miércoles, 5 de mayo de 2010

All You Need is Love


A contrarreloj

—Es una broma —dijo Bella, muy seria. Se echó hacia atrás, como si simplemente con ver la imagen sus retinas le quemaran.

—No —gimoteó Alice—. No lo es.

Bella se puso a pasear nerviosamente por la habitación mientras que Edward tenía los puños crispados y pensaba en el mejor castigo para Jasper.

—Jasper es mi amigo —susurró Bella, parando de golpe y hablando para ella misma—. Le conozco, le conozco muy bien. Jamás haría eso a nadie. Y menos a Alice. Y menos aún estando a punto de casarse con ella.

Heidi sentía que sobraba, pero no podía evitar quedarse allí escuchando. Seth por el contrario observaba la escena con temor, no entendía por qué su tía Alice lloraba. No quería que nadie llorase; se acercó a ella y la abrazó como pudo. Alice lloró aún más.

—¡Alice! —chilló Bella—. ¿Puedes meterte en el correo del trabajo desde aquí?

—No... Son códigos especiales. No es la red que tenemos con los t-trabajadores, es una para la d-dirección.

—Lo suponía —murmuró Bella. En su empresa pasaba lo mismo.

Bella tenía que demostrar que aquello era un montaje, pero no podía hacerlo basándose en una impresión de mala calidad. Estaba familiarizada con el retoque fotográfico y podía saber por intuición cuando una imagen había sido tratada y cuando no, pero en el soporte digital, con la copia que le había dado Alice era imposible sacar algo en claro. Estaba segura de que Jasper no había sido infiel, daría su brazo derecho por él, al igual que sabía que él haría lo mismo por ella. Era más que un amigo, era como un hermano. Y lo iba a ayudar. Pero si resultaba que era verdad... No quería ni pensarlo, sentía arcadas con el simple hecho de imaginarlo. Alice también era como su hermana, y le mataba verla en ese estado.

—Vale, esto es lo que haremos: escríbeme el email y la clave aquí —le tendió un post-it y un bolígrafo. Alice escribió, diligente—. Después, dame tu tarjeta de identificación y las llaves de tu despacho. Llama a quien sea que tengas que llamar para que no me pongan impedimento alguno para entrar.

Alice asintió, y Bella se volvió hacia Heidi.

—Prepárala para la boda.

—Pero... —empezó a decir Alice.

—¡Ni peros ni nada! ¡Y no abras la puerta, Alice! Tus padres están en mi antiguo apartamento y si se enteran de tu estado se preocuparán y esto irá a más. Primero vamos a descubrir que ocurre, ¿de acuerdo? Así que les haremos creer que Edward y yo no estamos en la casa. Como ni se les ocurrirá pensar que tú estás aquí, todo irá bien. ¿Has entendido todo? —Alice asintió de nuevo. Bella suspiró, lo único que le faltaba era a Esme y a su madre gritando y llorando como bebés por lo bueno que parecía Jasper y cómo ha resultado ser en realidad. Apartando esos pensamientos de su mente, se giró para encarar a Edward—. Acompáñame.

Edward, sorprendido ante su liderazgo en aquella situación límite la siguió. Bella cogió la chupa de cuero, el casco y las llaves de la moto.

—¿Vas a estrenarla precisamente hoy?

—¡Por supuesto! —exclamó mientras llegaban hasta la Vespa—. Está bien, ponte tú el casco.

—Ni hablar.

—¡Edward, joder! No tenemos tiempo, y yo tengo esto en la cabeza —señaló el tocado y su elaborado peinado—. Así que vamos, ¡rápido!

Tras conseguir lo que pretendía, se montó en la moto y sintió la excitación crecer en su interior. Edward se puso detrás de ella y la agarró con fuerza por la cintura, parecía nervioso y asustado. Bella se lo apuntó mentalmente para recordárselo más tarde.

El frío reinaba el ambiente, parecía a punto de nevar y de forma grave. Como siempre, había exceso de tráfico, sin embargo, viajar en moto tenía sus ventajas, como que los atascos no te afectan si sabes conducir bien. Bella se escabulló entre los coches utilizando un coraje que nunca pensó tener. En pocos minutos estaban en la redacción de la revista y aparcaron en el parking privado utilizando la identificación de Alice.

—¡Corre! —le apremió a Edward.

La gente que había ido a trabajar —aún siendo festivo— los miraba alucinados, a ojos de otros eran ni más ni menos que una chica con el pelo extremadamente arreglado y pintada como si fuera a una gran fiesta, para después llevar una chupa de cuero y unos pantalones de chándal, y un chico guapo pero con vestuario también deportivo corriendo asfixiado detrás de ella.

Bella, que había estado en varias ocasiones en el despacho de Alice, sabía donde ir por lo que en poco tiempo se encontró delante del escritorio de su secretaria.

—¡Señorita Swan! —saludó la alegre mujer, mientras consultaba la agenda—. ¿Qué hace aquí?

—¡Es muy urgente, Claire! —exclamó Bella, poniéndose la mano en el pecho y respirando de forma agitada—. Tengo que entrar ahí para comprobar una cosa.

—C-claro. —Claire conocía a Bella desde hacía años, y no dudaba de su palabra. Sabía que era la mejor amiga de su jefa, además, si tenía las llaves y las tarjetas identificativas de Alice no veía ningún problema en dejarla entrar. Sin embargo, miró con desconfianza (y algo de lujuria) a Edward.

—No te preocupes, es el hermano mellizo de Alice —contó Bella rápidamente—. Muchas gracias.

Y sin darle tiempo a Edward para presentarse, lo empujó al interior del despacho y como una bala encendió el ordenador.

—¡Busca un pendrive! —le pidió mientras metía claves a una velocidad vertiginosa en el ordenador.

Edward paseó la vista y vio varias fotografías de Alice y Jasper. Le dolió el corazón, su hermana no se merecía pasar por algo así. Después vio una estantería con grandes cajones y empezó a buscar ahí. Encontró uno de cuatro GB de almacenamiento y se lo lanzó a Bella.

—¿Para qué lo quieres?

—No soy experta en esto, tendremos que hacer una parada antes de volver a casa —comentó.

No tenía tiempo ni de ponerse a analizar la fotografía, la descargó ignorando el mensaje que la acompañaba —uno en el que le advertían de cómo era el "verdadero" Jasper y que iba a dejarla pronto por Kate— y después la copió en el USB externo que le había dado Edward.

—Ya está —dijo mientras apagaba de nuevo el ordenador.

—¿Próxima parada?

—La casa de Angela.

Volvieron a salir corriendo, dándole las gracias a Claire por su amabilidad, y se montaron en la Vespa a toda prisa. Angela no vivía muy lejos del centro de Manhattan, pero lo suficiente como para que Bella se pusiera de los nervios al ver el tiempo que estaban perdiendo.

—¿Para qué quieres a Angela? —le gritó Edward para que lo escuchara por encima del ruido de los demás coches. Tiritaba a causa del frío viento que les azotaba, pero no se quejó.

—No quiero a Angela —contestó ella, volviendo la cabeza pero sin apartar los ojos del frente—. Quiero a Ben.

Ben era uno de los diseñadores gráficos más capaces que conocía —el otro era Mike, pero no pensaba pedirle ayuda a él—, y sabía que su veredicto sería el más fiable que conseguiría. Era una especie de gurú del tratamiento de imágenes, incluso hacía varios cursos al año de actualizaciones de softwares. Simplemente era soberbio, sabía editar sin dejar marcas, y también reconocerlas. Por eso, Bella necesitaba su ayuda.

El tráfico denso hacia Hamilton Heights, barrio donde residía Angela y Ben, la estaba sacando de sus casillas. Silenciosas lágrimas caían por su mejilla y la angustia le aprisionaba el pecho. Alice y Jasper eran la pareja más unida que conocía, si no había salvación alguna para su próximo matrimonio, ¿para cuál la habría? Incluso Rosalie y Emmett, que estaban muy unidos, reñían a veces y pasaban temporadas enfurruñados y estando mejor lejos que cerca debido a sus comportamientos temperamentales. Si Jasper era infiel, ¿qué podía esperar de los demás hombres que no eran ni por asomo la mitad de buenos, según Bella? Notaba la presión cada vez mayor de los brazos de Edward en su cintura y se imaginó que era a ella a quien estaban engañando. Quiso vomitar al pensar en Edward con otra mujer. Y sin embargo, ¿por qué no iba a ocurrir? Era atractivo, quizá el hombre más guapo que conocía —aunque sabía que sus sentimientos la hacían totalmente imparcial— y centenares de mujeres se interpondrían en su relación si con ello conseguían llevárselo a la cama. Había crecido con la creencia popular de que los hombres se dejan llevar por sus hormonas, como si el sentido común pasara a un segundo plano a la hora de la verdad. Podían quererte con todo su corazón pero amanecer en un lecho ajeno y después disculparse o abandonarte y volver a los tres meses porque contigo tenía estabilidad. Bella había leído mucho del tema.

No pudo más, las lágrimas le estaban nublando la vista y tenía miedo de provocar un accidente, por lo que parpadeó rápidamente y aceleró; la casa de Angela ya estaba cerca. Cuando llegó, aparcó con facilidad debido a que no le hacía falta gran espacio. Edward se bajó, algo mareado, y se quitó el casco dejando al descubierto su espesa melena cobriza más despeinada que nunca. A Bella le partió el alma verlo, no podría soportar perderlo.

—Eh, ¿qué pasa? —murmuró Edward al ver que empezaba a sollozar. La estrechó contra su pecho y le acarició la nuca con suavidad—. Todo se va a solucionar, van a estar bien...

Entonces el llanto de Bella se intensificó y Edward no supo que hacer.

—N-no es p-por ellos... Es por n-nosotros —balbuceó Bella, apretándose contra su cuerpo masculino. Después susurró—: ¿Y si nos pasa lo mismo? ¿Y s-si nos sentimos atraídos por otra p-persona?

Edward se tensó al instante. Jamás había pensado en eso, ni siquiera se le había pasado por la cabeza, no había otras mujeres para él. Muchas noches habían estado tumbados en el sofá viendo la televisión y comentaban en general si los presentadores eran atractivos, o si la chica que protagonizaba un anuncio de cereales era sólo guapa o extremadamente guapa. Solían reír y acabar haciendo comentarios cada uno de personas de su propio sexo; en más de una ocasión Edward se sorprendió a sí mismo alabando el pelo del actor de una película muy mala y Bella comentó lo bonitos que eran los ojos de la presentadora del tiempo. Una vez, Bella llegó del trabajo gritando que por fin había encontrado a un actor que se hiciera pasar por "el hombre más guapo del mundo" para el anuncio de cremas reafirmantes masculinas en el que estaba trabajando. Edward se mostró escéptico —pero en ningún momento celoso— y le obligó a enseñarle el currículum o alguna imagen para corroborarlo.

—Vaya... —Dio un silbido de admiración después de examinar las fotografías que le habían hecho para la preselección de candidatos—. Decididamente es el hombre más guapo que he visto en mi vida. Siempre había escuchado que los australianos son sexys, pero no hasta este extremo.

Edward sabía cuando una chica era atractiva, era consciente de que era una mentira negarlo. No estaba ciego, tampoco era tonto, simplemente estaba enamorado de Bella y para él no había nadie mejor que ella, ni más simpática, ni más guapa, ni más nada.

—Bella —susurró, y le levantó la cara para secarle las lágrimas con los dedos. Después besó su nariz respingona llena de minúsculas pecas—. No va a pasar eso.

—Pero quizá te canses de mí. Cuando me arrugue y se me caigan los pechos y...

Edward soltó una risita y volvió a besarla esta vez en los labios, para callarla.

—Yo también estaré arrugado. Y con canas. Y con menos pelo también.

—No me importa.

—A mí tampoco me importa —añadió en voz baja, atrayéndola hacia él—. Y si vemos que no podemos aguantar más el mirarnos el uno al otro nos podemos inyectar botox, y en mi caso hacerme un implante capilar.

Esta vez fue Bella la que rió suavemente, más tranquila. Aspiró con fuerza y se inundó del olor de Edward, que siempre le provocaba una sonrisa estúpida.

—Nunca, nunca dejaré de sentir esto por ti. Aunque pierdas tres dientes, o peor, aunque te recubras los incisivos de oro, que por cierto, me parece de lo más hortera. Ni aunque engordes doscientos kilos y vengan a grabarnos para salir en la televisión pública —dijo en voz baja, mientras acariciaba la cara de Bella con la nariz y la abrazaba con fuerza—. Y si algún día vemos que lo nuestro no funciona, lo solucionaremos entre los dos, no necesitamos a terceras personas para eso.

—Te quiero —sollozó Bella. El discurso de Edward había conseguido ponerla más emocional aún—. Pero mucho. Mucho, mucho.

—Estás de suerte —bromeó él, sintiéndose más liviano al ver que iban a dejar de hablar de aquel tema—, porque yo también.

Bella se separó con cuidado y se repasó el contorno de los ojos con los dedos para eliminar exceso de maquillaje.

—¿Cómo estoy? ¿Parezco una loca con estas pintas y el maquillaje corrido?

—Pareces de esas abuelas que van a las bodas mal vestidas y lloran desde la primera fila de forma escandalosa —Edward intentaba hacerla reír, y lo consiguió. Aunque también ganó un puñetazo en el brazo—. No se te ha estropeado el maquillaje. O al menos, no tanto.

Bella se extrañó y se miró como pudo en uno de los espejos retrovisores de la Vespa. Aunque la base ya no estaba expandida de forma homogénea, sino que dejaba al descubierto algunas pecas y poros, los ojos no estaban tan mal. Dio gracias a los fabricantes de cosméticos resistentes al agua y tras sonarse la nariz en un pañuelo de papel que le tendió Edward, caminó hasta el interfono del bloque de pisos y llamó.

¿Sí? —preguntó la voz de Angela.

—¡Ang! Soy Bella, ¿está Ben? Lo necesito urgentemente.

Angela vivía en la planta baja, por lo que no le importó ir hasta la puerta de la calle y abrir. Estaba a medio vestir, y es que ella también había sido invitada a la boda de Alice ya que se conocían desde la "etapa Forks".

—¿Qué pasa chicos? —saludó mientras daba un breve abrazo a Bella. Después se acercó torpemente a Edward, y este con su desparpajo natural le plantó un par de besos que la dejó aturdida. Bella sonrió para sí, ella debía comportarse de la misma forma.

—¡Tenemos mucha prisa! ¿Está Ben?

Angela se mordió el labio, nerviosa.

—Esto... No te enfades, Bella.

Esta la miró extrañada. Estaba asustada, triste, conmocionada, pero el enfado aún no había llegado.

—¿Por qué iba a hacerlo?

—Es que Ben está en la oficina... A-aún no ha acabado la cartelería de Febrero de DKNY.

Bella se masajeó las sienes. Como jefa, debería estar enfadada. Pero no podía aunque faltara sólo media semana para entregarla, Ben era su amigo y ante todo, muy eficiente.

—Gracias Angela, voy a buscarle —hizo un gesto con la cabeza a Edward y se montaron de nuevo en la moto.

—¿Pasa algo? —gritó su amiga.

Bella le hizo un gesto con la mano para que no se preocupase, arrancó, fue marcha atrás para salir de allí y aceleró todo lo que pudo. Tenía prisa y había perdido minutos de su valioso tiempo dejándose consolar por Edward, aunque le había venido muy bien.

—Mierda —gritó para que le escuchara—. Aparcar a esta hora cerca de mi trabajo va a ser lo más difícil que haya hecho en la vida.

Como no tenía automóvil, no le habían asignado plaza de aparcamientos. Bueno sí que la tenía, sólo que se la había cedido a una de sus trabajadoras que no poseía. Y como había dicho, era imposible estacionar en aquella céntrica calle neoyorquina. Incluso la zona de carga y descarga estaba hasta arriba, pero no se dio por vencida. Vio a un par de chicas charlar tranquilamente, apoyadas en una motocicleta rosa palo y tuvo una idea. Las había calado nada más verlas: llevaban pantalones de vinilo —dudaba mucho que fuera cuero de verdad—, blazers blancos con líneas celestes que reconoció de su propio armario y el pelo largo y como si quisieran que pareciese artísticamente despeinado. Bolsos enormes de Chloe —aunque Bella se dio cuenta de que eran imitaciones, aunque muy buenas— reposaban en sus muñecas, que estaban abarrotadas de anchas pulseras de plata. Gafas de sol enormes sobre la cabeza y maquillaje en tonos pastel y algo de plateado en los párpados. Niñas pijas, con dinero y sentido de la moda.

Acercó la moto hasta ellas y puso su mejor sonrisa.

—Chicas —las llamó—. Necesito que me dejéis espacio, por favor. Tengo que subir a la oficina durante un momento, es ¡de vida o muerte!

Las jóvenes la miraron de arriba abajo, y pusieron cara de horror. ¿Qué hacía esa mujer llevando un chándal y al mismo tiempo el peinado más bonito que habían visto en su existencia? Intercambiaron una mirada y no supieron qué decir. Después, la que era rubia se volvió de nuevo hacia Bella y frunció el entrecejo.

—Oye tía, yo te conozco —se volvió de nuevo hacia su amiga—. ¿Quién es, tía? ¿No te suena?

—¡Tía, tienes razón!

Edward observaba el intercambio comunicativo y los numerosos "¡tía!" con la boca abierta. Sería duro, pero muy que muy duro, ser el padre de una adolescente.

—Lo siento, pero no os conozco... —se disculpó tímidamente Bella. Tenía prisa, y aquellas crías le estaban haciendo perder tiempo.

—¡Que sí, que sí! —Entonces una se llevó las dos manos a la boca en un gesto desmesuradamente exagerado y abrió su bolso. Sacó unas cuantas revistas y descartó otras cuantas. Al final le enseñó la portada de una de ellas a su amiga y ambas volvieron a mirar a Bella con los ojos como platos.

Edward se rió disimuladamente, ya había entendido qué pasaba.

—¡Dios mío! ¡Dios mío, qué fuerte! —exclamó la morena—. ¿Eres la de la portada de Vogue? ¡Tendría que matarte por esto! —Bella no supo si tener miedo, seguramente sería una expresión adolescente.

—Esto... Sí, soy yo.

—¡Cindy, mueve la moto ya! —ordenó la morena, y de un salto se bajó de ella.

Cindy, la rubia, se montó rápidamente y en cuestión de segundos la pegó al coche de la izquierda. Bella metió la Vespa con dificultad y se bajó junto a Edward. Las jóvenes pasaron de mirar a Bella a mirar a Edward.

—¡Joder, yo también quiero ser supermodelo si con eso te salen novios como ese! —se quejó Cindy descaradamente. Después se volvió a Bella—. ¿Puedes firmármela?

Bella estaba alucinando. Sabía que la gente quería que sus artistas favoritos les firmaran CDs, o fotografías promocionales de películas. Pero ella no era famosa, sólo le hizo un favor a su amiga con el tema de la revista. Ahora tenía a dos dieciochoañeras queriendo que le firmase un autógrafo. ¿Qué pasaba en el mundo?

—Eh... C-claro —garabateó su nombre de forma nerviosa con el lápiz de ojos negro que le había tendido la morena—. Pero por favor, ¿me podéis cuidar la moto? Si viene la policía decid que vuelvo en seguida, que soy Isabella Swan y trabajo en el edificio.

—¡Por supuesto! —exclamaron las dos mientras mascaban chicle ruidosamente.

—Yo me puedo quedar si así te sientes más tranquila —sugirió Bella.

Cindy y su amiga se pusieron a soltar chillidos de júbilo y a chocar las manos entre ellas. Bella reprimió una risa antes de hablar.

—Necesito que vengas conmigo. No podría soportar estar sola si resulta que...

—No te preocupes, voy contigo.

Se despidieron de las entusiasmadas chicas que parecían no haberse creído aún que habían hablado con la modelo de la portada de una de las revistas que leían como si fuera su Biblia personal.

Cogieron el ascensor y fueron a toda prisa a la zona de los creativos, donde pese a ser vacaciones, todavía quedaban algunos de ellos mirando al ordenador y moviendo el ratón como posesos. Todos se escondían a ver a Bella, que era su superior. No es que fuera autoritaria ni una jefa desagradable, sino que estaban trabajando contrarreloj y eso sólo significaba que algo iba mal. Sin embargo, Bella no tenía fuerzas para ponerse a indagar, fue hasta la zona donde acostumbraba estar Ben y lo encontró trabajando sin parar y echando fugaces miradas al reloj.

—Ben —le llamó Bella.

El chico pegó un respingo en la silla y se llevó la mano al corazón. Llevaba un traje de chaqueta e incluso corbata, por lo que supusieron que pensaba ir directamente a la ceremonia, sin pasar por casa antes.

—¡Joder!

—No quiero saber nada de la campaña de DKNY, ya hablaremos de eso. Abre este USB y ayúdame —le tendió el pendrive y sin decir palabra, Ben lo metió y esperó a que el iMac reconociera el dispositivo.

En menos de quince segundos, la foto estaba ante ellos.

—¿Este no es...? —empezó a preguntar Ben, asustado.

—Lo es —murmuraron Bella y Edward, inclinados hacia la pantalla.

Se quedaron un momento en silencio, digiriendo aquella imagen digital.

—Necesito saber si es un montaje —pidió Bella, mirando a Ben fijamente a los ojos.

—A cambio de una semana de vacaciones pagadas —añadió él—. ¡Es broma, jefa!

Se masajeó las sienes y se acercó más a la pantalla para extraer una primera opinión al respecto.

—Bueno, si es un montaje está muy bien hecho —comentó, admirado—. Aunque la poca iluminación ayuda mucho a disimular los detalles, quien lo ha hecho, si es que es un montaje, repito, lo ha hecho muy bien.

Abrió la imagen con el Photoshop y realizó lo que él llamaba "la prueba del algodón".

—Estoy cambiando los niveles —explicó—. Si vemos una saturación de píxeles por alguna parte, tendremos la seguridad de que es falsa.

Amplió la imagen y repasó el contorno de la figura de Kate con cuidado, fijándose en cada detalle.

—¡Ajá! —exclamó cuando estaba a la altura de las manos de ellas, que entrelazaban la figura de Jasper—. ¡Aquí faltan píxeles! Estoy seguro; ya os lo dije, bueno, yo y el anuncio: ¡el algodón no engaña!

Después de su análisis visual, que le costó un par de minutos, abrió un programa que Bella no conocía.

—Con esto sabremos a ciencia cierta si la imagen ha sido tratada. Es infalible. Pero aún así...

—¿Aún así... qué? —gruñó Edward.

—Bueno, puede que quien poseyera la foto la retocara sólo para que se viese bien, ¿entendéis? Es decir, aquí —señaló al programa llamado JPEGSnoop— pone que ha sido retocada, pero eso no significa que se haya remplazado la figura de Alice por la de esta mujer. Simplemente podrían haber enfocado la imagen, no sé si me entendéis. No soy un experto en esto, prefiero retocar a comprobar si los otros han retocado, lo siento.

—No pasa nada, de todas formas está la prueba de los píxeles, ¿no? —inquirió esperanzada Bella.

—Ya, pero eso es una opinión personal. Lo mismo no le gustan sus manos y ha decidido retocárselas un poquito antes de que los demás las vean. Bueno vale, eso es absurdo...

—Yo también lo he visto —añadió Edward, muy convencido—, y mi opinión personal es que estaba photoshopeada.

Bella también quería creer eso, más que nada porque era Jasper. Quizá si se tratara de otro hombre no sería tan considerada.

—Ok, ¡adelante! —abrió la fotografía dentro del programa y mientras esperaba sacó un cigarro.

—¡Ni se te ocurra, Benjamin! —exclamó Bella arrebatándoselo—. ¡Me ha costado sudor y sangre conseguir que esta oficina tenga oxígeno limpio!

—¡Oh, vamos, jefa! Hoy es un día de celebración.

—¿Me ves cara de celebración? —gruñó Bella.

—Está bien, está bien... Bueno, veamos... La fotografía fue tomada el trece de Diciembre del año pasado. ¿Lo veis? Lo pone aquí —Bella y Edward asintieron. Después, Ben soltó un grito de horror—. Y aquí pone que ha sido tratada con Photoshop 7 el día veintinueve de Diciembre del año pasado también. ¡Photoshop 7! ¡Dios mío! ¿Por qué no ha utilizado el CS4? ¡Como si el 7 pudiera hacer lo mismo! Pandas de incompetentes... ¡Me quema la sangre!

Pero Bella y Edward no lo escuchaban, en lugar de eso se miraban el uno al otro con ojos brillantes de la emoción y amplias sonrisas. ¡Jasper no ha sido infiel!, gritaban sus mentes. Eran dichosos y felices. Bella sabía que no debería de haber dudado en su amigo, ahora se sentía abochornada. Cogió el móvil y marcó el número de Alice, pero saltó el contestador. Ben imprimió rápidamente una copia del informe del JPEGsnoop y se lo dio a Bella, la cual le respondió con un beso en la coronilla. Mientras esta llamaba a su propio apartamento, despidió a Ben con la mano.

—¡Te daré unos días de vacaciones cuando termines con lo de DKNY! —le gritó mientras corría por el pasillo.

—¿Diga? —dijo la vocecilla de Seth—. ¡Esta es la casa de los Cullen!

—Cariño, soy Bella —respondió mientras pulsaba el botón de la planta baja una vez estuvo con Edward en el ascensor.

¡Hola! Aquí me lo estoy pasando súper bien, tía Alice ha dejado de llorar pero ahora corre por toda la casa porque dice que no va a ir a la boda. Y Heidi la persigue con una brocha enorme. Ahora creo que es Heidi la que llora. ¡Eh, George, no te metas ahí!

—Seth, escúchame, es importante. Dile a Alice lo siguiente, palabra por palabra.

¿Es un juego?

—Sí, es un juego. Mira, dile que Jasper no ha hecho nada, que todo es mentira.

¿Y por qué?

Bella puso los ojos en blanco y Edward rió, consciente de lo que pasaba. Seth estaba en la fase de la niñez en la que se pregunta "por qué" constantemente. Era frustrante en situaciones de este tipo.

—¡Díselo y te dejaré comer galletas!

¿De las buenas?

—¡Sí!

Edward insistía en hacerle comer galletas integrales alegando que eran más sanas. Seth, como buen alborotador, se las daba a George e intentaba robar las Oreo de la estantería cuando su padre veía la televisión o se encerraba en el cuarto del piano. Hacía unos días, Bella había encontrado un alijo de envoltorios de esas galletas en el armario del niño. Cuando lo vio se rió con fuerza y le comentó a Edward que Seth era más listo que él.

Seth se retiró el teléfono de la oreja y gritó a pleno pulmón.

¡TÍA AAALICE! ¡QUE JASPER ES MENTIRA!

—¡No, Jasper no es mentira! ¿Cómo va a ser una persona mentira?

¿Quién es mentira entonces? ¿Y por qué es mentira?

—Seth... Mejor dile que se ponga.

Después de unos minutos, Alice recibió el mensaje y después soltó un grito y le ordenó a Heidi que acabara de prepararla. Bella pensó que la pobre Heidi pediría la baja por enfermedad después de aquella tarde.

Salieron atropelladamente del edificio y respiró tranquila al ver que su moto estaba bien. Otra chica nueva las acompañaba, y supo que estaban esperándola.

—¡Tías, ahí viene! —exclamó Cindy—. ¡Eh, Isabella!

—Bella —sonrió ella cuando llegaron.

—Mira, que no nos hemos presentado antes por el shock. Yo soy Cindy, ella es Dora —señaló a la rubia— y ella Ginevra. ¡Es súper conocerte! Y por cierto, ¡muero por preguntarte esto! ¿Es que ahora se lleva ir en pantalones de deporte y súper bien peinada?

Bella y Edward intercambiaron una mirada para acabar soltando una carcajada.

—¡No! —exclamó Bella. No podría soportar ver al día siguiente una panda de adolescentes paseando con las pintas que llevaba ella misma en ese momento—. Es que hoy es la boda de una de mis mejores amigas y ha surgido un... un problema y tuve que salir corriendo.

Las tres chicas suspiraron, quedándose más tranquilas. Aunque no les parecía nada glamuroso ir así, si Bella hubiera dicho que se llevaba, habrían ido a sus respectivas casas en ese mismo instante a cambiarse.

—¿Ha habido algún problema? —preguntó Bella intentando ser amable al ver que ellas le profesaban tanto cariño.

—¡Vino un poli! —contó Dora—. Pero le dijimos que eras súper importante y que trabajabas ahí —señaló el edificio de la oficina de Bella—. Además le comentamos que eras la portada de Vogue.

—Yo le grité: ¡cómo va a multar a una mujer que sale en Vogue! —Cindy parecía eufórica—. Y se fue.

Bella se tranquilizó y vio que Edward reía entre dientes. Esta sería una de esas cosas que recordaría toda su vida. Sin embargo, les estaba agradecida a las chicas, sin ellas hubiera tenido que ir a recuperar su vehículo y pagar una multa, y no estaba para perder tiempo. Entonces tuvo una idea, y aunque sabía que podría provocarles una arritmia fue valiente y sacó la cartera que guardaba en el forro de la chupa de cuero. Cogió tres tarjetas y se las dio; las jóvenes la miraban boquiabiertas.

—Soy directoria creativa de Icanteachyouhowtodoit, y muchas veces elegimos nosotros a los actores y se los mandamos a la productora con la que estamos asociados para grabar los spots. ¿Tenéis dieciocho años o más? —Asintieron y más tarde cuando Bella y Edward comentaron la escena, juraron que habían visto hasta lágrimas en los ojos de las chicas—. Tenéis estilo, sois jóvenes y de fiar. Pasaos un día y veremos qué podemos hacer. Preguntad por mí, aunque mejor mandadme un email antes porque suelo trabajar en casa también.

Se montó en la moto después de Edward y les guiñó un ojo intentando ser simpática. Ellas la miraban aún con la boca abierta y el papel en la mano. Sin embargo, el ruido que hizo al arrancar las sacó del ensimismamiento y se pusieron a gritar y a darle las gracias casi de rodillas. Bella y Edward se despidieron y fueron como una bala hasta el apartamento, riendo como locos.

—¡Tía, no vayas tan rápido! —bromeó Edward, imitando a la perfección sus agudas voces—. ¿De verdad vas a darle trabajo?

—Necesitamos muchísima gente para las pruebas, no les he dado ningún trabajo. Si lo hacen bien quizá lo consigan, pero que lleven una recomendación de alguien de dentro es una gran ventaja respecto a los demás.

—¡Ha sido muy divertido! —Edward seguía riéndose—. ¡Sus caras! ¿Las has visto?

—Seguro que Alice si se entera las convierte en su proyecto personal. Son muy de su estilo.

Aparcaron y corrieron hacia el apartamento. Bella estaba segura de que había perdido al menos tres kilos esa tarde. Llamaron a la puerta y abrió una sudorosa Heidi, con el pelo revoloteado y ganas de morder a alguien.

Bella accedió a retocarse ella misma, mientras que Alice era atendida por Heidi. Durante un rato estuvo contándole sus investigaciones, y le enseñó la copia que le había dado Ben. Le preguntó sutilmente si recordaba haber ido al cine con Jasper en Diciembre y haberlo besado a la salida. Quizá Kate los estuviera vigilando y aprovechó el momento para sacar una instantánea. Cuando Alice —que guardaba hasta los tickets del McDonald's en la cartera— encontró una entrada de cine que coincidía con la fecha que ponía en el informe, lloró con más fuerza, pero al final Heidi consiguió cambiar de tema.

—¿Y el vestido? —preguntó.

—En el coche, como iba a vestirme en el trabajo con la ayuda de algunas de las maquilladoras que trabajan allí lo tengo en el asiento trasero, totalmente extendido.

—¡Edward! —gritó Bella—. ¡Urgencia!

Edward apareció corriendo por la puerta. Tenía los pantalones de vestir puestos y se estaba abrochando la camisa blanca.

—¿Quién ha muerto?

—¡Pues Alice si no se viste en menos de diez minutos! Baja a su coche, saca el vestido que está atrás y súbelo en tiempo récord. ¡Que se noten esas sesiones de gimnasio! —exclamó Bella.

—¡Ni siquiera voy al gimnasio! —se quejó el pobre Edward, pero cogió las llaves y desapareció.

Al poco tiempo la puerta volvió a abrirse, pero fue Seth el que se asomó, totalmente despeinado, con el rostro enojado y dentro de un minúsculo traje negro.

—¡Dios mío! —rió Bella, acercándose a él y cogiéndolo en brazos. Le daba igual el tiempo, siempre que veía a Seth se quedaba embobada—. ¡Pero quién es este hombrecito tan guapo!

—¡Ya soy un hombre! —refunfuñó él. Estaba harto de que todos incluyeran sufijos y diminutivos a la hora de nombrarle. ¡Ya tenía casi cinco años!

Bella volvió a reír y tras plantarle ruidosos besos en la cara lo dejó de nuevo en el suelo. Siempre le había parecido que los niños tan pequeños vestidos de esa forma tan elegante era algo muy hortera, pero la boda de Alice parecía tan elitista y refinada que si hubiera llevado un jersey estaría aún más fuera de lugar. De todas formas, Seth tenía tanto encanto que se veía graciosísimo y para nada ridículo. Lo más encantador era sin duda el pelo, que lo tenía totalmente despeinado a pesar del esfuerzo de Edward por aplastárselo ligeramente y la pequeña pajarita de la cual tiraba con fuerza cuando nadie le miraba para quitársela.

—¡Es que está para comérselo! —exclamaba Alice, intentando no llorar y estropear todo el maquillaje de nuevo.

Edward regresó cargado con el vestido y lo puso sobre la cama.

—¿Puedo ir a arreglarme ya? —preguntó, cansado.

Bella le guiñó un ojo como queriendo decir que estaba mejor sin vertirse mientras se ponía los pendientes que le había dado Alice. Edward sonrió, siendo tímido durante una fracción de segundo y fue a terminar de arreglarse.

—Bueno, ¿qué tal estoy? —quiso saber Alice antes de meterse en el vestido.

—Ay, que voy a empezar a llorar ya —balbuceó Bella—. Cállate y vístete, que llegamos tarde.

Alice, ayudada por Heidi, empezó a embutirse en el precioso vestido mientras que Bella hacía lo mismo en el suyo. Le quedaba perfecto, estrecho y sexy pero también elegante, largo. Al ser palabra de honor tenía mucha piel al descubierto, por lo que supo inmediatamente que pasaría frío. Pero para presumir hay que sufrir, le recordó Alice al verla.

—Alice, si no fuera porque a mi boda vendría la misma gente que a la tuya te pediría prestado el vestido —comentó Bella, admirándolo.

Era clásico, pero sabía realzar la figura de Alice, la cual no era demasiado alta. Bella nunca la había visto con colores tan claros, su amiga era fanática de lo chillón y atrevido. Verla de ese blanco tan puro le resultó raro al principio, pero se acostumbró al instante. Jamás la había visto tan guapa, incluso cuando su nariz y sus ojos seguían algo enrojecidos.

—Nunca pensé que me prepararía para mi boda en tu casa, Bella —sollozó Alice—. Y que no sólo fuera tu casa, sino que también la de mi hermano. ¡Dios! Parece que estoy embarazada, me siento tan hormonal...

Heidi se fue discretamente porque además de que había terminado su trabajo, quería dejarles unos momentos a solas.

—¿Es increíble, verdad? —sonrió Bella. Se acercó hasta Alice y ambas se observaron en el espejo de pie que había junto a una pared—. ¿Te lo creerías si te lo dijeran cuando tenías quince años? Imagínate que recibimos una fotografía de este momento a los trece o catorce.

—Tú fliparías —rió Alice, apoyando la cabeza contra la de Bella sin dejar de observar el reflejo.

—¿Yo?

—Claro, yo sabía que me iba a casar con Jasper Hale, pero tú eras muy negativa respecto a tu vida sentimental.

Y Bella no pudo decir nada porque sabía que tenía razón. ¿Quién le iba a decir a ella que acabaría con uno de los Cullen? Nadie. Y si alguien lo hubiera hecho, se habría reído a carcajadas delante de sus narices.

—¿Chicas? —Edward asomó la cabeza y Alice se volvió y extendió los brazos. Necesitaba a Edward, básicamente porque lo había tenido tan poco en su vida que ahora cualquier momento con él le resultaba escaso—. ¡Pero mírate! Dios mío, creo que voy a llorar.

Las dos rieron y Bella se sintió feliz. Era muy típico de Edward eso de no intentar robarle protagonismo a la persona en cuestión. Si fuera una noche cualquiera, habría ido directo a Bella a susurrarle lo preciosa que estaba, pero esta vez —exceptuando unas miradas de deseo que le había echado al abrir la puerta— su atención estaba en su hermana y en lograr que estuviera lo más contenta posible.

Estrujó a Alice en un abrazo y después la apartó para mirarla mejor, silbando de admiración.

—En serio, voy a llorar —comentó con la voz quebrada—. Os lo digo porque sé que no se lo iréis contando por ahí a los demás.

—Mi sensiblero —sonrió Alice entre sus brazos—. Estás guapísimo de chaqué.

—No me lo recuerdes —murmuró él.

Bella le echó un vistazo de arriba abajo y coincidió con Alice. Aquella ropa, junto a su carisma y su saber estar innato, le otorgaba una clase y una elegancia desbordante. Aunque estuviera despeinado, como siempre. Alice hizo esa apreciación y Bella saltó en su defensa.

—Estar despeinado es el peinado de Edward —comentó con el ceño fruncido.

Esta vez fue Edward quien guiño un ojo y Bella a quien le temblaron las rodillas. Alice seguía en su mundo, cuando empezó a sollozar de nuevo.

—Alice... —suspiraron Bella y Edward al unísono.

—Es que... Sé q-que lo de la f-fotografía ha r-resultado ser falso —farfulló—. P-pero... Es que llevo toda la vida con Jasper.

Edward la miró, sin entenderla.

—¿Y eso es malo, cariño?

—C-claro que sí. Se va a cansar de mí. No sé por qué me caso, dentro de unos m-meses tendré que ir al juzgado a divorciarme y entonces habré tenido el m-matrimonio más efímero de la historia. —Al terminar de hablar lloró con más fuerza.

—Alice, basta —dijo Bella con una autoridad que desconcertó a Alice, consiguiendo que dejara de llorar—. Jasper es una de las mejores personas que conozco. Y no te va a dejar. Y tú no le vas a dejar a él. Y si os dejáis será dentro de mucho y ya habrá tiempo para pensar en eso, ¡pero el día de tu boda no, joder! ¿Cómo vas a empezar bien un matrimonio si vas con ese pesimismo desde el principio? Yo creo en vosotros.

—Y yo —añadió Edward y después comentó como quien no quiere la cosa—: En realidad Bella y yo seguimos vuestros pasos, sois el modelo a seguir. Así que si fracasáis vosotros, nosotros también.

—¿Es que no quieres que seamos felices? —preguntó Bella con gran dramatismo.

La actuación de ambos había sido tan mala que Alice soltó una risita.

—¡La última lágrima, os lo p-prometo! —y respirando con fuerza, se agarró el vestido y salió de la habitación con andar seguro.

—¿Dónde va? —Edward parecía divertido.

—¡Está loca! —rió Bella—. Por cierto, jamás te he visto tan deslumbrante, doctor Cullen.

—Deja de meterte conmigo —se quejó Edward, poniendo un puchero y sintiéndose incómodo con la ropa.

Se acercó a Bella con andar insinuante y tras agarrarla con fuerza, la besó con toda la pasión que podía.

—Tu vestido me mata —susurró contra sus labios—. Estoy muerto, pero que muy muerto.

Estaban besándose y acariciándose el uno al otro cuando Seth apareció.

—¡Órdenes de la capitana! ¡Salid y dejad de hacer eso porque tenemos que coger un coche largo!

—¿Un coche largo? —inquirió Bella mientras se separaba a regañadientes de Edward.

—Será una limusina.

—¡Eso! La he visto desde la terraza. ¡Y no me gritéis!, no me he asomado, la he visto porque es muy grande.

Edward siempre le reñía cada vez que se ponía en peligro mortal al subirse a la barandilla de la terraza —en realidad está acristalada y según Bella era estúpido tener miedo de que el cristal se haga mil pedazos y uno se precipite al vacío, y aunque así fuera, no había distancia suficiente para matarse, bajo el punto de vista de Alice—.

Bella se colocó con cuidado el chal, que resultó ser más grueso y calentito de lo que pensaba y salió de la habitación agarrada del brazo de Edward, sonrojada y también sonriendo. Los cuatro y Heidi, entraron en el ascensor a empujones y se dieron prisa para entrar en el coche que Alice y Jasper habían alquilado e ir de una vez por todas a celebrar la boda.

—Qué día más largo —murmuró Bella una vez estuvo sentada.

Edward rió y le acarició una mano mientras luchaba con Seth para que se pusiera el cinturón. Aquella tarde-noche también sería muy larga.

23 comentarios:

diana dijo...

hay me encantooooo !!! sisisis como extrañaba esta historiaaaa yo sabia q jasper no podia hacer eso vamos al casorio jajaja

Anónimo dijo...

laura eres una diosa, escribes genial y me encanta esta historia, de verdad sigue asi guapa y muchos animos desde españa.besossssssssssssssssssssssssssssss

Unknown dijo...

solo una palbra lo describe y no es bueno es aaaasssssoooommmmbbbrrrooosssoooo no les parece te quedo genial sigue escribiendo yo ya quiero el otro

Beth dijo...

Casi pienso que se dejan... pero como pasarle esto a Jasper y Alice.
Me encanta, lo malo de estas historias es que siempre debo esperarme unos días para saber como continúa.
Besos, besos...

Anónimo dijo...

Sabs desde ace mucho no leia esta historia y esta super....m quedo sin palabras, gracias x darnos este mundo color de rosa, sigue asi, saludos desde celaya, gto

Patricia dijo...

YUPIII UN NUEVO CAPI, YA EXTRAÑABA ESTA HISTORIA , ME ENCANTA, LES QUEDO SUPER EL CAPI FELICIDADES CHICAS

Anónimo dijo...

Por favor, no puedo esperar al proximo capitulo. Necesito mas y mas rapido. Es la historia mas bonita que he leido, visto, vivido o escuchado en mi vida. Sigue asi, pero mucho mas rapido. GRACIAS POR ESCRIBIRLA.

Anónimo dijo...

Necesito saber como continua, que es lo siguiente que va ha pasar, cuando se le declarara Edward a Bella, que pasara con Seth, si tendran mas hijos... Necesito mas. SIGUE ASI

Anónimo dijo...

ANONIMO DIJO
ES LO MEJOR SIGUE ASI PLISSSSSSSSSS
SUBE MAS CAPITULOS RAPIDOOOO ME TIENES SUPER LOCA QUIERO SABER QUE PASA CON EL MATRIMONIOO

Anónimo dijo...

hayyyy.. me morii. subi ya el proximo capitulo..
hace un mes que estoy esperando el proximo capituloo!!!!

esta genial.
besoss

Anónimo dijo...

escribes genial, es el fic q mas me a gustado asi q porfa escribe mas no desperdicies tu talento

aguss :) dijo...

holaaa!! :) esta genial esta historia !!
porfa no se tarden en publicar :/
besoss :D

slavelake dijo...

para cuando los siguientes capis¿?
me encanta(L)

Mary dijo...

Laura yo se que depronto no puedes publicar pero me muero de curiosidad q va a pasar cuando puedas sube el próximo cap porfiss!!!!

Anónimo dijo...

:):):)
x fas el proximo!
sta super buena la historia !
ya kiero leer el final!

x fas el proximo!

Anónimo dijo...

laura...
aqui tienes muchas fans ke esperan con ansias tu proximo capi pues la historia sta super buena y todas sabemos ke aveces una no puede publicar capis por x motivo pero ten en cuenta ke somos un chorro y speramos ke no nos defraudes amiga, y tambien keria pedirte un favor, no podiras poner un personaje extra con mi nombre, si stas dispuesta a acerme este favor kiero ke sepas ke mi nombre es ruth
pero mi apodo es rrrruth ke chistoso no?
bueno laura me despido de ti esperando pronto un muy buen capitulo de esta buenisima istoria.

beakis dijo...

hola ¿ya no vas a seguir escribiendo? es mucho tiempo sin saber de ti,saludos

Anónimo dijo...

hola!!!!
pues me he leido tu historia, y k kres ME ENCANTA!!!!!!!
así estoy muy anciosa por otro capitulo :(.
he visto que llevas bastante tiempo sin subir algun cap, así k me preguntaba al igual k la otra chica ¿si aun escribes o dejaste de lado el proyecto?, espero k no sea así y leer muy pronto lo k pasa, de verda k esta muy bueno, es una de los mejores fic k he leido y kiero saber k onda :)
kiss.
pame.grrl

Cristina Alejandra Martín González dijo...

hola soy nueva en esto de los blog pero queria feliciterte por esta estupenda historia. tambien decirte que el nombre del blog le viene al dediyo ya que me e pegado dos dias sin poder despegar los hojos del ordenador y ahora me muero de ganas por saber como continua animo y besitoos

janneth dijo...

Hola, por casualidad me encontre con tu blog, y esta historia me encanto, pero me dejo triste el hecho de no saber su final....

Anónimo dijo...

hola!!!
aaa lloro kiero un capi!!
espero saber algo de esta historia la verdad k esta buenisimsa y no kreo ser la unika k kiere saber ne k termina.
saludillos
pame

beakis dijo...

ooooooooh no se si sigues o no con la historia pero es una pena si lo has dejado, vuelve pronto algunas te necesitamos
besos

debbie !!!! dijo...

me gusta tu historia sigue subiendo capis en esta plis me encamta

cdt besoso !!!

PD: no dejes de escribir XD