martes, 20 de julio de 2010

Las sexys aventuras de Edward y Bella


Disclaimer: Todos los personajes pertenecen de Stephenie Meyer. La historia pertenece a gorgeousdisaster, yo sólo me adjudico la presente traducción.

Una colección de Sexy Aventuras de Edward y Bella! Edward: Vampiro, Bella: Humana.

By: gorgeousdisaster
Traductora: Sol
______________________________________________________________________

El Dios del Piano

Bella se despertó a mitad de la noche con un sobresalto. Había tenido una pesadilla en la que James mataba a Edward, y eso la había aterrorizado. Ella sabía que James estaba muerto, y que no había ninguna posibilidad de que volviera, pero todavía le daba miedo. Miró a su lado, esperando encontrar a Edward. Él no estaba allí. Aguzó sus oídos y creyó poder oír el sonido del piano siendo tocado. Decidió salir de la cama e investigar. Trató de ser lo más silenciosa posible. Se quedó parada en la esquina de dónde Edward estaba tocando, escuchando atentamente. Era absolutamente hermoso. No supo cuánto tiempo estuvo parada allí.

—Bella, ¿vas a esconderte detrás de la esquina toda la noche, o vas a venir y hablar conmigo? —preguntó la angelical voz de Edward, mientras sus dedos seguían fluyendo sobre las teclas de marfil. Bella sonrió ligeramente, sabiendo que nunca lo había engañado; él supo todo el tiempo que ella había estado de pie allí.

Hizo su camino alrededor de la esquina y lo miró. Había algo increíblemente sexy en ver a Edward tocar el piano. Eso la excitaba. Se dirigió hacia él, y se sentó a su lado en el banco. Él dejó de tocar y suspiró, envolviendo un brazo en la cintura de ella.

—¿Te gusta? —le preguntó él, con su cara moviéndose por el cuello de ella. Ella sintió la punta de la nariz de él rozar a lo largo de su pulso y se estremeció ligeramente, antes de balbucear:

—S-sí. Fue muy hermoso.

—Se llama "Bella Duerme". Sabes, me siento muy inspirado por ti —murmuró, besándole el cuello con suavidad. Ella se sonrojó un poco ante eso y se puso de pie, frente a él.

—Entonces, tal vez deba volver a la cama —sugirió ella en broma.

—No.

Estaba un poco sorprendida. Edward nunca fue de los que le negaran el sueño o alguna otra necesidad humana que hubiera tenido que hacer. Él colocó sus manos en las caderas de ella, empujándola contra el piano ligeramente. Su trasero estaba sobre las teclas, lo que hacía un sonido tintineante divertido. Pasó sus frías manos por el contorno de su cuerpo, dejando escapar un profundo suspiro. Bella suavemente colocó sus manos sobre la cabeza de él, pasando los dedos a través del cabello bronce que tanto le encantaba. De repente Edward se levantó y comenzó a besarla con pasión. Él retorció sus dedos en el cabello de ella, apretando su cara contra la de él con desesperación, las teclas del piano hacían sonidos divertidos con sus movimientos. Ella sintió la lengua de él entrar en su boca y luchar con la suya, y suspiró en la boca de él.

De repente, él dejó y la puso en la parte superior del piano, y cambió sus posiciones, de modo que ella estaba recostada y él estaba de pie al final del piano, al nivel con ella. Ella se dio cuenta de lo que él iba a hacer, y un estremecimiento la atravesó. Eso era hot. Edward iba a tener sexo con ella en su piano, el lugar donde hacía toda su hermosa música.

Él deslizó la camiseta que ella vestía hacia arriba. Aparte de sus bragas, era lo único que ella traía puesto. Bella sintió el frío aliento de él en su estómago, besando camino abajo hasta sus bragas, las cuales arrancó con facilidad. Ella suspiró. A ella realmente le gustaba ese par.

—Te compraré unas nuevas —murmuró Edward, sonriendo mientras le besaba el interior de sus muslos. Ella se retorció mientras él hacía eso, pero en lugar de mover su cabeza arriba de su caliente centro, se incorporó y empujó su dura polla en el interior de ella. A diferencia de los besos, eso fue muy suave, pero profundo de todos modos. Las teclas tintineaban de vez en cuando y luego con los empujones de Edward. Bella podía sentirse a sí misma desmoronarse. Los gemidos de ella se fueron haciendo cada vez más fuertes, y Edward fue apretando los dientes, tratando de controlar su inminente orgasmo. Ella trató con desesperación rechazar su orgasmo, de modo que Edward se viniera primero.

—¡Córrete para mí, Edward! —gritó ella, apretando los dientes al igual que Edward, tratando de forzar al orgasmo. Y así lo hizo él. Ella no sabía si sus palabras habían desempeñado algún papel en ello, o si él simplemente no pudo aguantar más. Su nombre en gemidos unido con él corriéndose dentro de ella la llevaron al borde.

—¡Mierda, Edward…! —gimió ella, con su liberación haciendo disturbios en ella. Edward le dio unos minutos para que se recuperara, riéndose ligeramente y acariciándole la mejilla.

—Tal vez escriba una llamada "La Euforia de Bella" —reflexionó él, cerrando la cremallera de sus pantalones.

Ella se sonrojó. ¿Edward, tocando una canción sobre ella teniendo un orgasmo? Esperaba que él estuviera bromeando. Él la ayudó a bajar del piano, llevándola de regreso a la cama, con ella protestando todo el rato.

—Duerme un poco, Bella. Te tengo planeada una sorpresa para mañana —dijo él, dándola esa sonrisa torcida que tanto le encantaba a ella.

Ella refunfuñó un poco más. Odiaba las sorpresas.

—Te amo. Ahora duerme —dijo él, colocándola en la cama y cubriéndola con las mantas.

—También te amo —murmuró ella. Él se posicionó junto a ella y envolvió un frío brazo alrededor de la mitad de la cintura de ella. La besó con suavidad y comenzó a tararear su canción de cuna. Poco a poco, Bella se quedó dormida.

1 comentario:

diana dijo...

HAY DIOS!!! SISISIS Q MOMENTOOOOOOO