martes, 5 de enero de 2010

All You Need is Love. Capitulo 2: Paciente del Doctor Cullen


Paciente del Doctor Cullen

Bella vislumbró el bonito hospital mientras intentaba abrir la puerta del coche y se despedía de Angela, dándole las gracias. “Bueno, al menos tengo enchufe, no tendré que esperar mucho…” Pensó mientras un enfermero la ayudaba a sentarse en una silla de ruedas para transportarla al interior.

Una vez dentro, se dirigió como pudo a recepción y se dirigió a una joven enfermera que estaba mirando unos papeles detenidamente.

—Perdone, me llamo Isabella Swan, y soy paciente del doctor Cullen… ¿Le podría decir que estoy esperándolo?

La mujer elevó una ceja, como dudando de si lo que estaba diciendo era verdad.

—¿El doctor Cullen, eh? No eres la primera que me pregunta hoy por él —añadió como si eso le molestase.

—Bueno, es muy buen doctor, ¿no? —no entendía muy bien lo que quería decir la mujer con sus miradas amenazadoras. Sabía que Carlisle Cullen era muy atractivo, pero nunca le habían montado el numerito de “la-enfermera-celosa-de-la-paciente”. Y había ido muchas veces a preguntar por Carlisle. Muchas.

—Eh, sí, claro… —la enfermera cogió un teléfono que había por allí y empezó a hablar con una voz totalmente diferente, con un tono meloso, en lo que a Bella le pareció un intento ridículo de sonar sexy—. Señor Cullen, aquí hay una señorita que desea que la atienda… No, no es la señora Stewart de nuevo… Pues, dice ser Isabella Swan… Ajam, bueno, le dire a Alec que la lleve… Sí, es que está en silla de ruedas… Vale, muchas gracias —suspiró y llamó a otro número, al tal Alec. Al rato apareció este y llevo a Bella hasta una sala de consulta.

Una vez allí, la subió a la camilla y se despidió, alegando que tenía mucho trabajo.

Bella se relajó, miró el techo durante unos minutos, y al rato notó como se le cerraban los parpados. Llevaba noches durmiendo fatal, debido a la sobrecarga de trabajo. Y todo para que al final, ni siquiera pudiese presentarlo… Todos sus esfuerzos habían sido en vano.

Pasó el tiempo y Carlisle no llegaba. Bella no podía aguantar más. Pensó que no le daría vergüenza dormir un poco si quien le despertase fuese ni más ni menos que el señor Cullen, es decir, alguien que la había visto crecer y que era como un padre para ella. Se acomodó más y cerró de manera definitiva los ojos. Estaba tan cansada que podría haber pasado un huracán y ella no se habría enterado. Era una de sus características: si estaba exhausta, nada ni nadie conseguiría hacerla volver a la consciencia hasta que su cuerpo estuviese recuperado mínimamente. Sin duda esto fue un problema cuando alguien del calibre de Emmett Cullen entró a formar parte de su vida. Bella recordaba las innumerables veces que había salido de su sueño con unos cuantos garabatos en la cara, o papeles pegados en la espalda tipo “Emmett Cullen no puede ser más sexy” o “Conoce al placer en forma humana… emmettcullen666arrobagmailcom . Lo peor es que una de estas veces incluso salió a la calle inconscientemente, sin ni siquiera mirarse en el espejo. Emmett aún se tiraba al suelo, llorando de la risa cuando recordaba a una tal neoyorquina69arrobahotmailcom, que por lo visto, le había agregado al MSN debido a una “recomendación” que le habían hecho.

Sin recordar donde estaba, Bella comenzó a abrir los ojos, e inmediatamente vio los fluorescentes tan característicos del hospital. Poco a poco fue tomando consciencia de lo que había ocurrido. Se intentó incorporar, sintiendo un profundo dolor de espalda. Sin duda tendría unos buenos cardenales para recordar el suceso de las escaleras.

Se dio cuenta de que el Doctor Cullen ya estaba allí, dándole la espalda a Bella mientras inspeccionaba unas radiografías en el negatoscopio.

Suspiró aliviada, por fin podría irse a casa aunque no sabía cuánto tiempo había estado en su coma particular.

—Hola Carlisle, perdona que me haya dormido aquí, no sabes la semanita que he tenido… —dijo mientras intentaba sentarse. Se quedó con la boca abierta. Ese no era Carlisle. No había ni rastro del pelo rubio del padre de sus mejores amigos. En su lugar había una bonita tonalidad broncínea, extrañamente familiar—. Pe-perdón, había pedido que me atendiese el doctor Cullen —Bella intentó no volver a abrir la boca cuando aquel extraño se dio la vuelta para observarla.

Dios mío… ¿Cómo puede ser tan guapo? Bella, respira, a ver, que hay tíos mucho mejores por ahí… Venga, ¡Lista mental! 1. Johnny Deep. No, no más quisiera Johnny Deep tener esos ojos… Valensi. ¿NICK VALENSI? Qué te pasa Bella, vale que el rollo de roquero sea sexy, pero por favor, este tío lo supera. ¿George Clooney? No, demasiado mayor… Es sexy que sea mayor, pero este le gana, sí, sin duda… Bueno, respira Bella, es solo la bata de doctor, ya sabes lo que puede hacer un uniforme…” La mente de Bella empezaba a presentar los síntomas del colapso.

—Yo soy el doctor Cullen —dijo el médico con una sonrisa, señalando su placa identificativa—. De todas formas me duele que no me reconozcas, aunque la verdad es que hace mucho que no nos vemos, Bella.- sonrió aquel chico.

Bella recapacitó, hizo otra lista mental, esta vez de todos los Cullen que conocía. Entonces se dio cuenta.

—¡¡EDWARD!! —chilló emocionada, mientras este venía hacia ella y le daba un suave abrazo, teniendo en cuenta las zonas doloridas de la anatomía de Bella. Esta sintió un cosquilleo crecer por todo su cuerpo. Olía tan bien…—. ¡Ma-madre mía! ¡Hace siglos que no sé nada de ti! —dijo intentando no sonar nerviosa.

Edward Cullen era el hermano mellizo de Alice Cullen. Sí, por raro que pareciese Bella no lo habría reconocido a menos que el hubiese hecho alusión a su apellido.

Este nunca había prestado mucha atención a eso de tener amigos. Solía estar siempre con su piano. Hora tras hora. Día tras día. Bella incluso llegó a preocuparse cuando lo conoció. Nunca salía con sus hermanos, y cuando lo hacía era porque había sido obligado por su melliza, en ocasiones como cumpleaños y fiestas del estilo. Pero no por eso era un chico desagradable. Para nada, las conversaciones que Bella recordaba haber tenido con él habían sido geniales. A ella le encantaba sentirlo tocar el piano, y escuchar esa voz tan peculiar, que ya de pequeño tenía. Cuando Bella entró junto con sus amigas en el colegio femenino, se separó aún más de él. Y para rematarlo, Edward acabó el instituto y el conservatorio de piano en algún lugar de Europa. Y según lo que Alice le había dicho, también estudió la carrera por allí.

Era imposible que Bella relacionase a ese hombre que tenía en frente con aquel niño tímido y encantador que tenía como recuerdo.

Edward sonrió abiertamente.

—Llegué hace unos días. Justo cuando acabé Medicina mi padre me llamó, diciendo que quería tomarse un descanso, ya sabes, para estar con mi madre y aprovechar que ya no tienen que estar detrás nuestra corriendo —se rieron a la vez. Bella se acordaba perfectamente de esas situaciones en las que Esme o Carlisle perdía la paciencia por alguna travesura de los pequeños—. Así que me ofreció el puesto, y aquí estoy, ni más ni menos que en el hospital Mt Sinai de Nueva York viendo un desastre más de la patosa Bella —señaló las radiografías con un gesto de la cabeza—. Por Dios, ¿querías matarte?

Bella las miró sorprendidas.

—¿Cu-cuándo me he hecho yo radiografías?

Edward volvió a reírse. Era la primera vez que Bella lo veía así de contento. La madurez le había sentado bien, pensó, dándose cuenta demasiado tarde del doble sentido, y sonrojándose por pensar esas cosas del hermano de su mejor amiga.

—Veo que las viejas costumbres no se pierden, ¿eh? —dijo tocando una de las mejillas de la chica, cosa que provocó que el color de estas pasara del rosado al escarlata—. Las radiografías las hicimos mientras dormías. No quise despertarte, no era necesario- añadió al ver que iba a protestar—. Podría haberte hecho una bioxia y no te habrías despertado —sonrió, visiblemente divertido.

—Ja, ja, ja… Me muero de la risa —añadió sarcástica. Se asombraba de la naturalidad con la que estaban hablando. Hacía mucho que no se veían, pero no parecía importarle a ninguno de los dos.

—Bueno Bella, tengo una idea, centrémonos en esto —tocó las piernas de la chica— y después nos dedicamos a hablar sobre cosas más insustanciales como mis hermanos, la música o nuestras vidas —dijo guiñando un ojo, y haciendo que Bella se sonrojara de nuevo y soltase una risita—. A ver, tienes un esguince de segundo grado en el tobillo izquierdo. No es gran cosa, se han roto parcialmente algunos ligamentos, por eso está tan hinchado. Tendrás que mantenerlo en reposo al menos quince días. Cuando pasen las tres semanas vienes a verme, y ya veremos que se nos ocurre. El otro tobillo, por fortuna solo está algo contusionado, pero en un día lo podrás utilizar sin ningún problema. Ahora te hago una receta de una crema que te vendrá muy bien para el dolor.

Bella asintió, aliviada. Ya había usado las muletas en multitud de ocasiones. De hecho tenía más de un par en el trastero de su casa. Miró como Edward se inclinó, observando su tobillo derecho de cerca e intentaba hacerlo girar con una delicadeza asombrosa. Después se acercó a un mueble que había en una pared y sustrajo algodón, agua oxigenada y una especie de pomada que Bella no identificó.

—¿Agua oxigenada? —preguntó confundida.

Edward se limitó a sonreírle. Después se sentó en un taburete cerca de ella, con mucho cuidado le agarró el brazo y le pasó un trozo de algodón empapado de este líquido suavemente por su codo izquierdo. Inmediatamente Bella soltó un chillido de dolor. No se había fijado que tenía ambos codos en carne viva. Sin duda, había frenado la caída con ellos.

Suspiró al ver su bonita camisa blanca manchada de sangre.

—Alice me va a matar cuando vea lo que le he hecho a la camisa… —susurró, hablando para ella.

Edward, muy pendiente de su tarea dejó escapar una risita. Bella lo miró atentamente. Estaba tan adorable que le costaba pensar con coherencia.

—Ahora, si no te importa, sácate la camisa y veremos que tal tienes la espalda —dijo como si fuese lo más normal del mundo.

Bella lo miró horrorizada. “Venga ya, es un médico, es su trabajo, no pienses cosas raras. Él nunca te pediría a ti que te quitases la camisa por un motivo que no fuese laboral. Vaya, eso también suena bastante mal… Maldición, Emmett ha conseguido que le saque un doble sentido a todo… Nueva nota mental: pegarle una patada en el culo cuando lo vea.

Poco a poco fue sacándose la camisa de la falda, la cual le quedaba un poco por debajo del pecho. Para que Edward tuviese acceso directo a la zona afectada, Bella tuvo que darse la vuelta en la camilla como pudo.

—Mmmh… Voy a tener que bajarte un poco la cremallera de la falda, ¿vale? —dijo, intentando sonar indiferente. Bella parecía un semáforo en rojo. Asintió débilmente y Edward procedió a despejar la zona—. Vaya, te va a salir un cardenal bastante imponente aquí.

—Tranquilo, no será el último —contestó odiándose a sí misma por su torpeza.

Empezó a untarle una crema que resultó de una temperatura bastante desagradable. Al masajearle la zona, Bella se debatía entre el placer de las caricias y el dolor por el golpe. Al final acabó riéndose tontamente. Aquel maldito doctor la estaba volviendo loca.

—Bueno, con esto servirá —Edward se apartó y fue a lavarse las manos—. Como habrás comprobado, no soy fisioterapeuta, pero creo que no he hecho un mal trabajo.

Bella se sentó de nuevo en la camilla, esta vez con las piernas colgando, y empezó a ponerse bien su ropa, que estaba hecha un desastre, la mirase por donde la mirase. Justo en ese momento, de su chaqueta sonó una canción muy familiar para ella.

—¿Debussy? —preguntó Edward notablemente sorprendido. Después rió ligeramente, mientras Bella buscaba desesperadamente su móvil—. Me encanta Debussy, pero tenerlo de tono de llamada… Es pasarse un poco, ¿no?

Le hizo una mueca mientras que alzaba triunfalmente el teléfono. Miró la pantalla. Casa de Mike. Suspiró.

—Dime Mike.

—¿¿Bella?? ¿Dónde estás? He pasado por tu casa pero no había nadie, y me extrañaba que en tu estado estuvieses de un lado para otro…

—Estoy en el hospital aún. Estoy bien, no te preocupes. Ve sacando las muletas, hace tiempo que no las veo. Las añoro… —Bella esperaba que Mike no estuviese muy alterado cuando la viese. No le gustaba que estuviesen encima suya, le gustaba estar a su aire. Miró a Edward, que se estaba divirtiendo con la conversación mientras rellenaba lo que suponía que sería un informe acerca de ella.

—No me digas que te has roto el pie…

—No, no, no. Es solo un esguince de nada. Es más, no es necesario que vengas, me las puedo apañar sola. Ahora llamaré a un taxi y estaré en casa en un segundo. Así que quédate en tu casa, habrás tenido un día duro —Bella suspiró. De pronto se acordó del proyecto—. ¡MIKE! —Edward la miró sorprendido— ¿Cómo fue la presentación?

—Oh, Bella… ¡Fue un éxito! Estaban muy entusiasmados, y todos se entristecieron al saber de tu accidente. Pero bueno, ya tendrás ocasión de lucirte, no te preocupes. Me han dicho que te felicite por tu trabajo, que es de lo mejor que le han ofrecido en estos años.

Bella notó como las lágrimas acudían a sus ojos.

—Oh, Mike… Estoy tan emocionada… Esto es muy, muy, ¡MUY! Importante para mí —intentó controlarse, ya que tenía público, pero no podía resistir las ganas de chillar, saltar y cantar. Todo eso mientras lloraba al mismo tiempo—. Oye, te tengo que dejar. Ya hablamos después.

—Claro Bells… Oye, que si necesitas ayuda, solo tienes que decírmelo. Ya sabes, para las cosas de casa, para una ducha… —Mike intentó poner una voz seductora. Bella vio como Edward se daba la vuelta; estaba segura de que lo había escuchado, Mike siempre hablaba gritando.

—Adios, Mike… —dijo y colgó. No estaba bien que se le hubiese insinuado sabiendo que estaba en un hospital, con gente delante. “Por Dios, ¿qué clase de persona hace eso? Cuando llegue a casa hablaré con él…”

Bella carraspeó. El doctor giró la cabeza. “Por lo menos ya no se ríe de mí descaradamente…”

—Estoy lista para irme —dijo con la voz más fría que pudo—. Voy a llamar a un taxi, ¿podría usar el carrito hasta la puerta?

Edward la miró extrañado, por su cambio de actitud. Quizás se había pasado al reírse de su conversación, pensó el chico.

—Claro, claro. No hace falta que llames, fuera hay varios taxis esperando. Esto es Nueva York, ¿recuerdas? —le guiñó un ojo, en señal de paz. La ayudó a subirse a la silla de ruedas y la acompañó hasta un taxi, después de darle las recetas que le había comentado al principio.

Cuando iba a cerrar la puerta del coche, Edward sintió un impulso.

—Bella, ¿qué tal si quedamos una noche para cenar y nos ponemos al día? —preguntó nervioso, pasándose la mano por el cabello.

Bella lo miró como si acabase de decir que los extraterrestres iban a invadir la Tierra en unos minutos.

—Eh… No creo que sea una bu-buena idea —masculló, pensando en Mike y sus celos. Se moría de ganas por cenar con Edward Cullen, pero sabía que Mike no lo aceptaría. Y con motivos, pensó Bella admirando la belleza inusual de aquel hombre.

—Está bien. ¿Y una comida? —no pensaba rendirse. Bella sonrió tímidamente mientras negaba con la cabeza.

—Digamos que… Bueno que no creo que sea buena idea eso de… quedar —susurró avergonzada.

Él la miró y lo entendió rápidamente. Aquel Mike debería ser algo formal. Y celoso. Se armó de valor y volvió a preguntarle, esta vez usando todo su ingenio. No se quedaría sin su cita con Bella.

—Vale, tengo una idea. Digamos, que me entero de donde trabajas y de la hora de tu desayuno. Casualmente, claro —añadió al ver la cara que le ponía Bella. “Me va a seguir o qué” pensó ella asombrada por su insistencia—. Entonces, si nos encontrásemos a la hora del desayuno por casualidad, no tendrías el menor problema en acompañarme, ¿verdad? —sonrió, satisfecho de sí mismo.

Bella aún seguía con la boca abierta. No podía creer lo que estaba pasando. Este Dios Griego en el que se había convertido Edward Cullen, estaba intentando desesperadamente tener una cita con ella. “Nota mental número mil y pico: Comprar la lotería hoy. Es mi día de la suerte.”

—Pues… Supongo que… Que entonces sí que podría acompañarte… —estaba demasiado impactada como para decir dos palabras seguidas. Edward sonrió con todas sus ganas.

- ¡Estupendo! —exclamó—. Entonces… hasta el desayuno, Bella.

Esta le devolvió la sonrisa tímidamente y por fin pudo cerrar la puerta del taxi, despidiéndose de su doctor con la mano.

—¿Sabe? Ha sido como un capítulo de Grey´s Anatomy —la voz del taxista la sobresaltó. Vio que estaba mirándola a través del cristal del retrovisor y no pudo evitar reírse ante semejante comentario.

—Sí, bueno, mi vida a veces puede ser muy pintoresca —esta vez fue el taxista quien rió, de forma estruendosa, muy parecida a la de Emmett.

Se quedó en silencio, sonriendo mientras miraba por la ventanilla. Era difícil de creer, pero la visita al hospital había alegrado su día.

Edward Cullen había logrado lo imposible: que Bella quisiese volver a un hospital fuera como fuese.

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Bueno segundo capi como dije lo subire martes y viernes chicas disfrutenlo ya salio a escena Edward ohh si jajaj chanchan besos..

5 comentarios:

Anónimo dijo...

hola!!!... me encanto el capi waw !!!!, que sor presita se yevo bella al despertar y al ver a edward en ves de carleilelei essa parte estvo muy vueno11!!! me paresio mi o edward esta va algo deses perado por tener una cita con bela jajaja o no?,bueno chauuu besotes camila cuidate

Anónimo dijo...

muy bueno...... wiiiiiii, quiero mas....!!!!! me encanto wow novia de Mike jajajajaja.... ah y felicito a la creadora es muy original
all cullen

Javiera Cornejo dijo...

sencillamente espectacular, me encanto, es original, bien escrito y manera de narrarlo me encanto :D
mis felicitaciones, esta demasiado entretenido no puedo esperara a q sea virnes para leer otro cap ^^
besos!!

P.d: amo al dr edward!! ahaha c on esos doctores kien no kiere sacarse la xuxa a cada rato?! ahahaha

lauramariecullen dijo...

¡Claire! Ya tengo imagen para el fic, ¿te la mando al correo? Si veo que no estás conectada te la enviaré, ¿vale?:) ¡Parece que está gustando! Me hace taaaanta ilusión:) Acabo de terminar el capítulo 20, ¡ahora sólo queda que mi beta lo revise para subirlo!
Por cierto, voy a empezar un nuevo fic, cuando ponga el capítulo de All you need is love empezaré a subirlo, así que si estás interesada estate atenta:) Un besito y gracias por difundir mi historia.
Ah, por supuesto, gracias también a aquellas personas que están leyendolo desde aquí, me hacéis muy feliz:)

Lei dijo...

LauraMarieCullen tienes ke terminar tus fics!! si???!! están muy buenos!! All you need is love y libros escritos para chicas son mis favoritos!! please!! terminalos y subanlos!!! ;D xoxo