viernes, 21 de enero de 2011

Capítulo 28. La boda. All you need is love



La boda.

—Alice, ¿nos vas a decir adónde vamos? —preguntó Edward una vez Seth estuvo calmado y entretenido viendo el paisaje a través de los levemente tintados cristales.
—A un parque —dijo misteriosamente.
Bella puso el grito en el cielo.
—¡Debí habérmelo esperado! ¡Eres de esas locas que se casan al aire libre en enero!
Alice rió con fuerza y también de forma nerviosa.
—Tranquila, he puesto calefacción.
—¡Hace mucho frío, Alice!
Siguieron discutiendo sobre el tema mientras el coche avanzaba. Bella se dedicó a escudriñar el exterior para sacar conclusiones de aquel lugar misterioso al cual se dirigían. Se sobresaltó al ver que iban directos al túnel Holland para pasar por debajo del agua y dejar atrás Nueva York, cruzando aquella frontera trazada que separaba la Gran Ciudad de Nueva Jersey. Bella le dirigió una mirada suspicaz a Alice, pero esta se hizo la disimulada retocándose a través de un pequeño espejo.
Edward sonreía, tranquilo y feliz por el hecho de que todo parecía ir bien. Aunque estaba incómodo con aquella ropa, tenía a dos de las mujeres más importantes de su vida a su lado y a su pequeño intentando subirse a su regazo.
Todos desprendían nerviosismo. El teléfono de Bella repiqueteaba sin parar, señalando que su madre estaba realmente preocupada pero decidió no cogerlo y evitar preguntas incómodas en aquel momento. Alice estaba a punto de hacerle un agujero al suelo del coche con su constante golpeteo de pies y Seth cantaba a pleno pulmón la canción de sus dibujos animados preferidos; Edward se limitaba a rezar para salir vivo y sin perder los nervios de aquel coche.
El coche giró hacia la izquierda y cogió la salida de Nueva Jersey de la carretera de Turnpike y todos menos Alice comenzaron a escudriñar el exterior de nuevo; hasta que no se metieron en la calle Thomas McGregor no se miraron los unos a los otros, excitados.
—¿Vamos al Liberty State Park? —inquirió Edward, incrédulo.
—Exacto.
—No tienes control sobre ti misma ni sobre tus excentricidades —bromeó Bella mientras abría la puerta del coche y se disponía a salir— ¡Madre mía!
—¿Qué pasa? —preguntó Edward de nuevo, asomando la cabeza. Cuando vio la multitud que se agolpaba cerca, ya dentro del parque y toda la parafernalia, se quedó blanco—. ¡Es cierto, no tienes control alguno sobre ti misma! —repitió él dirigiéndose hacia su hermana.
Alice arrugó los labios y le dirigió una mirada severa.
—Id allí y traedme a papá, ¡ya!
Edward soltó una risa melódica y ayudando a Seth salió de la limusina; colocó un brazo sobre los hombros de Bella, frotando con la mano la piel que quedaba descubierta.
—Esto no se lo perdonaré —musitó ella, tiritando—. Nunca, ni aunque esté agonizando en su lecho de muerte.
Con un suspiro fuerte y acurrucándose contra el pecho de Edward, caminó decidida hasta el tumulto de gente traspasando las bonitas vallas que separaban la calle del parque. Podía ver la isla de la Estatua de la Libertad y eso le hizo rechinar los dientes recordando otra vez la desmesura de su amiga.
Había una hilera de sillas recubiertas de una tela granate. Cerca de doscientas personas ataviadas con sus mejores galas estaban sentadas en ellas y miraban al alrededor con aire preocupado. Una alfombra del mismo color que las fundas llegaba hasta el arco nupcial, coronado de flores blancas y creado a partir de plantas navideñas. El cura ya estaba allí; y Jasper también, a punto de empezar a morderse las uñas de los pies a falta de la de las manos, que ya habían sido atacadas.
—¿Tan tarde llegamos? —murmuró Edward, echándole un vistazo al reloj para después abrir los ojos de forma desmesurada—. ¡Cuarenta minutos de retraso! Aunque bueno, es elegante que la novia llegue la última... Y tampoco podíamos esperar otra cosa de Alice.
Bella soltó una risita y buscó con la vista a Carlisle. Cuando lo encontró empezó a hacerle señas y a indicarle con las manos que su hija se encontraba en la entrada. Rápidamente lo entendió y emprendió una pequeña carrera, haciendo que los que estaban cerca suspiraran aliviados: Alice no se había dado a la fuga.
—Vamos, tenemos que estar delante —le susurró Edward al oído y con la mano puesta en su espalda la empujó suavemente hasta donde estaban Rosalie y Emmett, igual de nerviosos que los demás.
Bella agradeció el detalle de Alice de haber puesto elegantes antorchas a los laterales de las filas de sillas, cuando se relajó incluso notó que el frío se alejaba y que la calidez la envolvía.
—¿Dónde demonio estabais? —cuchicheó Rosalie con el ceño fruncido—. Os he llamado mil veces. ¿Y Alice? ¿Qué ha pasado?
—Después te cuento —contestó Bella en un murmullo puesto que no quería que Esme, que andaba cerca, se enterara o se llevaría un gran disgusto.
Rosalie no pareció quedarse satisfecha pero se arregló el fular y miró al frente con rostro pensativo. Bella la imitó y sonrió al ver una pequeña agrupación musical a la derecha del arco nupcial; se sobresaltó al escucharlos tocar de pronto y giró la cabeza al igual que todos. Edward le apretó la mano; ella por su parte, apretó el pequeño bolso que llevaba, donde custodiaba valiosos pañuelos de papel.
La mujer de rostro alargado que se sentaba en la banqueta del piano tocaba con destreza la marcha nupcial y Bella, que siempre había pensado que jamás se casaría con aquella música tan cliché, pensó que Alice parecía volar al compás de la melodía mientras caminaba por la alfombra escarlata agarrado a un excesivamente emocionado Carlisle.
—¿Crees que mi padre llorará antes de llegar a Jasper? —susurró Edward para que la única que lo escuchara fuera Bella, que rió discretamente.
—Estoy absolutamente segura.
Edward se enderezó y siguió sonriendo mientras miraba con cariño a su hermana pequeña.
—No me digas que tú también vas a llorar —musitó Bella.
Puso los ojos en blanco y cruzó los brazos sobre el pecho, echando el peso sobre una pierna y apretando con fuerza los labios.
—Vamos, doctor Cullen, no se ponga sensible —rió en voz baja Bella, pero se calló cuando Alice quedó frente a Jasper, mirándolo intensamente.
Edward, Bella, Rosalie y Emmett estaban sentados juntos, en la primera fila y Seth iba pasando de un regazo a otro, aburrido.
—Seth, estate quieto de una vez —pidió Edward y el niño, refunfuñando, se acomodó en las piernas de Bella.
—¿Cuánto va a durar este rollo? —preguntó en voz alta, haciendo reír entre dientes a Emmett y ganando a su vez algunas miradas severas de las demás personas.
Sin embargo, el tener a un niño de cinco años quejándose por todo no le restó emoción al acto. A los pocos minutos de haber empezado la ceremonia, Rosalie y Bella ya usaban pañuelos y se miraban la una a la otra con detenimiento para confirmar que el maquillaje seguía intacto.
Bella observó la escena y se sintió embriagada por la calidez que desprendían los largos postes de los laterales que conformaban la carpa que cubría a los invitados, cautivada por los finos copos que empezaban a caer y por la belleza general de los presentes, ataviados con sus mejores galas. El pelo de Jasper parecía más suave que nunca, y su porte más cuadrado, fornido, con aquel elegante y ajustado traje negro. Bella no podía ver su rostro, pero sabía que debía de estar resplandeciente. ¿Cómo no iba a estarlo en su propia boda si en el día a día de su vida, su mirada brillaba al simplemente ver a Alice?
El cura dio paso a los votos, que como Bella bien sabía —había ayudado a su amiga a prepararlos en un momento de crisis inspiracional de esta— no eran los tradicionales, sino que iba a haber un intercambio de palabras por parte de los novios.
Estaba absorta admirando la felicidad de la cara de Alice, su sonrisa nerviosa al ver cómo su futuro marido le agarraba una mano para, tras acabar de hablar, depositar aquel anillo que esperaba que durara para siempre ahí. Sonrió al notar a Alice tan tímida y emocionada, era la primera vez que la veía así, por lo que se giró hacia su izquierda para comentarlo con Edward, pero para su asombro, la silla estaba vacía.
—¿Dónde...? —empezó a preguntar en dirección a Rosalie, por si ella lo había visto marcharse. Sin embargo calló repentinamente, justo cuando la melodía de fondo cambió de forma brusca, truncándose hasta convertirse en otra que hizo que Alice abriera los ojos de forma exagerada y se llevara la mano libre al corazón.
—¡Mira eso! —susurró Rosalie, señalando de forma poco discreta al conjunto musical.
Allí, sentado en la negra banqueta y con el cabello desprendiendo cegadores destellos cobrizos debido a la blancura de los suaves copos que se fundían a esa altura y a las tintineantes lucecillas dispuestas sobre el arco nupcial y por encima de las cabezas de los presentes, estaba Edward, cuyas manos se movían con parsimonia sobre las teclas. Le dedicó una sonrisa a su hermana. No de aquellas que usaba cuando algo le resultaba divertido en la que mostraba la dentadura al completo, no era exagerada; sólo un simple fruncido de labios hacia arriba, acompañado de humedad en los ojos verdes, que apenas duró unos segundos.
—No creo que... —musitó de nuevo Rosalie, con la voz quebrada—. Dios mío, no voy a llorar tanto jamás... Ni en mi propia boda.
Y Bella estuvo de acuerdo. Suavemente, con una voz dulce pero al mismo tiempo masculina, Edward comenzó a cantar algo cohibido Hallelujah, de Leonard Cohen. Era la primera vez que lo escuchaba cantar de forma seria, y aunque se notaba que no era un profesional con la voz domesticada, no lo hacía nada mal bajo su criterio. Quizá fuera el amor, que la tenía tonta y desubicada, pensó sin poder apartar los ojos de él.
—Alice... —comenzó a decir Jasper, pero la aludida no estaba por la labor, lloraba de forma silenciosa pero con grandes aspavientos; tenía el corazón encogido—. Yo... Bueno, ni siquiera me he preparado qué decir porque lo llevo sabiendo desde hace mucho y sólo habría conseguido ponerme de los nervios... Alice, simplemente te quiero más que a todo; incluso más que a todas las demás cosas que quiero juntas, es algo que no creo que sea medible y que casi ni puedo explicar. Pero tampoco hace falta hacerlo porque sé que es mutuo y quizá eso sea lo más bonito que me haya pasado en la vida, saber que podemos compartir ese sentimiento y que las palabras sobran, que sobrarán y que también sobraron hace diez años. Porque nosotros no necesitamos pasarnos el día el uno encima del otro para mantener nuestro vínculo, como otras parejas.
Bella notó que Emmett le pasaba el brazo por encima de los hombros a Rosalie mientras le susurraba algo al oído y echó de menos a Edward, aunque su voz flotaba al volumen perfecto, sin solapar a la de Jasper y endulzaba el momento hasta hacerlo inolvidable.
—Por eso —siguió diciendo Jasper—, sé que esto funcionará. Lleva funcionando más de una década. Así que... —se aclaró la garganta y deslizó el anillo por el dedo correspondiente—... Alice Cullen, ¿quieres que siga a tu lado, en tu vida y lo que eso significa?
Alice bajó la mirada unos segundos, los necesarios para recuperar la compostura. Después volvió a alzar la cabeza y la seguridad con la que lo hizo desarmó a Jasper, que soltó una sonrisa que le cubrió el rostro. Antes de hablar, sin embargo, miró a su hermano mientras seguía cantando aquella canción tan especial para ella y se sintió más fuerte que nunca.
—Sí, quiero —dijo con voz, para su asombro, segura. Después cogió el anillo que le correspondía a él y agarró su mano con fuerza, necesitando su contacto. Suspiró y negó con la cabeza, desechando las palabras aprendidas de memoria con tanto esfuerzo—. Hoy me he dado cuenta de muchas cosas. Hemos pasado la vida juntos, no recuerdo un día en el que no haya pensado en ti. Siempre has sido tú, nunca el chico que se sentaba a mi lado en Química, ni el más guapo del equipo de béisbol según las otras. Siempre Jasper, únicamente Jasper. Jamás, hasta hoy, me había preguntado si es posible que en toda una vida sólo quieras a una persona. Lo bonito es que yo estoy segura de que sí, ¿tú lo estás?
—Por supuesto —respondió Jasper como pudo, con voz queda y un tanto sorprendido.
—Entonces, pasaremos por todo lo que haya que pasar juntos —terminó de decir Alice colocándole por fin la alianza.
Y no dejaron que el sacerdote acabara con aquellas palabras que sellaban el compromiso, acunaron la cara del otro con las manos y se fundieron en un beso que despertó aplausos y vítores entre los invitados, hasta ahora expectantes ante unos votos tan inusuales.
—Ahora me explicarás qué es lo que ha pasado y por qué Alice ha sido tan... ¿impulsiva? —comentó Rosalie por encima de la algarabía, pero Bella sacudió la mano y se levantó de la silla aún con Seth en brazos para recibir a Edward, que tras acabar de tocar caminaba hacia ellos.
—¿Qué tal ha estado? —preguntó con una enorme sonrisa y los ojos aún humedecidos—. ¡Por poco me pongo a llorar ahí en medio! Pero he pensado que eso arruinaría mi imagen.
Seth peleó por soltarse del agarre de Bella y esta lo dejó en el suelo sin apartar los ojos de Edward.
—¡Edward! —exclamó cuando el niño salió a correr en dirección a su tío Emmett—. ¡Ha sido genial! Es decir, no lo he podido disfrutar tanto como he querido porque he estado atenta a... bueno, ya sabes... ¡Pero increíble! Ha quedado precioso, ¿por qué no me habías dicho que...?
Edward torció su sonrisa y la besó con suavidad.
—¿Recuerdas aquella comida que supuestamente tenía con... cómo se llamaba? ¡Ah, Jessica Stanley!
Bella rechinó los dientes al mismo tiempo que enrojecía, avergonzada por su conducta de aquel entonces.
—Cómo olvidarlo... —murmuró sarcásticamente.
—Era cierto que había quedado para comer aquel día —rió Edward—. Pero con una versión rubia, alta y con pelo en el pecho de Jessica.
Ella soltó una carcajada, siempre encantada con el humor de Edward.
—¿Estás diciendo que Jasper...?
—Sí, me pidió que tocara. Bueno, para ser exactos me lo suplicó. Y era un secreto, quería que fuera una sorpresa para todos, no sólo para Alice —suspiró y su rostro se volvió atormentado—. No sabes cuánto me costaba verte pasarlo mal por algo que tenía una explicación tan sencilla... ¿Me perdonarás? —añadió con un puchero mal hecho.
Bella elevó una ceja y aunque se sintió estúpida al saber la verdad del asunto, decidió obviar el sentimiento y seguirle el juego.
—No sé... Quizá deberíamos hablarlo esta noche —le susurró al oído, acercándose más a él.
Edward soltó una risa ahogada y poniéndole las manos en la cintura, la separó levemente, no sin antes dejarle claro cuánto le había gustado aquel susurro.
—Será mejor que... que vayamos a felicitarlos y eso... —comentó, pero tras mirarla unos instantes sonrió y añadió—: Joder, pero qué peligrosa eres a veces.
Todos los presentes intentaban felicitar a la vez a la pareja, por lo que resultaba imposible acercarse hasta ellos. Bella vio a Esme llorando a lágrima viva y a Carlisle acariciándole la espalda y sonrió para sí.
—Es increíble que todos esos desconocidos estén hablando con ellos y nosotros, el sustento principal de su vida, no podamos —bromeó Emmett, que llevaba a Seth subido a la espalda.
—¿No puedes mantener un poco la compostura? —siseó Rosalie.
Edward y Bella intercambiaron una mirada divertida y este se encargó de desenganchar a su hijo entre patadas y quejas.
Estuvieron charlando mientras la zona se despejaba poco a poco, dirigiéndose todos los que ya habían hablado con la pareja hacia la salida.
—Cuando yo me case pondré una valla que me separe de la gente y habrá una salida de emergencias —dijo Emmett.
—¿Sí? Genial, ya sabes que tienes que empezar a buscar a otra que quiera casarse contigo —respondió Rosalie, que se ajustaba el chal.
—¿Qué te parece esa? —añadió Edward señalando a una señora de edad avanzada que se encontraba sentada en una silla, a la espera—. Tiene todos los requisitos necesarios para ser capaz de aguantarte: parece estar sorda.
Ellas se rieron a carcajadas mientras Emmett se rascaba la cabeza, pensativo, y comentaba:
—Oye, parece tener buenas curvas.
—Eres asqueroso —rió Edward, cogiendo a Seth para mantenerlo quieto—. Venga, vamos ya, que esto está más despejado.
Después de unos minutos más, se encontraban entre los brazos de sus amigos, sonrientes y emocionados.
—¡Sois los primeros casados! —exclamó Rosalie mientras los aprisionaba a los dos—. ¡Siempre pensé que sería Bella!
—¿Pero qué dices? —refunfuñó esta.
—Eras la más... romántica, ilusa respecto al amor aunque en la práctica fueras la soltera. Parecías la típica que se casaría después del instituto —se argumentó Rosalie—. Y sin duda lo habrías hecho si Edward hubiera estado en Forks.
Bella enrojeció hasta la raíz del pelo, no le gustaba unir "matrimonio" y "Edward" en la misma frase por el simple hecho de no saber a ciencia exacta lo que este quería, ni lo que ella quería ni lo que Seth quería. ¡Dios!, pensó, ¡demasiadas cosas!
Edward por el contrario hizo como el que no se había enterado, siguió palmeando el hombro de su amigo recién casado y apoyando con risas los comentarios del bruto de Emmett, que le recordaba continuamente que eso de "hasta que la muerte os separe" era literal y que cuchillos había muchos.
—¿Quieres que me asesine para que pueda ir a ligar contigo? ¡Soy tu hermana! —se quejó Alice, dividida entre la diversión y el horror.
—¡Y él mi amigo! —se defendió Emmett, pero después aplastó entre sus brazos a Alice mientras la llenaba de besos.
Como los que aún esperaban para hablar con la pareja se estaban impacientando Jasper les indicó que, aunque se podía ir andando hasta el sitio donde se celebraba la boda, cogieran el coche en el que habían venido.
—¿Se celebrará en un castillo al estilo europeo? —bromeó Rosalie mientras subían a este.
—¿Habrán contratado caballos para transportar a los invitados hasta su mesa? —le siguió Edward, sin poder aguantar la risa.
—¿Tocará U2 mientras comemos? —añadió Emmett.
—No, creo que Bono tenía un compromiso y que se han visto obligados ha reunir a los Beatles, con resucitaciones incluidas —concluyó Bella.
Las carcajadas contagiaron hasta al conductor y se vieron multiplicadas cuando Seth, tras un momento de reflexión, decidió intervenir.
—No creo que a tía Alice quiera que haya caca de caballo por todas partes.
Al momento llegaron a su destino y aún riendo se bajaron del automóvil descubriendo que el restaurante, aunque parecía lujoso, no era tan excesivo como en su imaginación.
—Estamos en la mesa trece, con los Swan y Angela y Ben —leyó Rosalie del cartel de las distribuciones—. ¡Andando, que tengo hambre!
Un muy numeroso grupo de grandes mesas redondas ocupaban la mayoría de la sala, dejando a un extremo el amplio escenario en el cual el técnico de sonido ya estaba trabajando y en el otro la mesa rectangular de la pareja y los padrinos.
—¡Charlie, tú si que sabes! —rió Emmett al ver al señor Swan ya sentado.
El señor Swan se levantó riendo para saludar a las dos parejas, encantado.
—Pero mírate, Emmett, si pareces hasta serio vestido así —bromeó.
—¡Se hace lo que se puede! —suspiró, y se dejó caer en la silla de al lado de este.
—Estáis tan guapos todos... —exclamó Renée, repartiendo abrazos—. Pero sin duda, el que mas, Seth.
Bella ocupó el sitio libre que había junto a su madre, mientras que Edward fue a acompañar a Seth a la mesa especial para niños.
—¿Por qué no me contestabas esta mañana? —preguntó Renée—. Me tenías preocupada.
—Los nervios me hicieron estar un poco despistada —se excusó—. Todo ha salido bien, ¿no? Es lo que importa.
Cambiaron rápidamente de tema por uno más agradable y Rosalie se unió, encantada. Estuvieron charlando mientras la sala se llenaba poco a poco por personas que no habían visto nunca en su mayoría. Como Alice y Jasper tenían trabajos de cara al público, no les sorprendió en exceso.
Estaban comentando lo bonito que era el vestido de la novia cuando Seth llegó corriendo y se subió encima de Bella, enterrando la cabeza en su cuello y abrazándola con fuerza. Esta, sorprendida, miró alrededor y vio a Edward caminando cabizbajo hacia la mesa. Una vez llegó, se puso de cuclillas e intentó separar la cabeza de Seth del cuerpo de Bella.
—Seth, venga ya... Son niños como tú, ¿por qué no lo intentas?
—¿Qué pasa? —susurró Bella, queriendo dirigirse sólo a Edward.
Este suspiró, se pellizco el puente de la nariz y se sentó en la silla vacía al lado de Bella.
—No quiere quedarse en la mesa que le han asignado, con los demás niños.
—¡Se ríen de mí! —exclamó, apretándose más a Bella—. Dile que me deje quedar aquí, Bella —murmuró, apunto de llorar.
Bella se mordió el labio. No se sentía con la autoridad moral como para imponer una orden acerca de Seth sobre Edward. Puede que vivieran juntos, que compartieran una vida y los problemas, pero sabía que aún no estaba en el mismo nivel de autoridad que Edward con respecto al crío. Y era lógico.
—Seth —empezó a decir—, ¿se meten de verdad contigo o es que prefieres estar aquí con nosotros?
—Yo sólo quiero estar contigo y con papá —susurró, sorbiéndose la nariz. Y se sintió desarmada.
Miró a Edward y descubrió que el rostro de este destellaba felicidad al mismo tiempo que preocupación.
—Pero los otros niños son muy divertidos. ¡Mira Rachel! Al principio no te caía bien, y después ¿qué?
—Pero Rachel es... guay —explicó, separándose por fin y observando fijamente a Bella.
—Hay muchos niños guays, Seth.
—¡Yo quiero estar aquí! Además, me río más con el tío Emmett que con nadie. —Y tras decir eso, se levantó enfurruñado y fue a los brazos de su tío, que lo recibió encantado.
Edward se recostó en su silla y jugueteó con el borde de la mantelería, quizá buscando las palabras precisas o tal vez simplemente dándole vueltas a la cabeza. Tras unos segundos exhaló un profundo suspiro y se frotó los ojos con el dorso de la mano.
—No sé qué hacer para que sea más sociable.
—Lo estás haciendo genial —dijo rápidamente Bella, volviéndose hacia él y agarrándole el rostro para que se volviera a mirarla—. Ha pasado por demasiado y sin embargo a nosotros sí que nos ha dejado entrar en su vida. Poco a poco, Edward.
Este reflexionó durante un instante para después posar sus manos encima de las de ella, que aún estaban en sus mejillas.
—No te puedes hacer una idea de lo que me gusta que te quiera tanto —murmuró con una chispa de emoción en los ojos—. Es... No tengo palabras para describirte cómo me siento al veros tan unidos... —Y no había terminado la frase cuando ya había pegado sus labios a los de Bella. Pero el beso no duró mucho, de repente todos empezaron a aplaudir y se separaron, sobresaltados.
Alice y Jasper acababan de entrar en la estancia y caminaban mientras saludaban alegremente, emocionados. De cerca los seguían los señores Cullen y los Hale.
—¡A comer! —exclamó Emmett, frotándose las manos y después la cabeza tras el golpe que le propinó Rosalie.
Pero tenía razón, la comida no tardó en llegar mientras una música suave empezaba a sonar, haciendo que el ambiente se distendiera y las charlas estuvieran acompañadas por un ritmo melódico y suave. Angela y Ben hacía rato que también se les habían unido y ya charlaban con los demás mientras los serviciales camareros recorrían las mesas llenándolas de un menú de aspecto extraordinario.
—No creas que se me olvida que aún me debes una sesión de pesca —comentó el señor Swan señalando a Edward con el tenedor—. Llevo años intentando que tu hermano venga.
—Nunca he querido morir del aburrimiento —rió Emmett palmoteando su hombro—. Pero no te preocupes, a mi hermano no creo que le importe, de alguna forma deberá compensar el hecho de que se acuesta con tu...
—¡Emmett! —exclamaron varias voces a la vez, mientras que otras soltaban carcajadas. Charlie mientras tanto se había puesto rojo.
—Era broma, era broma —se excusó Emmett—. Ni se miran, viejo, no te preocupes.
—¿Puedes dejar de hablar de mi vida privada? —inquirió Bella—. Rosalie, por favor, pégale de mi parte, que a ti se te da mejor.
—Años de experiencia —farfulló Rose mientras dejaba caer de nuevo la palma de su mano en la nuca de Emmett—. Es la boda de tu hermana, ¡compórtate!
Edward soltó una risita incómoda mientras deslizaba la servilleta por sus labios.
—Por supuesto, Charlie, en cuanto pueda tener un día libre en el trabajo.
—Debe ser duro trabajar con niños enfermos —comentó Renée—. Si a mí me cuesta verlos cuando se encuentran mal en la guardería, no puedo ni imaginarme cómo me sentiría si es algo más grave.
Edward miró el plato durante unos segundos con una leve sonrisa en el rostro.
—Es difícil —respondió mientras posaba su vista en Seth, al cual Rose le estaba ayudando a comer con una ternura palpable—, pero muy gratificante.
Bella entendió que el tema en sí también era complicado, por lo que carraspeó y decidió entrar en la conversación para darle un giro.
—Oye, Emm, ¿cómo va el pub? Con tanto trabajo me he despistado...
De forma rápida el mayor de los Cullen acaparó el turno de palabra y todos aprovecharon para comer mientras lo escuchaban quejarse de camareros irrespetuosos, de contratos y licencias imposibles de cumplir y del público tan joven al que se enfrentaba a veces.
—Gracias —murmuró Edward acercándose a Bella y besando su mejilla—, te debo una.
Bella sonrió complaciente para después integrarse en la conversación de su familia, disfrutando del momento.
Todo estaba transcurriendo sin ningún contratiempo. El estrés de días anteriores había desembocado en la típica calma que viene tras la tempestad; el alivio que sentían Edward y Bella, los que habían estado involucrados en el malentendido, no podía expresarse con vanas palabras. Compartían discretas miradas de satisfacción entre plato y plato y se sonreían cuando creían que nadie les prestaba atención. Pero no era así, su atracción y el cariño mutuo que se tenían era tan palpable que Rosalie, Renée y Angela se miraban entre sí, los señalaban con la cabeza y soltaban risitas, encantadas ante las sensaciones que desprendían la pareja que tenían frente a ellas.
Demasiado pronto la comida que tenían delante fue sustituida por cubertería limpia y los novios se pusieron en pie entre los aplausos de sus invitados para ir hacia donde se encontraba la tarta.
—¡Nooo! ¡Van a matar a la stripper que metí dentro! —se le escuchó decir a Emmett al hacerse el silencio mientras Alice y Jasper empuñaban el cuchillo para cortar el primer trozo.
Varias personas se rieron a mandíbula batiente, entre ellos Edward, que tuvo que taparse la boca con la mano y bajar la vista disimuladamente ante la mirada asesina de sus compañeras de mesa.
Después de las fotografías correspondientes, los serviciales camareros repartieron las porciones de tarta en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Tiene chocolate? —le preguntó Seth a Bella, poniendo sus manitas sobre la mesa e irguiéndose sobre las puntas de los pies para ver bien.
Consiguió convencerlo para que la probara y se fue con el entrecejo y los labios arrugados, no muy convencido.
—Creo que nos tenemos que mover... —le dijo Edward a Bella al rato, viendo como Jasper y Alice volvían a levantarse y caminaban hacia el centro de la pista.
Se levantó rápidamente y le tendió el brazo, derrochando elegancia. Bella no pudo menos que impresionarse ante su pose, reforzada con aquel atuendo de gala. Agarró con fuerza su antebrazo y junto a las demás parejas caminaron hasta la pista, mientras que Seth correteaba de un sitio a otro sin prestarle atención a nadie como el niño de casi cinco años que era.
Las luces se volvieron más tenues y la orquesta contratada comenzó con lo que para Bella era uno de los vals más clichés y famosos, The Second Waltz. Alice y Jasper, en el centro y solos comenzaron a dar vueltas, ella con gracia infinita y él siguiéndola, menos diestro en ese arte. Bella miró de reojo a Rosalie y después a Edward, que parecía tranquilo, con su sonrisa tierna de siempre. Sabía que ellos cuatros eran los siguientes en salir a la pista por orden expresa de Alice, por lo que suspiró y apretó el brazo de Edward con fuerza para darle a entender que estaba preparada. Él lo entendió a la primera y la arrastró suavemente más al centro, separándose del resto de personas; hizo una leve reverencia para hacerla reír y que se olvidara del nerviosismo, besó su mano antes de enlazarla con la suya y alargarla y la otra la puso en su espalda baja en el momento que comenzó a dar elegantes vueltas con desenvoltura. Bella inmediatamente se puso alerta para no tropezar, veía a Rosalie y a Emmett desprender belleza y seguridad en cada vuelta y se sintió torpe. Pero al mirar a Edward a los ojos, los cuales estaban ligeramente achinados, mostrándose amables, se sintió más valiente y desinhibida.
—Se te da bien —le comentó este una vez el resto de invitados se les unió.
—He nacido para esto —bromeó Bella, ahora más tranquila—. Pero tú pareces bailarín profesional...
—Sí, tengo ahora la gira de invierno —sonrió él mientras le daba una suave vuelta y hacía que su vestido flotara.
—¿Me abandonarás para ir a bailar en Europa? —gritó ella por encima de la música, riendo.
—Sí, en la especialidad de salsa, no sé si te lo he contado... —dijo mientras volvía a hacerla girar bajo sus brazos.
Bella echó la cabeza hacia atrás, carcajeándose, y perdió el ritmo. No importó demasiado ya que una tanda de aplausos indicó que se había terminado el baile inaugural. Quiso proponerle a Edward ir a sentarse cuando, sin perder el tono tranquilo conseguido con el vals, empezó a sonar Not Ready To Love de Rufus Wainwright, uno de los cantantes preferidos de Jasper y también de Edward. Así que este no le dio oportunidad de abrir la boca, suavemente la trajo hasta su cuerpo y dejó que apoyara la cabeza en su pecho mientras se balanceaban de forma tranquila y le protegía la desnuda espalda con sus brazos.
—¿Sabes? —dijo él contra su pelo, besándolo también—. Aún no me puedo creer que esto sea una boda, y menos la de mi hermana y mi mejor amigo.
Bella apartó la cabeza para poder mirarlo mientras le hablaba.
—Es increíble, sí —le respondió con una sonrisa.
—Es como... No te rías, pero esto parece un baile de fin de curso del instituto o una fiesta de gala de las que se hacían en la facultad.
—¿Entonces soy la chica que te gusta y a la que le has pedido salir en los pasillos del instituto, frente a las taquillas? Y ahora me odia la capitana de las animadoras porque ella quería venir contigo.
Edward soltó una carcajada, divertido.
—No, no eres la chica que me gusta —matizó, con una cierta seriedad que consiguió que confundirla por lo que había dicho. Se acercó y antes de besarla añadió—: Eres la chica de la que estoy enamorado.
—Idiota... —murmuró contra sus labios Bella, aunque con las comisuras de sus labios estiradas hacia arriba.
—Te quiero tanto... —susurró Edward tras besarla con toda la suavidad que pudo.
Había veces que Bella le excitaba tanto que no podía contener su pasión en los besos, esos momentos en los que la acorralaba donde estuviera y sentía la necesidad de desnudarla al mismo tiempo que su lengua se volvía frenética. Sin embargo, otras veces la ternura lo sobrepasaba. Y sí, se encontraba en uno de esos momentos, por lo que acunó su cara con las manos mientras no dejaba de besarla, ignorando a la gente que había a su alrededor.
—Me encanta que me lo digas —murmuró esta, alzando los brazos para rodear su cuello con ellos— Me encanta...
Y todo volvió a quedar olvidado. Canciones y más canciones fueron pasando y ellos no dejaron de mirarse a los ojos en un solo momento. Sabían que Seth estaba con los señores Swan y la tranquilidad que les suponía estar cerca de él pero tener tiempo para ellos se reflejaba en sus actos, en sus conversaciones tranquilas y en la infinidad de besos que se colaban entre risa y risa.
—¡Eh, parejita! —gritó Emmett, abriéndose paso entre la multitud—. ¡No seáis aburridos!
Edward gruñó, separando sus labios por fin para echarle una mirada asesina a Emmett, que se tornó en divertida al verle la corbata en la cabeza.
—Eres lo más parecido al típico imbécil de boda que he visto nunca —rió—. Tanto que creo que lo eres.
—Y tú el típico que se va de la boda con el calentón —se carcajeó Emmett, sin pelos en la lengua y señalando la entrepierna de su hermano—. Te robo a Bella, que eres un pulpo pesado.
Y sin dejar a su hermano mediar palabra ni protestar, agarró a Bella y la aplastó entre sus musculosos brazos mientras pegaba sacudidas en un intento en vano de llevar el ritmo del tema que sonaba.
—Emm, quítate eso de la cabeza —rió Bella intentando tirar de la corbata.
—No sería una boda si la llevara normal —explicó él, enseñando la dentadura con su enorme sonrisa—. Bells, te tengo que comentar algo.
—Ya decía yo que no ibas a bailar conmigo porque sí, que tenía que haber un motivo... —bromeó ella.
Emmett puso los ojos en blanco y suspiró.
—Bella, ¿crees que estoy preparado para eso? —y señaló a Jasper con la cabeza, el cual bailaba con su hermana a la vez que conversaba con ella en voz baja, sonriendo de forma estúpida.
—¿Para bailar con Rose? Creo que has hecho ya más que eso, campeón —se mofó ella dándole una palmadita en el brazo
—¡Tonta! Ya sabes a lo que me refiero, a comprometerme hasta el final con alguien como Jasper lo ha hecho con mi hermana... Sé que Rose y yo estamos prometidos, pero da miedo dar el último paso.
Bella decidió no contestar inmediatamente, se dedicó a cavilar sin apartar la vista de Jasper. Estaba radiante, nunca le había visto tan sonriente y, en términos generales, así de feliz. Debía ser bonito tener esa sensación, pensó. Después desplazó la vista unos metros más a la derecha y vio a Alice entre los brazos de un hombre alto, apuesto, que reconoció pese a la escasa luz y a la multitud que los separaban. Edward abrazaba a su hermana como si le fuera la vida en ello y un nudo se formó en su estómago, ese que siempre la acompañaba cuando lo veía tan vulnerable. Y entonces supo qué decir.
—¿La quieres, no?
—¿Tú qué crees? —respondió poniendo los ojos en blanco.
—Rosalie le da mucha importancia al compromiso... Ten cuidado con eso, puedes hacerle daño si no te decides a hablar de fechas —y como vio que necesitaba tiempo para meditar añadió—: Voy a raptar un rato a Jasper... Vamos, no te agobies.
Emmett suspiró y fue a servirse algo de beber.
—Estupendo... —murmuró Bella para sí viéndolo desaparecer. Sacudió la cabeza y fue a despegar a Rosalie de los brazos de su hermano—. ¡Ahora me toca a mí!
Jasper le dedicó una de sus más bonitas sonrisas antes de fundirse en un abrazo.
—Ay, estoy tan contenta por ti...
—¿Quién lo iba a decir, eh? —dijo el rubio.
—Era obvio que iba a ocurrir tarde o temprano —rió ella—. De todas formas, para mí lleváis casados años, ¡lo que yo quiero es un sobrino!
—Oye, tienes a Seth, ¡confórmate! De todas formas, aún no estoy preparado para eso.
Bella bufó, provocando que de Jasper surgiera una mirada curiosa.
—¡Estoy harta de que no os sintáis preparados! Claro que lo estáis, bueno, sí, un niño es mucha responsabilidad, pero estás preparado para ello y tenéis posibilidades económicas, otra cosa es que aún no sea el momento como en este caso, ¡pero estás preparado!
—¿Qué te pasa? —rió Jasper— ¿Para qué no está preparado Edward?
Ella frunció el entrecejo, perdida en la conversación momentáneamente.
—¿Qué pasa con Edward? ¿Te ha dicho algo? ¿Se siente inseguro?
—¡Pero si has sido tú! Has dicho que estás harta de que no nos sintamos preparados. ¿Es que tienes un amante? —bromeó.
—¡Ah! Me refería a Emmett, antes me ha dicho exactamente lo mismo.
Jasper pareció entender al momento a qué se refería Bella sin necesidad de más palabras y explicaciones.
—Rose se está impacientando —suspiró.
—Eso le he dicho, pero es algo de dos, hasta que no se sienta seguro...
Y decidieron dejar el tema ya que Alice y Edward se acercaban, riendo con fuerza y con la cara rebosando felicidad.
—¿Ya no te quedan más hombres con los que bailar? —inquirió Edward, en tono juguetón contra su oreja.
—Aún no he acabado con uno —rió ella, rodeando de nuevo su cuello con los brazos y dejando que su olor la invadiera—. ¿Qué tal la noche?
—¿Te refieres al tiempo que no he estado contigo? —preguntó él, moviendo las caderas al ritmo de la música y rozándose como quien no quiere la cosa con ella.
—Mmm, sí —ronroneó Bella, que había captado su estado de ánimo al instante.
Inmediatamente la sonrisa de Edward se volvió traviesa y una de sus cejas se alzó, consiguiendo que el pulso de Bella se acelerara. Esta acercó la cara hasta su cuello dispuesta a mordisquear el lóbulo de su oreja a sabiendas de cómo le excitaba, y justo cuando él se estremeció alzó la vista, sonriente ante su éxito, pero se quedó estática al ver aquello.
—Eh, ¿por qué paras? —se quejó Edward con voz ronca.
—Edward, ¡mira! —cuchicheó Bella, agarrándolo de la chaqueta y haciéndolo girar.
Este tardó unos segundos en reaccionar debido al cambio de sensaciones. Abrumado, buscó con la vista y no encontró nada significativo.
—¿Qué pasa? —preguntó dándose por vencido.
—¡Ah, claro, tú no la conoces! —exclamó ella, después señaló entre la multitud a una chica alta, vestida de blanco que se abría paso a la fuerza y buscaba desesperadamente a alguien con la mirada—. ¡Es Kate, la ayudante de Jasper! Joder, ¿qué hace aquí? Si Alice se entera... —Se dio un golpe en la frente con la mano cuando lo entendió y miró horrorizada a Edward, cuya cara no reflejaba nada, estaba paralizado—. ¡Claro! ¡Quiere estropear esto! Edward, tenemos que...
Este despertó de su ensoñación e inmediatamente frunció el entrecejo.
—Sí, vamos —dijo, cortando a Bella—. Lo haría yo solo, pero te necesito a ti; no quiero hacer una estupidez. Esa no va a estropearle la boda a mi hermana.
Bella asintió y cogió una de sus manos antes de empezar a andar en dirección a ella. Se quedó boquiabierta cuando vio que llevaba un vestido similar al que podría tener una novia cualquiera; las personas que estaban a su alrededor empezaban a mirarla, asombrados y seguros de que era una desequilibrada mental.
—¡Kate! —la llamó Bella, corriendo como podía con aquellos incómodos tacones—. ¡Kate!
Al final consiguió la atención de esta, pero no sirvió de nada, sólo para que intentara despistarlos entre los invitados; aún así, Bella fue más rápida y la agarró del brazo.
—Kate, no puedes estar aquí —dijo severamente, pero fue en vano.
Kate apartó el brazo con tanta fuerza que consiguió que Bella perdiera el equilibrio y estuviera apunto de acabar en el suelo si no llega a ser porque Edward, de reflejos rápidos, la agarró con toda la suavidad que pudo.
—¿Estás bien? —se preocupó al ver que esta se agarraba un tobillo.
—Sí, no te preocupes por mí, corre, que va a llegar hasta donde están Alice y Jasper... ¡Pero espera, deja que me agarre a ti! —metió la mano debajo del chaqué de Edward y cogió la camisa con fuerza. El tobillo le molestaba, pero decidió no quejarse mientras atravesaban la sala a toda prisa.
La vieron sin ningún problema, estaba aún desorientada, como si fuera borracha.
—Bella, quédate cerca de mí —pidió Edward—. Intenta que no se nos vea, voy a llevármela fuera.
—Iré detrás de ti, pero si alguien me pregunta tendré que inventarme algo y entretenerme —le advirtió.
Edward asintió y después de darle un apretón en la mano se separó y con la agilidad que sólo él tenía se situó al lado de Kate y le pasó un brazo por los hombros.
—Vamos, Kate, aquí hay mucha gente —dijo, con un intento de sonrisa.
—¿Quién eres t-tú? —preguntó, bizqueando y sin ninguna estabilidad. Se apoyó en él y suspiró—: Quiero ver a J-jasper... Está cometiendo un error... Yo...
—Sí, Jasper está fuera, por eso. Vamos, acompáñame.
Con más facilidad de la que esperaba, Edward consiguió mover a la chica en dirección a la salida. Bella iba justo detrás, intentando que Kate no la viera para que no sospechara y al mismo tiempo manteniendo una expresión tranquila y feliz cada vez que veía a alguien observarlos.
—¿Dónde está Jasper? —inquirió Kate una vez estuvieron fuera del recinto, en la oscura y fría calle. En ese momento entró en su campo de visión Bella y soltó un grito ahogado—. ¡Me estabas engañando! Esta es amiga de la zorra con la que se ha casad...
—No consiento que hables así de mi hermana —exclamó Edward, furioso y apretando los puños—. No sé qué pretendes intentando fastidiar la vida de los demás, pero créeme, no te vas a salir con la tuya. Así que ahora mismo te vas a ir y haremos como que esto no ha pasado, ¿de acuerdo?
Pese a lo amenazante de su voz y su verde mirada severa, Kate embistió contra él, queriéndose liberar de sus manos para volver al interior. Al ver que no podía comenzó a golpear todo lo que tenía delante en un intento de liberarse y dejando así magullado a Edward, el cuál por el contrario no estaba dispuesto a pegarle a una mujer por muy fuerte que le estuviera golpeando ella.
—¡Estate quieta, imbécil! —gritó Bella sin poder contenerse, le era imposible ver como alguien golpeaba a su Edward. Con mucho esfuerzo consiguió separarla, empujándola y haciendo que cayera contra el asfalto—. Ni se te ocurra volver a acercarte a mis amigos, ¿me has entendido? ¡Porque sino voy a patearte el culo hasta que no puedas andar! —Cogió aire porque no había terminado y la volvió a encarar al ver cómo se levantaba, tambaleándose y dirigiéndose de nuevo hacia la puerta, aunque Edward volvía a estar en medio. Bella intentó transmitir con su mirada todo el odio que pudo—. ¡Y aparta tus manos de él de una vez, joder! Si te vuelvo a ver aunque sólo sea mirándolo, date por muerta, ¿me has entendido? —escupió mientras tiraba de Edward hacia ella en un ademán posesivo y sobreprotector.
Este no sabía si preocuparse o si echarse a reír. Ver a Bella de esa guisa lo había cogido por sorpresa y el hecho de que lo defendiera así le había gustado demasiado. Iba a hacer algo al respecto en relación a aquella loca desenfrenada cuando las puertas por las que ellos mismos habían salido se abrieron y la cabeza de un encargado se asomó, alarmado ante el ruido proveniente de la calle.
Edward se entretuvo en explicarle lo ocurrido mientras mantenía bien sujeta a Kate; Bella se dedicaba a mirarla con mala cara y a agacharse para frotarse el tobillo en intervalos regulares. Pronto el hombre se hizo cargo del asunto, llamando a seguridad y pidiendo disculpas en repetidas ocasiones por haber permitido el paso de una persona embriagada al recinto.
—No se preocupe —masculló Edward echando un brazo por encima de Bella—. Vamos dentro, cariño —y bajando la voz hasta quedar casi en un susurro a la vez que le dedicaba una sonrisa tierna añadió—: Vas a coger frío.
Con un último gruñido Bella se refugió en el cálido cuerpo de Edward y entraron de nuevo, recibiendo las miradas curiosas que decidieron ignorar de algunos de los invitados.
—¿Quieres sentarte? —preguntó él, preocupado por si se había hecho daño.
—No te preocupes, no dejemos que lo que ha pasado nos estropee lo que queda de noche —pidió ella, aún cuando le dolía el pie.
La música había cambiado, volviéndose más fuerte y consiguiendo así que los que se consideraban viejos empezaran a abandonar la pista, algunos despidiéndose definitivamente y otros para volver a las mesas y charlar.
Encontraron con rapidez a Rosalie y Emmett, que estaban acompañados tanto por los señores Swan como por los Cullen y el pequeño Seth, que reía a carcajadas con su tío.
—¿Dónde estabais? —preguntó este con una sonrisita petulante en la cara, dispuesto a lanzar un repertorio de bromas acerca de la vida sexual de su hermano.
Sin embargo, la cara de seriedad que aún llevaban ambos debió frenarle los pies.
—¿Ha pasado algo? —inquirió Carlisle, preocupado.
Edward y Bella se miraron durante unos segundos, teniendo esa clase de miradas que una pareja comparte para comunicarse en silencio.
—No, nada —terminó por decir ella escuetamente pero consiguiendo que su sonrisa fuera sincera.
—¿Seguro? —insistió Esme.
—Mamá, no hay que preocuparse, pero si quieres lo hablamos mañana. Ahora mismo no es importante —dijo Edward usando su tono tranquilizador.
Decidieron no insistir, ninguno quería problemas ni quebraderos de cabeza aquella noche. Bella y Edward tuvieron sus manos ocupadas con bebidas en un instante e intentaron olvidar el embrollo, contentos de que todo hubiera salido bien al menos para Alice y Jasper.
Llegó un momento en el que Seth empezó a bostezar, cansado. Era tarde y no estaba acostumbrado a trasnochar de esa forma, Edward y Bella tenían siempre mucho cuidado con los horarios del niño.
—Me lo voy a llevar a la mesa —le comentó Bella a Edward cogiéndolo en brazos. Seth inmediatamente enterró su cabeza en el hueco de su cuello y agarró los mechones de pelo suelto que colgaban sobre su clavícula.
—No, ya voy yo —dijo inmediatamente Edward.
—¡Que no! Además, quiero descansar un poco los pies —aseguró ella.
Edward chasqueó la lengua, molesto.
—Bella, prefiero que te quedes aquí con los demás, pasándotelo bien. No tienes porqué sacrificarte, puedo hacerlo yo.
Esta abrió la boca, pero no salió sonido alguno. No podía creer que a esas alturas Edward todavía no estuviera seguro de lo importante que era Seth para ella y de lo mucho que le gustaba compartir esa responsabilidad con él, de lo que eso los unía como pareja; o al menos bajo su criterio. Así que incapaz de decir algo coherente o sin querer dar a entender a los otros que estaban teniendo una discusión, se encaminó hacia la primera mesa que vio sintiendo a Edward a su espalda, siguiéndola. Se sentó y soltó un suspiro de satisfacción mientras Seth se acomodaba en sus brazos y murmuraba algo, medio dormido.
—Bella... —empezó a decir otra vez Edward, encorvándose para quedar a la altura de la cara de ella.
—¡Calla, Edward! —le cortó—. Estoy cansada de esto... ¡Me he comprometido con la situación y es como si no lo entendieras!
La cara de Edward era de confusión, por lo que Bella cerró los ojos y dejó que la rabia se le pasara al igual que el abrumamiento que le provocaba el alcohol que había tomado. En realidad entendía el punto de vista de él, sabía que debía ser horrible eso de sentir como una persona querida carga con responsabilidades que hasta entonces habían sido solo suyas, por lo que se mostró comprensiva.
—Mira, para mí Seth es muy importante. Lo es y mucho. —Hizo hincapié al verlo intentar decir algo—. No te voy a decir que es tan importante como tú porque son formas diferentes de amor, prioridades distintas. Pero igual que ahora mismo no puedo ver un futuro en el que no estés tú, tampoco quiero uno sin Seth. Así que date la vuelta y vete a bailar tú, estoy aquí porque quiero, nadie me obliga. Es más, mis pies apoyan completamente la decisión y como vuelvas a protestar te darán una buena patada.
Edward la miró, embelesado, y no pudo evitar acunar su rostro con las manos y besarla con devoción.
—Te quiero.
—Esta noche me lo dices mucho —bromeó ella.
Puso los ojos en blanco como toda respuesta, le besó la punta de la nariz cariñosamente y después la cabeza de Seth, que seguía en un estado de semiconsciencia.
—Vengo ahora —murmuró.
—No tengas prisa —pidió Bella—, aquí se está bien.
Edward se irguió de nuevo y sacudió la mano para que entendiera que no le iba a hacer caso mientras andaba en dirección al grupo que formaba su familia. Bella se recostó en la silla buscando la posición más cómoda y el niño refregó la cara contra su piel.
—Bella... —gimió, con voz cansada.
—Dime, cariño —lo abrazó con más fuerza mientras acariciaba su suave cabello, apartándoselo de los ojos.
Pero no dijo nada más, se volvió a acomodar y agarró con fuerza el cuerpo de Bella sin querer separarse de ella. Se le puso el vello de punta de la emoción, esas muestras de cariño y confianza siempre conseguían desarmarla. De pronto, se sorprendió a si misma acunándolo y presionando los labios contra su frente, disfrutando de su tranquilidad y siendo inmune al alboroto que había a su alrededor. No sabía en qué momento de su vida aquello se había vuelto tan serio, pero tal y como le había asegurado a Edward, no podía imaginar un día sin su pequeño, tan alegre e inteligente. Bella levantó la mirada al cabo de unos minutos de calma y observó a sus amigos mientras bebían y reían al tiempo que movían sus cuerpos al ritmo de la canción o al menos lo intentaban. Rápidamente detectó a Edward, que tenía los labios pegados al oído de su madre y parecían conversar de forma excitada; ella lo agarraba con fuerza de los brazos y se reían con la cara llena de felicidad. Bella supuso que estarían hablando de Alice y como era normal emocionarse ante aquel enlace, sonrió compartiendo con ellos ese momento, aunque a distancia.
—Te veo cómoda. —La voz de Jasper sacó a Bella de su ensimismamiento.
—Eh, hombre-casado, no te he visto llegar —respondió esta, pestañeando con fuerza un par de veces para despejarse.
Jasper puso una copa llena en la mesa junto a la suya y se la ofreció con un gesto de cabeza y una sonrisa.
—Te sienta bien —comentó observando al niño—. No sé si recuerdas como eras antes, Bella, pero nosotros sí, constantemente.
Bella no supo a qué se refería y reflejó la incomprensión con su expresión facial.
—No eras feliz —abrevió Jasper—. Bueno, eso no lo sabíamos, nos dimos cuenta a partir de que rodaras unas escaleras en el trabajo y vinieras a contarnos que Edward había vuelto.
—Muy del estilo Bella —rió ella.
—Y que lo digas... Aun así, es una suerte que te hayas deshecho del idiota de Mike Newton —se carcajeó Jasper.
—Pensaba que a ti te caía bien.
Jasper suspiró antes de darle un largo sorbo a su bebida.
—No, para nada, era un imbécil que no te hacía feliz. Pero te quiero y respeto tus decisiones, y sin duda, dejar que Edward entrara en tu vida es de las mejores que has tenido hasta ahora. —Dejó el vaso en la mesa y se levantó, dirigiéndole una mirada significativa antes de volver con sus invitados.
La noche siguió avanzando y con ello la gente que se marchaba también aumentaba. Bella seguía sentada, teniendo compañía a cada momento e insistiéndole a Edward de que no era necesario que fuera a cada cinco minutos a preguntarle si quería algo. Realmente el cansancio empezaba a pasarle factura y casi se alegró cuando Jasper y Alice se despidieron para ir rumbo al hotel en el que pasarían su noche de bodas antes de embarcarse al día siguiente en su luna de miel.
—Se ha pasado la noche en un momento —comentó Emmett cuando iban en el coche camino a casa.
Justo delante de ellos iba el automóvil dentro del cual se encontraban los señores Cullen y los Swan; habían decidido abandonar juntos la celebración una vez los novios se marcharon, y una vez en el coche, todos notaron como el cansancio acrecentaba.
—Mañana tendremos un dolor de cabeza interesante —murmuró Rosalie, frotándose las sienes—. Menos mal que es sábado.
Todos asintieron, menos Seth, que dormía apaciblemente en brazos de Edward.
—Y yo abro el local mañana —farfulló Emmett—. Creo que les diré a los chicos que se las apañen sin mí hasta que me apetezca ir a dar una vuelta por allí.
—Yo me quedo en casa —advirtió Rosalie.
—Y nosotros —añadió Bella al ver que su amigo entreabría la boca mirando en su dirección. Edward sonrió entre dientes pero no cedió bajo la suplicante mirada de su hermano.
Emmett refunfuñó y se entretuvo mirando por la ventana.
—Tener familia para esto... —murmuraba.
El camino no se hizo tan largo ahora que sabían el trayecto; estaban deseosos de llegar a sus respectivos hogares, enfundarse el pijama y sentir las sábanas a su alrededor. El cansancio había hecho mella en ellos, pero sus rostros reflejaban felicidad al haber salido todo bien, o al menos, haber disfrutado lo posible.
Bella tenía cogida la mano de Edward de forma inconsciente, le transmitía serenidad mientras veía crecer las luces de la ciudad, indicando que empezaban a perderse entre sus anchas y caóticas calles. La velocidad disminuyó hasta que el conductor se detuvo por completo, indicándoles que habían llegado a uno de los destinos. Una simple mirada por la ventanilla le bastó a Edward para avisar a Bella de que habían llegado a casa, y por tanto, debían despedirse de Rosalie y Emmett. Esta besó la cabeza de Seth con ternura antes de dejar que se escabulleran por la puerta.
—Que paséis buena noche —rió Emmett, y Bella, cansada de sus bromas sexuales, se limitó a poner los ojos en blanco mientras salía al frío exterior.
Al estirarse vio que sus padres y los de Edward también salían de su vehículo, dándole las gracias al chófer. También notó que Renée y Esme intercambiaban una mirada cómplice antes de dirigirse hasta ella, cogidas del brazo.
—Bella, ¿de verdad que no te importa que estemos ocupando tu espacio? —inquirió Esme, con cara de preocupación fingida—. No queremos ser una molestia.
—Ya no vivo ahí, Esme —suspiró esta—. No empecéis de nuevo...
Con tanto movimiento, Seth se había despertado y gruñía en brazos de Edward, molesto. Carlisle entró en escena de forma rápida y lo cogió, prometiéndole un chocolate caliente en cuanto subieran a casa.
—Son casi las cinco —se quejó Bella, sintiéndose la única sensata—, en cuanto esté en la cama se...
Pero rápidamente sus propios padres comenzaron a reprocharle.
—¡Es una noche de celebración, Bella! Deja a Seth con nosotros, además, no tenemos sueño, la emoción nos mantendrá toda la noche sin nada que hacer.
—Pero es que dentro de unas horas será de día —masculló esta, pulsando el botón del ascensor.
Seth, completamente despierto ante la perspectiva de comer chocolate, palmoteaba y reía de forma nerviosa, aún con la carita llena de cansancio.
—Voy por las escaleras —murmuró Edward contra el pelo de Bella—. No vamos a caber todos en el ascensor.
Y antes de que pudiera protestar siquiera, Edward desplegó sus largas piernas y con un par de zancadas rápidas desapareció escaleras arriba. Esme empujó a Bella dentro del elevador, ya que le costaba reaccionar debido al cansancio.
—Ah, se me olvidaba —exclamó Renée mientras subían las plantas—. Bells, cariño, ¿dónde está la manta eléctrica? Pasé una noche horrible, sabes que se me congelan los pies nada mas meterme en la cama.
—En el trastero —respondió—. En una caja verde con...
—¡No, no! Nunca me acordaré, será mejor que vengas tú y me ayudes.
Sin saber cómo, Bella se vio arrastrada hasta su antiguo apartamento en un abrir y cerrar de ojos. Cuando fue a darse la vuelta, la puerta principal se cerró en sus narices por obra y gracia de su padre, que le regaló una sonrisa divertida.
Tras rebuscar en el oscuro cuartillo durante un rato, dio con lo que buscaba su madre. Satisfecha y pensando en la cama que compartía con Edward y en este también, por supuesto, se dirigió hasta la salida dando las buenas noches.
—¿Y el chocolate? —inquirió Seth.
—¡El abuelo lo está haciendo ahora mismo! —dijo rápidamente Esme—. No os podéis ir ahora, llamaré a Edward y así estaremos todos. ¡Podemos ver el amanecer!
Bella gimió, pero no le dijo a Esme que sabía a la perfección que Edward lo único que querría ver en ese momento eran las sábanas o si acaso a ella misma con uno de sus pijamas más sexys, pero nada de amaneceres.
—¡Más, echa más! —gritaba Seth desde la cocina.
—Bella, cariño —dijo Carlisle, asomando la cabeza—. Necesito que me ayudes, no sé dónde están las cosas.
Resignada, se quitó los tacones y con un suspiro se encaminó hasta la cocina, donde pasó más tiempo del que hubiera deseado. Se negó a tomar nada, ni siquiera tenía apetito, sólo miraba el reloj y se preguntaba si Edward estaría ya durmiendo apaciblemente; no era normal en él que, habiendo estado despierto, no hubiera acudido en su búsqueda.
—Oye, Seth —lo llamó Charlie tras lo que a ella le parecieron horas—, ¿por qué no te quedas con los abuelos un rato más? Bella parece querer irse a descansar.
—¡Sí! —gritó el niño.
—No creo que... —empezó a decir esta.
—¡Tonterías! Tú y Edward estáis cansadísimos, por alguna razón parecéis más estresados que los demás —la interrumpió Esme—. Así que nosotros nos haremos cargo del pequeño, ¡dejadnos disfrutar de él también! —añadió con una sonrisa tierna, mientras recogía un par de tazas de la encimera.
Bella recapacitó; dudaba que a Edward le molestara el hecho de que Seth pasara tiempo con sus abuelos, al contrario, sabía que todo lo que fuera fomentar la sociabilidad del pequeño con personas seguras le parecía fantástico. Tras un pequeño suspiro asintió, dándose por vencida. Fue hasta el niño y besó su frente.
—Pórtate bien, ¿vale, cariño? —le pidió en voz baja—. Papá y yo estamos al lado, ya lo sabes.
Él la rodeó con sus pequeños bracitos y apretó con toda su fuerza.
—¡Gracias! Después voy a ir a por George —dijo, con los ojos brillando de emoción. Ya había hecho grandes planes con Carlisle y Charlie, como ver la televisión y comer más dulces.
Tras ponerse los zapatos y despedirse con desgana, fue hasta el piso de enfrente, su hogar actual. La puerta estaba abierta y no pudo evitar sonreír al pensar en las horas de descanso que tenía por delante, con Edward a su lado. Incluso, si estaba dormido puede que se arriesgara a despertarlo con besos y caricias...
Buscó el interruptor y lo accionó, pero la luz del pasillo no se encendió. Resopló, no podía haberse ido la luz en aquel momento, era demasiada mala suerte teniendo en cuenta su pésimo sentido de la orientación y su torpeza. Con cuidado avanzó por el largo y estrecho pasillo intentando golpearse lo menos posible, y entonces, una vez estuvo casi al lado de la entrada al salón, notó que había una iluminación tenue en él. Pensó que Edward se habría dejado alguna lámpara de lectura encendida, por lo que cambió su rumbo y se dirigió hasta allí. Iba tan segura que no notó el pequeño bulto en sus pies, con el que tropezó provocando un pequeño estruendo. Cuando se agachó para examinarlo vio que era un coche de juguete de Seth; no se había hecho daño, pero estaba siendo todo lo poco sigilosa que podía y no era lo que se había propuesto en un principio. Con miedo a haber despertado a Edward se incorporó y fue entonces, en ese preciso momento, cuando la música empezó, siendo sólo un pequeño murmullo.
Lo que no esperaba era que al entrar en el salón al fin, tuviera que llevarse las manos a la boca al ver todo aquello.

 Bueno amores, aquí por fin con un nuevo capi. Ni Claire, ni Sky ni yo pudimos actualizar antes, perdón, pero aquí esta!! Besotes!!

24 comentarios:

Claire dijo...

haha carño publicaste haha ya lo iba a hacer pero mil gracias el capi esta fantastico ^^

Claire

Elmi dijo...

Me encanta!!! Como extrañe esta historia, definitivamente es una de mis favoritas... :O
Edward puede ser tan tierno!!! que le pedirá?? Dios!!! Que emocionante...
Fue un capitulo definitivamente increible, fueron tantas emociones juntas, risas con las bromas de Emmet, lagrimas con los votos de los novios... y ufff ansiedad por la sorpresa de Edward...
Espero el siguiente!!!

Alejandra Rivas dijo...

oie... o estoy loca o la fecha esta mal..... entamos aun en enero... cierto?
por cierto me encato jajajaaja

Romina dijo...

De verdad muchísimas gracias por haber puesto el capi,de verdad OS ADOROO!!!No importa que haya esperado meses ,me encantó el capi y el siguiente..ese si que lo espero con ganas de verdad!!!Diossss qué le habrá preparado Edward a Bella??De nuevo muchas gracias por subir el capi,espero que suban más,porque es una de mis historias favoritas!!Besazos guapísimas desde España!!

semivampiro dijo...

porfin
ya nos enteramos cual era la sorpresa de edward

nydia dijo...

Gracias,gracias,gracias me encanto y ya la extrañaba....Sigue asi...Besos....

Stella dijo...

GRACIAS. Por fin otro capi de este maravilloso fic. Fue de los primeros que empece a leer y desde que se suspendio, he leido muchos, pero este fic para mi es especial. Gracias por volver a escribir capis de el.
Eso si, con lo impaciente que soy, solo puedo pedir otro capi pronto.
Besos.

Anónimo dijo...

este fue mi primer finc me encanta gracias por el nuevo capi espero k no sea el unico un besote

Anónimo dijo...

me encanta espero el proximo capitulo con muchisimas ansias me EnCANTA esta historia!!!!!
saludos y bendiciones desde paraguay
stephanie soy

Tatiana dijo...

ah por fin, despues de tanto esta el capitulo que tanto esperaba. Esta historia es hermosa y esperaba que pronto la autora pudiera escribir como ha sido.

Felicidades y esta padrisimo...

Anónimo dijo...

me encanta extrañe tanto estaa historia, espero que continue la otra libro para chicas.

vero

Anónimo dijo...

GRACIAS DE VDD YA EXTRAÑABA ESTA HISTORIA, ES BUENO SABE Q UNA FUTURA ESCRITORA(SI ESO ES LO Q QUIERES) A REGRESADO ANTE SU PUBLICO....
MIL GRACIAS

Paloma dijo...

es una historia fascinanate!!! la he empezado ayer y me he desvelado hasta dormir por no poder dejarla !!! por favor un nuevo capi pronto, saludos !!!

Anónimo dijo...

Cuando viene el otro? Tambien la encontré y me desvelé leyendola! me encantaaaa!
Cuando el proximo????

Cariños!!
Dani

Boop dijo...

Gracias chicas, había perdido las esperanzas... Por fa... No demoren tantos meses en volver a actualizar

francelly dijo...

hola muy buena esta historia espero q no tardes mucho y pronto publiques lo q queda de ella si si si xfa

Anónimo dijo...

hola xika me encanta esta historia espero ya el proximo capi.
que no tarde mucho x q estoy ansiosa de seguir leyendo XD

xoxoxo

sof♪♪

Anónimo dijo...

por favor el siquiente capi!!! k me muero de la intriga...

Anónimo dijo...

me encanta esta historia :)
cuando subes el siguiente capitulo??

Anónimo dijo...

ahhh por favor el proximo capi k tengo mucha intriga

Anónimo dijo...

chicas es en serio? han publicado este cap el 21 de enero ya estamos en diciembre 12 del mismo año y aún no publican el siguiente...hasta cuando voy a esperarpor favor... muero de ganas por saber que más sucede... se los suplico!

Anónimo dijo...

CUANDO PUBLICAN EL SIGUIENTE K YA HA PASADO UN AÑO Y ME TIENE INTRIGADISIMA POR FAVOR PUBLICAR EL SIGUIENTE

Anónimo dijo...

Así termina he esperado mas de un año y eso es todo yo esperabamas y lo peor es q no publican mas capítulos es una pena de verdad si no lo van a terminar entonces no suban nada porque lo dejan interesante y luego que WTF?escriban pues o en mi opinión su blog es un asco q manera de hacer esperar...

Anónimo dijo...

Amo leer. .................♡♥♡♥♡♥♡♥


Esta super genial tu novela. ;):);):)



Detesto k me déjese a medias :'(:-(:'(:-(:'(:-(:'(:-(


Como mínimo deberías tener respeto x tus fieles fans.:O:O:O:O:-(:-(:-(:-(