Final inesperado
Se despidieron de Esme y Carlisle, que no los acompañarían. Seth les dio un tímido abrazo, que hizo que Esme derramase algunas lágrimas más.
Edward guió a Bella hasta un bonito Volvo plateado y le abrió la puerta, para ayudarla a subir al asiento de copiloto caballerosamente. A Bella no la habían tratado nunca así, y no pudo evitar volver a sonrojarse, pensó en los millones de chicas que soñaban con encontrar a un hombre así, como el que ella tenía a escasos centímetros.
Después de que Seth estuviese sentado en su silla, Edward se dispuso a conducir, siguiendo al Jeep de Emmett.
—Bella, no te lo he dicho antes porque estaba seguro de que sólo hubiese causado bromas y que te avergonzaras en público sin necesidad —empezó a hablar Edward, dirigiéndole una mirada cariñosa—. Así que aprovecho este momento. ¡Estás realmente preciosa! —dicho y hecho, la cara de Bella enrojeció a más no poder. ¿Cómo era posible que él la encontrase preciosa? Según ella, era una mujer muy simplona, sin nada que ofrecer aparte de su amor.
—Edward, deja de decir tonterías para hacer que me sienta mejor —intentó reírse, pero estaba tan nerviosa que solo consiguió que saliese de su boca un sonido nada parecido al de una risa.
—No es ninguna tontería, además, siempre has sido una niña muy guapa, todos lo han dicho- sonrió divertido. Bella odiaba el rumbo que estaba tomando la conversación, por lo que suspiró y miró por la ventanilla—. Perdona Bella, no intentaba incomodarte. Bueno dime, ¿qué se supone que vamos a hacer?
Bella le dirigió una rápido vistazo, y vio que la miraba con un gesto de disculpa. No entendía como aquel hombre podía estar solo, sin novia.
—La noche de series es una tradición CHS que se remonta al principio de los tiempos, en la época del Instituto —relató Bella, poniendo voz de historiadora.
—¿CHS? ¿Qué es eso?- interrumpió él, mientras giraba el volante para tomar una pronunciada curva.
—Son nuestras siglas —respondió Bella avergonzada—. Es una tontería que empezó hace años. C deCullen, H de Hale, y S de Swan- Edward se rió, aquello sonaba a una de las cosas que se inventaba Alice-. Pues eso, como estábamos en colegios diferentes pasábamos menos tiempo juntos, por lo que creamos el “Viernes de Película”. Consistía en que alguien se encargaba de la película, que después pasó a ser capítulos de nuestras series preferidas, otro ponía la casa y los demás la comida. Hemos visto entera Friends, The O.C y empezamos con House, pero lo dejamos en la quinta temporada y pasamos a How I meet your mother, que con la que seguimos. ¿La has visto alguna vez?
—Me han hablado de ella, pero últimamente no he tenido tiempo de ver la televisión —le contestó, sin dejar de sonreír—. Bella, muchas gracias por incorporarme en el plan de hoy, ha significado mucho para mí.
—Edward, tú eres uno de nosotros, y no has empezado a serlo hoy, lo has sido siempre, aunque no estuvieses. Siempre lo hemos sentido así, no sólo yo, sino todos- dijo cariñosamente Bella, e instintivamente alzó una mano para pasársela por la cabeza. Su pelo era extremadamente suave y se deslizaba entre sus dedos, provocándole miles de sensaciones distintas. Rápidamente la quitó, aquello había sido una estupidez. Por el rabillo del ojo vio como Edward se había sonrojado levemente, era la primera vez que veía que le pasaba esto y no sabía el porqué. No era posible que le hubiese gustado tanto aquella caricia como a ella.
Para distraerse encendió el equipo de música del coche, y empezó a sonar un CD que tenía dentro. Cuando empezó a sonar la canción la reconoció rápidamente, era For Emma de Bon Iver. Contenta se recostó y empezó a cantarla en voz baja, con los ojos cerrados, y cuando acabó, se sorprendió al escuchar unos aplausos entusiastas que llegaban desde atrás. Se volvió y miró por el hueco que había entre el asiento de Edward y el suyo y vio como Seth la miraba, sonriendo ligeramente.
—Bella, ¡tienes una voz muy bonita! —dijo él, con los ojos llenos de emoción, y haciendo que la chica se riera, algo avergonzada.
—Para nada Seth, sólo me gusta mucho la música. Estoy segura de que tú cantarías mejor que yo, sin ninguna duda —le contestó—. ¡Tengo una idea! Dime una canción que te sepas y que tu padre tenga por aquí, así podremos cantarla los dos juntos.
Seth no parecía muy convencido, pero puso cara de estar pensando en algo, y cuando sonaron las primeras notas de la siguiente canción sonrió.
—Esta sí que me la sé, es muy chula.
Bella rió, aquella canción era genial, muy animada. Se trataba de You! Me! Dancing! de Los Campesinos!
—Pues ¡adelante, que empieza! —exclamó, y empezaron a hacer ruiditos, imitando las guitarras del comienzo de la canción. Al principio cantaron en un tono bajo, pero cuando empezó el estribillo no pudieron contenerse.
—IT'S YOU!! —gritaba Bella, señalándolo por el espejo retrovisor.
—IT´S ME! —decía entonces él, señalándose a sí mismo.
—AND THERE´S DAAANCING! —terminaban los dos, riéndose sin poder parar. Solo conseguían calmarse cuando volvía el estribillo, y no servía para nada, porque las risas surgían de nuevo. Edward tatareaba también la canción, aunque sin pegar berridos como los otros dos.
—¡Vamos Edward, si no gritas no es divertido! —le riñó Bella. El chico se rió, y empleo el mismo tono que ellos. Seth parecía completamente feliz.
Había un semáforo en rojo, por lo que tuvieron que pararse, justo al lado del Porsche de Alice y Jasper. Estos se fijaron en ellos y los miraron con los ojos desorbitados, realmente parecían una panda de locos, dando saltos en el asiento y gritando a pleno pulmón.
Cuando por fin acabó la canción, Seth parecía incluso triste.
—¡Jo, tío! Ha sido súper divertido… —murmuró desde atrás, hablando consigo mismo y haciendo que Edward y Bella intercambiasen una mirada y soltasen unas risitas. Siguieron cantando el resto del camino, muy animados. La casa de Emmett y Rosalie estaba relativamente cerca, por lo que no tardaron en llegar. Edward volvió a abrirle la puerta a Bella y a tenderle la mano para ayudarla a salir, la cual se sonrojó de nuevo. Cuando Seth estuvo en el suelo también, se encaminaron al enorme y ostentoso edificio, donde cogieron el ascensor para llegar hasta su planta. Llamaron al timbre, que hizo reír a Seth, ya que era una estrofa de la canción de The Simpson, una muestra más de las excentricidades de Emmett, a la cual Rosalie no había podido negarse, ya que en su día, había hecho un trato con él que consistía en que ella elegiría la casa siempre y cuando Emmett pudiese elegir el timbre que quisiera. Claro que, cuando Rose hizo aquel fatídico acuerdo, no se imaginaba de lo que su prometido era capaz.
Abrió un muy sonriente Emmett, que tendió su mano al pequeño, el cual dudó, pero acabó cogiéndosela tímidamente.
—¡¡Seth, nos vamos a divertir horrores!! Edward, entra, cotillea todo lo que quieras, estás en tu casa, hermanito —Emmet estaba tan feliz que le dio un improvisado abrazo a este, dejándolo aturdido. Se escuchó una débil risa, que provenía de Seth-. ¡Pequeño, tú y yo nos vamos a encargar de gastarle bromas diariamente a tu padre! ¡¡Será genial!!
Anduvieron hasta el gran salón, en el que ya se encontraba Rose, buscando entre los millones de DVDs que tenían. Cuando los escuchó, levantó la cabeza y una sonrisa surcó su bonito rostro.
—Seth, mi amor, estoy buscando películas que te podrían gustar, para que no te aburras mientras nosotros hablamos, ¿querrías venir a ayudarme? Puedes elegir todas las que quieras, y si no te da tiempo a verlas te las puedes llevar. Venga ven, no seas tímido.
Seth miró a su padre, que asintió y se acercó a Rosalie con un andar inseguro, pero cuando vio la colección de cine que tenía, se le olvidó la inseguridad y el miedo, y suspiro, extasiado. Mientras él leía lentamente, uno a uno los títulos, viendo los dibujos de las caratulas, los adultos fueron a sentarse en los grandes sillones de los que disponía la sala.
—Edward, me recuerda muchísimo a ti, siempre tan centrado en su propio mundo, en sus hobbies… Parece que le encanta ver películas —dijo Emmett, señalando al niño con la cabeza, mientras les servía café uno a uno—. Tranquila Bella, ahora traigo tu chocolate caliente.
—No, no te preocupes Emm, creo que tomaré un poco de café, como vosotros- susurró Bella.
Emmett y Rosalie la miraron sorprendidos.
—¿Cuándo ha empezado a gustarte el café, Bella? —preguntó ella, divertida.
Bella suspiró, no iba a confesar que quería café porque le recordaba al sabor que guardaba en su mente de los labios de Edward.
—Algún día tenía que madurar, ¿no creéis? —bromeó—. Por cierto, ¿y Alice?
Su amiga se encogió de hombros.
—Supongo que habrá ido a su casa a cambiarse o algo, ya la conoces. El caso es que estaban justo detrás de nosotros en la carretera, pero cuando cogimos el desvío para venir a casa ya no estaban allí.
Las chicas empezaron una animada conversación sobre una nueva película que se acababa de estrenar en el cine mientras que Emmett ponía al corriente a Edward sobre las novedades de la familia Cullen. Cuando pasó un rato, el extraño timbre volvió a sonar, acompañado de una risa amortiguada proveniente del lugar donde estaba Seth. Todos se sonrieron, satisfechos por su felicidad, y Rose se levantó para abrir la puerta.
Justo al segundo, un torbellino entró en la sala. Era Alice, cargada de cientos de bolsas.
—¡AQUÍ ESTA MAMÁ CLAUS! —gritó, riéndose. Dejó ruidosamente todas las bolsas en el suelo, a su alrededor—. ¡¡Hemos ido a casa para que pudiese coger vuestros regalos parisinos!!
Se pasaron alrededor de una hora abriendo paquetes, la mayoría de ropa. Todos tuvieron regalos, la mayoría ropa, excepto Seth, ya que Alice ni siquiera sabía que existía. La pobre se disculpó centenares de veces, prometiéndole que irían de compras juntos y que se llevarían todo lo que quisiera. Seth le sonrió y le dijo que entendía que no hubiese traído nada para él, que no se preocupase, y que le acompañaría junto a Edward a comprar cuando ella quisiese. Justo cuando acabó de decir eso, Alice palmoteó y abrazó a Seth fuertemente. El niño la miró asustado, pero después se lo devolvió. Su pequeño corazón estaba dejando pasar a más gente, a su nueva familia.
Bella miró abrumada su montón de ropa. Era toda preciosa, pero no veía la necesidad de que hubiese comprado esa cantidad desorbitada. El regalo que más le había gustado, con diferencia, era un antiguo cartel de Le Chat Noir, se moría de ganas por llegar a casa y colgarlo en su sala de trabajo.
Le dieron las gracias a Alice centenares de veces y se dispusieron a ver una película de las que había escogido Seth, Up, de Disney Pixar,mientras hacían tiempo para la hora de la cena.
Emmett se sentó abrazando a su Rose, y Alice se acurrucó en el regazo de Jasper. Bella los miró nerviosos, le incomodaba el hecho de no tener a nadie con quien abrazarse, como ellos. De pronto se acordó de algo importante.
—¡Ahora vengo, chicos, se me ha olvidado algo! —exclamó, dirigiéndose a la cocina, donde sacó su móvil para llamar a Mike.
—¿Bella? Llevo todo el día llamándote a casa, ¿dónde estás? —dijo un malhumorado Mike.
—Lo siento, tuve una cena familiar con los Cullen. No sé si te lo había comentado, pero Edward, el mellizo de Alice se ha venido a vivir a Nueva York, y quería que comiésemos juntos para presentarnos a su hijo —contestó rápidamente Bella, quería acabar esa conversación cuanto antes, se moría de ganas de estar de nuevo cerca de Edward.
—¿Un hijo? ¿Se ha vuelto loco o qué? Deberían haberle enseñado algo de educación sexual, para no dejar embarazada a la primera que se le cruce, ¿no? —rió, y aquel comentario molestó a Bella.
—Deja de decir estupideces Mike, Edward no ha dejado a nadie embarazada, solo ha adoptado a un niño con el que se había encariñado. Es el acto más bonito que he visto hacer a alguien, así que asegúrate de ser amable si es que aún piensas venir —refunfuñó Bella—. Yo ya estoy en casa de Rose y Emmett, no hace falta que me recojas. Te llamaba para que lo supieses.
—Ok, Bella, allí estaré a la hora de siempre. Y no te enfades conmigo, por favor. Te quiero —se despidió él.
—Hasta luego Mike —dijo ella secamente y colgó, no tenía ganas de hablar más con él. Se dirigió feliz al salón, donde estaban todos esperándola para darle al Play. Se sentó rápidamente al lado de Edward, que tenía a Seth acurrucado en su pecho. Les sonrió y acarició el pelo del pequeño, desordenándoselo aún más de lo que ya estaba. El niño automáticamente se relajó y le tendió una mano a esta, que la cogió encantada, sintiendo el calor de su cuerpo.
Vieron la película en total silencio, hasta a Emmett parecía gustarle, ya que no estaba molestando a nadie. Aunque tenía partes tristes, en las que Seth apretaba la mano de Bella, también las había graciosas, donde dejaba escapar su suave risa, embelesándolos a todos.
Bella le dirigía miradas nerviosas a Edward, el cual se daba cuenta rápidamente y se giraba, para sonreírle, encantado de que Seth se hubiese unido tanto a ella en tan poco tiempo.
Justo cuando la película acabó, Alice aplaudió desde su sitio, y es que a veces se comportaba como una auténtica niña.
—¡Genial! ¡Me ha encantado! —comentó, y era cierto, había estado muy bien—. ¿Qué tal si vamos llamando para que traigan la comida?
Todos estuvieron de acuerdo, por lo que Emmett cogió el teléfono y pidió tanto pizza, como comida china para una multitud. Fueron a poner la mesa, dejando a Bella refunfuñando en el sofá, con orden estricta de su médico para que no se moviese. Tenía los brazos cruzados, y el ceño fruncido, mientras veía a los demás ir y venir. Edward llegó con un bonito mantel y se puso a colocarlo en la mesa justo delante suya, sosteniéndole la mirada, mientras sonreía de aquella forma tan enloquecedora.
—Edward, entiende que no me gusta estarme quieta mientras los demás estáis haciendo cosas —le soltó, poniendo un puchero. Este se aproximó a ella y le dio un beso en la frente, mientras se reía suavemente. Bella estuvo a punto de desmayarse, aquello era ir más lejos de lo que jamás habría soñado, tenía su cuello a la altura de los labios, y olía de una forma deliciosa. Pensó en besarlo, morderlo, lo que fuese, pero en ese momento idílico, alguien carraspeó a sus espaldas. Molesta, giró la cabeza mientras Edward se apartaba con gesto de disculpa. Vio la fuente de aquel sonido, Mike. Estaba quieto, sin creer lo que había visto, ya que desde atrás parecía como si Edward le hubiese dado un beso en la boca a Bella.
—Mike, no pienses cosas raras, sólo me ha dado un beso en la frente porque estaba siendo pesada con querer levantarme —masculló Bella, viendo como Edward asentía a su lado—. Mike, este es Edward, el hermano de Alice. Edward, este es Mike, mi pareja —los hombres se acercaron, intercambiando una mirada que no pudo descifrar, y se dieron la mano con demasiada fuerza. Mike era alguien guapo, pero Edward lo superaba, su belleza no tenía nombre.
Alice entró con los cubiertos, revoloteando. Seth iba andando tranquilamente detrás de ella, llevando las servilletas en sus manitas. Ninguno de los dos notó la tensión que había entre los dos hombres, estaban demasiado ocupados cantando una canción que salía en una serie de dibujos animados.
—¡Ey Mike, no te había visto! —exclamó cuando se fijó en él. Se acercó a darle un pequeño abrazo, y volvió a su trabajo. El pequeño sin embargo se aproximó a Edward, mirando a Mike con temor, nadie le había hablado de aquel hombre, y parecía enfadado por algo.
—Hola campeón, ¿estás ayudando a poner la mesa? —Edward vio que tenía miedo, conocía demasiado bien esa expresión, por lo que lo cogió, y le dio un sonoro beso en la mejilla—. No tienes que asustarte Seth, es Mike, el novio de Bella —le dijo, intentando tranquilizarlo, sin embargo lo que vio en el rostro del niño no fue miedo esta vez, sino antipatía. Le sorprendió, pero decidió dejarlo pasar, seguramente habían sido alucinaciones suyas.
La comida llegó, y todos se dispusieron en los cómodos sillones de nuevo, aunque esta vez Bella tenía al lado a Mike, y no a Seth, cosa que la disgustaba profundamente y no entendía el porqué. Pusieron el capítulo veinte de la cuarta temporada, Mosbius Desings. Aquella serie era demasiado, siempre los hacía reír hasta la saciedad. Emmett solía repetir una y otra vez Barney Stinson era como una referencia para él, que era una especie de Dios al que rendirle culto. Siempre tenían la misma discusión, cada uno tenía un personaje favorito y lo defendía con uñas y dientes.
—Vale que Barney es gracioso, pero trata a las mujeres fatal. El mejor sin duda es Marshall, tan grandullón y adorable —le dijo Rosalie a los demás. Obviamente tenía tendencias hacia los hombres grandes, solo había que mirar a Emmett.
—No, no, Lily es la mejor, ¡me encanta como viste! Es tan graciosa y carismática… —todos sabían que Alice había elegido a ese personaje porque era como la viva imagen de ella.
—Para nada, Ted es insuperable. Tierno y considerado, sin miedo a mostrar sus sentimientos… —suspiró Bella, que realmente ansiaba encontrar a un hombre así. Vio como Edward levantaba una ceja, sin mirarla directamente, y sonreía.
La noche transcurrió sin sobresaltos, Seth se quedó dormido viendo el tercer capítulo, no entendía ese tipo de humor aún. Bella no podía parar de mirar como Edward lo acunaba y le depositaba suaves besos en la cabeza de vez en cuando, nadie que viese esa escena dudaría que fuesen padre e hijo. Edward la miró, mientras daba uno de sus besos, traspasándola con esos ojos del color de las esmeraldas que tenía. Bella sintió como cada centímetro de su cuerpo ardía. Necesitaba levantarse, dirigirse a ese hombre y besarlo apasionadamente. Había un fuego desconocido dentro de su cuerpo, que se iba expandiendo poco a poco, hasta llegar a sus extremidades. Sabía que estaba a punto de hacer algo estúpido, por lo que se concentró en mirar a Mike, que le estaba contando algo que parecía interesarle solo a él, ya que ella estaba demasiado ocupada en sus pensamientos.
Habían tenido un largo día y las consecuencias estaban llegando, Alice, recostada sobre Jasper, se estaba quedando dormida, al igual que Rose. Bella tenía demasiadas cosas en la cabeza como para ocuparse del sueño, pero aún así, sabía que era tarde.
—Creo que me voy a ir a casa ya, mañana me va a costar hacer algo durante el día después del cansancio de hoy —bromeó mientras intentaba levantarse. Mike le cogió la mano y la ayudó, después buscó sus muletas y su bolso, cuando quería, podía ser todo un caballero—. Me lo he pasado muy bien, me parece que ha sido uno de los mejores viernes de la historia. Pero claramente, no supera a aquel en el que jugamos a Verdad, Atrevimiento o Beso y Emmett y Jasper tuvieron que disfrazarse de las Spice Girls para bailar y cantar una de sus canciones.
Aún estando enormemente cansados, todos rieron ante aquel recuerdo tan feliz y vergonzoso.
—Yo también opino que es hora de irse, Seth debería dormir en una cama, le va a doler el cuello mañana —sonrió Edward, incorporándose sin soltar a su hijo—. Bella, ¿te vienes con nosotros no? Creo que sé dónde vives- añadió de broma, y ella le asintió, sonriéndole.
—Un momento, Bella yo también puedo llevarte. Además, me gustaría que pasáramos un rato a solas, hace mucho que no podemos, entre una cosa y otra —dijo Mike, haciendo que Bella se desilusionara. No tenía ganas de ir con él, si eso significaba perder una oportunidad de estar con su Edward. Sin embargo, sabía que su novio tenía razón, por lo que decidió hacer las cosas bien.
—Tienes razón, Mike. Edward, tendrá que ser otro día, aún nos quedan muchos viernes —le miró, como pidiéndole disculpa, el chico estaba rígido, y solo asintió con la cabeza.
Entre todos consiguieron bajar los regalos de Alice y meterlos en sus respectivos coches, y como hacía bastante frío se despidieron rápidamente, ansiosos de meterse en el interior de los automóviles.
Mike condujo justo detrás de Edward, lo que no ayudó a que Bella pudiese pensar en otra cosa que no fuese él, ya que desde su asiento podía ver perfectamente su cabello broncíneo brillar bajo las luces de la ciudad.
—Bella, hoy estas muy pensativa, ¿pasa algo? —preguntó Mike, que parecía no darse cuenta de nada.
—No, no te preocupes —susurró, incapaz de apartar la mirada del espejo retrovisor de Edward. Sabía que él estaba usándolo para mirarla, y aunque no podía entender el porqué, no pensaba romper esa unión visual tan sobrecogedora.
—¿Por qué Cullen va en dirección a tu casa? —Mike no podía evitar impregnar cada palabra de odio, cosa que Bella era incapaz de comprender, para ella Edward era el ser más encantador de la Tierra.
—Pues porque vive ahí, justo en el piso de delante de mi casa —le respondió distraída, y no vio como la cara de Mike se ponía roja de la furia.
—Así que vive cerca eh, qué interesante… —masculló, enfadado.
No hablaron más en todo el camino, ya que tampoco tenían nada que decirse. Entraron los cuatro, Mike, Bella, y Edward, que llevaba a Seth en brazos en el ascensor. Fue el momento más tenso que la vida de Bella, no lograba comprender que ocurría entre ellos, pero la violencia era palpable.
Llegaron a su planta, y antes de meterse en su casa, Edward se acercó a Bella y le deseó buenas noches al oído, dándole un beso en la mejilla. Mike corrió hacia ellos y empujó a la chica para que se apartase, consiguiendo que perdiese el equilibrio y que se hubiese desplomado en el suelo si uno de los fuertes brazos de Edward no la hubiese sujetado a tiempo.
—¿Qué pretendes hacer, idiota? —le recriminó a Mike con furia en sus ojos—. Por si no te has dado cuenta tiene el tobillo mal, podría haberse hecho más daño y se lo tendría que haber enyesado.
—¿Tendría? ¿Por qué tendrías que ser tú el que se lo hiciese? Tenía entendido que solo tratabas con niños, Cullen —masculló Mike, que podía ser muy desagradable cuando quería.
—Sí, soy pediatra, pero también puedo ser el médico de Bella, si ella me lo permite. Buenas noches de nuevo Bella, te veré mañana —se dio la vuelta y se metió en su casa, usando toda su elegancia innata.
Mikel bufó y entró en el piso de Bella, seguido de esta.
—Lo siento cariño, pero ese tipo me pone nervioso. No quería hacerte daño, ¿me perdonarás, verdad? —le murmuró, mientras la abrazaba y le llenaba la cara de besos.
—Sí Mike, pero aprende a comportarte, no había hecho nada malo- le susurró Bella. El chico la cogió en brazos y la llevó hasta su habitación, depositándola suavemente en la cama. Se puso encima de ella, quitándose antes la chaqueta y empezó a besarle lentamente el cuello. Bella se movió un poco, incómoda. No le apetecía hacer eso ahora, pero entendía a Mike, hacía semanas que no habían estado unidos de una forma física, y en el fondo era un hombre. Ambos habían tenido demasiadas preocupaciones, por lo que decidió disfrutar del momento. Cerró los ojos y dejó que él hiciese todo el trabajo, se sentía cansada, el pie le dolía y no tenía fuerzas para moverse.
Despacio, el joven le fue quitando la ropa, acariciando cada trozo de piel que veía y haciendo que Bella olvidase la mayoría de los pensamientos que le provocaban dolor de cabeza. Él la besaba apasionadamente, ella simplemente se dejaba, ya que como humana que era, disfrutaba del sexo, aunque no fuese con quien quería. Intentó alejar esto de su mente, pero como no lo conseguía decidió distraerse besando el cuello y el pecho de Mike. Todo eran caricias y besos, pero no suaves, todo tenía un matiz salvaje que no era del estilo de Bella, pero que lo dejó pasar, no se sentía con ganas de nada, solo quería olvidar. Mientras él le quitaba la ropa interior, se dedicó a mirar su cuerpo. Definitivamente Mike no estaba nada mal, tantas horas en el gimnasio habían ayudado a que su delgado cuerpo cogiese forma, un trabajo que al principio parecía imposible. Bella suspiró de placer cuando él entró en ella, rápidamente. Empezaron a moverse al compás, durante unos cuantos minutos, cada vez con más fuerza y más velocidad. Bella notó como él arqueó la espalda, en señal de que estaba a punto de llegar al clímax, justo igual que ella. Mike empezó a jadear más fuerte, y Bella se apretó más, y justo en el momento en el que estaba teniendo el orgasmo, ocurrió.
—Oh Dios… Edward… —gimió, mientras aquella ola de adrenalina se expandía por todo su cuerpo. Mike paró en seco, con cara de horror, causando que Bella chillase, inconforme de que hubiesen cesado las continuas penetraciones justo en ese momento. No se había dado cuenta de lo que había dicho, estaba tan metida en sus sensaciones que no había recordado mantener su malvada mente a raya. Cuando cayó en lo que acababa de pasar, se tapó la boca con las manos, horrorizada.
—¿Qué acabas de decir? —Bella no contestó, estaba en auténtico estado de shock. Mike se separó totalmente de ella y la zarandeó—. ¡BELLA TE ESTOY HABLANDO! ¿¿Qué coño acabas de decir??
Estaba fuera de sí, Bella sabía que la habría golpeado si fuese un hombre, “Y con motivos” pensó, sin creerse lo que acababa de ocurrir. Mike saltó de la cama, poniéndose rápidamente la ropa. Ella lo imitó, se puso un camisón que guardaba debajo de la almohada y se levantó, apoyándose en la pared.
—Mike, yo… Lo si-siento, no sé qué ha pasado… —susurró, con los ojos llenos de lágrimas. Odiaba a su mente, siempre le jugaba malas pasadas cuando decidía dejarse llevar por sus emociones.
—¿¿CÓMO QUE NO SABES QUE HA PASADO?? —le gritó, con la cara llena de furia—. PUES TE LO DIRÉ YO, BELLA, ¡¡ACABAS DE GEMIR EL NOMBRE DE TU VECINITO MIENTRAS HACÍAS EL AMOR CONMIGO!! ¿ES NORMAL ESO EN TU MUNDO? ¡¡PORQUE EN EL MÍO NO!!
Bella no sabía qué hacer, no quería perder a Mike, necesitaba ese apoyo sentimental. Aunque no fuese de él de quien lo quisiera, por lo menos tenía a alguien. Era algo egoísta, pero a Bella le aterraba sentirse sola.
—Mike lo siento, no estaba pensando en nada, simplemente… Simplemente lo dije, ha sido un shock que volviese, y se me habrá venido a la boca inconscientemente —balbuceó, inventándose escusas.
—Bella las cosas no funcionan así. Entiendo que me sueltes su nombre en vez de el mío mientras tenemos una conversación normal, pero ¿mientras practicamos sexo? —no paraba de dar vueltas por la habitación, vociferando. De pronto, se puso delante de ella y le cogió la cara para que le mirase fijamente—. ¿Qué pasa, que no soy suficientemente bueno para ti? ¿Necesitas a un modelo rico con un título de Medicina y que vaya adoptando a niños indefensos para estar contenta? ¡Pensé que yo era todo lo que querías Bella! ¡Que estabas feliz conmigo!
A Bella le hirvió la sangre.
—Primero, ni se te ocurra volver a decirme que a mí me gustan las personas por su dinero o su físico. Segundo, no vuelvas a mencionar a Seth, no tienes ni idea de todo lo que ha pasado, es más valiente que tu y que yo juntos, así que procura tener la boca cerrada si no quieres que te la cierre yo con una patada. Y por último, ¡por el amor de Dios, Mike, nuestra relación no va más allá de esto! Nos besamos, nos vemos en el trabajo y hacemos el amor de vez en cuando. ¡Ya está! Mike, nunca me escuchas. Preguntas qué tal, pero no te acuerdas de lo que te digo, ¡tengo la sensación de que ni siquiera me conoces y eso que llevamos años saliendo! —Bella gritaba, mientras las lágrimas le surcaban la cara.
—Es todo por él, ¿verdad? Lo supe en el primer momento, desde que vi como te miraba. ¿Os habéis liado ya? —exclamó él, dando un fuerte puñetazo en la cama, haciendo que Bella se encogiese del miedo.
—¡Deja ya de pensar que Edward tiene la culpa de todo esto! Nuestra relación estaba muerta mucho antes de que él apareciese, ¡¡y lo que más te molesta es que lo sabes!! Y para que te enteres, ni estamos liados, ni me mira de ninguna forma, sólo como amiga —le chilló, moviendo los brazos por encima de ella.
—Entonces ¿qué pasa Bella? Sé que lo deseas, no hay otra explicación para lo que acaba de pasar —señaló con la cabeza la cama, mientras ponía una mueca de desagrado—. ¿Acaso lo que quieres es formar una familia? ¿Te parece sexy el papel de padre entregado al amor de su hijo? ¡Yo también te puedo —MICHAEL NEWTON, ¿¿CÓMO PUEDES DECIR SEMEJANTES TONTERÍAS?? ¡¡Entérate, las mujeres no quieren tener hijos porque ven sexys a sus maridos con ellos!! ¡Y Seth es de Edward de verdad! ¡¡Un padre es quien cría, no quien pone el esperma! —inspiró, buscando la calma, y entonces se dio cuenta. Tambaleándose, volvió a sentarse en la cama, escondiendo la cabeza entre sus manos—. Mike, yo no quiero tener hijos contigo. No después de estas cosas que me has dicho. Creo que necesitamos un tiempo. Yo lo necesito.
Mike la miró con cara de repugnancia, se dio la vuelta y se marchó, cerrando la puerta principal de un fuerte portazo, que hizo que Bella se estremeciese. Sin poderlo evitar, se echó para atrás, y comenzó a llorar, con el corazón partido. Mike era importante en su mundo, puede que no fuese el amor de su vida, pero sí su pareja más estable hasta el momento, con el que había compartido cosas tan importantes como su primera vez. Se sentía vacía, le había vuelto a hacer mucho daño, y tenía el presentimiento de que esta vez no se arreglaría tan fácil. De hecho, tampoco sabía si quería que se arreglara. No podía detener sus lágrimas, había sufrido una pérdida y sabía que lo que tenía que hacer era desahogarse, y después pensaría con claridad.
Estaba sumida en su desgracia, cuando notó que una fría mano, de suave tacto le acariciaba el pelo. Confundida y asustada, se incorporó rápidamente, y se encontró a Edward sentado a su lado, sonriéndole tristemente. Su corazón se hizo más pequeño al verlo, y una nueva tanda de lágrimas surgió, dejando que este la consolara, mientras la acunaba en sus estables brazos. Cuando los sollozos de Bella se apagaron, él la apretó aún más contra su pecho.
—Bella cielo, no sé qué es lo que ha ocurrido, pero si te ha puesto una mano encima solo tienes que decírmelo —le susurró, mientras la mecía.
Bella negó con la cabeza y levantó la mirada, para encontrar sus ojos, que en ese momento se encontraban llenos de tristeza.
—No, no ha sido eso. Es sólo que… Bueno, que le he pedido tiempo —y nada más decir esto, volvió a romper en lágrimas.
—¿Pero si has sido tú la que se lo ha pedido, por qué lloras? —preguntó, algo confuso.
—Por un poco de todo. Por las cosas sin sentido que hemos dicho, porque soy yo quien ha provocado todo esto, porque ahora voy a quedarme sola… —contó ella, hipando.
Edward llenó la habitación con su melodiosa risa.
—Bella, tú nunca vas a estar sola. Tienes a mis hermanos, a Rose y a Jasper, a mis padres… Incluso Seth te aprecia mucho ya —calló y le dio un beso en la frente, acelerando el corazón de Bella—. Y por supuesto, me tienes a mí siempre que quieras.
—Gracias —susurró, incapaz de pronunciar nada más.
Pasaron un rato más abrazados, sin hablar, disfrutando de la compañía del otro.
—Bella, lo siento mucho, pero tengo que ir a casa. No me gustaría que Seth se levase y se asustase al ver que está solo —le comentó Edward, y al ver como Bella gruñía, desconforme, añadió algo nervioso—. Si quieres puedes venir conmigo. No tengo sueño, podemos hablar todo el rato que desees —Bella asintió, conforme con aquel plan. Edward la ayudó a levantarse y la cogió en brazos, como si pesase lo mismo que Seth. Recorrió la casa, y cuando estuvo fuera de esta Bella alargó un brazo para cerrarla. Entraron en el piso de él, que era precioso, muy al estilo Cullen. Edward la condujo hasta su propia habitación y la recostó contra los cojines de su mullida cama, sentándose después a su lado.
—¿Quieres contarme qué ha pasado exactamente? Estaba leyendo un libro en el salón y oí gritos procedentes de tu casa. Me asusté y miré por la mirilla, pero no había nadie. En ese momento salió él y cerró la puerta fuertemente, como queriendo hacer todo el ruido posible. Tras eso, tiró estas llaves al suelo —se las sacó del bolsillo del pantalón para enseñárselas a Bella, la cual comprobó que eran las copias que le había dado hace años a Mike para que fuese a verla cada vez que quisiera— y se fue, corriendo escaleras abajo. Me pareció bastante estúpido que tirase las llaves, cualquiera podría ir, cogerlas y entrar en tu casa, por lo que decidí salir y recogerlas. Y lo siento, no pude evitar entrar, necesitaba comprobar que estabas bien. Entonces fue cuando te vi llorando.
Bella le sonrió a duras penas, agradecida por todo lo que había hecho.
—Edward, no me apetece hablar más del tema. Ha sido horrible, pero ya ha pasado. Muchas, muchísimas gracias por estar conmigo. Odio estar sola cuando me pongo tan tonta, necesito un hombro en el que llorar, sino me deprimo aún más —le dijo, mirándose las manos.
—Tonta Bella, no me gusta verte llorar, pero como sé que es inútil decirte que no lo hagas, prefiero gastar mis ruegos pidiéndote que recurras a mí cada vez que necesites ese hombro. Estaré encantado de consolarte y ayudarte en todo lo que pueda —le dio un apretón de manos, para que sus palabras tuviesen más fuerza—. Ahora, estaría bien que intentases dormir, ¿no crees? Ha sido un día bastante largo, y te mereces un descanso. Además, veo que traes ya el pijama —añadió, intentando bromear, pero a Bella no se le escapó el hecho de que se había sonrojado levemente. Confusa, se miró y descubrió el por qué de aquel sonrojo. Se había puesto uno de los camisones de Victoria´s Secret que Alice le había regalado, el cual era de un material algo transparente. Sólo pudo aumentar su vergüenza el hecho de no llevar ropa interior, lo que la dejaba de cintura para arriba prácticamente desnuda. Gimió, tapándose la cara con un cojín, aquel era el momento más vergonzoso de su vida.
—Tranquila, no he mirado nada, de verdad —dijo Edward, haciendo un gran esfuerzo por no reírse. Bella le dirigió una mirada incrédula y él se pasó la mano por el pelo, muy nervioso—. Bueno solo una vez, y fue cuando me di cuenta de lo que llevabas. Pero desde entonces ni una, te lo juro —Bella lo creyó inmediatamente, aunque estaba segura de que no era el comportamiento normal en un chico de su edad—. Voy a dejarte tranquila, para que puedas dormirte —le acarició la mejilla y se levantó, dispuesto a marcharse, cuando la temblorosa voz de Bella hizo que se girara.
—Edward, ¿podrías quedarte a dormir conmigo? —susurró, con la cara roja—. No quiero estar sola, no podría dormir.
—¿Estás segura de que es eso lo que quieres? —preguntó él levantando una ceja. Temblorosa asintió y sonrió—. Entonces no hay más que hablar, voy a ponerme el pijama y ahora vengo.
Se dirigió a un gran armario, del que sacó algo que Bella supuso que sería su ropa de dormir, y se encaminó a una puerta que había dentro del dormitorio, lo que esta supuso que sería un cuarto de baño. Se acomodó en la cama, echándose las mantas por encima para tapar su vergonzoso camisón. Escuchó el agua del grifo correr y a Edward moviéndose de un lado para otro. Estaba muy nerviosa, no podía creer su suerte: se encontraba en la mismísima cama de Edward Cullen. Hundió la cabeza entre las almohadas y comprobó que olían a él, sonriendo dejó que aquel aroma se apoderase de su cuerpo. Debía de parecer que estaba loca, porque Edward, que acababa de aparecer, en su pijama de rayas azules, le miró divertido.
—¿Qué es lo que tienen mis almohadas que te hacen sonreír? —preguntó, mientras se metía en la cama al lado de ella, a una distancia prudente.
—Nada, estaba en mi mundo, es algo bastante habitual en mí, ya verás —susurró ella, mintiendo descaradamente. Edward se rió suavemente y se acercó más a ella, rodeándola con sus brazos—. Gracias —musitó, y cerró los ojos, apoyada contra su definido pecho, pensando que aquel olor tan maravilloso y masculino iba a conseguir que la tuviesen que ingresar en un psiquiátrico, estaba segura.
Con una sonrisa tonta, se quedó dormida, apretando a Edward como si tuviese miedo de que se fuese. Este la miró atentamente mientras descansaba. Estaba tan guapa y tan serena que no podía evitar examinar su cara centímetro a centímetro. Una sensación totalmente desconocida se estaba apoderando lentamente de él. No tenía palabras para describirlo, simplemente era una necesidad el tener a Bella entre sus brazos. Desde el primer día en el que la vio los sentimientos habían ido cambiando. En el hospital, sintió miedo, miedo de que hubiese cambiado, pero también atracción física. Los días después, en los cuales no la había visto se sentía nervioso. Cuando desayunó con ella, notó como un cosquilleo se expandía por su barriga, haciéndole feliz. En el McDonald´s fue ella quien, con su mirada chocolate, le dio ánimos a seguir hacia delante con la historia, y esa tarde… Simplemente había sido mágica, con ella al lado todo el tiempo, besando su suave piel, hasta que llegó el capullo ese que tenía por novio y se había interpuesto entre ellos. Y por último, esa misma noche, donde lo único que tenía era necesidad de ella. Intentó ahuyentar esos pensamientos, que no eran nada caballerosos, pero es que haberla visto casi desnuda había despertado un monstruo en su interior que no conocía. Bella se movió ligeramente, abriendo un centímetro los labios, y Edward pensó que era lo más apetitoso que había visto en su vida.
—No, no, no me hace falta un vestido de noche Alice, ya tengo cientos —susurró ella, haciendo que Edward pegase un respingo. “Así que hablas en sueños… Esto puede ser interesante” pensó, sonriendo maliciosamente. Pasó un rato hasta que Bella volvió a hablar, y esta vez parecía feliz.
—Oh, siempre he querido un poni azul. Muchas gracias, pero creo que me voy a caer… —dijo mientras sonreía tontamente. Edward rió, no conocía a nadie tan especial como aquella chica. Estuvo inmóvil durante un largo rato, esperando a que dijese algo más, pero parecía que no iba a ser así. Bufó, descontento, y se acomodó, con la intención de dormir algo.
—¿Rose, es que a Edward no le duele ser tan sexy? No puede ser humano —murmuró, y sin perder su cara de felicidad se apretujó más a Edward, que estaba atónito por lo que acababa de escuchar. La chica respiró fuertemente y añadió al cabo de unos segundos—. Y huele tan bien… Mejor, mucho mejor que sus almohadas…
Edward estaba como en estado de coma. No procesaba bien toda la información, era imposible que aquella mujer lo considerase sexy, o que pensase que no era humano. Siempre había tenido a muchas chicas detrás, pero jamás se había considerado algo más que simplemente agraciado. Y aquí estaba Bella, confirmándole entre sueños sus más profundos pensamientos. “Antes estaba con la cabeza metida en las almohadas, pero es imposible que fuese para olerlas. Eso significaría que le atraigo, y obviamente no es así, será que está confundida con todo lo que le ha pasado con su novio. Sí, seguro que es eso.” Edward le dio vueltas y vueltas a aquel asunto, hasta que al final el cuerpo venció a la mente y se quedó profundamente dormido, embriagado por la fragancia a fresas que provenía del pelo de Bella.
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Ja chanchachan me ha encantado este capi..rei como nadie..y mas cuando bella se equivoca...Dios asi se hgiere el ego de cualquiera YeaHHH!!!! comenten nenas besos