos. Se lo aseguro, toda la comida es espectacular. ¿Qué puedo traerles para beber mientras leen el menú?"
"Dos coca colas, por favor," le dije. Finalmente apartó sus ojos de Bella y me vio. Me forcé a sonreír, pero lo que realmente quería era decirle que se mantuviera alejado.
"Por supuesto, señor," contestó el camarero antes de salir disparado.
Bella soltó una risita. "Creo que te tiene un poco de miedo."
"¿Por qué?"
Se rió más fuerte, pero rápidamente se tapó la boca con la mano. Sacudió la cabeza. "Edward, parecía que querías arrancarle la cabeza."
"Te estaba mirando. No me gustaba."
"¿Celoso?"
Abrió la boca, pero la cerré otra vez. ¿Era eso? "Creo que acabo de tener una primera vez, Bella," me reí por lo bajo.
"Me siento halagada, Edward. Pero puedo asegurártelo, eres todo lo que veo."
"¿Estás segura?" pregunté, jugando con sus dedos. "Sólo soy el primer chico en que te has fijado. Puede que algún día decidas reemplazarme."
"Realmente espero que estés bromeando, Edward. Habría pensado que te sería fácil ver cuanto te amo."
"Estoy bromeando, Bella. Cada día me muestras que me amas."
"Has mencionado que esta era la primera parte de mi sorpresa. ¿Cuál es la otra parte?"
"Tendrás que esperar y ver," dije, sonriéndole.
Me dejó pedir por ella cuando el camarero volvió. Sabía un poco de francés del instituto así que pude leer el menú. Elegí algo sencillo y ligero para la primera vez de Bella en cocina francesa. Nos pedí a los dos DÉLICES DE MER, un plato de marisco con vieiras, calamares y risotto.
Bella estaba impresionada con mi habilidad de pedir por los dos. Sonreí, contento de que estuviese disfrutando la experiencia. Su mente obviamente estaba en el momento porque todavía no se había dado cuenta de la importancia de la elección de la cena de esta noche. Esperaba que todavía estuviese contenta cuando se lo revelase.
La comida estaba fantástica. Disfrutó todo de su plato. Casi me dio las gracias después de cada bocado. Me tuvo riendo durante toda la comida. Era una persona tan especial y me sentía con tanta suerte por estar sentado a su lado. Acabamos la comida y nos dirigimos al coche. Era hora de la segunda parte de su sorpresa.
Fuimos hasta el Hotel Deca. Alice nos había conseguido una habitación con vistas para que Bella pudiese ver la ciudad que había ante ella. Sabía que mi hermana había estado en la habitación, pero no tenía ni idea de lo que había hecho con ella. Estaba ansioso por averiguarlo y ver si a Bella le gustaba.
"¿Qué estamos haciendo aquí?" preguntó. "¿No deberíamos volver? Mañana tenemos clases."
"Sé que no tienes ningún examen y yo tampoco. Esperaba que no te importaría que mañana no fuéramos y pasáramos el día juntos."
Sonrió ampliamente, sus ojos marrones destellando. "¡Claro que no me importa! Nunca me importaría pasar un día a solas contigo."
Aparcamos el coche y entramos en el hotel. La llevé hacia los ascensores.
"¿Edward, no necesitas una llave?"
Saqué el trozo de plástico. "Alice la recogió por mí esta mañana."
"¿Ha ayudado con todo esto?"
"Sí," contesté, nervioso por su reacción.
"Tendré que agradecérselo," dijo con una sonrisa.
Sonreí con alegría. Bella estaba disfrutando esta noche de verdad. Quizás esto funcionaría como Alice había dicho. Llegamos a nuestra planta y entramos en la habitación.
Alice había dejado nuestras maletas y había decorado la habitación con velas y pétalos de rosa. Miré a Bella. Sus ojos brillaban mucho mientras le caían lágrimas por la cara.
"¡Bella!" dije, girándola para que me mirase. "¿Qué pasa?" pregunté, con un poco de pánico.
"Nada," dijo llorando, apretándose contra mí. "¡Todo es tan bonito! Nunca pensé que alguien haría esto por mí."
Suspiré y me relajé. Sólo estaba contenta. Le besé la cabeza.
"Bella, te mereces esto y mucho más.
"¿Por qué has hecho todo esto, Edward?"
Llevé a Bella hasta la cama e hice que se sentara. Me arrodillé en el sueño a su lado, cogiéndole las manos. "Quería que supieras cuanto te amo y que siempre estoy pensando en ti. Cuando nos conocimos, los dos éramos reticentes a dejar que el otro entrase, pero aunque dudamos, alguna parte de nosotros se sintió conectada al otro. En los últimos dos meses, nos hemos ayudado mutuamente a abrirnos. Bella, esta es mi manera de agradecerte todo lo que has hecho por mí desde que te conocí."
"No tienes que agradecérmelo, Edward. Ni siquiera sabía que estaba haciendo eso."
"Quiero agradecértelo. Quiero que sepas cuanto te aprecio, lo feliz que me haces." Bajé la cabeza y suspiré. Era hora de decirle la otra razón por la que había hecho todo esto. "Quería hacer algo que siempre recordarías. Isabella, cuando nos conocimos y empezaste a confiar en mí, me contaste una historia sobre tu madre."
"Para."
Apenas era un susurró, pero lo oí y al instante obedecí. Levanté la cabeza para mirarla. Había lágrimas cayendo por sus rojas mejillas. Sus ojos eran unos pozos tan profundos de tristeza que quería llorar por ella.
"Ahora sé lo que es esto."
"¿Estás enfadada conmigo?" estaba teniendo problemas respirando. Su respuesta significaría tantas cosas diferentes para nosotros. ¿Había hecho la elección correcta al planear esto esta noche? ¿Debería haber planeado otra cosa?
Se inclinó y apoyó su frente contra la mía. "No estoy enfadada contigo. No creo que te merezca a ti ni todo lo que has hecho por mí esta noche."
"¿Cómo puedes sentirte así, Bella? ¡Eres un ángel! Sólo te mereces lo mejor."
"Es demasiado perfecto. Nadie tiene una vida así de maravillosa."
"Nosotros tenemos una vida así de maravillosa, Bella. Tú y yo, juntos." Le apreté las manos.
Se incorporó y sacudió la cabeza. Parecía no encontrar palabras para expresarse bien. Me aproveché de su silencio. Solté sus manos y metí una en el bolsillo de mi chaqueta. Si había llegado tan lejos y arriesgado tanto, lo haría todo. Esperaba que esta pequeña elección acabara siendo la correcta.
Abrí la caja y se la extendí. "Sé que ahora somos demasiado jóvenes y primero tenemos que acabar la universidad. Pero esto es una promesa de que una vez que nos graduemos, te lo pediré oficialmente y nos casaremos. Prometo amarte siempre, estar siempre aquí para ti, y ser tuyo siempre."
"¿Una promesa?" preguntó, sonriéndome. "Eso es una promesa tremendamente grande."
"Cada palabra es verdad. Eres divertida, lista, valiente, extremadamente guapa," moví un mechón de pelo detrás de su oreja. "Eres perfecta para mí, Bella. Quiero pasar mi vida contigo. ¿Aceptarás mi promesa?"
Sus ojos contemplaron mi cara y después el anillo. Era de oro blanco con un diamante en forma de corazón. A cada lado del corazón había una pequeña esmeralda.
Volvió a mirarme. "¿Estás seguro de que quieres todo lo que estás diciendo? Una vez que dices algo así, no puedes arrepentirte."
"Bella, nunca me arrepentiría. Por favor, acepta esto como símbolo de mi promesa de estar siempre contigo, y de hacerte mi esposa un día."
Sonrió y asintió. Solté un suspiro de alivio. Saqué el anillo de la caja y se lo deslicé en el dedo. Le quedaba perfectamente. Levanté un poco la cabeza y besé a Bella con cariño.
"Tú estás a cargo de contárselo a Emmett," dijo Bella, riéndose entre dientes.
Tragué saliva y Bella se rió fuertemente. Me moví para sentarme a su lado. Me miró y sus ojos estaban tan llenos de amor y confianza que hacía que mi corazón parecía dar saltos.
"Te amo, Edward Cullen."
"Te amo, Bella." Levanté su mano y le besé el anillo. "Y un día, serás Bella Cullen."
Me levanté y fui hasta el pequeño reproductor de música que Alice había traído por mí. Presioné el play y la canción que había elegido para esta noche llenó la habitación del hotel. Era 'Sway' de Michael Buble.
Me giré y sonreí a Bella. Puso los ojos en blanco e intentó adentrarse más en la cama. Corrí hasta ella y la levanté agarrándola de las caderas.
"¡Edward!" dijo mientras se reía. "Sabes que no se me da bien bailar. Y nunca podría bailar con estos zapatos, ¡especialmente con una canción tan rápida como esa!"
Sonreí y la empujé sobre la cama. Gritó cuando le cogí el pie y le sonreí malignamente. Le quité el primer zapato, tirándolo por encima de mi hombro. Bella se rió con alegría, viendo como hacía lo mismo con el segundo zapato.
La levanté de nuevo. "No más excusas, preciosa."
"Sólo una más," dijo, sin respiración por la risa.
"¿Cuál?" pregunté, sonriéndole.
"Haces que las rodillas se me debiliten y que mis huesos se pongan esponjosos. No podría bailar."
Mi sonrisa se hizo más grande, agarrando su cadera con una mano y cogiendo su mano derecha con mi izquierda. Empecé a moverla hacia atrás, usando la mano de su cadera para que empezase a moverse al ritmo. Estaba siguiéndolo perfectamente.
Nos moví más rápido, añadiendo pequeños giros. Bella empezó a reírse, echando la cabeza hacia atrás y disfrutando el baile de verdad. Estaba gloriosa así de feliz. Nos movimos de un lado a otro por la habitación y alrededor de la cama. Nunca dudó en sus pasos y sólo rompió nuestro contacto visual cuando se reía o giraba.
La canción acabó y me quedé en mitad de la habitación, sujetando a Bella fuertemente contra mí mientras su respiración volvía a la normalidad. Esta mujer entre mis brazos era el único futuro que alguna vez querría o necesitaría. Su felicidad me hacía feliz. Su placer por esta noche y compresión por lo que estaba intentando hacer por ella, me hacían quererla mucho más.
"¿Qué te hizo elegir esa canción para alguien tan patoso como yo?" dijo Bella entre risitas contra mi camisa.
"Sabía que te haría reír."
"Edward,"susurró, rodeándome fuertemente con sus brazos.
"Feliz Día de San Valentín, mi amor."
3 comentarios:
PERFECTO ES MARAVILLOSO QUE LINDO
ME ENCANTA
hay hay hay muero de amor por diossssssssssssssss sisisisi muero de amor
que tierno, que tierno que tiernoooooooooooooo..!!!
me muero de amorr..!!
si alguein hiciera eso por mi, mas que quedarme sin rspirar, me muero en esemomento y vuelvo al a vida en segunds..!! jajaa
divinooo..!!!
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